En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



jueves, 29 de diciembre de 2011

DOS POEMAS DE PEDRO JAVIER MARTÍN PEDRÓS


Pedro Javier Martín Pedrós, España




Enamorarme de la vida




Enamorarme de la vida para ser valiente, y
dejar que mis lágrimas se asomen
mientras leo un poema a un buen amigo.

Enamorarme de la vida para inventarme
sueños, «paradas», donde quepa la utopía,
y los abrazos no se reduzcan a un
contacto o roce físico.

Enamorarme de la vida obsequiando
puestas de soles a los que
siempre se sintieron solos,
mal acompañados
y nunca queridos.

Enamorarme de la vida, regalando
pentagramas vacíos,
para que otros
pinten su música sin conservatorio,
sin conservantes
ni amigos influyentes.

Enamorarme de la vida después de la
despedida de un amigo,
en cualquier campo santo.

Enamorarme de la vida,
viajando, deslizando mis manos por las
carreteras y curvas de cuerpos, sin temor al
carné por puntos.

Enamorarme de la vida, sabiendo que este otoño
vendrán vientos y lluvias difíciles,
y que alguna tarde sentiré los bolsillos
de la vida vacíos.

Enamorarme de la vida,
a sabiendas que hay soldados que se
camuflan con trajes de poetas,
y que nunca aprenderán a esculpir
dos miradas amorosas llenas de deseos.

Enamorarme de la vida con el saco
lleno de un montón de años, y soñando
que el amor es posible, aunque parezca una
cursilería.

Enamorarme de la vida, creyendo siempre
que detrás de una sombra,
puedo encontrarme herrumbre,
madrugadas, escombros y caricias.




A los espaldas mojadas




Estamos en plena noche
y tenemos poco que comer.
Hoy el menú es «sueños en ayunas».
Somos despertados por focos de luz
y ruidos de desagradables y potentes motores,
nuestras alas quedan rotas,
el frío se hace más intenso,
las olas destruyen nuestras ilusiones,
el bebé que nos acompaña
es amamantado por nuestros fuertes latidos
y frustraciones.
Malditos dólares USA perdidos en viajes a
la muerte.
Nuestro océano huele a miseria.
Quizás todo esto nos sea tan frío,
tan impersonal como la habitación de
cualquier hotel, que esta tarde
me ha llevado con rumbo despistado
al orfanato de mis sentimientos

Ahora cuando amanece en
ciudades
desorientadas
en campos y jardines urbanos,
en mercados de dulzuras
en fogones donde se alimenta
el dolor y la angustia,
me abraza la tristeza.

Ahora cuando no importa
la edad para cantar «te quieros»
y el camino es empinado,
lleno de esperanzas
y bostezos,
no tengo más remedio
que utilizar el ratón
para enviar a la papelera
tus besos.

Ahora,
ahora que comienza a cerrarse
el armario de la vida por mero
desencanto,
rociaré las dulces miradas
con algas en la bajamar
de tus sonrisas.

________________
Pedro Javier Martín Pedrós. Huelva 1952. Poemas suyos se encuentran recogidos en las antologías “Antología de poetas onubenses” (1.976),” Las noches del 1.900” (1.994 ) , “Poetas por la Paz” Ediciones 1.900 (1.995), Padres y Madres ( México 2.011, antología internacional del escritor Dante Medina ). Y las revistas españolas como Volandas, Cuadernos del Sornabique, Océano y Traslapuente, participando en el año 2006 en el proyecto METAFORFOSIS ( Caja de sueños )y en LABERINTO DEL VIENTO de la colección Punto. Tiene publicado los siguientes libros:

Trozos de Vida (1992),
Huellas de Agua (1994),
Travesía Interminable (2005).
En la bajamar (2009)

Inicia en el año 2007, junto a Lupe García Araya, el proyecto “Poesía en la distancia” (primer libro de la colección), publicando en el 2008 “Viaje Inesperado” (segundo libro). En el año 2009 “Abrazos de náufrago" (tercer libro).En el 2010 el cuarto libro de dicha colección " Sin dejar Señales ". Y en 2011 “ Silencios encontrados “ el quinto libro de la colección. Ha participado en los proyectos “Haz rodar una poesía“ denominado GIRAPOEMA. Y Poesía de Barra ( un bar de poemas ) de la editorial A Fortiori

Actualmente, es coordinador del Azuldemar, colaborador habitual en diversas revistas virtuales. Es miembro de las siguientes Asociaciones: Asociación de Escritores y Artistas Españoles, Poetas del Mundo y REMES. Red Mundial de Escritores en Español.

Correo electrónico : jmartinpedros@hotmail.com
Blog Azuldemar : http://huelvasurlibre.blogspot.com/

martes, 27 de diciembre de 2011

POEMAS DE DANIEL QUIRÓS-CRUZ


Daniel Quirós-Cruz, Costa Rica-Nicaragua





virgen de pueblo




con sorna
vigila
a los transeúntes.
pero los teme

como zarigüeya.

disimulada,
con una mueca de arlequín.

pero los odia.

ríe,
que te quiero ver
embriagada,
frágil y concupiscente,

con las bombachas
resbalando
sobre las pantorrillas.

con la bóveda celeste
de las piernas
lloviendo epifanías
por las que nadie
escarmentará.

desatendida.

y si retozas,
al tramar perversiones
y misas,
sé indolente:

que el dios desnudo
ya tenía los brazos en pleno
y expectantes,

ávido de un albañil
llamada Salomé.




refugio




No hay refugio.
Solo vértices
y ventiscas.
Y arrugas
en la frente,
acumulando ceniza.

Ni Katyushas
o humedades
tibias.

Son delirios.
Cetáceos torpes
y encallados.
Podridos
entre los brazos
del fiasco.

Niño
de la vulgaridad
y la deriva,
¿donde está la Virgen
transfigurada?

"No ha nacido
ni empuñado un arma.
Pero conoció
las flores
de perales y manzanos"

Bendita carencia,
la de los mártires
arrebatados
del tormento.

Ya no se puede creer.

No hay regazos.
Solo pizcas
y residuos.
Y altares desnudos
invocando
nada.

No hay refugio.




tivives




A tío Tacho

MixcóatlOhtli discurre
por la noche
y revienta en las manos
que triscan en las aguas
de la ensenada.

Miro las luminiscencias
fluyendo vivas
entre los dedos.
Diluidas en estrellas
huyen hacia el manglar.



Al borde del barranco
mis pasos vacilan y desgastan
los xilópalos.
Mejor detenerse aquí
y descansar
absorto.

Las eras
ocultas,
se suceden en el alma.
Languidece la tarde
tan ínfima,
tan fugaz,
e incita a la desnudez:
a confundirse con el risco.

Y como un paraje remoto
petrificado y casi inmortal,
ser escarpado
hacia el tiempo.







elegía al oriente




Todo se derrumbaba
detrás de las persianas.

No ardía el inmueble
ni morían los infantes,
pero el desconsuelo
acosaba no a pocos.

Era muy joven aún,
cuando la Madre era amputada.

Otros respiraban
y se consideraban libres
de un yugo engendrado
por sus abuelos.

Aquel señor
tras la pantalla
me parecía decente y jovial,
casi bonachón,
y me maravillaba pensando
que algún capricho del azar
había tatuado un atlas
de su patria
(o así lo creia yo)
en su calva brillante
y desnuda.

Era muy joven entonces
para comprenderlo.
Mis sollozos respondían
a los raspones y hematomas
producto del juego infantil.

El mundo era mío
(o así lo creia)
y no me enteraba
de que la mitad del mundo
sucumbía sin tregua.
La otra mitad
aguardaba su caída,
sin contemplaciones.

Yo era muy joven aún
cuando era desmembrado
el país de los soviets.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA OBRA DE ROSA MONTOLÍO CATALÁN


