En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



domingo, 25 de febrero de 2007

Los Ángeles de René Chacón Linares


Los Ángeles de René Chacón Linares


Con la cita de Rimbaud "el poeta se hace vidente mediante un largo e inmenso y sistemático desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas del amor, del sufrimiento, de la locura; busca en sí mismo todos los venenos, para guardar de ellos solo las esencias", René Chacón nos lleva a la profundidad de su cielo y tierra donde habitan los ángeles y demonios de su gozo, de su amor y desamor, de sus caídas y sus tristezas. La Fiera de un Angel (Impresos Litográficos de Centro América 2004), poesía de sentimientos, experiencias y sueños, con las alas del erotismo, de sus torbellinos y silencio, en "espléndido desorden" (Miguel Huezo Mixco), con la que "René Chacón trata de romper cánones y paradigmas…donde el impudor del Yo se escribe libre de trabas, la clásica antonimia Tanatos-Eros, goce-placer…da muerte a todo radicalismo, y existencia a toda esa diversidad rica de los seres humanos" (Argelia Marxelli de Quintana).

Ya Rafael Alberti refiriéndose a una de sus obras poéticas más importantes Sobre los ángeles, habla de ellos "… como irresistibles fuerzas del espíritu, moldeables a los estados más turbios y secretos de mi naturaleza".

Pero es obvio que los sujetos y objetos no son, directamente, los ángeles, sino el ser individual, su estado como ente de relación: la imagen del ángel es un reflejo, un eco de esta vivencia, imaginación, situación en tanto es desrealizable y desrealizada. Boris Pasternak ya había afirmado que la objetividad sólo puede ser conocida por el creador al leer su poema y desconocerlo; pero esto no es lo más interesante sino como conjetura. Porque si bien "el poeta es hablado por lo que escribe" (Gelman), al poema en definitiva lo completa el lector, la audiencia con su propia vivencia del poema.

Si bien, los elementos autobiográficos, al igual que las imágenes tradicionales angélicas, juegan su papel de importancia, el rastreo de tales elementos no significan la no surrealidad de la imagen, la de "tremendos amantes y gozosos amados" (como dice Dina Posada), porque son arrebatos que sacuden ciertos postulados y formas, a partir de la conciencia del originante, haciendo cómplice al destinatario. Lírica erótica arriesgada que sabe escapar al peligro del lugar común, con este juego transparente, en el contexto del amor y el desamor, la alegría y la tristeza, los logros y las caídas; todas experiencias, apetitos, conscientes y subconscientes que compartimos universalmente en el cuerpo espiritual que somos.

Malean, febrero 2007
Luis Alberto Ambroggio
Academia Norteamericana de la Lengua Española.

miércoles, 21 de febrero de 2007

La Fiera de un Ángel_René Chacón Linares

Portada del libro: La Fiera de un Ángel, Impresos Litográficos de Centro América.
Fotografía: El Diario de Hoy de El Salvador




La Fiera de un Ángel, se titula el libro que René Chacón ha publicado bajo el sello de Impresos Litográficos de Centro América. El título es sumamente sugestivo: nos induce a pensar que los ángeles, no son tan ángeles. Esas formas aladas, criaturas en el delgado hilo de nuestra mente, tienen su propia sombra, su pelaje y su transfigurada lluvia de materia.

En el libro encontramos ángeles para todos los gustos. Unos se muestran lívidos; otros, se mueven en el claroscuro de nuestros dedos con sus propios artefactos. El poeta encuentra a través de cada ángel, la idea, la cornisa sobre su propio polvo, cayendo creciente, en el extraño balbuceo que sueltan las cinco esquinas del cuerpo.

René Chacón es poeta de metafísica conciliadora: el filo de su propio desasosiego, articula, congrega, en infinito cortejo, el respiro del ser humano, trayéndonos a la memoria sus reminiscencias, la duplicada imagen del ser, la insegura, a menudo, experiencia humana entre las redes ciegas de una espiral.

André Cruchaga,
Barataria, 21.02.2007

lunes, 19 de febrero de 2007

Sueño de tomón_Sergio Pravaz

Libro:Sueño de los vientos_Sergio Pravaz_De Los Cuatro Vientos Editorial, Argentina

Verbo errante (fragmento)

Las páginas de nuestros sueños se reencuentran en un fragmento de la historia, aquella que nos pertenece y por la que naturalmente debemos esforzarnos para que nos pertenezca; esa que vamos haciendo de a poco, respirando, construyendo, a como de lugar nuestra errancia, enriqueciéndola a partir de ella, haciendo todo lo necesario, lo que esté a nuestro alcance para que macere, para que decante, para que fermente, para que madure aún a pesar nuestro. Tal vez el secreto habite en ese eterno circular de aprendizajes obtenidos y tareas completadas, yendo y viniendo hasta desterrar definitivamente la idea de la muerte. Es probable que ya en Altamira o en la Cueva de las Manos, aquella luz que nos cegó en el instante supremo y nos despertó la fantasía, haya sido el germen de nuestra primera celebración.

Sergio Pravaz, Patagonia, Argentina.


