Yván Silén
Yván
Silén:
NO A LA UNIVERSIDAD COLONIAL
Dichosos seréis cuando os injurien y os persigan,
y
digan contra vosotros toda clase de calumnias. . .
mintiendo (Mateo 5:11).
Dichosos
seréis cuando los hombres os odien.[1]
Lucas 6: 22.
Tenemos que preguntar[nos]:[2]
¿Por qué fracasó la universidad? ¿Por
qué tuvo que fracasar?
M. Heidegger
La universidad se ocupó de hacer el resto domesticando
el saber para volverlo inofensivo.
M. Onfray
In principium poesis erat.
La universidad es un choque con la
“política del saber” de los que resistimos, y en donde la dicha nos consume. Es
un choque con los neofilósofos y con los poetas neovanguardistas de la
metagramatización. Estos poetas, aunque hayan publicado más de diez libros,
prosiguen inéditos porque las editoriales no poseen la líbido que la poesía
derrama bella y subversivamente.
Por otro lado, están los poetas-riopedrenses
en la escoria de los “micrófonos-abiertos” que viven de la universidad mediocre.
Estos sanjuaneros-poéticos escriben aterrados y leen celiacamente. La colonia
les ha cosido los labios y el esfínter. Las editoriales colerinas que los
trafican nabucodonosormente ni riegan la voz ni esperman las palabras. La
colonia, independentista o no, cocacolamente o no, los “prohibe”. Los persigue
y los exilia. La “profesión de verdad” ha sido falseada colonialmente. Su
yanquización ha sido la forma demokrática de pervertirlos. La universidad hiede
y ha sido putada.
El “nuevo bachillerato” de la Universidad
de Puerto Rico no ha funcionado, porque su misión ha sido falseada. En los
últimos trece años la Universidad ha dejado de serse. Ese “nuevo bachillerato”
se ha convertido en algo inútil y en una deformación intelectual del trasfondo
de todos los estudiantes que lo padecen. Los estudiantes han sido descojonados
y desmatrizados.
La universidad se ha convertido en un
mito. El problema con este “nuevo bachillerato” es que los profesores saben que
es inútil y no se manifiestan en su contra. Estos asumen el silencio de sus
comités mansa, demokrática y appumente, y se hacen cómplices de la mediocridad
que dicho bachillerato genera. Los comensales se sientan en los triclinios del
humanismo-demokrático a comer la corroña del espíritu. Son cómplices de sus clases
individuales, a pesar de que algunas clases resulten “excelentes” y otras sean asumidas
esbirramente. Las alcantarillas de la universidad de Río Piedras huelen a gasolina. Sólo faltan los
fósforos. Los profesores de Estudios Hispánicos mariconean en el silencio de
los autohomofóbicos. La universidad produce clones.
¡La universidad ha fracasado!
Una vez más nos vemos precisados a
levantar la voz contra el fracaso de los neoliberales, contra el concepto de
los técnicos de la universidad postmoderna y de la universidad neocolonialista.
El intento de tecnologizar la universidad muñocistamente es mezquino y
empobrecedor. Los técnicos peroran y sainetisan. Los técnicos leperonizan y son
hombres que pelafustean. La misión de la
universidad ha desaparecido en la realidad de los diezmos. Periodistas,
estudiantes y profesores han sido fornicados por el anhelo hipercolonial de la
estadidad: ¡el ser esclavos yanquis! Los politólogos de la radio y de la
televisión se han corrompido sexoralmente y se han podrido y se han prostituido
en el intento fallido de alcanzar el siddha. El atma de estos ha fracasado. La
universidad demokrática produce estudiantitos. La universidad es el estercolero
de la demokracia y viceversa: la demokracia es el estiércol de la universidad.
(Los profesores estercoleran el saber de la libertá.) La universidad es la
apariencia de los burócratas del infierno.[3]
La universidad se pauperrimiza. Y los
estudiantes se han convertido, después de la derrota de la huelga (2010), en la
miseria de la enajenación y en los condenados de la tierra. Son los
articulistas “of the new Bachelor of Arts (B.A.)” y se consumen bajo el
paternalismo de los profesores. Las humanidades declinan. Y el sentido de lo orgiástico
y de lo orgásmico ha culminado. La literatura se anarquiza. Lo greco-romano se abandona.