Rosa Montolío, España





LA OBRA DE ROSA MONTOLÍO CATALÁN





Por Ricardo LLOPESA




En la plenitud de su vida, cuando la mirada del mundo es más bella y las rosas se postran a sus pies, serena y radiante, Rosa Montolío Catalán, especialista en lengua y literatura inglesa, nacida en tierras frías de Aragón pero afincada desde siempre en la mediterránea Valencia, es autora de una importante bibliografía escrita en la lengua de Shakespeare, el idioma de las ilusiones y el ritmo. Se trata de la labor única de una mujer solitaria que merece todo el reconocimiento por parte de quienes escribimos en la lengua de Cervantes. El caso de Rosa Montolío es raro. ¡Una española que escribe en inglés dentro de España! El castellano lo utiliza para hablar en la vida cotidiana, pero el inglés para escribir. Esto tiene sentido. Sin saber inglés nosotros escuchamos a los Beatles, pero los ingleses no nos escuchan a nosotros porque, además de no entendernos, nuestra lengua carece del ritmo de la suya. De haber vivido Rubén Darío se habría sorprendido del caso de Rosa Montolío y habría incorporado su nombre a la galería de Los raros, al lado de Rachilde, la única mujer entre los retratos literarios.
El caso de la mujeres raras, es decir, aquellas que se apartan del camino de la tradición por donde todos vamos, es tan extraño como difícil de encontrar. Ellas demuestran talento y coraje en el compromiso de las ideas. ¿Son disidentes o anarquistas? Pienso que las dos cosas, a la vez. Poseen un sexto sentido que las aparta de la norma y las vuelve únicas. Ella, Rose, procede de un linaje aguerrido, que viene de Miguel Servet, pasa por Justina de Aragón y desemboca en José Antonio Labordeta. No son los únicos. Viene de una tierra de antepasados liberales y liberados. Recuerdo el caso reciente de Francisco Carrasquer, Premio de las Letras Aragonesas.
Rosa Montolío Catalán, nacida en 1959, en tan solo tres años publicó cinco libros. Inició esta trayectoria con el ensayo Light on the thriller (2007), un estudio muy completos iniciado al final de la década de los 80 sobre la novela negra norteamericana y española, de los que ha sido precursora batalladora.
De la investigación pasó a la obra de creación suya. Sus Poems on a bench (2008), en edición bilingüe, son poemas escritos y dirigidos a jóvenes con el fin de despertar en ellos la lectura. Los temas son los cotidianos, con el deseo de acercarse a ellos o que ellos se acerquen a la lectura, habla de fútbol, de Casillas, del cocinero Arguiñano, y así. El libro viene acompañado de un método de trabajo que debe seguir el profesor en la enseñanza de la poesía, titulado Teacher's book (2007), extenso y minuciosos, como dinámico y útil en el aprendizaje del inglés.
Los temas los busca la autora en los hábitos sociales de su época, tanto positivos como los negativos. Principalmente, aquellos que destacan por la mezquindad o la vulgaridad, manejados con la habilidad propia de quien quiere denunciar las lacras y miserias. Su labor, desde el punto de vista crítico, es encomiable en un mundo neoliberal dominado por la publicidad y el engaño.
Su primera incursión en el teatro quedó plasmada en El sueño de Derek (2010), por fin, publicada en la lengua que entendemos todos, pero poco después apareció la versión al inglés, Derek's dream (2010). Posteriormente, ha dado a luz otra obra teatral Britney S.P. & Company (2011) y dos Teacher’s book, también del mismo año, que corresponden a cada uno de estos libros. Pero aquí nos ocuparemos de la primera.
La obra se divide en tres actos y cada uno en tres escenas, más un “Acto único y final” con que termina. Esta vez, Rosa Montolío Catalán utiliza la dilogía, el doble significado del lenguaje, llámese implícito o en el otro sentido. Es decir, la misma palabra cumple el papel de su definición, pero también el de su acepción. El móvil, por ejemplo, lo que en Latinoamérica se llama celular, figura como teléfono, pero a la vez significa la causa que provoca la acción. El hijo que habla con la madre, a través del móvil, es un personaje que se vuelve real debido a que es un referente a lo largo de la obra, pese a su ausencia, porque la madre es un personaje ausente.
Todos los títulos tienen, a su vez, ese doble significado. La pantomima es la base sobre la que se asienta el teatro de Montolío Catalán, dinámico y alegre, convirtiendo a los personajes en un juego de marionetas, lleno de símbolos, similar a la fotografía o el cine. Los personajes también responden a sus nombres. Derek, July, Tensi y Terry, son los principales. Derek representa la prudencia germana; Tensi, la tensión constante; Terry, el terror. Margarita Marrón es quien se come el marrón, y la profesora Mrs Clearlot, cuyo nombre traducido significa Señorita Aclara Todo, es quien impone el orden y establece el equilibrio. Los personajes de la obra representan esa multi-racialidad que vivimos, el conflicto entre ellos, marcados por la diferencia en un primer mundo que sobre el papel respeta el color.
La obra literaria de Rosa Montolío Catalán es la de una mujer comprometida con su tiempo. Una mujer que saca tierra de donde no hay para construir, a través de la literatura, un mundo mejor, en el plano literario y en el aspecto educacional. Fue la primera en estudiar la novela negra, en los años en que todo esto formaba parte de una literatura marginal, que caminaba en otra dirección, cuando era estudiante de la Universidad y propuso un trabajo de investigación.
Su poesía, su crítica y su dramaturgia están enfocados en una misma dirección: siguen caminos paralelos, persiguen ideas afines y se corresponde con el espíritu de una mujer luchadora, quizá idealista, que quiere un mundo mejor viéndonos a unos y a otros en el espejo de la propia realidad.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Adrián Díaz en la memoria del silencio


Miguel Fajardo Korea, Costa Rica




Adrián Díaz en la memoria del silencio




Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación de Costa Rica




En mis constantes lecturas y relecturas de la poesía guanacasteca, me encuentro, ahora, con un nombre decisivo para su redescubrimiento en las letras del Norte G. El trabajo lírico sostenido de Adrián Díaz Aguirre (Nandayure, 1947).

Tuve la alegría de leer su poemario “LOS PIES DEL SILENCIO” (1996-2011), donde incluye 42 textos muy intensos en la brigada expresiva, sin prisa, pero sin tregua, que ha ido formulando a lo largo de un ciclo de producción de tres lustros. Este es el prólogo a su libro en prensa, ahora.

El Lic. Díaz Aguirre funge, en la actualidad, como Asesor Nacional de Español en Primero y Segundo Ciclos, Ministerio de Educación Pública. Ha sido Profesor de Español en 14 instituciones de secundaria. Académico en las áreas de español y didáctica, pedagogía transdisciplinar, Andragogía, Artes Escénicas, Expresión Corporal, Dicción y Vocalización. Ha ejercido en la UCR, UNA, ITCR, Universidad La Salle y Universidad San José.

Su formación académica incluye: Bachillerato en Teatro y Didáctica, Licenciatura en Educación de Adultos, Licenciatura en Didáctica y Enseñanza del Español, así como Licenciatura en Literatura y Lingüística.

En su hoja de trabajo, Adrián ha laborado como Asesor en los siguientes puestos de alta responsabilidad:

a. Asesor de Español. Dirección Región Educativa Liberia (2004-2005).
b. Asesor Nacional de Español, Educación para Jóvenes y Adultos (2006).
c. Asesor Nacional de Español I y II ciclos (desde el 2007 hasta la fecha).

Actor y director teatral en una veintena de obras (1985-2005), en grupos como: Boruca, Talamanca, Sibú, Hora Cero, Teatro Universitario, Esfera o Burbuja. Ha contado con direcciones escénicas de Jesús Cuadrado, Jean Moulaert o Stoyan Vladich.

Su poemario de estreno está dedicado al Maestro Espiritual, Srila Guruprasad Swami, así como a los actores y actrices de todos los tiempos, quienes fueron creando manchas de las que se quiere acordar siempre.
En cuatro ocasiones ha participado en los suplementos anuales de cultura que editamos desde el periódico “Anexión”, Guanacaste, a saber:

1. “Variedades lingüísticas en el marco de la Guanacastequidad” Nº 12 (15) 146, julio-2005:4;
2. “Ausencias”; dimensión poética en la Guanacastequidad” Nº 13 (16) 158, julio-2006:4;
3. “Evaluación global” Nº 15 (17) 170, julio-2007:2.
4. “Voces” Nº 19 (20) 216, julio-2011:3.

Su libro inicia con una poética vital “Entre lo que doy / y lo que tengo, / que es poco, / se me fue la vida”. Es la suya, entonces, una confirmación del tránsito terrenal “yo soy / me voy / te doy” en una especie de catarsis entre la palabra, la libertad y el sentimiento.

“El camino es largo. / La desesperanza más”, todo ese corpus es dable, porque “La orgánica del olvido / es eficiente / no admite errores”.

Un rasgo de su estilo escritural es la presencia de enumeraciones convincentes de su ideario “A mí también me toca amanecer imaginándote. / Sin la yema de tus dedos para sublimar mi amor, / Sin la lectura dactilar y matutina de tus manos”.

El tema amoroso es uno de los ejes plurisignificativos de su orbe lírico. Muestra al hablante con un discurso crítico sobre la cosificación corporal “te alquilo, me alquilas /te negocio, me negocias / me cargas y te cargo. / ¿No soy persona? / ¿Entonces?”. Es decir, su acento critica estas acentuadas expresiones de seres-objeto y propugna revertir ese orden por el de seres-sujeto.

Su espacio lírico aboga por una mejor utilización de los recursos de todos. En “Adulto mayor” explicita: “Estoy en el puro centro / de las expectativas estatales, / en el promedio / en la hora de los / inútiles, en el / desprecio civil y / ciudadano, en el / desperdicio de los recursos nacionales” (…) “para que me perdones, / para estar de primero / en la fila, / de oro, para que me abras / la ventanilla de tu corazón. / Para que no duela tanto esta / soledad”. El abordaje es integral, por ello, transmite una realidad sin tapujos ni eufemismos. Todo ello revela cuánto hay por hacer para aspirar a una sociedad justa, sin marcaciones desventajosas.

En la línea amatoria, el hablante aduce “Descansaré, / y en tus más oscuros callejones, / me sorprenderás con tu ternura, con / el néctar de tus jardines, y tus nubes / derramarán una suave llovizna sobre mis rostros”. Como puede advertirse, el código amoroso manifiesta cordilleras y desfiladeros en el deseo, la ternura y las palabras.

Su planteamiento físico se corresponde, asimismo, con un juego de la carnalidad y el género “La fijación de mis pensamientos echó / raíces sobre el terreno patriarcal de tu vulva (…) en la disfuncionalidad de mi falo (…) / ¿Entonces qué procede? / ¿La guerra o la paz? / ¿La paz o tus tetas siliconadas? (…) / ¿La paz o los profilácticos que arropan nuestras criaturas? / ¿Qué procede?

Estos textos de Adrián Díaz Aguirre aportan nuevas conceptualizaciones al modo de escribir poesía en Guanacaste. Su voz irrumpe en plena ebullición globalizadora, donde nunca tenemos tiempo para nada; donde jamás estamos al día en nuestras actividades de vida. “Nací viviendo para la vida / acumulé discursos para el futuro, / siempre me sentí semilla en la eternidad. / Nunca creí que mis trapos se cayeran a tirones”. Desde esa perspectiva, el poemario de Adrián es un repensar “Miro tu huella / en el jaragual / de mi corazón… / ahora abandonado / como un sitio viejo”.

