Pedro Péglez González, Cuba
Pedro Péglez González en sus 65. ¿La décima? inagotable
Por Waldo González López
Por supuesto, Waldo, no voy a caer en la tentación facilista de responderte que haría de nuevo todo lo que me quedó bien, y no haría todo lo que me quedó mal. Soy de los que piensan que uno es resultado no sólo de sí mismo, sino también de sus circunstancias, y tanto en las buenas como en las malas resultantes hay dosis de todo: de voluntades personales, de azares (con sus correspondientes causas, con permiso de Silvio), de oportunidades (que no de oportunismos, en virtud de la decencia con que se supone que vaya uno por la vida), de capacidades físicas e intelectuales, de coyunturas y hasta de esos misterios con que se condimenta este complejo oficio de vivir.
“Así, este año, además de llegar a los 65 años en este oficio (me refiero al de vivir, claro), cumpliré 48 de ejercicio profesional periodístico y medio siglo de haber escrito mis primeros poemas, por supuesto que imperfectos como todos los de los poetas adolescentes (salvo los genios, claro), y confío en que aquellos poemas míos fueran más imperfectos que los actuales.
“Recuerdo, de aquellos mis años de imberbe, que entre los primeros impulsos estuvo el de querer vivir como un poeta. Creo que eso es lo que he hecho en todo este tiempo, y eso es lo que volvería a hacer. Y si me estuviera dado decidir qué cosas no hacer, trataría de evitar aquellas que puedan haberme desviado por momentos de ese camino, el camino de querer vivir como un poeta.”
A ciencia cierta, no sé por qué. Imagino que puede estar relacionado con el hecho de que nací y me crié en un hogar muy humilde de la barriada de Jesús del Monte, que a pesar de los escasos recursos contaba con un radiecito, mediante el que con frecuencia escuchábamos programas musicales campesinos. (Hay que recordar que mis años de niño se corresponden con la etapa que se ha dado en llamar la primera Edad de Oro del repentismo cubano y aquello tenía mucha difusión radial). Pero está también la admiración enorme que mi padre sentía por el Indio Naborí, y yo por mi padre. Pero quizá tiene que ver con esos misterios a que aludí antes: Por algún factor que yo al menos no puedo desentrañar, siempre he tenido propensión a las formas de expresión injustamente valoradas.
“Mis necesidades de expresión plástica o gráfica las encaucé en la historieta; las de expresión periodística no las encaucé en el periodismo informativo, sino en el periodismo para niños y adolescentes (trabajé, como creo sabes, 21 años en el semanario Pionero, y me trasladé de ese órgano por razones más bien ajenas a mi voluntad); las de narrativa, también para ese público (aunque esos libros míos se hayan ido quedando en el olvido, entre ellos mi novela para niños Guaminiquinaje); las de expresión en versos, aunque, como dices, he trabajado tanto estructuras cerradas como abiertas, las he encauzado, con especial delectación, en la décima. Y mientras más comprobaba el menosprecio que sufría, más me sentía estimulado a contribuir a su elevación estética.”
Tú realizas una dura y constante labor que, al margen de que te impide realizar otras tareas y escribir más poesía, no es casi reconocida. ¿Por qué ese empeño de divulgar por tu weblog a tantos poetas-decimistas no sólo cubanos, sino de otros ámbitos?
Para entenderlo, hay que explicar el proceso evolutivo que ha tenido esto, y que ha estado más allá de mis propósitos exclusivamente personales. El Grupo Ala Décima surgió el siete de febrero del 2000, como resultado de la propensión hacia la décima, que abundaba entre los contertulios de la semanal Peña de Luis y Péglez, en la Biblioteca Tina Modotti de Alamar, surgida en julio de 1993.
“El Grupo no fue mi iniciativa ni propuesta mía, sino de otro poeta, Modesto Caballero, con respaldo de mucho entusiasmo por parte del entonces muy joven poeta Karel Leyva. Los fundadores del Grupo Ala Décima no llegaban a la decena de escritores de décimas, en diferentes estadios de desarrollo, residentes en Alamar. El deseo fue agruparnos para contribuir en lo que pudiéramos a lo que ya comenzaba a identificarse como un movimiento de revitalización de la décima en el país, con sus orígenes en los finales de los 80 y gran fuerza en la primera mitad de los 90.
