Imagen tomada de neoatierra.blogspot.com
LA MUJER DE LOT
Presenció los desmanes de los sodomitas
perpetrados contra los bellos huéspedes.
Y quedó en su carne y en su alma
una congoja indefinible
e inconfesable.
Cuando vio en el cielo de la fuga
retratarse el castigo,
se desató también en ella
una piedad injusta, una añoranza
por todo lo perdido:
ese anticipo de humillaciones
que ni la imaginación se atrevería
a darles nombre.
Y prefirió huir de su destino
incorporando a su avidez insatisfecha
el fuego congelado,
la sal estéril del desierto.
Y sin embargo
su sal sería
la deslumbrante escultura
del inconformismo más arriesgado y más hermoso:
por eso “mi corazón no olvida
a la que dio la vida
por una mirada”.
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