Los elementos tecnológicos apuntan a ser estrías y distractores en un mundo cada vez más tecnificado, pero menos humano. De mayor comunicación, pero de menos abrazos. De ahí que la voz lírica enuncie “silencio sexual, mirada simbólica / convergen nuestras etnias correlacionadas / con los cristales milenarios de tu vulva, / sin chips ni enlaces virtuales indexados… / ni currículo, ni programa, ni mediadores”. Es decir, una conciencia celular donde el amor sea “mi estructura más feliz, / mi escondite preferido para / soslayar este contexto de / grosería social en el / que estoy metido”.

En “Ofrenda a mi madre”, con epígrafe de Gustav Mahler -“No hay más que una educación y es el ejemplo”-, el hablante densifica su intencionalidad “Viviste en el filo de la vida y la muerte… Llenando de ternura este planeta ¿No sé cómo lo hacías? Pero, era tu Padre Nuestro / amparar a los desposeídos (…) ¡Todo lo hiciste a mano! / Con tu dramatismo me enseñaste a ser actor, / con tu humildad, educador, / con tu trabajo, simpatía, / con tu belleza, justicia, / con tu alegría, amor (…) De todo me enseñaste… Mamalita… / Pero todavía no sé ¿Cómo voy a poder vivir sin ti?”

En numerosos pasajes es recurrente el ahondamiento de la soledad “El largo camino de tu descomposición / me señala que uno está solo… / ¡No hay manera! (…) ¡No tiene caso! Me salí del planeta de lo posible”. La soledad es uno de los síntomas prescritos de la mundialización. “Y danzamos todos los boleros que nos faltaban para llegar a la muerte/ de tus agonías, sobre los marañonales de los padres de tus padres”. O bien, “Acabo de vivir otros cinco días / como si fueran kalpas… / Y me refugié en la belleza de tu ausencia”. Asimismo, en este trazo poético “Soy la ausencia que se aleja / de tus deseos poseídos”.

Hay una imagen que se textualiza a partir del registro fotográfico “¡Y de pronto! Te descubro: Medea. / Y te agredo: Cleopatra. / ¡Hasta el frenesí! Nefertiti: mi bondad, el arribo milenario / de la belleza, esposa real de mi dinastía en el imperio del amor, / que construí a fuerza de abundancia, en palacios minúsculos, / donde no cabe más que tu presencia: en mi celular, en mi corazón y / en mi mente. / Infinitesimales todos desde la mirada de tu estatura histórica, aunque no lo sospeches”. Es clara la intención del hablante, a partir del juego semiótico con los arquetipos femeninos del orbe clásico.

En “Jazz” explora una denuncia frontal “Que las clínicas abortistas / por fin contratan funerarias, / pero todavía no se entierran”.

El espacio virtual atisba en este registro poético de Díaz Aguirre “Pinté el rancho de alegría / sin ocarinas ni tambores / lo llené de ternuras y sonrisas, / a pesar de la hojarasca ideológica/ a pesar de los desechos reciclables / a pesar de tu corazón invadido… / He encontrado refugio en la virtualidad de tus manos, / en la mirada trascendental de tus rincones y tus pies cibernautas”.

La naturaleza es una estampa o código sensual y erótico en LOS PIES DEL SILENCIO, poemario del nandayureño Adrián Díaz Aguirre, quien es miembro del Centro Literario de Guanacaste (fundado el 20-3-1974): “Adquirí el color de tus pujaguales / en lo lúdico y en lo ideológico / de tus mazorcas el placer y la sonrisa, / de tus trojas desgrané los vicios pormenorizadamente. / Fragüé mi sexo detrás de tus manadas / en la frescura y la inocencia del jaragua, / bajo la censura de los ojoches. / Me enseñaste todo, menos cómo vivir la muerte”.

Como puede inferirse, entonces, la lectura de “LOS PIES DEL SILENCIO” (1996-2011), libro de estreno del Lic. Adrián Díaz Aguirre (Guanacaste, 26-12-1947) es un texto en su plena madurez vital y creativa, por ello, hay que celebrarlo, dado que le aporta nuevas rutas de expresión a la poesía guanacasteca. Su tono no es laudatorio, sino inquisidor y poetiza con audacia y desenfado otras realidades cotidianas, desde la humana modernidad en la era globalizada, donde, a veces, nos encontramos extraviados.

Por ello, su espacio lírico es una onda expansiva, cuyo acento es una ruptura en los alcances discursivos de la más reciente producción en la poesía costarricense desde la pampa guanacasteca.

minalusa-dra56@hotmail.com

sábado, 19 de noviembre de 2011

DOS POEMAS DE ERICA JONG


Erica Jong, USA




LOS MANDAMIENTOS




No querrás de veras ser poet(is)a. Primero, si eres mujer, tienes que ser tres veces mejor
que cualquiera de los hombres. Segundo, tienes que acostarte con todo el mundo.
Y tercero, tienes que haberte muerto.
Poeta masculino, en conversación.




Si una mujer quiere ser poeta,
debe dormir cerca de la luna a cara abierta;
debe caminar a través de sí misma estudiando el paisaje;
no debe escribir sus poemas con sangre menstrual.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe correr hacia atrás en torno al volcán;
debe palpar el movimiento a lo largo de sus grietas;
no debe conseguir un doctorado en sismografía.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe acostarse con manuscritos incircuncisos;
no debe escribir odas a sus abortos;
no debe hacer caldos de vieja carne de unicornio.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe leer libros de cocina francesa y legumbres chinas;
debe chupar poetas franceses para refrescar su aliento;
no debe masturbarse en talleres de poesía.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe pelar los vellos de sus pupilas;
debe escuchar la respiración de hombres durmientes;
debe escuchar los espacios entre esa respiración.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe escribir sus poemas con pene artificial;
debe rezar para que sus hijos sean mujeres;
debe perdonar a su padre su esperma más valiente.





ENVIDIA DEL PENE




Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo,
no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes...
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EL ROMANTICISMO POÉTICO EN LA NARRATIVA DE MARIE-PAULE D’AMBROS

Pasta del libro de Mana será tarde




EL ROMANTICISMO POÉTICO
EN LA NARRATIVA DE MARIE-PAULE D’AMBROS



Por Ricardo Llopesa




En el esplendor de su vida, cuando las ilusiones alcanzan su plenitud movidas por el motor de la inteligencia y la voluntad, como tocada por la varita mágica de los sueños que hacen despertar la sensibilidad, Marie-Paule d’Ambros, rebosante de serenidad y dotada de esa cualidad particular para la reflexión, un buen día cogió lápiz y papel y en el plazo de dos meses escasos escribió una novela. Lo curioso de esta historia reside en que Marie-Paule d’Ambros no es una escritora profesional acostumbrada a estas lides. No, ni siquiera una aficionada que lo intenta por primera vez o hubiese asistido a un taller de aprendizaje. Nada de eso. Todo lo contrario, es una mujer retirada del mundo activo, junto a su marido, después de haber sido ambos empresarios de la restauración durante más de treinta años..
La novela, titulada Mañana será tarde, publicada por la Editorial Instituto de Estudios Modernistas (Valencia, 2011), tiene el mérito de estar escrita en un lenguaje coloquial y perfecto castellano. Mari-Paule d’Ambros posee una refinada cultura francesa, de la que es heredera y se vale para enriquecer su prosa, elegante y fluida, donde destaca el ritmo y la imagen fotográfica. Esa es la seducción personal de su relato. Por otra parte, desarrolla su punto de vista desde un objetivismo narrativo, a la manera de los escritores alemanes o norteamericanos, frente al irracionalismo de unos o la mirada apocalíptica de la novela medieval.
En Marie-Paule d’Ambros la interpretación autobiográfica suya y de los demás entra y sale en su escritura, interesada en crear una arquitectura definida de los personajes, quienes pertenecen a distintos estamentos sociales, sin que el punto de vista narrativo tome partido por ninguno de ellos, ni siquiera con la protagonista, con quien mejor podría identificarse. Su habilidad por introducir el sentimiento narrativo constituye uno de los valores más apreciados de su discurso al mantener un sencillo diálogo directo con el lector.
Ese toque mágico y elegante a través del galicismo, no es más que el uso y abuso del ritmo, la reiteración o la aliteración. Es el maquillaje que seduce. El buen estilo, pues su ritmo se convierte en melodía, en respuesta a ese fenómeno espiritual encarnado en la palabra y su acento. Toda palabra tiene alma, dijo Darío.
A lo largo de la historia de la literatura, desde Homero hasta Vargas Llosa, el objetivo del arte consiste en dejar testimonio de la realidad vivida o conocida, que por algún motivo impacta en la sensibilidad del autor, quien la guarda en su memoria hasta el momento de darle salida. Pero no todas las formas de expresión son las más airosas, ni todos lo consiguen. El arte es una comunicación de espíritus que se produce a través del constante diálogo con la sinceridad. Si el autor regatea su propia realidad o trata de ocultarla, la novela simplemente describe, es incapaz de comunicar sentimientos al lector. Cuenta un amigo de Flaubert que al llamar a su casa, el escritor abrió la puerta con lágrimas en los ojos por haber matado a uno de sus personajes. Marie-Paule d’Ambros también lloró al escribir el capítulo sobre la muerte de su heroína.
En este punto del estilo reside uno de los valores de la novela. Otro problema narrativo que resuelve D’Ambros reside en su amplitud léxica, frente a esa pobreza de lenguaje, parquedad o sobriedad, como forma de ocultamiento, que llamamos lenguaje telegráfico o fragmentado, que utilizado a la ligera comunica poquedad y pobreza.
El buen estilo es aquel que domina los cinco sentidos, incluyendo el descriptivo y los diálogos, porque nunca la novela ha dejado de ser nieta del romanticismo, pese a los avances mecánicos del lenguaje o su organización técnica.
La novela se estructura en doce capítulos. Cada uno de ellos cuenta un momento de la vida de una mujer, la protagonista, Myléne, y su relación con los demás, su familia, su amiga y la búsqueda incesante de un amor, a quien un día encuentra, Héctor. Sirve de marco la ciudad francesa de Saint Priest, próxima a Lyon. Se desarrolla durante el último tercio del siglo XX. En ella Marie-Paule d’Ambros expone con lucidez aquellos años de enorme represión sexual, de la que es víctima Myléne, en convivencia con la liberación, hasta el límite del machismo, que encarna Héctor. Son dos estamentos sociales enfrentados, pues ella procede de una familia de feriantes, mientras él es un ciudadano establecido en la ciudad. Son los extremos de una misma línea, la represión sexual y la diferencia social.
La autora cuenta el amor real que existió entre Mylène y Héctor, nacido de la necesidad de pasión y dulces caricias. El amor de él surgió de la mirada de aquellos ojos mágicos de ella, que brillaban con un intenso azul turquesa que lo arrastró a sentir un torbellino de pasión sin freno, mientras ella se sintió cautivada de él por su porte elegante y su inteligencia. Ante los constantes reproches por no consumar el sexo, ella decide separarse, pese a su gran amor y sufrimiento, y tras darle un ultimátum que fijase el día de la boda, llamó a otro a quien no amaba y se casó. No fue un acto de despecho, sino el deseo imperante de tener un hijo, consciente de que rondaba los treinta años.
A partir de aquí la novela cuenta el parto y la muerte de la protagonista, después de vivir momentos intensos al lado de David, el marido. Momentos que, por instantes, se convierten en historias horripilantes como si de una novela negra se tratase.
Escrito con honda pasión, pero contado con la serenidad que proporciona la reflexión, la novela de Marie-Paule d’Ambros, Mañana será tarde, es un libro magnífico que pone sobre el tapete uno de los problemas más angustiosos de la sociedad como es la represión sexual, a la vez que un homenaje a la amiga muerta.