¿Qué piensas de esos ¿poetas? que ─pobres de espíritu, paupérrimos culturales e ignaros en literatura, porque desconocen que los más grandes poetas, de los Siglos de Oro acá, como casi todos nuestros mayores autores contemporáneos─ no sólo subestiman, sino que incluso aborrecen nuestra estrofa, porque, entre otras sorderas infinitas, no disfrutan la inefable melodía que ofrece la décima, estructura que, por otro lado, como bien sabes, sirve para escribir de todos los sentimientos y estados anímicos que nos hacen alegres o tristes, gozosos o sufridos, en fin, humanos?
En arte y en literatura, como en casi todas las esferas de la actividad humana, todo reduccionismo entraña una falta de perspectiva cultural. A veces sucede por falta de información, de actualización en cuanto a las ganancias que puede mostrar ya la especialidad de la poesía en nuestra querida estrofa. Lo peor es cuando sucede por incapacidad de transitar esos caminos creativos. De uno y otro tipo nos encontramos casos con frecuencia. Pero también es justo decir que hemos tenido y tenemos, muy buenos amigos poetas, que, aunque versolibristas, suelen vincularse fraternalmente con nosotros, y el respeto mutuo que nos une resulta muy saludable. Eso es hermoso, y trae a la memoria la frase de Roberto Manzano cuando fue invitado a El Autor y su Obra: “La mejor poesía es querernos”.
“Lo cierto es que la décima escrita cubana actual configura, en mi opinión, un suceso cultural de una envergadura de la cual todavía la cultura nacional no es suficientemente conciente. A veces ni nos imaginamos las alturas estéticas que se han alcanzado, la extensión de sus cultivadores a lo largo y ancho de todo el país, los alcances que ha tenido la propensión de los poetas de agruparse, la prodigalidad con que surgen de continuo nuevos valores, nuevos nombres de autores, sobre todo, por supuesto, entre los más jóvenes creadores, formados en talleres literarios y también en los talleres de repentismo infantil, que no excluyen de sus empeños didácticos la formación escritural.
“De todo esto —tú lo sabes bien, por llevar décadas luchando por nuestra estrofa en ambas vertientes: la escrituraria y la oral— habría muchísimas posibilidades de ejemplificación concreta, con nombres y apellidos. Eso, en cuanto a las necesidades de la décima escrita “hacia fuera” de ella misma. Pero “hacia dentro” de ella misma, hay también muchísimo que hacer, y el legado sigue siendo el mismo que nos dejó hace mucho Marinello: la necesidad permanente de ennoblecer la estrofa. Y eso significa buscarle siempre nuevos caminos, evitando los escollos, que pudieran significar, por sólo citar un ejemplo, ciertas tendencias excesivas a la retórica vacía y repetitiva. “En fin, el mar”, como tú dices, citando al gran Nicolás. Pero nadie dude que siempre habrá mucho por hacer. Como tú ─repito─ conoces sobradamente: Los rumbos de la poesía escrita en décimas, como los de toda la poesía, son absolutamente inagotables.”
Pedro Péglez González en sus 65. ¿La décima? inagotable
Por Waldo González López
Periodista del semanario Trabajadores desde varias décadas atrás, antes había laborado en el semanario para niños Pionero, donde hizo periodismo y literatura para niños.
De entonces acá, el nombre de Pedro Péglez González Viera es conocido en los predios de ambos ‘géneros’, en los que ha publicado diversos artículos, versos y prosas para la infancia, entre los que se incluyen las historietas.
Pero aún hay más: Péglez es el autor de la letra de la gustada “Controversia de Elpidio y Malacara”, uno de las más gustados temas del filme Elpidio Valdés, como de un dibujo animado homónimo, incluida en Navegas, Isla de Oro. Panorama de la décima cubana para niños que, con selección y prólogo a cargo de Mayra Hernández Menéndez y quien ahora escribe, publicó la Editorial Gente Nueva en el 2009 y se presentara en la Feria Internacional del Libro 2010 a lo largo del país.
Por tanto, por todo, aquí está en nuestra web el querido colegamigo por partida doble: poeta y periodista cultural.
De entonces acá, el nombre de Pedro Péglez González Viera es conocido en los predios de ambos ‘géneros’, en los que ha publicado diversos artículos, versos y prosas para la infancia, entre los que se incluyen las historietas.
Pero aún hay más: Péglez es el autor de la letra de la gustada “Controversia de Elpidio y Malacara”, uno de las más gustados temas del filme Elpidio Valdés, como de un dibujo animado homónimo, incluida en Navegas, Isla de Oro. Panorama de la décima cubana para niños que, con selección y prólogo a cargo de Mayra Hernández Menéndez y quien ahora escribe, publicó la Editorial Gente Nueva en el 2009 y se presentara en la Feria Internacional del Libro 2010 a lo largo del país.
Por tanto, por todo, aquí está en nuestra web el querido colegamigo por partida doble: poeta y periodista cultural.
Péglez, eres periodista desde varias décadas atrás, escribes para niños y adolescentes, notas críticas sobre libros de décima, tienes responsabilidades en el semanario Trabajadores, en el que llevas también varios decenios y mantienes una weblog sobre la estrofa nacional. Ahora, al filo de los 65, si miras atrás y ves lo realizado, ¿qué harías de nuevo y qué no harías?
Por supuesto, Waldo, no voy a caer en la tentación facilista de responderte que haría de nuevo todo lo que me quedó bien, y no haría todo lo que me quedó mal. Soy de los que piensan que uno es resultado no sólo de sí mismo, sino también de sus circunstancias, y tanto en las buenas como en las malas resultantes hay dosis de todo: de voluntades personales, de azares (con sus correspondientes causas, con permiso de Silvio), de oportunidades (que no de oportunismos, en virtud de la decencia con que se supone que vaya uno por la vida), de capacidades físicas e intelectuales, de coyunturas y hasta de esos misterios con que se condimenta este complejo oficio de vivir.
“Así, este año, además de llegar a los 65 años en este oficio (me refiero al de vivir, claro), cumpliré 48 de ejercicio profesional periodístico y medio siglo de haber escrito mis primeros poemas, por supuesto que imperfectos como todos los de los poetas adolescentes (salvo los genios, claro), y confío en que aquellos poemas míos fueran más imperfectos que los actuales.
“Recuerdo, de aquellos mis años de imberbe, que entre los primeros impulsos estuvo el de querer vivir como un poeta. Creo que eso es lo que he hecho en todo este tiempo, y eso es lo que volvería a hacer. Y si me estuviera dado decidir qué cosas no hacer, trataría de evitar aquellas que puedan haberme desviado por momentos de ese camino, el camino de querer vivir como un poeta.”
He notado que aunque escribes otras estrofas y verso libre, el peso mayor de tu labor poética ha sido en la décima. ¿Por qué esa preferencia por la estrofa que preferimos los nacidos en ‘el interior’ y no los habaneros como tú?
A ciencia cierta, no sé por qué. Imagino que puede estar relacionado con el hecho de que nací y me crié en un hogar muy humilde de la barriada de Jesús del Monte, que a pesar de los escasos recursos contaba con un radiecito, mediante el que con frecuencia escuchábamos programas musicales campesinos. (Hay que recordar que mis años de niño se corresponden con la etapa que se ha dado en llamar la primera Edad de Oro del repentismo cubano y aquello tenía mucha difusión radial). Pero está también la admiración enorme que mi padre sentía por el Indio Naborí, y yo por mi padre. Pero quizá tiene que ver con esos misterios a que aludí antes: Por algún factor que yo al menos no puedo desentrañar, siempre he tenido propensión a las formas de expresión injustamente valoradas.
“Mis necesidades de expresión plástica o gráfica las encaucé en la historieta; las de expresión periodística no las encaucé en el periodismo informativo, sino en el periodismo para niños y adolescentes (trabajé, como creo sabes, 21 años en el semanario Pionero, y me trasladé de ese órgano por razones más bien ajenas a mi voluntad); las de narrativa, también para ese público (aunque esos libros míos se hayan ido quedando en el olvido, entre ellos mi novela para niños Guaminiquinaje); las de expresión en versos, aunque, como dices, he trabajado tanto estructuras cerradas como abiertas, las he encauzado, con especial delectación, en la décima. Y mientras más comprobaba el menosprecio que sufría, más me sentía estimulado a contribuir a su elevación estética.”
Tú realizas una dura y constante labor que, al margen de que te impide realizar otras tareas y escribir más poesía, no es casi reconocida. ¿Por qué ese empeño de divulgar por tu weblog a tantos poetas-decimistas no sólo cubanos, sino de otros ámbitos?
Para entenderlo, hay que explicar el proceso evolutivo que ha tenido esto, y que ha estado más allá de mis propósitos exclusivamente personales. El Grupo Ala Décima surgió el siete de febrero del 2000, como resultado de la propensión hacia la décima, que abundaba entre los contertulios de la semanal Peña de Luis y Péglez, en la Biblioteca Tina Modotti de Alamar, surgida en julio de 1993.
“El Grupo no fue mi iniciativa ni propuesta mía, sino de otro poeta, Modesto Caballero, con respaldo de mucho entusiasmo por parte del entonces muy joven poeta Karel Leyva. Los fundadores del Grupo Ala Décima no llegaban a la decena de escritores de décimas, en diferentes estadios de desarrollo, residentes en Alamar. El deseo fue agruparnos para contribuir en lo que pudiéramos a lo que ya comenzaba a identificarse como un movimiento de revitalización de la décima en el país, con sus orígenes en los finales de los 80 y gran fuerza en la primera mitad de los 90.
“Nos había inspirado mucho el surgimiento, en el mismo año en que nació la Peña del Grupo Espinel-Cucalambé en tu patria chica: Puerto Padre, Las Tunas, liderado por el siempre admirado y querido colega Renael González. Y habíamos tenido muchos contactos hondamente fraternales con escritores decimistas de todo el país, en las Jornadas Cucalambeanas. Empezamos a trabajar, siempre pensando en prestar servicio, no en sacar en modo alguno provecho propio. Organizamos un concurso nacional, en el que estuvieron siempre impedidos de participar los miembros del Grupo. Era, y ha sido siempre, un concurso para los demás, y no para nosotros. El propio concurso y las tertulias a las que nos fuimos vinculando y respaldando, fueron nutriendo el Grupo, a pesar de que nunca nos propusimos agrandarlo. El Grupo se fue enriqueciendo por la solicitud de colegas que pedían su ingreso, varios de ellos después de ganar el Premio Ala Décima.
“De tal suerte, en el 2006 ya llegaba a más de una veintena la nómina de miembros del Grupo (hoy suman 35). Toda esta larga historia explica por qué, en el 2006, cuando se nos sugiere por la Unión de Periodistas crear blogs personales con absoluta libertad de elección temática, y además se me da a mí esa posibilidad, mi opción haya sido la de crear un espacio que diera fe de los desvelos y empeños del Grupo Ala Décima. Aunque era una decisión personal, ya el nivel organizativo que tenía el Grupo me hizo someter el propósito a la consideración de los demás, que respaldaron la idea y han respaldado su realización.
“El tiempo posterior (el sitio web Cuba Ala Décima acaba de cumplir cuatro años, y ya son cinco blogs entrelazados, con perfiles específicos) hizo el resto: la familia de lectores fue creciendo (en este momento, tenemos alrededor de 200 visitas diarias), los creadores cubanos nos fueron eligiendo para enviarnos sus trabajos, nos fueron solicitando ayuda en la promoción de sus quehaceres comunitarios; poetas de otros países se fueron vinculando con nosotros, crearon sus propios espacios en Internet, y ya a esta altura del cuento todo esto es una red de una hondura fraternal impresionante, que reporta un aliento muy gratificante, al tiempo que establece en mí muy elevados compromisos morales, aunque todo esto se haga sin percibir retribución económica alguna, empleando nuestro “tiempo libre” y sin una infraestructura que ya va siendo deseable, y que en algún momento podrá hacerse imprescindible. Ni el Grupo Ala Décima, ni yo, hemos querido estar en el centro de todo esto. Solo hemos respondido, desde nuestra modesta posición y nuestras posibilidades, a los reclamos coyunturales de la familia espineliana. Y no siempre hemos estado a la altura de los reclamos. Siempre, eso sí, hemos estado cargados de compromisos. La ternura también impone cárceles. Como ves, como te decía, uno es también resultado de sus circunstancias.”
¿Qué piensas de esos ¿poetas? que ─pobres de espíritu, paupérrimos culturales e ignaros en literatura, porque desconocen que los más grandes poetas, de los Siglos de Oro acá, como casi todos nuestros mayores autores contemporáneos─ no sólo subestiman, sino que incluso aborrecen nuestra estrofa, porque, entre otras sorderas infinitas, no disfrutan la inefable melodía que ofrece la décima, estructura que, por otro lado, como bien sabes, sirve para escribir de todos los sentimientos y estados anímicos que nos hacen alegres o tristes, gozosos o sufridos, en fin, humanos?
En arte y en literatura, como en casi todas las esferas de la actividad humana, todo reduccionismo entraña una falta de perspectiva cultural. A veces sucede por falta de información, de actualización en cuanto a las ganancias que puede mostrar ya la especialidad de la poesía en nuestra querida estrofa. Lo peor es cuando sucede por incapacidad de transitar esos caminos creativos. De uno y otro tipo nos encontramos casos con frecuencia. Pero también es justo decir que hemos tenido y tenemos, muy buenos amigos poetas, que, aunque versolibristas, suelen vincularse fraternalmente con nosotros, y el respeto mutuo que nos une resulta muy saludable. Eso es hermoso, y trae a la memoria la frase de Roberto Manzano cuando fue invitado a El Autor y su Obra: “La mejor poesía es querernos”.
Péglez, ‘en fin, el mar’, como sentenció, en uno de sus magistrales versos, otro de nuestros grandes poetas-decimistas cubanos: Nicolás Guillén, ¿cuál es tu visión de la décima actual, tras el innegable auge y desarrollo alcanzados, desde Alrededor del punto, aquel título inolvidable de 1971, cuando Adolfo Martí Fuentes desató los cauces de la genuina contemporaneidad, cuyos alcances marcan tantos logros alcanzados y corroborables en la mayoría de lo publicado hasta esta primera década del siglo XX?
En primer lugar, por suerte para todos, la situación de la décima oral improvisada transita por un momento de mayor difusión y mayor reconocimiento, por supuesto que muy merecido y saludable, de la cual los poetas debemos sentirnos partícipes. Ahora, la situación de la décima escrita, en específico, no alcanza aún esas cotas de difusión, por disímiles razones para estudiar y que, en alguna medida, parten de su propia naturaleza de expresión literaria que debe esperar por la reproducción para darse a conocer y, a veces, cuando se reproduce, no se concibe un plan adecuado para su promoción. En consecuencia, para mí es un contrasentido, por ejemplo, que el Premio Iberoamericano Cucalambé no siempre tenga una presentación asegurada en la Feria Internacional del Libro, en su sede principal de La Cabaña.
“Lo cierto es que la décima escrita cubana actual configura, en mi opinión, un suceso cultural de una envergadura de la cual todavía la cultura nacional no es suficientemente conciente. A veces ni nos imaginamos las alturas estéticas que se han alcanzado, la extensión de sus cultivadores a lo largo y ancho de todo el país, los alcances que ha tenido la propensión de los poetas de agruparse, la prodigalidad con que surgen de continuo nuevos valores, nuevos nombres de autores, sobre todo, por supuesto, entre los más jóvenes creadores, formados en talleres literarios y también en los talleres de repentismo infantil, que no excluyen de sus empeños didácticos la formación escritural.
“De todo esto —tú lo sabes bien, por llevar décadas luchando por nuestra estrofa en ambas vertientes: la escrituraria y la oral— habría muchísimas posibilidades de ejemplificación concreta, con nombres y apellidos. Eso, en cuanto a las necesidades de la décima escrita “hacia fuera” de ella misma. Pero “hacia dentro” de ella misma, hay también muchísimo que hacer, y el legado sigue siendo el mismo que nos dejó hace mucho Marinello: la necesidad permanente de ennoblecer la estrofa. Y eso significa buscarle siempre nuevos caminos, evitando los escollos, que pudieran significar, por sólo citar un ejemplo, ciertas tendencias excesivas a la retórica vacía y repetitiva. “En fin, el mar”, como tú dices, citando al gran Nicolás. Pero nadie dude que siempre habrá mucho por hacer. Como tú ─repito─ conoces sobradamente: Los rumbos de la poesía escrita en décimas, como los de toda la poesía, son absolutamente inagotables.”
*Entrevista publicada en CUBARTE, el portal de la liteatura cubana, el día 27 de mayo de 2010.
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