Jesús Arencia Lorenzo, Cuba
HIERROS DE INGENIO
Quien te viera Flor de Caña
Emerger del horizonte
Como sombrero de monte
Sobre testa de montaña
Luis Sexto
Con la aparente cordura
de un central semidormido
un hombre viaja al olvido
a buscar melaza pura.
En la férrea dentadura
del monstruo de dulce entraña
va quitando la maraña
del tiempo —polvo intranquilo—
y un grito lo deja en vilo:
Quien te viera Flor de Caña.
El hombre (el recordador)
guarda la voz de carreta
y traga en seco la inquieta
sapiencia de aquel dolor.
¿Flor de Caña? ¿Caña en Flor?
Almibarado bisonte,
rama humeante de un sinsonte
que envía lejos su trino
por ver el raíl-camino
Emerger del horizonte.
Surcando la guardarraya
de la nostalgia más verde
el hombre avanza y se pierde
por donde el Sol se desmaya.
Desde una grúa atalaya
dice al Ingenio: «¡Componte.
Detén la nave-Caronte
que en mar de herrumbre te lleva!»
Y al fin la mole se eleva
Como sombrero de monte.
El fardo de azúcar buena
ya cautivo en la montura
le recuerda la bravura
del guajiro que lo llena.
Cuando la mocha cercena
con raro afán de guadaña
el hombre piensa en su hazaña
y el amargor que la hiere…
Pero el coloso no muere
Sobre testa de montaña.
NABORÍ
A Péglez, hijo alumno naboriano
Indio: con arado y verso
y guitarra y Eloína
supiste la cuerda fina
décima del universo.
En ti lo único y diverso
aunaron faz trino y miel
para del surco al papel
y del arroyo a la nube
pintarle un cuerpo al querube
y hacerle un nombre: Noel.
De tu angustia sembradora
se pobló campo y ciudad:
voz de horno y humedad
que no conoció deshora.
Espuela, motor, aurora,
historia en nombre de pila.
Por ti el paisaje asimila
vocación de eterno juego
y te guarda como el ciego
con más luz en la pupila.
Sueño, tiempo, estrella, olvido…
Con tus ojos nuestros viste
la hora final y dijiste
todo el fruto prometido.
De la memoria y el nido
tu tacto hizo una garganta
y hoy hasta el vacío se imanta
de una recia juventud.
Es que sembraste un laúd
y el suelo de Cuba canta.
IMPALABRA
Al Reverendo Raúl Suárez, por el motivo.
La última
que nos ultima
la decisiva
que cierra
toda la voz de la tierra desde el volcán a la sima
la que el polvo legitima con su cuerpo de quietud
veneno sutil o alud de hielo
sin faz ni nombre
anónima o con renombre
oquedad o plenitud
filo sin tiempo al embote
orfandad de nueva idea
mutismo sin panacea
caricia letal o azote
brida de hierro
alto al trote
furor que consume inerte
río si la sangre vierte olvido hasta del quizás
esa palabra sin más
no irá con tu firma muerte
2 comentarios:
Son hermosos los poemas que has escogido de este joven poeta cubano. Gracias por compartir sus letras.
saludos
GRACIAS POR EL FELIZ COMENTARIO QUE LE DEJAS AL POETA.
UN ABRAZO,
ANDRÉ CRUCHAGA
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