Los “neopoetas” no conocen a Ovidio: La metamorfosis. No hay latín, no hay
griego antiguo. No conocen a Kafka, ni a Nietzsche, ni a Cioran. (Ni a Duras,
ni a Martín Adán, ni a Lima). La mayoría de los estudiantes no saben
conceptualizar, no saben sinonimizar; viven en la miseria de los sinónimos que
los consume y le tienen terror a los neologismos. Y este movimiento poésico de
la lengua hacia sí misma les resulta extraño yanquista-y-castellanamente. Este
movimiento de la fuerza política e intelectual de la poesía porno-lírica los
desorienta. Ignoran totalmente la poesía (del yo poesío), desconocen la
realidad (del yo realido), e ignoran el laberinto asteriónico de lo antigramatical
y de la libertá.
La universidad está en crisis.
Los estudiantes tienen que enfrentarse a
su propia denigración y a su propia miseria con o sin el visto bueno de los
profesores de derecha y de los burócratas muñocistas. Los estudiantes tienen
que enfrentarse a la universidad como mercancía técnica del capitalismo. Tienen
que enfrentarse al pensamiento (a la filosofía, al arte, a la política--al
aburrimiento, a la babosidad, a lo fatuo, etc.--). La universidad tiene que
renunciar políticamente a su propio suicidio. La universidad tiene que quemar
sus propios ataúdes. Su propio “sementerio”. Tiene que enfrentarse a los
burócratas, a los costumbristas, a los cristianos, a los nihilistas de la demokracia
y a las celestinas y a los bugarrones de la paz.
Esto tiene que acaecer así, porque los
estudiantes son el cuerpo y el alma de dichas estructuras vacías: los salones
despojados de sus profesores-dionisiacos. Los estudiantes son la reciprocidad
que la colonia ha pretendido arrebatarles: los estudiantes y los profesores
como síndicos. Los estudiantes como los entes que nombren su presidente y sus
decanos. No sólo se puede padecer la “ley”, sino que hay que ser parte de ella,
hay que forjarla. Los estudiantes tienen que enamorar a Dike. Tienen que serla.
Porque las Horas son la parte esencial de los que forjaron el tiempo de Kairós.
Los estudiantes son los que pueden detener el tiempo acaecido de la “Casa de
Estudios” (=Jaime Benítez). La universidad se ha tornado decadente. Y ella
misma, anexionizada, se ha convertido en el sarcófago de los que pelearon para
que la universidad no se les escurriera entre los dedos. Pero esto ha sucedido.
Kairós se ha fatigado. Kairós se limaba las uñas.
¡La universidad no existe!
La universidad olía y huele a
podredumbre. La universidad huele a “welfare”. Olía y continúa oliendo a
plutocracia. Los estudiantes piden limosnas miserablemente en las esquinas y en
los kioscos de una universidad apolillada que los convierte en la purulencia misma
del espíritu. El saber universal se ha suspendido. Se ha sustituido por el “saber”
del simulacro de la globalización. La universidad finge que sabe. Finge que performa.
Finge que arde y que arte. Finge que premia la belleza de los “poetas”
inexistentes que celebran el turismo. Su libertá de expresión ha sido
sodomizada: ¡No grafites! ¡No carteles! ¡No poesíes! ¡No haikus! ¡No pienses!
¡No aforismes! ¡No fumes, ni te arrebates, ni bebas! ¡No hagas el amor! (¡Sólo
habla en inglés cretinamente en los corredores de los exágonos de la estupidez
y de la muerte muñocista ahora, anexionista mañana!)
¡Alguien se ha robado la universidad!
La “política del saber” ha sido
suspendida. Los exégetas han sido castrados en la lengua (en el falo y en el clítoris).
Las hermenéuticas latinoamericanas han sido arrojadas a la basura. Los
zafacones están de pláceme. Las violaciones están de moda en todos los pasillos
oscuros de la universidad. El feminismo se ha cosido los labios de la cara y se
ha cosido los labios de la vulva. El amor libre también ha fracasado. El crimen
aumenta. El suicidio se desborda de las latas de carne beef. Las vitrinas se han
llenado de suicidas. El siddha
es el secreto de los monjes, de los poetas, de los oshos y de los suzukis. El siddha
es profundamente zen.
El silencio de la universidad es
espantoso. La complicidad de la universidad con la traición y con el reino de
los colegas gusanos y colaboracionistas es siniestra. Elimas (Muñoz; Guadalupe:
Magdala) es el líder del suicidio muñocista. El crimen triunfa.[4] Y los colegas
callan. Los araneros dirigen la universidad, la encarcelan, la empobrecen, la
roban, y la encarecen.
El saber se han convertido en mercancía.
*****
7 d’enero del 2013
Universidad de Puerto Rico
[4] La universidad me ha
vuelto a dejar sin trabajo (2011, 2013). En el fondo les resulto a los síndicos
y a los decanos muy “profesor”, muy
“violento”, muy “poetafilosófico” y muy
“metagrameticalista”. El lenguaje arde Jericó y
bastillamente.
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