En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



jueves, 23 de marzo de 2017

Poemas de Henry Alexander Gómez

Henry Alexander Gómez, Colombia





Henry Alexander Gómez
(Poesía)






Del libro Casa de hueso (Inédito)


En el lomo de la vaca el viento revuelto en un sudario de espumas

Eran las mañanas y las tardes. Solía acompañar a mi abuela Ana
a llevar y traer las vacas, del establo al potrero y del potrero al establo.

Íbamos por la mitad del pueblo arreando las vacas
que eran como dedos gordos de Dios.

Yo y mis cinco años y la rama de un árbol haciendo de fusta.

El sol trepaba por las manchas azules de las vacas y en su paso torpe
un aliento desconocido empozaba la sílaba del sueño.

Las piedras, las crestas de los árboles, un puñado de maderos y sus cercas.

Verlas pastar era echar boca adentro toda la paciencia del aire,
como hundir una luna en un enredo de hierba.

Y en los ojos de las vacas un vacío de luz, un misterio lerdo que latía en cenizas
sobre el corazón lento del día.

Mis cinco años, mi abuela Ana y las moscas abriendo huecos
en las primeras sombras de la tarde.

Entonces la vaca Golondrina se fue de bruces al río.
El hechizo del agua le llegó como una soga que halaba su carne
en una cadencia sin tiempo.
Era de ver su júbilo corriendo entre las formas del torrente. Mugía y su voz era un tambor que trenzaba mi garganta. Un fósil nacido en lo más hondo de la vocal del mundo.

Corría la vaca por el río y mi abuela la seguía desde la orilla,
entre los pastos largos y mojados,
llamando desesperadamente su bovino. Cuidado de no ahogarse la vaca loca.

Mis cinco años arreando el sueño de loco de mi abuela Ana. En el lomo de la vaca el viento revuelto en un sudario de espumas.

Hará tiempo de aquello. El río arrastrando esqueletos húmedos de hojas y trastos vegetales, llevándose consigo mis cinco años y las alas invisibles de la vaca Golondrina,
en una ceremonia de bocas abiertas a los muslos de la nada. Navegaba ahora
hechizado el ocaso en una brisa de peces muertos.

Dicen que las vacas
se parecen a los sueños de los hombres tristes, no dejan de rumiar su soledad
en cualquier balcón desvencijado de la vida. En el mañana
o en el ayer, es floración la noche cerrada.

A la orilla, sobre la piedra molida, boquea todavía la vaca Golondrina
tragando tajos de luz. Muge mientras puede.






Gallinas

En las mañanas,
largos instantes me revelaron
el juego de su pluma,
el cacareo del mundo desde
una noble idiotez.

Su peculiar danza
me habló de un linaje perdido,
la firme intención de ser viento borrado. 

Entendí, entonces, la difícil tarea
de romper
con las ataduras del aire,
la música cercana de escarbar en la tierra.

Es verdad que en las gallinas
el día ha encontrado su eje, 
el cordón umbilical
en el que sostiene la luz.

Al igual que ellas, escribo la dicha
de ser pájaro caído.

A Felipe García Quintero




Parábola del padre

Padre siempre se sumerge en las más
extrañas empresas.
En un diálogo mudo con la vida,
en una incesante errancia
por el orden prohibido de las cosas,
hizo de la derrota
                                   su sello personal,
una enorme roca de aire para empujar cuesta arriba.  

Un día compró una rueca de hilar nubes.
Decía que en la plaza bien podría abrir
un negocio celeste para achispar acontistas.
Pasaba horas golpeando el pedal,
hilando el día,
ovillando la lana.
Desde allí urdió toda la orilla del cielo
                              sin conseguir una sola moneda.

Otro día
se hizo a un viejo auto
para sortear la soledad de los caminos.
Con él cruzaría las fábricas del humo,
las páginas secretas de las grandes montañas,
hasta llegar a La Habana
                                     o Nueva York.
Pero la noche lo dejó tirado a un lado de la carretera,
reparando el veterano motor oxidado.

Raras tareas emprende mi padre,
cultivó los sueños de los ondeadores de banderas,
comerció con olvidos,
amasó el pan
para el inspector de patatas fritas,
escribió cartas de despedida para amas de casa,
hasta afiló los lápices de tercos burócratas
en una corte de un país
                            que no aparece en ningún mapa.

Hoy comprendo que mi padre
es un poeta a su manera,
atesora la derrota
como quien guarda
                          palabras perdidas en la billetera.

Sin saberlo, padre,
con cada inútil negocio,
me ordena mi noble función en el mundo:
el oficio de escribir,
                                   a cada instante,
                                                 el arte de la pérdida. 