domingo, 6 de noviembre de 2011

La universidad y el desarrollo social

Miguel Fajardo Korea, Costa Rica




La universidad y el desarrollo social




Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Omar Dengo,
Universidad Nacional de Costa Rica



La función social de los sistemas educativos consiste en preparar individuos con amplios conocimientos y actividades creativas para fortalecer todos los estamentos de nuestra sociedad. En este momento, Costa Rica tiene 157 000 universitarios, pero uno de cada cinco de ellos, es decir, el 22 % enfrenta las líneas sociales de pobreza, con ingresos per cápita de sesenta mil colones mensuales, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Como puede desprenderse, desde esos círculos de pobreza, miles de jóvenes costarricenses libran su mayor esfuerzo y sacrificio, en aras de optar por una mejor calidad de vida y, para ello, alzan la bandera de la educación como su enseña más segura. Aunque la vida se comporte así, debemos saber que la pobreza no debe convertirse en un obstáculo para la superación y poder alcanzar metas superiores de cambio y mejoramiento en el destino individual.

En ese contexto, el M.Sc. Orlando De La O Castañeda y el M.Sc. Olger Rojas Elizondo, presentaron el libro de ensayo que acaban de editar “Tres reflexiones sobre las universidades y el desarrollo social”. (San José: Lara Segura editores, 2011: 119). Fungió como panelista invitado el Dr. Luis Fernando Araya Rivas, académico y escritor costarricense. Entre los asistentes estuvieron el Dr. Miguel Sobrado, la Licda. Juliana Beck y la artista brasileña Marcia Silva Pereira. Canal TV 36 le dio cobertura cultural. Me correspondió moderar dicha presentación editorial.

En el libro, sus autores abordan tres temas puntuales, a saber: a. La universidad pública en América Latina; b. El desarrollo de Guanacaste; c. Gestionar el cambio universitario.

En la primera reflexión realizan un abordaje sobre la gestión, innovación y desafíos en la vida universitaria, así como sus áreas temáticas: calidad, inclusión, gobernabilidad democrática, relación con el entorno socioeconómico e internacionalización. Asimismo, establecen un acercamiento sobre el origen, estancamiento relativo y el reposicionamiento de las universidades. Dicha reflexión presenta un enfoque de la dinámica universitaria, donde se da énfasis a la pertinencia en la satisfacción integral de sus tareas en los ámbitos de docencia, extensión, investigación y producción.

Sus autores, De la O Castañeda y Rojas Elizondo, decano y vicedecano, respectivamente, de la Sede Regional Chorotega de la UNA, abordan, muy bien, el capítulo sobre la sociedad basada en la información (SBI) y la sociedad del conocimiento (SC). En la primera, lo básico es el manejo y difusión de la información y las comunicaciones, donde lo esencial es digitalizar, virtualizar; en la segunda, el eje es la capacidad de innovar y crear nuevas realidades sobre la base, tanto de la información como de los conocimientos socialmente disponibles.

Básico es señalar, en todo ese entramado, que son las personas quienes gestionan el saber mediante interacciones en los procesos educativos. Joaquín Bruner aduce que estamos en la tercera revolución del acceso al conocimiento. La primera fue el surgimiento de la Imprenta; la segunda la producción y comercialización del libro y, la última, la Internet y la Web. Los dos últimos descubrimientos son cambiantes, se enriquecen, se modifican y se profundizan con enorme rapidez, lo que ha dado pie a la educación virtual, así como a la transnacionalización de la educación superior, como resultado de su gradual internacionalización académica.

Sobre la universidad pública en América Latina, puntualizan cinco problemas: a. débil absorción de la creciente demanda social; b. fragmentación de la información; c. débil pertinencia social de los diseños curriculares; d. proletarización de la vida universitaria; e. escasos vínculos internacionales. De entre ellos, destaco algunas ideas centrales del abordaje ensayístico, por ejemplo, la ausencia de políticas de posicionamiento y circulación social de los productos textuales, además, son necesarios los procesos de rendición de cuentas.

En el qué hacer, los ensayistas De la O Castañeda y Rojas Elizondo aducen que: “La universidad pública debe concebirse como una institución abierta, no excluyente y, por lo tanto, con capacidad de responder con eficacia y calidad, a la creciente demanda social de bienes y servicios educativos” (2011:36).

En Costa Rica, indican los autores, aparte de las cinco universidades públicas hay 53 privadas. Asimismo, de las 43 instituciones parauniversitarias, 36 son privadas. En ese contexto: “Es cierto que la expansión del sector educativo privado permitió canalizar la demanda social que las universidades públicas no satisfacían, pero lo hizo sacrificando la calidad del conjunto del sistema” (De la O; Rojas Elizondo, 2011:43). Es justo precisar, sin duda, honrosas excepciones.

La segunda reflexión se centra en analizar la problemática de Guanacaste, que constituye el escenario geográfico, económico y social, desde donde la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional cumple su misión educativa, tanto en el Campus Nicoya como en el Campus Liberia, cuya sede fue inaugurada este año. Hay muchos datos sobre la base del Proyecto Estado de la Nación de 1999, donde se incluyó un informe exclusivo sobre Guanacaste. En dicho capítulo, en el recuadro 2, páginas 64-67, se reprodujo mi artículo “Anexión y Guanacastequidad”, publicado en el diario (La Nación, el 25 de julio del 2009).

Dicho capítulo incorpora siete orientaciones estratégicas de desarrollo socioeconómico. Son proposiciones abiertas a discusión y profundización sistemática y permanente. Guanacaste presenta un acelerado proceso de transición de una economía agropecuaria y ganadera a una de servicios y diversificación turística, así como la creación de polos de desarrollo. Por otra parte, los subsistemas de producción y reproducción social muestran desarticulación, en encadenamientos reales y en diseños institucionales. Lo anterior, afirman los ensayistas De la O Castañeda y Rojas Elizondo: “conduce a elevar los riesgos de un desarrollo depredador de los recursos naturales, tan importantes en esta provincia y estimula la migración de guanacastecos a otros territorios de Costa Rica” (2011: 63).

Aparte de ello, los investigadores y académicos de la Sede Regional Chorotega sostienen que: “La intervención estatal en el desarrollo de Guanacaste se ha concentrado, en los últimos veinte años, en el impulso de megaproyectos en infraestructura de riego, servicios agropecuarios e infraestructura turística (…), pero estas, al no estar insertas en visiones integrales y estratégicas de evolución socioeconómica, no han favorecido un desarrollo articulado y equitativo” (2011: 69).

La tercera reflexión versa sobre cómo gestionar el cambio organizacional universitario, sobre la base de los principios denominados: investigación, planeamiento, control, autocontrol y ejecución, organización y coordinación, así como en la dirección. Todo ello, implica que debe prevalecer un principio científico humanista, en el entendido que los sistemas estructurales no existen por sí mismos, sino en función de las personas y sus interacciones, esto es: la organización existe para las personas y no estas
para aquella. En otras palabras, el ser humano debe ser el centro de toda la acción y las decisiones.

Tanto el decano Orlando De La O Castañeda, como el vicedecano Olger Rojas Elizondo, plantean que las universidades deben evolucionar conjuntamente con la sociedad, porque son parte intrínseca del destino común del factor humanidad, por lo tanto, plantean que en los próximos años deberán atenderse cuatro desafíos:
1. epistemológico, en cuanto a las prácticas del quehacer universitario
2. axiológico, donde se materialicen una serie de valores del quehacer universitario: búsqueda del conocimiento, la información, el diálogo académico, la disciplina y el rigor investigativo, en atención a un planeta global, multicultural y pluralista.
3. económico social, pues la universidad no es una isla, apartada de los sistemas productivos y sociales.
4. criticidad, por cuanto se requiere de una cultura que propicie el análisis crítico y autocrítico constante. El conocimiento así lo exige.

Este es el tercer libro del M.Sc. Orlando De La O Castañeda y el primero del M.Sc. Olger Rojas Elizondo. Un aspecto reflexivo se deja leer en la contracubierta de “Tres reflexiones sobre las universidades y el desarrollo social”, dado que sus autores “no presentan sus ideas como concluyentes, sino a la manera de contribuciones para el diálogo y la búsqueda compartida de las mejores prácticas; en este marco de comprensión, el texto es susceptible de ser empleado en procesos de renovación institucional, conducentes a cambios significativos de los modos habituales de trabajar y dirigir organizaciones universitarias”.

Me complace saber que la producción intelectual en la Sede Regional Chorotega viene creciendo desde hace tres años, pues numerosos académicos han estado publicando libros, sistematizando experiencias, organizando foros, seminarios, simposios, congresos, es decir, compartiendo su pensamiento integral.

Sin duda, es un paso seguro para forjar y extender la academia a espacios y fronteras decisivas, tal es el caso de Orlando De La O, Olger Rojas, Ana Lorena Camacho, Fernando Gutiérrez, Juan Carlos Picón, Víctor Julio Baltodano, Rodolfo Núñez y Miguel Fajardo. Sabemos que vendrán otros autores y nuevos libros. La academia crece y se potencializa. (Noviembre-2011)

domingo, 30 de octubre de 2011

EL FESTÍN DE ALEXIS GÓMEZ ROSA, O LA MEMORIA DE LA PERSISTENCIA


 Alexis Gómez Rosa






EL FESTÍN DE ALEXIS GÓMEZ ROSA, O LA MEMORIA DE LA PERSISTENCIA*



Por Manuel García Cartagena
[DESIROTECNICAS, literatura, teatro y cine latinoamericanos]



Hablen unos del gobierno, del mundo y sus tropelías, mientras haya personas capaces de no confundir lo vivido con lo que pasa, y los recuerdos (los suyos, sobre todo) con la historia. Bien lo decía Louis Aragon: “mi verdadera biografía está en mis poemas”. Y así va esto, ya que hay en El festín. (S)obras completas (1967-2011) más vida que sobras, más poesía que palabras, y sobre todo, menos concesiones a esa (pueril) arrogancia que consiste en tomarse a sí mismo por modelo, santo y seña de lo real. Un denodado y constante esfuerzo por marcarse, en el más lacaniano sentido de la palabra, atraviesa la escritura de Gómez Rosa desde sus primeros poemas hasta los últimos. Y sin lugar a dudas, es esta “imagen de marca” personal lo que le confiere a su obra una singularidad inusitada en medio del maëlstrom poético latinoamericano contemporáneo.
Sigue siendo cierto, sin embargo, que todo intento de penetrar en el secreto laboratorio imaginario de un poeta requiere un poco de colaboración de parte de quienes se propongan semejante hazaña. En efecto, el valor de cualquier lectura depende en gran medida de las preguntas que determinan su funcionamiento heurístico. Y de todas las maneras de interrogar una obra poética, la más crucial, me parece, es esa que consiste en interpelarla con la misma fórmula que suelen emplear tanto los centinelas como los oficiantes de reuniones espiritistas, es decir: “¿Quién vive?” De toda obra poética más o menos importante es posible decir más o menos lo mismo, al margen e incluso a pesar de lo que podríamos llamar su más intrínseco valor estético: su valor no reside en tanto en su tekhné como en ese ethos que permea, activa y difunde su poïesis, ese hacer incesante, inagotable, perpetuamente refundado por la lectura. Pero eso que llamo aquí ethos, siguiendo a Dominique Mainguineau, es precisamente el resultado de un encuentro (dije bien encuentro, y no “invención” ni “descubrimiento”) entre dos subjetividades, sin que sea posible decir cuál de las dos es el huevo y cuál la gallina, pues el ethos al que me refiero se relaciona con esa imagen de nosotros mismos que los hablantes proyectamos en nuestros discursos con el propósito de granjearnos la adhesión de nuestros destinatarios.
Esta imagen solo puede ser el resultado de un encuentro porque, por una parte, esto es, concebida desde su exterioridad más puramente anterior al texto que la funda como tal, toda operación de lectura (incluso la de los niños) puede definirse como la confrontación o el sometimiento de un texto a ese sistema de prejuicios y esquemas previos que llamamos conciencia. Es esta, precisamente, la traba mayor que obstaculizó los esfuerzos de Michel Riffaterre por fundar una “poética de la lectura”: el precio que tuvo que pagar fue esa especie de eufemismo teórico que él mismo llamó el “archilector”, esto es, una entelequia sustraída a la particular subjetividad del lector individual empírico, único capaz de captar el hecho estético y estilístico. Pero por otra parte, concebida como una operación puramente posterior, la lectura queda reducida a una simple operación de “detección”, a la manera de esos escáneres que pretenden rastrearnos el alma en los aeropuertos luego del 11/09/2001. Peor aún, la lectura concebida como “posterioridad” presupone una supuesta “anterioridad” del sentido textual, verdadera matriz de toda suerte de intransigencias, fanatismos y extremismos de cuyas infamias está llena la historia de la humanidad.
Ni fu ni fa, sin embargo, pues la lectura nace en esa especie de construcción radicalmente contemporánea del surgimiento del sentido que no es ni anterior ni posterior al texto, ni puramente subjetiva ni estrictamente objetiva, ni presa en una negatividad metodológica ni víctima de ese positivismo salvaje que nos hizo perder tantos años repitiendo mágicos sortilegios formalistas, como cautivos conejillos de indias embaucados por aquellos que solo perseguían hacer hablar a las máquinas, esos nuevos homúnculos.
¿Quién vive?, pues, es mi primera pregunta, o como me gustaría más decir:
¿Quién es Alexis Gómez Rosa haciendo poesía?
Si es cierto que la maleta nos dice quién es el pasajero, el bagaje literario de Alexis Gómez Rosa lo pinta de cuerpo entero como un poeta a tiempo completo, cabe decir, alguien que asumió, hacia los años finales de la década de 1960, un estatuto y una actitud poética ante la vida en plena conciencia del riesgo implícito en esa elección en una sociedad que, como la dominicana, no ha sabido nunca qué hacer con sus escritores. Así, como un náufrago sobreviviente del medieval horror vacuis que lo separaba de una imaginaria “ínsula barataria” enteramente construida a partir de las imágenes mediáticas de los grandes poetas del Modernismo y del Posmodernismo hispanoamericano: Darío, Moreno Jiménes, Huidobro, Vallejo, Neruda, Parra, Paz, Gómez Rosa roza hoy la edad de la serenidad con la impresión de haber llegado (¡qué verbo este, para todos los hispanoamericanos: tierra trágame si no llego!), esto es, feliz de haber sorteado, contra todos los pronósticos, el océano del olvido y la indiferencia, y de haber logrado convertirse —lo que sigue lo digo yo— en el único gran poeta dominicano viviente. Honor poco envidiable en estos tiempos, ciertamente, pero honor, después de todo.
El poeta civil que supo levantar ese monumento de palabras en memoria de la resistencia de los dominicanos ante la intervención militar norteamericana de 1965 que es su libro titulado La tregua de los mamíferos (uno de sus trabajos más representativos, en mi opinión) supo desde muy joven encontrar los ingredientes con los que armaba sus versos no solamente en los libros, sino también, y sobre todos, de la calle y de su lengua viva, arduamente conquistada más allá de la medianoche, mientras rodaba la sangre de mil botellas en un verdadero río de metáforas, subiendo o bajando —¿para qué olvidarlo?— desde la San Vicente de Paúl hasta la Arzobispo Portes o, alternativamente y en una especie de plano paralelo con el río Ozama, bordeando el Hudson River hasta la 165 street.
Sin embargo, ya en Oficio de posmuerte (1977), el ex-poeta civil comienza a desmontar el andamiaje discursivo de la retórica revolucionaria y a mostrar las garras con que, desde este primer poemario se aferraría a un oficio en el que habría de morir varias veces, ¿por qué no?, hasta alcanzar sus avatares más evolucionados: Ferryboat de una noche invertebrada (2006) y Marginal de una lengua que persigue su forma (2009). Muerto en cada libro que ha dado a la estampa, la necesidad de renacer es sin duda la clave de su persistencia en el oficio de poeta. La muerte, en la poesía de Gómez Rosa, es más que un tema recurrente: es una especie de “metáfora obsesiva”, para emplear aquí la bella fórmula de Charles Baudoin, y casi no hay duda de que esta obsesión se relaciona con las vivencias del joven Alexis/Johnny durante los acontecimientos de abril de 1965. Pero no es de la muerte de lo que hay que ocuparse si de veras queremos saber quién es Alexis haciendo poesía.
Tendríamos, en efecto, que ver primero al hombre sobreviviendo a ese naufragio cotidiano en que se resume la vida de quienes asumen la condición de poeta sin contar con el auspicio de una familia, de un gobierno, de un partido político, de una empresa, etc. Esta autenticidad radical es, ¿qué duda cabe?, uno de los denominadores comunes de sus poemas, pero es también lo que casi nos lo saca del medio dominicano, como a tantos otros de nuestros compatriotas que se marcharon al Norte en busca de un sueño. Y es así como va dando forma a sus poemas hasta lograr completar los catorce títulos que se incluyen en esta recopilación de su opera omnia.
Inútil y aburrido sería ponerse a resumir aquí los pormenores de ese proceso, tanto más cuanto que lo que verdaderamente importa, desde la perspectiva que enunciaba más arriba, es ver de qué manera aquel poeta que saltó al abismo desde el trampolín de la poesía, allá por 1967, fue marcando sus textos con la indeleble tinta de un deseo de llegar a ser a lo largo de su periplo. Así, digamos que el Alexis que escribe poesía es alguien que buscó significar su vida a través de la escritura y de lo que la escritura simboliza, es decir, una determinada postura ante la sociedad dominicana, en sentido particular, pero también, en un sentido más general, ante la sociedad hispanoamericana, incluyendo bajo esta apelación a ese amorfo y discontinuo cuerpo étnico que es la comunidad de “hispanos” de New York.
De hecho, en vano se buscarán en los poemas de Gómez Rosa argumentos que validen cualquier hipótesis relacionada con otro paradigma que no sea la guerra de abril de 1965. Desde sus primeros poemas, su escritura propende y aspira de manera espontánea a una suerte de horizontalidad verbal que confina cualquier tipo de verticalidad. Es por esto que lo sensual, lo coloquial, la fiesta, la música, lo comestible y lo bebible, más que simples “tópicos” o “temas”, operan en sus poemas como mecanismos concitadores de una cierta empatía (del gr. pathos), ambientando y condicionando la recepción y creando, por la misma vía, una determinada imagen del lector al que aspiran.
Esta horizontalidad a la que me refiero se funda casi enteramente a partir del funcionamiento dialógico de una gran cantidad de poemas de Gómez Rosa. Al margen de sus relaciones intertextuales con buena parte de la poesía hispanoamericana posterior a la obra de Nicanor Parra, la relación Yo ↔ Tú en sus poemas no es un simple rasgo de estilo, sino que constituye lo que llamaba al principio una marca de postura. El posicionamiento comunicativo implícito en el “tuteo” y sus equivalentes deícticos no es un factor que se pueda desdeñar en el momento de considerar el funcionamiento de un texto poético en el conjunto de planos estéticos que cruza y que lo cruzan. La observación de dicho posicionamiento comunicativo nos proporciona la clave de esa dimensión pre-ideológica, existencial y sociológica a la que, de un tiempo a esta parte, el francés Jerôme Meizoz viene dedicando una serie de interesantes reflexiones a partir del concepto de “postura” desarrollado por el sociólogo Pierre Bourdieu[1].
La necesidad de comprender la horizontalidad de la poética de Gómez Rosa es crucial. En efecto, sin comprender su ethos particular (su posicionamiento), buena parte del pathos de sus poemas, es decir, la serie de efectos estéticos (ideológicos, intelectuales, de ficción, de realidad, etc.) que su obrar busca producir permanecería inaccesible para nosotros, y no “leeríamos” mejor que aquel escáner aeroportuario que mencionaba más arriba.
Para dar un ejemplo, tomemos en cuenta el valor programático de la segunda persona del singular en el siguiente poema, perteneciente a esa parte de su obra que Gómez Rosa compila por primera vez en El festín:

Letra materna[2]

Al poeta Juan Sánchez Lamouth,

in memoriam
Habíamos recorrido un largo
camino hacia tu aldea,
contra este sol de verde lluvia
que fecunda tu muerte (mayo
a cántaro); común a nuestro crisol
de palabras que nos hizo
construir la casa del poema,
la casa inconclusa
frente al dilatado vacío
del que ayer/hoy emigra
una parvada de gorriones.
Largo y pesaroso se ha tornado
el camino a tu aldea: largo y difícil.
en las noches de clerén
y de pailas desiertas,
Quasimodo, en la boca de los niños,
ronda calles que abonaron
a tu memoria pequeñas luces
de lápices guardianes.
¡Oh Salvatore Quasimodo!
(Poeta de cabecera del bien amado
Sánchez Lamouth).

Tanto el léxico como el tono panegírico del poema lo emparentan intertextualmente con el universo postumista del poeta dominicano Domingo Moreno Jiménes, quien preñó sus textos con alusiones a la vida simple de las “aldeas” suburbanas del Santo Domingo de la primera mitad del siglo XX, en contraste con los artificios europeizantes que habían marcado las producciones modernistas. La postura de Alexis en este poema parece “clonar” parcialmente la del gran poeta dominicano. Sin embargo, el funcionamiento de los posesivos de segunda persona del singular (tu aldea, tu muerte) contrasta aquí con el posesivo de primera del plural en (nuestro crisol), y sobre todo con la irrupción del pronombre de objeto indirecto en (nos hizo construir la casa del poema). Dicho contraste establece un cambio en el posicionamiento del yo-texto, quien, al asumir la primera persona del plural, involucra por la misma vía una modificación del horizonte de espera de la recepción. De ese modo, es en este último verso cuando el poeta revela la estrategia que motiva su dedicatoria a Juan Sánchez Lamouth[3]: el paso envolvente del Tú al Nosotros asocia semióticamente al Yo del poeta en una escena donde ambos (Lamouth y Alexis) construyen juntos “la casa del poema”, escena avalada por el peso de la declaración de confidencialidad que cierra el poema: “¡Oh Salvatore Quasimodo! / (Poeta de cabecera del bien amado / Sánchez Lamouth)”. La apuesta de esta solidaridad post mortem con Lamouth es crucial para el yo poético, quien marca así su deseo de situarse en la escena donde se construye indefinidamente el mito del poeta urbano.
Tan imbricados como están los caminos de la vida y de la poesía en los poemas de Gómez Rosa, es natural que la enorme polifonía que los permea requiera una buena distribución de “indicios” y “guías” que mojonen la venturosa lectura que un lector no avezado en las intríngulis de esa imbricación pueda realizar de sus textos. El poeta estuvo consciente desde el principio de esta circunstancia, y experimentó desde muy temprano la intuición de que era necesario sortear eso que, a todas luces, podía limitar el alcance de su poética. Imaginó así el procedimiento que se ha tratado de sistematizar en la medida de lo posible en la presente edición de El festín. La proliferación de oportunas notas explicatorias al pie de página es algo que los lectores siempre agradecen, pues contribuyen a redondear una lectura que aspira a convertirse en ese “festín” al que apunta el título, y que nos recuerda, no el de aquel famoso ensayo de Octavio Paz sobre el pensamiento de Claude Lévy-Strauss (Claude Lévy-Strauss o el nuevo festín de Esopo), sino el de una composición del músico francés Charles-Valentin Alkan titulada Le festin d’Esope la cual consiste en veinticinco variaciones sobre un mismo tema. El virtuosismo de Alkan se expresa en esa pieza en la manera en que el tema se transforma, por medio de verdaderas proezas técnicas, en algo totalmente distinto en cada caso.
Algo parecido puede decirse de los poemas de Alexis Gómez Rosa, particularmente a partir de esta edición de sus (S)obras completas, la cual nos permite ver las distintas evoluciones de su continuo y depurado trabajo verbal. Distribuidos entre las páginas 45 y 1292, los textos incluidos en sus catorce títulos lo presentan de manera definitiva como un auténtico “poeta proteico” a quien no le sentaría mal la divisa del Nautilus del capitán Nemo: “Mobilis in mobile”: algo que se mueve en un entorno en constante cambio (como la poesía misma).
Este carácter “mutante” de la poesía de Alexis Gómez Rosa es otro de los fundamentos sobre los cuales reposa su ya referida horizontalidad. La dificultad de radiografiar “su” estilo no constituye una prueba de su indefinición estilística. Antes al contrario: como muchos otros poetas del periodo contemporáneo, Gómez Rosa funda su poética, no sobre la noción (filológica) de “obra”, sino sobre la noción (lingüística) de “texto”. La pretendida unicidad/totalidad que sustentaba a la vieja noción de obra era el resultado de una concepción monista de la persona humana como individuo. Escribir (y leer) tomando a la obra como referencia solo puede conducir a asumir el precepto estilístico que Buffon resumió en su famosa frase “el estilo es el hombre”. En cambio, escribir (o leer) tomando en cuenta la noción de texto implica partir de una concepción de la persona humana como sujeto de una permanente y constante construcción. Esto multiplica al infinito la posibilidad de reformular el ser propio y ajeno en cada producción/recepción. El valor paradigmático del estilo cede y se derrumba ante el peso sintagmático de la (re)elaboración constante de la cadena verbal.
Lo que (s)obra es el estilo
Negar el concepto de “obra” como macro estructura significante no equivale ni de lejos a negar el estilo. Antes al contrario, lo que postula esta postura es una concepción del estilo como principio de autogénesis, en despecho de la tendencia convencional a concebirlo bajo los rasgos de una determinada filogénesis. El texto se hace en el intersticio perpetuamente abierto/cerrado de un diálogo con otros textos que dialogan cada uno por su cuenta con ese hipertexto que es la cultura. En sus poemas, Alexis reescribe la oralidad dominicana e hispanoamericana con una soltura que demuestra una pre-disposición significativa ante las distintas modulaciones del fenómeno verbal. Algunas de sus herramientas más usadas son los cambios de registro lexical y de tono, reformulaciones sintácticas de mensajes gastados por la usura de los días, readecuación y reubicación para los fines del poema de restos de conversaciones ajenas y propias, extrapolaciones de citas textuales o reformuladas, etc.
El mismo Alexis asocia esta configuración del plano expresivo de sus textos con la tendencia de escritura neo-barroca. A mi modo de ver, sin embargo, considero que hay en la poesía de Alexis una marcada tendencia a emplear una retórica barroquizante caracterizada, en el plano de la inventio, por la puesta en texto de una determinada memoria personal como avatar de una in corporación sistemática de la Persona (laica) del poeta. Sabido es que, como resultado del auge de la iconoclastia e iconofobia promovidas por la Reforma protestante de Lutero, el Concilio de Trento promovió un culto de la imagen que influenció ampliamente el arte y la literatura del periodo barroco. El sentido de esta política no era otro que el de dar a ver los misterios de la fe, impulsando una representación grandilocuente y sumamente elaborada de pasajes de la historia sagrada de gran impacto sobre el imaginario de la época. La historia personal que se inocula en los poemas de Alexis constituiría así, de acuerdo con mi hipótesis, el equivalente enunciativo de la otra historia “sagrada” cuya representación se generalizó en el marco del barroco. De ese modo, el culto sistemático de la imagen personal vendría a ser uno de los rasgos mejor definidos del “estilo” de Alexis.
En el plano de la dispositio, la retórica barroquizante de Alexis se caracterizaría por la puesta en honor de la sintaxis como aparato generador de la fuerza representativa y evocadora del poema. Es en este plano donde opera el arsenal completo de recursos de reformulación que el poeta asimila en una especie de arquitectura salvaje a partir de elementos sumamente heteróclitos, retomando ora modismos y expresiones de la oralidad vernácula y de distintos tipos discursivos de los media, ora citas textuales provenientes de la obra de otros poetas. La supeditación de estos elementos a un reordenamiento sintáctico por la vía de múltiples hipérbatos, anacolutos y otros procedimientos anafóricos, es lo que determina usualmente el trabajo de composición de sus poemas.
En el plano de la elocutio encontramos enumeraciones caóticas de elementos inconexos, incisos simbólicos frecuentemente fabricados a partir de la extrapolación del nombre de un poeta, de un músico, de una figura de la política o del boxeo, etc., vocablos y frases en lenguas extranjeras (básicamente en inglés), metaplasmos del tipo de las palabras maleta construidas fonéticamente [(S)obras, (v)ida, etc.].
Finalmente, en el plano de la actio o hipocrisis, encontramos el uso retórico de la interrogatio en las típicas “preguntas retóricas” que estallan en medio de una peroratio, así como interjecciones expresivas que aparentan introducir modulaciones tonales pero que casi nunca encuentran continuidad en el flujo discursivo del poema.
A manera de ejemplo ilustrativo de la anterior descripción, propongo el siguiente texto, antepenúltimo de la sección “Tercer cuerpo” del libro dúplex titulado Cabeza de alquiler/Contra la pluma la espuma (poemas 1980-1986), donde aparecen casi todos los elementos precitados:

Aesopo’s Tale


Nancy ha convocado en torno a un pernil en salsa
de naranja.
Del mismo cerdo, costillitas endiabladas, dignas
del maestro Rigas Kapattos.
Arroz con perejil y papas horneadas
para humedecer las palabras:
Cabernet Sauvignon (¡Ay, Ramón Javier!) y la económica
del grifo.
“Cena opípara”: Jóvine, Eusebio, y otros cristianos
que se agregaron.
Nostalgia de la noche (en la espesa marea
que el pernil hace flotar naranjas),
la cuchara del poeta Mateo Morrison.

Como se puede apreciar en este poema, el poeta se vale de una cena entre amigos (historia personal) como “pretexto” para armar un modelo textual donde lo anecdótico del asunto se nos presenta prácticamente desarmado por la vía de una sintaxis accidentada. El título mismo del poema induce a pensar en el sentido de esta primera transmutación o “profanación” de la historia por la vía de la inoculación de lo personal: “Aesopo’s Table”, o la Mesa de Esopo, nos vuelve a situar ante la imagen de la poesía como “festín” que ya encontramos en el título de esta edición de las (s)obras completas de Alexis. Aunque la sintaxis elíptica del poema tiene por eje el tema de la cena, su movimiento acumulativo conduce precariamente hacia un cierre semántico de tipo predicativo debido a la predominancia de frases nominales que abultan la carga sémica del poema. Este mismo procedimiento lo encontramos en muchos de los textos que componen la obra publicada de Alexis.

Conclusión
El festín (S)obras completas. Poemas 1967-2011 de Alexis Gómez Rosa es un libro aleccionador que nos revela en sus distintas dimensiones la obra de un poeta que logró aquilatar a lo largo de su carrera una organicidad sorprendente. El hermoso volumen de 1517 páginas viene acompañado de varios estudios y comentarios críticos, entre los cuales destaca el sesudo prólogo del reconocido intelectual puertorriqueño Pedro López Adorno. Los lectores de poesía, tanto dominicanos como del resto del mundo hispanoamericano, tenemos, pues, motivos para celebrar el haber sido invitados a este festín.
Manuel García-Cartagena
Santo Domingo, 10 de septiembre de 2011
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[1] Meizoz define la “postura” como: “Une façon personnelle d’investir ou d’habiter un rôle voire un statut: un auteur rejoue ou renégocie sa «position» dans le champ littéraire par divers modes de présentation de soi ou «posture»” (una manera personal de asumir o de cumplir un papel e incluso un estatuto: un autor rejuega o renegocia su “posición” en el campo literario por diversos modos de presentación de sí o “postura”). Ver MEIZOZ, Jerôme: “«Postures» d’auteur et poétique (Ajar, Rousseau, Céline, Houellebecq)”, artículo en línea disponible en http://www.vox-poetica.org/t/articles/meizoz.html (acceso de octubre de 2011).
[2] Incluido en la sección titulada ”Ozama revisited I” (1968-1970) perteneciente a “Territorio de patas imperfectas: Primeros poemas no publicados en libros” (p. 51 de El festín):
[3] La nota al pie incluida en la edición de El festín se limita a decir: “Juan Sánchez Lamouth (1930-1968). Poeta de fuerza extraordinaria y poemas deslumbrantes de desigual factura”. Pero la dedicatoria resultaría incomprensible si no se supiera grosso modo que Lamouth fue un poeta autodidacta de sorprendentes hallazgos verbales, de existencia errática y de míticas proezas etílicas y de faldas cuya muerte, en 1968, marcó a la promoción de poetas a la que pertenece Alexis Gómez Rosa, quienes lo habían consagrado, si no en los hechos, por lo menos de intención, como un símbolo de la condición de poeta dominicano.

*El presente artículo ha sido enviado por Alexis Gómez Rosa, publicado en el espacio Virtual: DESIROTECNIAS, literatura, teatro y cine latinoamericanos 

domingo, 16 de octubre de 2011

POEMAS DE LUIS RAFAEL


Luis Rafael, Cuba 




La circunstancia



La circunstancia
Circunscribe
Cicuta
Circuncida

Y un dolor bajo
Sangra
Cerrado y nochecido
Hervor de gallos

La circunstancia
Es esta
El círculo.





Boga La Habana




El mar
Alza su lengua
Áspera
De gato rabioso
Sobre los escombros
Lame las heridas
Los recodos sucios
Los hedores
De La Habana

Olas trepando
El Faro
Olas escalando
El Morro
Olas ahogando
Túneles
Derribando
La frontera
Del Malecón
Olas
De brazos fláccidos
Remos escarchados de muerte
Voces de sal y agua
Arrasando la ciudad
Barriendo señales
Vomitando rocas

La ciudad
Abandonada al vaivén
Mareándose en la orilla
Ciega sobre la marejada
Vapuleada
Aguamarina salitrosa
Pulimentando
Calles
Lustrando
Fecundando

La marea bajará
Sobre el mar
Boga La Habana.



Libélula nerviosa



A mi madre.

Libélula nerviosa
Ante el hueco blanco
De la luna
Mi madre teme
Su noche
Marina y movediza

¿Por qué tendrá
El mundo
Tantas direcciones?
El horizonte
Titila en las líneas
De sus manos

La madre
Se enturbia
Cuando parto
Aguarda
Guarda su pavor
En el silencio liso
Y burbujeante

Paridora madre
Ahogada
Por las mareas
De la Isla.




Lumbre de luna



A mi hijo Rafael Felipe,
porque su llanto le anunció.


Lumbre de luna
Y ráfaga de agua
Vibra tu llanto nuevo
Tu voz
Que va naciendo
En la inocente
Angustia
De estar vivo

Crujen las estrellas
Como minas
Prestas a estallar
En el vacío

Los padres
Sembramos hijos
En la intemperie
Hermosa
Y cruel
Del tiempo
Ilusionándonos
Con la eternidad
De las arenas
Amuralladas
Entre cristales
Columpiándose
En el reló

Hijo que vienes
Llevándome
Hacia el futuro
Volátil
Incluso para ti
Efímero
¿Qué consuelo
Inventaré
Por acunarte
Barca en la mar
Inabarcable?

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Luis Rafael: Poeta, narrador y ensayista. Dirigió la revista literaria Jácara (1995-2005). Ha publicado una veintena de libros, entre ellos los poemarios: En la Casa del Hombre (La Habana, 1995), Cartas al padre (Madrid, en edición bilingüe español-árabe, 2000), Colómbico (La Habana, 2003), Crece en mi cuerpo el mundo (La Habana, poesía para niños, 2005), Cartas al hijo (Gijón, España, 2008). Compiló y publicó diversas antologías de literatura hispanoamericana. Tiene casi una docena de libros para niños y varias obras en proceso de edición.
Ha participado en varias ferias del libro y festivales internacionales de poesía. Sus textos han sido publicados en revistas y periódicos de Cuba, México, Uruguay, Venezuela, Paraguay, Colombia, Argentina, España, Holanda, EE.UU., Inglaterra, Grecia, Portugal, Italia, Alemania, Brasil, Rusia, Francia, Siria, Irak, Egipto y China. Poemas, artículos y otras obras suyas han sido traducidos al inglés, al francés, al holandés, al ruso, al portugués, al alemán, al griego, al italiano, al chino, al armenio, al árabe.
Obtuvo el Premio Nacional de Cuento en Cuba en 1990, el Premio Nacional de Poesía en 1995, el Premio Nacional de Ensayo "Eliseo Diego" en 1996 y el Premio de la Crítica Literaria “La Rosa Blanca” 2007 al mejor libro para jóvenes, por su novela Mulato. Es Doctor en Filología Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid; Máster en Didáctica; y Máster en Estudios Literarios. Es Profesor Adjunto de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y profesor colaborador de la Universidad Complutense de Madrid.
Fundó las editoriales CubaLiteraria y Ediciones CUBARTE. Es Miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas (AIH), de la Association pour le Développement des Études Hispaniques y de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), Vicepresidente de la Asociación Cultural “Palabras Libres” y miembro del Comité Editorial de la revista bilingüe español-inglés Hipertexto, del Departamento de Lenguas y Literatura Modernas de la Universidad de Texas-Pan American.
Escribió programas dramatizados y culturales para la radio y la televisión de Cuba. Colabora con diversos medios de prensa y como editor literario, y ejerce la docencia en institutos de formación literaria de Madrid como Fuentetaja y Hotel Kafka. Desde 2004 trabaja para el Instituto Cervantes como columnista de la sección Rinconete.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La arqueología del viento/The Wind’s Archeology. Luis Alberto Ambroggio y Numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y Correspondiente de la Real Academia Española

Luis Alberto Ambroggio, Argerntina,
Fotografía de La Prensa de Nicaragua, América Central



La arqueología del viento/The Wind’s Archeology. Luis Alberto Ambroggio y Numerario
de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y
Correspondiente de la Real Academia Española






La arqueología del viento/The Wind’s Archeology. Luis Alberto Ambroggio, traducción de Naomi Ayala. Vaso Roto Poesía. España-México. Vaso Roto Ediciones, 2011. 158 págs.