UNO
la a del agua
teme ahogarse
en la panza de la u

se escondió ahí
imaginándose perseguida

trata de salir
y cuando lo logra
se sienta sobre la a
y peinsa
un futuro de guerra
sólo porque quieren poseerla

dice que con
seducirla sería suficiente

pero no hay caso
la geopolítica es el
peor preservativo
para el corazón
del enemigo

Apreniz de libertad_Eukene Lizeaga

Libro de Miren Eukene Lizeaga_Ediciones Lord Byron, Perú.

Aprendiz de libertad
Palabras introductorias

Uno siempre es aprendiz de algo. Ante un mundo tan vertiginoso, a menudo incomprensible por sus notas de caos, violencia, tozudez, desasosiegos, intolerancias, nos vemos obligados a renovar continuamente nuestros esquemas a fin de hacer de este tiempo, un resquicio esperanzador. Y qué mejor si recurrimos a la literatura y, en particular a la poesía. Aunque de suyo es sabido que ésta no cambia las sociedades ni hace posible la revolución social. Pero sí, es capaz de sensibilizar y llevar bálsamo a tantas almas. Ser aprendiz de libertad, va más allá del sustantivo principiante, meritorio; sí es claro, desde luego, que todo ser humano empieza por el escalón humilde de aprendiz.

El libro Aprendiz de libertad de la poeta María Eugenia Lizeaga, no es solamente un rico anecdotario, un conjunto de periplos existenciales más o menos sorprendentes, sino una toma de conciencia, una asunción del propio ser. Es poesía libertaria desde su yo íntimo. De ahí la actitud desde el hoy hacia el futuro de Eugenia cuando dice: “Que el brote de Acebo que ayer planté/ sea árbol cuando yo ya no esté/ Que la luz de la luna llena/haga brillar la gota de rocío en él” (Poema Espero). La libertad encarna liberar el espíritu, primero, de sus ataduras existenciales; luego demanda una actitud frente a la vida. Aunque nunca logramos serlo: si no es desde dentro; afuera están los paredones deteniendo el vuelo. El terraplén de los recuerdos, los sentimientos, la realidad, ¡vaya si no son alambradas!...

La poesía de María Eugenia Lizeaga, siempre me ha parecido sólida y genuina. Desde aquellos primeros versos que compartí con ella hace ya algún tiempo, me identifiqué con las emotivas imágenes de su poesía. En la palabra de María Eugenia percibo ese diálogo interno del poeta consigo mismo, diálogo que sólo puede estar presente en la cavilación del ser humano de bien, consciente de su fragilidad, de sus limitaciones, así como de su espiritualidad, únicas razones que lo sostienen en un mundo de luchas y pesares, de prisas y agonías terrenas.

La poesía de la poeta Lizeaga, es poesía meditativa donde imperan los ensimismamientos propios del ser. Constituye un viaje a los parajes del alma; poesía sentida desde dentro, por eso, sincera. La poesía suya es poesía íntima, no exteriorista, ni rimbombante. Nace como es natural de la meditación cotidiana: frente al tiempo: calendario o reloj, pájaro o mariposa. Es la poesía del deslumbramiento ante el tránsito fugaz del ser. María Eugenia lleva la herencia de los grandes poetas del país vasco: Gabriel Celaya, Blas de Otero, Bergamín, etc. Precisamente, escribiendo estas palabras he recordado unos versos de Otero correspondientes al poema: LA INMENSA MAYORÍA: “Podrá faltarme el aire,…fe, jamás.” María Eugenia es un portento de fe en la palabra, de pasión volcada hacia la luz de la esperanza.

Aprendiz de libertad se titula el libro que hoy publica María Eugenia. Aquí están presentes el amor que no floreció en verano, el aliento de los pájaros cantando desde su interior, el sueño sin sábanas en la desnudez del frío, los odres del amor, la libertad, la inteligencia y el alma que, en palabras de la poeta es el rocío para la historia. Cuántas veces, en este ejercicio de insoslayable desgarramiento la poeta se ha arrodillado ante el muro de las lamentaciones de la vida y ha salido avante frente a la intemperie del granito y al lecho ciego del granizo.

Hay también, en la poesía de María Eugenia y, en particular en este libro Aprendiz de libertad, esa búsqueda del poeta por la trascendencia, por el sentido místico de la vida. Todo gran poeta lo hace, si no recordemos a Vicente Aleixandre con su libro y a Dámaso Alonso con . Su aproximación no ortodoxa a Dios a través de su cercanía con los jesuitas le da otro respiro a sus poemas y un halo de intemporalidad existencial. Su visión del mundo va más allá de los novedosos vericuetos del tiempo, y la revolución del segundo. Ella está atenta, por el contrario, a esa transmutación permanente de suertes perecederas, porque el ser humano es en esencia eso: sombra y luz por donde las cadenas nos atan al desvarío del abismo.

En definitiva, el libro Aprendiz de libertad, es un vivir atento a los diversos momentos de la jornada, al mediodía seguro, al atardecer inquietante, a la noche que acecha la vigilia del poeta desde todos sus rincones. Es una búsqueda a su identidad perdida en las sombras, en agónico trance; pero aprendida cada vez tras una lucha fervorosa con esas sombras que la mano aparta para hallar un resquicio esperanzador. Por eso “trabaja con sus manos la tierra”, “que ama otra mirada que se mira a sí misma/ sabiendo que es todo y es nada/ que somos una forma de lo que nos transciende y liga”.



André Cruchaga,
El Salvador, 28 de marzo de 2006.