______________

Henry Alexander Gómez (Bogotá, 1982). Magister en Creación Literaria de la Universidad Central y Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Es director del Festival de Literatura “Ojo en la tinta”. Ha recibido diferentes distinciones, entre ellas, el Premio Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia, el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y el Premio Internacional de Poesía José Verón Gormaz de España por el libro Tratado del alba (2016).

Ha publicado los libros Memorial del árbol (2013), premiado en el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita, Diabolus in música (2014) Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía y Teoría de la gravedad (2014), publicado en Quito, Ecuador. Sus poemas aparecen diferentes antologías y revistas de Colombia y el exterior. Hace parte del comité editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida (www.laraizinvertida.com) y se desempeña como docente de la Universidad Central en el Pregrado de Creación Literaria.


jueves, 16 de marzo de 2017

La cultura del sabanero vista por el Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga

Miguel Fajardo Korea





ARTÍCULO

 


La cultura del sabanero vista por el Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica



            En 1990, mediante el decreto ejecutivo N° 20176-C se crea el Museo Regional del Sabanero, en Liberia. Por otro lado, el Día Nacional del Sabanero  inicia en 1992, con una iniciativa del ACG. En la misma línea, en 1995, cuenta con el apoyo de los Ministerios de Educación y  Cultura, decreto ejecutivo N° 24414-C-MEP. Finalmente, durante el 2003, el artículo 1, Ley N° 8394, expresa: “Declárese el 10 de noviembre de cada año, Día Nacional del Sabanero, como un reconocimiento al personaje que modeló el ser guanacasteco”.
            Licenciado en Economía, Máster en Administración de Empresas y Doctor en Ciencias Sociales, el académico Víctor Julio Baltodano Zúñiga trabaja en la UNA desde 1992. En la actualidad, ejerce como Catedrático y funge como Vicedecano de la  Sede Regional Chorotega. Su tesis doctoral “Transformaciones en la cultura del sabanero guanacasteco en una sociedad posmoderna y globalizada” (2014: 400), obtuvo el reconocimiento Cum Laude.

            El Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga se perfila como el nuevo Decano de la Sede Regional Chorotega de la UNA (2017-2022). Su tesis doctoral es, sin ninguna duda, el más completo estudio sistemático, en torno de la singular figura arquetípica, histórica e identitaria del sabanero guanacasteco.

            El investigador Baltodano Zúñiga se propuso los siguientes objetivos: 1. Describir los cambios que se han suscitado en la estructura productiva de Guanacaste, en el contexto de la globalización económica y cómo esta ha influenciado la cultura del sabanero guanacasteco; 2. Indagar el cambio sucedido en el patrón laboral de los sabaneros guanacastecos y la forma en que se configura la transformación en la cultura de estos sabaneros; 3. Estudiar las transformaciones en la cultura de los sabaneros guanacastecos, en el contexto de una sociedad posmoderna y globalizada; 4. Estudiar las transformaciones económicas emergentes a partir de 1990,  específicamente, la actividad turística, como catalizador del cambio sociocultural del sabanero guanacasteco.
      En su estudio paradigmático, don Víctor Julio procura dejar testimonio sobre la dinámica de las manifestaciones culturales, con la base en la interacción de una sociedad, cuyos patrones evolucionan insospechadamente.  En ese orden, reconoce cuatro sabaneros:
        Sabanero tradicional: Trabajaron como asalariados en grandes haciendas y  fincas. Tienen más de 70 años. Simbolizan el eje de una cultura ligada a la tierra y al ganado. Su instrumento fue el caballo. Gozan de reconocimiento social, debido a su legado: baile con  marimba, las bombas, las retahílas, las fiestas de toros,  su característico grito, ser valientes.


       Sabaneros en el turismo: Los sabaneros tradicionales, quienes se trasladaron al turismo; los sabaneros más jóvenes, quienes combinan la labor de la hacienda con el trabajo en el turismo. Se encuentran en hoteles guanacastecos. Incorporan espectáculos para el turismo.


       Sabaneros transformados: Trabajadores de épocas recientes, quienes debido a la fragmentación de la tierra, la tecnología, la globalización y el nuevo entramado económico  cambian sus prácticas laborales. Usan  las redes sociales, se orientan a la cría de toros para espectáculos taurinos.

       Sabanero por apropiación: jóvenes o adultos medios que no han trabajado como sabaneros  Asisten a cabalgatas  y  fiestas. El cambio es de un patrón laboral a un modo vital. Bregan en otras actividades. Comparten con los sabaneros transformados. Algunos  han heredado propiedades; otros han aprendido, porque asisten y participan en las “probaderas”.

       El Catedrático Víctor Julio Baltodano, quien obtuvo un premio de investigación turística en Venezuela, en el 2011, establece que las transformaciones en la cultura del sabanero, se presentan desde 1950, cuando se da el cambio en la propiedad, que ha modificado los patrones de interacción laboral del sabanero, así como el entorno.


