ICONOGRAFÌA PARA MI MADRE
Mi madre lobreguez y caudal
en ella supe la probidad,
imité la danza de su escoba,
pulcritud del hogar donde la tablas
se unían con los cuadros.
No conocía a Víctor Manuel, Enríquez
ni siquiera a Fabelo, vecino de sus tierras.
Conocía lo limpio,
el piso danzado por ella tres veces al día.
Mi madre espejo,
lluvia,
galería.
Puso en mis ojos lo barroco
mi renacimiento la hizo cómplice
de aceites poéticos,
de cuadros que elijo
donde trazo a Manet
y mi epístola es óleo virtuoso.
La imagen de mi madre
es la pintura sublime de esta poeta.
De mi libro Dialogo sagrado de las vírgenes, editorial Ácana, Camagüey, Cuba, 2008
CONCERTISTAS APACIONADOS
El jubilo de mi madre nos contagia
encadenada al jaspe que la rodea,
comunicativa,
protege la casa del polvo
esculpe nuestro mundo.
No hay tedio,
corazones sin naufragios.
Las costureras de su trabajo
son amigas de mi madre,
completa lo fraternal,
el pan junto al despojo,
conoce su fuego y nace con obsesiones,
arrebata mis nubes como novia del poniente.
Apellida los rapsodas,
revela que su tierra es luz
donde se hunden los fogosos,
pájaros sin rigidez o agonía.
Mi madre reprocha a los falseados,
a discípulos del diablo,
nocturnos de una ciudad sin limites
prefiere lo vital, el huerto de mi padre
y esa música a donde ambos
muestran generosidad a los amantes.
De mi libro Dialogo sagrado de las vírgenes, editorial Ácana, Camagüey, Cuba, 2008.
El viento y la brújula
Mi madre busca un jinete
para el salto sin espuelas,
prende su boca en las velas
y no descubre al grumete.
Madre-lluvia, ¿es que el arete
es música del oído?
¿Adónde ha marchado el ruido?
¿a los arcanos del miedo?
¿O es que no descubre el dedo
infiel de lo desmedido?
El carretel donde enredas
la sonrisa que no escampa,
tiende a mis pasos la trampa
ingenua de las monedas.
Es el ardid donde quedas
en el agua de mi fuente,
madre. No soy el torrente
en fuga, soy algo serio:
desde mí, danza el salterio
que acunas calladamente...
¿Cómo he de buscar mi clave,
sin descifrar tu razón?
(Mi vuelo agobia al halcón
en lo alto...) ¿De cuál ave
llega tu canto? (Quién sabe
si al danzar, su cuerpo suda...)
Venga usted sin miedo, muda
como un círculo de Dante:
Madre, ¿con qué pobre guante
Goya la pintó desnuda?
de mi libro Ciudad para Giselle
Madre
Madre, silencio de alcoba,
manantial de mi argumento,
imagen del testamento,
dulce flor que luz me roba.
Soy lobezna, tú eres loba
en el umbral de mi cuna,
puente hacia el mar (sólo una):
ante mis ojos, disparo;
a mi oscuridad, el faro;
en mi naufragio, fortuna.
Madre, me danzas (Giselle
es el nombre donde abrigo
la timidez). ¿Cuál testigo
te cabalga, si la miel
ha nacido en el vergel
de tu seno caprichoso?
No voy a ser el acoso
en un palacio que muere,
madre: la distancia hiere
el salto de mi reposo.
(De mi libro Ciudad para Giselle.)
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