José Luis Torres Vitolas
JOSÉ LUIS TORRES VITOLAS,
EL INSTANTE DEL INSTANTE
Por Ricardo Llopesa
El
poeta Pablo Antonio Cuadra llamó "prosema" al texto breve que todos
llamamos "microrrelato" por su condición de relato breve. Pero falta
añadir el ingrediente imprescindible que es el lado poética sin el cual el
texto estaría falto de su mejor aliado, que también lo proporciona el conjunto
de párrafos, los giros y hasta retruécanos de la historia. Eso sí, el prosema
precisa de una historia. Debemos tener presente a finales del siglo XIX la
prosa se poetizó y el poema se volvió prosaico. Por tanto, el viejo esquema del
poema y la sequedad de aquella prosa sosa desapareció, al menos en
Latinoamérica a partir del Modernismo. Los primeros microrrelatos de nuestra
lengua se dieron en el libro "Azul...", de Rubén Darío, en 1888. Para
1912 el mundo intelectual latinoamericano estaba impregnado de esa nueva
corriente, desde que Herrera y Reissing los llevase a extremos límites de dos
líneas. Por lo cual se puede decir que había nacido un nuevo género literario,
diferente a la prosa y la poesía, un híbrido con mayores posibilidades de
comunicación.
Creo
que las Universidades debían impartir dentro de sus cursos este nuevo género
para que los aprendices de escritor dejaran de perderse entre Monterroso y su
dinosaurio. José Luis Torres Vitolas, peruano nacido en 1971, tiene los rasgos
de haber nacido para ser un buen escritor. Posée la originalidad. Su voz
escritural tiene la particularidad de tener su propio tono, que es como decir:
ritmo propio con sus propias cadencias. Hace tan suya la literatura cuando
escribe el prosema con la naturalidad de las palabras y las cosas sencillas.
Pero eso sí, el contenido se arropa en su propio nido envolviendo la atmósfera
de la realidad hasta el grado de producir sorpresa, incluida la de la trama.
Me
estoy refiriendo a su libro "L". Así. No vayamos más lejos. La
complejidad o la sencillez se esconde detrás de esa letra o ¿número? Tengamos
presente que su primer libro de prosema lleva el título de "5:30". Más
minimalista no puede ser. Lo cierto es que ha tenido el coraje de esconder el
secreto de su escritura en el título, donde otro buscaría entre sueños la frase
redundante de cola de quetzalt para contener en la expresión el principio, el
nudo y el desenlace.
Amante
de la síntesis, Torres Vitolas reúne más de treinta textos, cada uno con su
correspondiente título de una sola palabra. El prosema más breve figura en la
página 90, se titula "Tul" y lo transcribo por la sorprendente
brevedad: "¡Sí! ¡Así!... ¡No!..." Quien pueda que lo agarre, es
fácil. Sólo necesitó tres monosílabos para construir una imagen que va por ahí,
rodando de cabeza en cabeza, hasta en la de nosotros mismos.
El
libro "L" viene precedido de un Prólogo que firma Juan Carlos Méndez
Guédes. Magnífico. Una palabra basta para explicar su precisión. Siempre he
creído que todo prólogo sobra en un libro de quien no es un consagrado, pero
esta vez alabo haber descubierto en las palabras del prologuista a un gran
escritor. Es venezolano, nacido en 1967 y radicado en Madrid como Torres
Vitolas.
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