La cultura del sabanero tradicional cimentó su masculinidad, refrendada en los corrales de piedra y en la fierra. Dichas faenas de trabajo rudo,  persecución del ganado, el aparto y el cuido de él, amansar y hacer los caballos de las haciendas. Es decir, la construcción simbólica como hombres fuertes, trabajadores, sin miedo a nada. El “orgullo sabanero” es, en opinión del Dr. Baltodano, uno de los elementos centrales del esquema de interacción laboral y cultural que se trata de reproducir, y posibilita mantener su figura arquetípica, tanto en el imaginario regional como nacional.
En su intensa investigación doctoral, entrevistó a siete longevos sabaneros  tradicionales: Walter Castrillo (75); Antonio Fonseca (75); Balbino López (85 años); Pedro Bianco (86); Jorge Ríos Hernández (87); Julián Bustos (88) y Bernardino Angulo (89) años.
A partir de sus relatos de vida, configuró ejes temáticos, tales como la hombría, el trabajo rudo, la relación entre sabaneros, la importancia de los sitios, la extinción del sabanero y las luchas alrededor de las prácticas locales de poder, deseo, saber y discurso. 

Entre los elementos culturales inherentes con el trabajo, que iba moldeando la cultura del sabanero y la división social del trabajo, se reconoce la siguiente jerarquización: administrador, mandador, sobrestante, sabaneros, arreador, vaqueros, jornaleros, boyeros,  cocineras, llavero  y guachos.
Las tradiciones, a partir del trabajo en la hacienda configuraron una cultura, ligada con la tierra, la ganadería y la hacienda. Clifford Geertz (1994),  la conceptualiza como unsistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes hacia la vida”, es decir, su función es dar sentido al mundo y hacerlo comprensible.
El antropólogo precitado también habla de redes de significado, como un conjunto semiótico, donde la cultura son las redes tejidas por el ser humano, por lo tanto, “un ser social, localizable geográficamente, con una matriz potencial de diferenciación social”.  Uno de los problemas nacionales es el esquema  cultural valle-centrista, como imagen de  la cultura nacional, legitimada por los medios de comunicación, donde la periferia y los polos interiores de cultura tratan de ser invisibilizados en sus manifestaciones vernáculas señeras.
En opinión del Dr. Baltodano  Zúñiga “La conformación de una cultura del sabanero no es un proceso claro ni estructurado, ni tampoco fácil de determinar o describir. Más bien, este responde a una totalidad de elementos que, de una u otra forma, fueron constituyendo un mundo que se puede llamar, el mundo de vida del sabanero. Es claro que Guanacaste y la cultura del sabanero surgen de una estructura colonial con una economía y cosmovisión de influencia europea”.
El sabanero guanacasteco vive inmerso dentro de una provincia heterogénea, multiétnica  y multicultural. Costa Rica sufre transformaciones en los planos políticos, económicos, sociales, ambientales y culturales hacia 1950, cuando él fija las transformaciones en la cultura de la actividad socio-productiva de los sabaneros.

 

Aduce el Dr. Baltodano Zúñiga que “La función tradicional del sabanero estaba ligada al ganado, pero para ello debía cuidar los caballos, en primera instancia, y para eso disponía de una cuadra con diez o más animales. Debía saber hacer sus propios instrumentos, tales como la jáquima y la grupera; y asimismo, construir su propia soga. Con el caballo, la soga y el cacho carbolinero como instrumentos de trabajo principales, el sabanero se iba al campo”.
 René Amador señala que la comunicación es diferente “Antes era con un grito; hoy es con un radio”. El grito del sabanero ha sido una de sus marcas semióticas. Tenía diversos significados: alegría,  incitación a la violencia, a la gresca, pero, sobre todo, un mecanismo de comunicación. Aduce Marco Tulio Gardela (2014) que “el uyuyuy: grito potente, uniforme, continuo, extenso y serial, que es una respuesta del sabanero al bramido del toro”.
Toda sociedad impone cambios de ver el mundo, por ejemplo,  el sabanero tradicional no sentía miedo, alardeaba de su valentía, soportaba dolores por las espinas o las astillas incrustadas. En cambio, los sabaneros transformados son más tolerantes. Cuando realizan alguna actividad de los sabaneros tradicionales, solo los anima mantener la cultura y las tradiciones, es decir, el recordar nostálgico selectivo.
En las prácticas locales del saber, poder, deseo y discurso, hay nuevos elementos que van aglutinando expectativas en la experiencia cotidiana. En ese horizonte de expectativas, el catedrático Baltodano asevera que “Los sabaneros tradicionales, ya no desde su práctica laboral, sino desde una posición diferente, como poseedores de un conocimiento que forjaron en las haciendas, desde el ámbito del saber, se posicionan en un ámbito del poder que desean imponer como deseante, para mantener un orgullo sabanero posicionado en el imaginario social regional. Este ámbito de lo deseante en los sabaneros tradicionales y de los transformados es trasladado al ámbito de las prácticas locales de discurso”.
Al decir del Dr. Baltodano: “En otras palabras, se pasa de una identidad concreta, particular, a una identidad colectiva. Por supuesto, que ambos procesos, la subjetivación y la objetivación son paralelos, simultáneos y concomitantes, de ahí que no se puedan separar ni establecer, quién es primera, dado que provienen de la vida cotidiana, de lo que hacen las personas que están inmersas en los distintos patrones de interacción social. Y también es menester apuntar que esas prácticas locales de saber, poder, deseo y discurso se dan en una circularidad, sin necesariamente establecer jerarquías”. 
Por su parte, los sabaneros por apropiación, utilizan el celular, tienen muros en Facebook, desde donde comparten actividades, suben fotos y videos de animales y haciendas, así como de las competencias donde participan con mucha frecuencia.
 Para el Dr. Víctor Julio Baltodano,  nadie discute que la hacienda ganadera fue la que dio origen al sabanero tradicional, pero muchas veces, se trata como una visión homogénea, sin embargo, se ofrece dentro de un marco de heterogeneidad, y se le capta desde el concepto abstracto de hacienda.


