MIGUEL MARIANO PIÑERO, CUBA
XIII CONCURSO NACIONAL ALADÉCIMA, 2013
EPÍSTOLAS DEL ESCRIBA
MIGUEL MARIANO PIÑERO
Culpas
César
Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él
les haga nada; le daban duro con un palo y duro.
César Vallejo
Vallejo:
Todos piensan que prefiero fallecer
algún jueves en París; yo sé que he de morir en mi país con más de treinta
grados sobre cero, en un domingo gris, sin aguacero ni brindis por los buenos
(y los malos). Yo sí sé, me lo auguran los recalos de golpes en mis húmeros
¿qué hacer? si hoy sábado recuerdo que a mi ser, en la muerte también le
aguardan palos, sogas, lluvias y golpes…yo sí sé. Los sábados sin suerte del
tahúr desgranan en la mía un viento sur de angustias y miserias en la fe.
Observo a Dios, en busca de un por qué, yo sí sé, nada dice cuando Atila El
Huno nos da postres con esquila que cambian los compases de la suerte. Negros
heraldos con su negra muerte, o Jehová que los párpados deshila al hombre si
blasfema por sus panes calcinados y llora la ruptura de los cristos del alma.
La impostura de golpes en mil ojos de huracanes, son el odio de Dios y sus
titanes (Vallejo) son los fosos del destino…yo sí sé por qué busco el remolino
sin volver la mirada. Dios me ha dado la respuesta, de golpes ha empedrado las
culpas de volver sobre el camino.
Miguel y yo
Así mi
vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
Jorge Luis Borges
Borges:
Como tú he tenido que compartir la
existencia con otro escriba. Mi esencia también se fuga. He perdido los
relojes, el sonido de la guitarra. Mi piel se pierde en otro papel sobre la
escena. Soy dueño a medias de cada sueño representado en Miguel y sus migajas.
Hermano, cuán difícil es ser luz con su sombra a contraluz. Qué decepción ser
la mano que solo escribe ¿Qué gano mientras pierdo casi todo cuanto vive en él?
No hay modo de saber adónde voy tras su fantasma ¿Qué soy, brújula, candil, o
lodo bajo su sombra? ¿Confín de las tinieblas? ¿Artero homicida?¿Desafuero?
¿Abel… o acaso Caín? Soy el principio y el fin de una vida que no vivo, fiador
de un ser coercitivo con el don de la palabra engañosa mientras labra su pan
¿Por qué no derribo su imagen de porcelana? Yo soy el grito, badajo sin cielo
ni tierra, bajo las nubes de la campana. Él es furia que desgrana sobre el mar
un mar de olas, yo muerte en las amapolas de Van Gogh, él desafío, yo cauce
muerto del rio… dos orillas, las dos solas, las dos tristes, las dos…nada. Él
es lascivia precoz, yo soy quien le paga a Dios el costo de su cruzada ¿Evitar
la dentellada? ¿Cómo? Si no quedan puertas de Cancel, están desiertas, sin luz
las tipografías y en las etimologías solo hay palabras abiertas y enigmáticas.
La prosa de Stevenson sigue ausente y hay un tigre que desmiente las sentencias
de Spinoza. También en mí la espumosa taza de café es ritual y en el otro su
banal actuación ante el espejo. Borges, él es mi reflejo, yo soy el punto…
final.
Carta a un erudito
Dios me perdonará. Es su oficio.
Heinrich Heine
Amigo Homero:
Yo estoy harto de la
nieve gris, ya no resiste el tamiz de los pulmones. No soy un erudito, si hoy
te escribo es para intentar en mis líneas, desfogar la angustia, esa pesantez
que impone cada revés ingrávido ¿Cómo hallar el camino de tus dioses desde esta
cruz donde medra Lucifer y todo arredra sobre mi sombra? Mil voces me conminan
por atroces desfiladeros ¿Qué opción nos queda? ¿De qué ilusión me lleno para
seguir a mi Dios? ¿Cómo existir según la fe? Esta misión es un timo. Regurgita
mi interior su magnetismo execrable ¿Sectarismo hiperbólico? Me incita una
leyenda, Afrodita es un deseo sensual, clandestino, celestial. Urdo ardientes
manifiestos con Aries y por Hefestos no abrigo nada especial, tal vez lástima.
Blasfemo sobre Poseidón. Me gusta El Olimpo, no me asusta su diversidad. No
temo a Aquiles ni a Polifemo. Esa unión entre mortales y sus dioses celestiales
me fascina. Bajó lumbre Prometeo de la cumbre, para seres terrenales
inferiores. No es posible aquí ser un semidiós, solo hombres frente a un Dios
inmaculado, intangible ¿Es este mundo creíble? ¿Quién creó a Satán, Yahvé o
algún profeta? ¿Quién fue el que erigió los cadalsos? ¿Algún traidor? ¿Serán
falsos los querubines? No sé quiénes signaron un trato con el creador que
incluye la sumisión ¿Prostituye las normas mi desacato? Esos que escupen el
plato donde comen tienen tiempo, para expiar el contratiempo. Yo en cambio
siempre prefiero la hoguera. Perdona, Homero, esta misiva a destiempo.
MIGUEL
MARIANO PIÑERO. (1958, Las Tunas). Tiene
publicado el libro Divagaciones entre las
nubes y el lodo (Editorial
Sanlope, 2009) y aparece en diversas antologías. Ha obtenido premios en
concursos nacionales y provinciales, entre ellos el tercer
lugar en el X
concurso nacional Ala Décima (2010) con su cuaderno Cartas
desde el infierno. En la XLIV Jornada
Cucalambeana (junio-julio 2011), su
obra Discursos
del solitario
mereció el más alto lauro en el Concurso
nacional de glosas “Canto alrededor del punto”, de homenaje al escritor Adolfo
Martí Fuentes, organizado por la Casa
Iberoamericana de la Décima
El Cucalambé.
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