Deseo
Ser un pájaro,
o mejor no un pájaro,
sino un árbol
para vencer de algún modo la distancia
y estar los dos
en un lugar
volándonos quietos
debajo de las hojas
y las plumas (pág.30).

Luis Alberto Ambroggio desde su obra que hoy pone en nuestras manos, La arqueología del viento, nos habla por y desde la belleza. Arqueólogo de sus odiseas, de sus momentos felices, de sus dudas y certezas, de sus alegrías y dolores, el poeta asume desde su voz el compromiso que impone metafóricamente el viento. El viento que es amor e identidad, que acaricia y lacera, que es ola de mar y fuego, que es vida y a veces muerte, el que es gota de sal y dulzura, que eleva una pluma y deshoja una rosa, que habita aquí en Buenos Aires, como en Córdoba, Granada y allá en el norte; y es intersección para la nostalgia y la memoria. Así Ambroggio nos cuenta de banderas, de semillas, silbidos y árboles, de veleros, de danzas y partituras y nos dice por ejemplo al inicio del poemario:


Busco la piedra de los poemas.
Busco algo que no huya de mi sombra
y en su paz disperse el eco.

Busco la cifra callada
de los mil gritos,
víctima sin resignación,
escritura,
dignidad austera de presencia
donde vivan perennes
la libertad de la memoria y el deseo (pág.22).

Y en esa búsqueda ética y estética Luis Alberto Ambroggio, que es un hacedor de la Palabra sabe que esta imprime huellas en el lector y desde un lirismo fino y mágico, él que celebra, que canta y denuncia, que recuerda, que camina y mira, que está en un movimiento continuo, que explora, escribe:

Como ave
cada día vuelo
la alegría del aire;
con el crepúsculo
concilio el sueño
y despierto celebrando (pág.26).

es en ese vuelo, en ese aire que está inmerso él como piedra sagrada, como designio, porque es él en todo su poemario con sus heridas, sus logros y cicatrices, pero siempre él.

Y nos habla en su poemario de colibríes y de perfumes, de cabellos esculpiendo el aire, pero también sabe que la vida es laberinto intrincado y hay vientos que son fríos, hay dolores y hay grito que son confidencias, imputaciones.

También desanda la Memoria como una ráfaga, como nostalgia de lo que fue, los que nos cobijaba y amparaba, nos trae así a Camille Claudel (en un hermoso poema homenaje) nos dice de alientos y de Tangos, cambalaches, cumparsitas, de Gardel, de Discépolo y Malena, de Goyeneche, Troilo, Pugliese y Piazzolla porque el poeta caminó estas calles y no olvida, porque persisten en él las ciudades, los olores, las canciones.

La arqueología del viento es testimonio también cuando nos habla de Sarajevo, del SIDA, de la malaria o cuando en su “Blues del milenio” proclama

Para viajar al imperio
de la Estatua de la Libertad
uno necesita sacarse los zapatos,
la chaqueta y pasar todo
por debajo de una máquina de Rayos X
para que lo abra en sus vísceras
y fotografíe sus entrañas;
debe uno someterse
a que le revisen el esqueleto,
permitir que le palpen los sobacos,
la cintura y desde el pubis
para abajo.

Después que atacaron las Torres Gemelas
en Wall Street,
en el así teñido
bajo de Manhattan,
sacan de los ojos los derechos,
la policía, los servicios de inteligencia,
se posesionan de las charlas,
las lecturas, de tu luz y de tu noche;
uno hace el amor bajo la cámara (pág. 100).

El viento es la vida y Luis Alberto Ambroggio sabe de sus vericuetos y este poemario delicado, hermosamente manso, es como una diadema que descubre con cada movimiento eternos destellos, un libro para leer y recapacitar, para degustar como el mejor dulce, para tomar conciencia y ser partícipes de la belleza. Y para encuadrar esta creación, nada mejor que el contexto que Octavio Paz nos afrece en su poema “Destino de poeta”:


¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.

También la luz en si misma se pierde.

Creo que este texto refleja muy bien a Luis Alberto Ambroggio porque Ambroggio es POETA, ése fue su destino, fue bendecido con el don de escribir, de expresarse consiguiendo así la llave de la eternidad: ésa, que tantos buscamos.


GUSTAVO TISOCCO





La arqueología del viento de Luis Alberto Ambroggio

Luis Alberto Ambroggio

La arqueología del viento de Luis Alberto Ambroggio abre con la metáfora viva de la piedra, ya bíblica, ya mítica: “Busco la piedra de los poemas. / Busco algo que no huya de mi sombra / y en su paz disperse el eco.” Aquí asoma la presencia de Paul Ricoueur (Memoria, historia, olvido), a quien recurre el autor para repensar la función del habla y el modo en que esta afecta el modo de entender ¿asimilar? la propia experiencia histórica. La arqueología estudia las piedras, la antropología en cambio, se adentra en el SER que nombra el dolor-gozo de las piedras. Nada entendería el ser humano si no fuese por su signo, giros del viento, ramas que jamás logra interpretar. En poesía, como en todo arte, el ser tiende hacia esa contradicción vallejiana de lo uno, lo otro. ¿Dónde se funde esa agua que lleva a otro mar?

Ambroggio inicia el poemario invitándonos a reimaginar la realidad, único modo de per-durar en y por la palabra: “Tu cabello / esculpe / el aire.” Aquí vemos la cabellera como tiempo o firmamento, ráfagas de luz que el viento invade, blancura de estrellas que manan luz de luces muertas, lo bello y lo terrible de Rimbaud, donde todo lo ido, oído y vivido, deja de ser raíz para devenir: “… el encanto de la historia conjura / sus ambiguos márgenes en alas, esqueletos, /acaso el hábito elocuente de las fotos.” Y es que en la historia, nos vemos y no nos vemos, somos y de pronto dejamos de ser, para convertirnos en ceniza, huesos, parte de lo que un día fue viento. La pregunta de Luis Alberto Ambroggio a través del poemario tiene más que ver con una estética del ser (que los antiguos observaron como ética), Phronesis más que Sophia, ya que en el poemario la dialéctica del viento se torna pregunta sin respuesta, desgarro:

“Busco algo que permanezca después,
después del agua y de la aureola
quedándose sin irse,
sin sufrir los ultrajes y las pérdidas
de los caminos sueltos.”

Así el inicio y el índice del corpus linguae de este poeta que ve en la arqueología un viento de pugnas que lo lanzan a la incertidumbre. Nada es real, ni tan siquiera lo que nuestros cuerpos atraviesan: caminos, aves, veredas… somos y nada de lo que creímos nuestro permanece. “Y entonces sueño en una piedra”, dijera Vallejo.

El sol de Luis Alberto Ambroggio nace, nos mira, y ya abismo, se abate en nuestra lengua. Y no es la luz lo que da mirada, sino aquello que apenas balbuce, huella que deslava, viento disperso de semillas, casi sin salvación, casi. Él no se deja engañar, ni lo pretende en lo ambiguo del título, es así su tensa hebra, mancha buscando nombrar el eco, el tiempo, mosca en la luz solícita. El viento se vuelve comprensivo, piedra generatriz de esta arqueología cuando abraza la otra parte, olvidada, de la existencia. Nombra quizá para despojarnos de lo que somos, habla porque quiere permanecer, a pesar de su intento de huida, de ser siempre una casa a la intemperie: “¿Por qué mueren los que amo? / Así es la distancia. / Ella impone sus caprichos.” Aquí el amor no es materia de Eros sino de Ananké, la necesidad. Es falta, es lo que los ojos del sol ven nacer al alba como necesaria noche y abismo, hierba para fundar, refugio del habla, es un tiempo anterior y posterior al tiempo de la arqueología, quizá el viento fundante de este hombre que al oír el canto del grillo comprendió que nada le pertenece, salvo el eco, quizá soñado en su texto.

El poeta sale al mundo para hallar (inventar) la piedra que le semeje, ojos que aman y lloran, pero siempre origen de piedra, ojos pétreos, cuencos en el musgo, en la llaga, en la mancha arqueológica de eso que debió permanecer fundamento, y que desde el vacío ve disiparse la permanencia infalible para asumir la condena de vivir atado a lo que el viento hunde en las venas. Esos ojos hoy ven nacer la luz bajo el peso del tiempo: “dignidad austera de (una) presencia/donde vivan perennes / la libertad de la memoria y el deseo”, los imprescindibles momentos poéticos de Aristóteles y Paul Ricoeur.



Jeannette Lozano Clariond