Otra de sus inferencias conclusivas, estriba en que la cultura se enfoca en el espectáculo y la explotación de la imagen. En el sabanero guanacasteco  hay un cambio en los contenidos. No es falsificación, sino un proceso dinámico, que incide en las subjetividades de los sabaneros, y de éstos, en el mismo contexto. Ahora, es más fácil mercantilizarla, mediante el circuito de la reproducción del capital, por medio de la explotación de la imagen de los espectáculos taurinos, a modo de ejemplo.


Asimismo, aduce que  el sabanero tradicional, cuando salía de su faena laboral, seguía siendo sabanero en cualquier espacio que estuviera. En cambio, el sabanero transformado, se  despoja  de  él y  puede  ser otro en diversos ámbitos de la vida social.  Žižek (2004: p. 86), lo denomina “capitalismo cultural”, donde la “relación entre un objeto y su imagensímbolo se da la vuelta: la imagen no representa al producto, sino que, por  el contrario, el producto representa a la imagen”.


El  acucioso Catedrático Baltodano Zúñiga, con más de 40 publicaciones,  manifiesta “En cuanto al sabanero, ha calado el estereotipo del tipo machista, que todo lo soluciona por la fuerza, pero que se ve  diluido por la sumisión al patrón (…) La familia era prácticamente invisible en el discurso del sabanero. Pocas veces aparece la esposa, la compañera o los hijos en el mundo del sabanero. Y eso se debe a la forma en que se estructura la relación hombre-mujer en este mundo laboral, donde es netamente patriarcal y el hombre ejercía como proveedor”.


Según (Olavarría, 2003:94) “Para muchos varones, la forma dominante de ser hombre, la que ha hegemonizado la masculinidad, resulta lejana y ajena a sus vivencias y contradice lo que quisieran ser y hacer. Si antes, en muchos/as, generaba culpa no adaptarse a las mandatos, hoy, a lo más, produce vergüenza”.

            La investigación identifica diferentes rostros en los sabaneros guanacastecos, a partir de procesos de hibridación o de sincretismo en la sociedad globalizada y posmoderna. Uno de esos rostros, es el del sabanero vinculado con el turismo (donde la explotación de su imagen como sabanero es evidente), vinculada a una economía del espectáculo. Ahora no interesa que tenga hacienda, ni trabaje en ella: lo que importa es que sea vehículo de una imagen vendible. Por ello, según (Martínez de Bringas, 2005:21), se “culturiza la economía”.
En epítome, el Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga, evaluador externo del CSUCA y conferencista en Costa Rica, México, Brasil, Estados Unidos, Chile y España, en su documentada investigación sobre la cultura del sabanero, conceptualiza: “Estos nuevos rostros conviven en una hibridación entre lo local y lo cosmopolita, aportado por el proceso de globalización cultural, transmitidos por los medios de comunicación (…). Pero, también, esos rostros luchan por un reterritorialización y un reconocimiento dentro de un engranaje mundial que todo lo fragmenta y lo globaliza, por medio del mercado. Esos nuevos sabaneros aprovechan los medios virtuales típicos de la nueva economía, para conectarse entre ellos, buscar nuevas formas de establecer vínculos y, a la vez, otras formas de mantenerse en el mercado, en la economía del espectáculo y del capital turístico”.

 

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica