Karen Clachar Seravalli
KAREN CLACHAR SERAVALLI,
UNIVERSOS Y HUELLAS
UNIVERSOS Y HUELLAS
Karen Clachar hará la apertura de la Cátedra Dr. Francisco Vargas Vargas y a la Semana Académica de la Sede Regional Chorotega, Campus Liberia, Universidad Nacional DE Costa Rica, el lunes 19 y el martes 20 de abril del 2010.
Este año tuvimos la dicha en contactar personalmente con la talentosa y singular artista costarricense, Karen Clachar Seravalli (1967). El primer encuentro fue en el Café Liberia y el segundo en mi casa, donde junto con mi familia, compartimos durante varias horas. Al final de tan enriquecedora tertulia, me obsequió un ejemplar de su instalación de Ejército de Sabaneros de barro. Posteriormente, ha sido fluida la comunicación mediante el teléfono y el correo electrónico, una de las maravillas comunicativas de la modernidad. De mi parte he dejado en sus manos lectoras varios ejemplares de mis libros.
Ha sido importante valorar su obra, antes de conocer a la artista cosmovisionaria que habita en Karen, un espíritu apasionado con su quehacer holístico, pero enraizado en su ser telúrico.
Las propuestas artísticas de Karen Clachar son variadas: pintura, fotografía, videoarte, arte público, objetos/escultura, gráfica, también es, gestora y promotora cultural, así como dedicada a la acción social. Sus entregas estéticas, entre otras, se denominan: Huellas de una herencia, Camisetas amarillas, Soy parte de una herencia (Pañuelos escritos por el pueblo), La Casa de Vico, Lunas Blancas, El Puente Real, Casita Rosada, Cada gota cuenta, Estampa huellas de personajes, sabaneros y cocineras, Apiñando huellas, Not for Sale, Ejército de sabaneros o Encuentro con la sombra.
Es importante, en la personalidad artística de Karen Clachar, su profunda fe en cuanto realiza. Su misticismo raigal, como una manera de reafirmar y reconfirmar sus vivencias, con el ánimo de recuperar y arrebatarle al olvido la herencia que se nos está yendo, por desidia, ignorancia o falta de compromiso.
Su bachillerato en publicidad se acompaña de estudios sobre arte y fotografía, tanto en Costa Rica como en Pasadena y Boston. Ha realizado exposiciones individuales en Costa Rica, Estados Unidos, España o Francia. Asimismo, su obra ha sido seleccionada para exposiciones colectivas en Costa Rica, Argentina, Colombia, Francia, Panamá o México.
Ha realizado diversas intervenciones de arte público. Entre sus reconocimientos, el MCJD ha declarado de interés cultural su proyecto Huellas de una herencia. Obtuvo el premio Volcán de oro, en el marco del Día Internacional de la Mujer en el 2006. En otras actividades, ha sido Presidenta del Hogar Siembra y ha sido directora de VALOARTE y miembro del Comité de Arte del Costa Rica Country Club. Miembro honoraria de la Cámara de Turismo de Liberia (Calitur). Esposa y madre de dos hijos. Su padre, Álvaro Clachar; su madre, Ida Seravalli; su hermano, Adrián y sus hermanas Ericka y Arlín.
Clachar Seravalli dignifica y legitima a los principales actores de la historia del Guanacaste Eterno, como una desestructuración del anonimato.
En esa línea, Karen sostiene que por ser Guanacaste un destino de la inversión extranjera ha creado un documento visual sobre el “patrimonio intangible e innegociable”, de ahí su intervención NOT FOR SALE (No se vende).
Lunas blancas es una intervención estético-poética. Ella ve las lunas como un viaje arquitectónico, histórico y cultural.
La Casa de Vico es una provocación procesual, que cumple tres años de haberse iniciado. Es la casa de sus padres y la empapeló con fotos, artículos, poemas, documentos históricos, culturales y de la vida social de Guanacaste, que aportó el mismo pueblo. Con alguna frecuencia, me contó Karen, que actualiza los papeles en las paredes de la casa familiar, que se ha convertido en un sitio diferente por visitar.
Su audacia artística la llevó a forrar el Puente Real de Liberia, que data de 1907, con 2000 metros de papel blanco. Con ello creó una conciencia patrimonial, cuando hay voces políticas que desean derruirlo.
La crítica ha evaluado muy bien la trayectoria artística y la visión estética e innovadora de Karen Clachar. Clara Astiasarán ha escrito una de las críticas más completas sobre ella. Astiasarán aduce: “La artista sabe que, más que el registro fotográfico del árbol y la imagen de su grandeza, el acto del arte estuvo –y siempre ha estado- allí, en esa recreación contemplativa en diálogo con la Naturaleza (…) La sombra es sólo algo que sucede y se da, no se define ni se construye… y que somos además parte de ella”.
Rocío Fernández expresa: “En el paisaje de las artes visuales, Karen y su obra –como una unidad- son objeto de estudio antropológico por su poderoso impacto social”.
Sé que la presencia de Karen Clachar al iniciar la Semana Académica del I Ciclo lectivo 2010 de la Universidad Nacional, será un encuentro muy interesante con jóvenes universitarios, toda vez que sus propuestas parten de una singular cosmovisionaria que concuerda con las rupturas y el desapego de las normas convencionales de gestión cultural contemporánea.
Nuestro agradecimiento a las autoridades institucionales de la Sede Regional Chorotega, por respaldar la presencia de Karen Clachar Seravalli, artista de alto vuelo, innovadora, apasionada y comprometida por la recuperación de la memoria identitataria del Guanacaste que no queremos dejar que se nos suelte de las manos y los asedios constantes a los que debe enfrentar, con el decoro de la sombra del árbol que escucha y pone atención a todos sus movimientos.
Un sabanero de barroCuento
KAREN CLACHAR SERAVALLI
¿Será posible todo lo que contaban mis abuelos? Se preguntó el hombre.
Buscó y buscó, pero al tal sabanero nunca encontró. Entre cuadraciclos, carros y aviones, la imagen de este personaje jamás apareció. Entre rótulos y vallas gigantes de carretera, mediante letreros de NOT FOR SALE, intentaba buscarlo en la sabana, pero con desilusión constató que ya quedaban pocos árboles provincia; asimismo, lo del sabanero seguro había sido una leyenda, un relato producto de la imaginación. Anheló, entonces, haber nacido en aquellos tiempos, cuando existía cierta magia, un mundo lleno de fantasía y personajes maravillosos que cobraron vida en su momento.
Fue así cuando un día, muy entusiasmado, se levantó, ya hecho hombre y decidió buscar entre los libros acumulados en el tiempo, para ver si dicho sabanero existía realmente.
¿Si era tan importante, por qué nunca fue declarado símbolo nacional? Se dijo.
Cayó en el vacío, pues nunca lo encontró. Confirmó así que ese personaje maravilloso que lo había inspirado muchas veces, era producto de un ingenioso cuento de sus abuelos, una fabricación más entre tantas que le habían contado.
Sin dudarlo un segundo más, se ingenió un traje de barro y pretendió ser sabanero por un día. Se puso un sombrerito que no sabía si era de paja o de lona, un pañuelito que dudaba si ponerlo en el sombrero o amarrarlo detrás del pantalón. Se guindó un cacho carbolinero, porque le encantaba, aunque sabía que ya no le daría uso, pues no había ganado por curar. Tuvo que ponerse botas y polainas, puesto que ya no se acostumbraba andar descalzo. Se amarró un mecate y decidió no ponerse el mampán, pues no había animales por espantar.
Caminó por calles pavimentadas y desconocidas, hasta encontrar un lugar semejante al que estaba pintado en sus cuentos infantiles. El azul del cielo, el olor a sabana, el verdor del pasto y el amarillo paja–semilla, lo hicieron detenerse en aquel lugar. No podía creer que, finalmente, tenía de frente, un árbol de Guanacaste, del que tanto se hablaba en la provincia. El árbol con orejas, que dio nombre a su provincia, el árbol padre, el árbol sombra, árbol fortaleza, en fin, el árbol que escucha. Fue a su encuentro para contemplarlo, vivirlo y adorarlo.
Antes de que el sol se pusiera, se despidió de aquel personaje, símbolo nacional, que se imponía y parecía hacerse cada vez más grande. Aun cuando era de color gris, estaba solo, aún deshojado, no había visto nada igual en mucho tiempo.
Solo, ante la magnificencia de aquella figura, prometió repetir esta historia a sus hijos, nietos y bisnietos, hasta quedar sin aliento, hasta volver al barro.
Se fue de vuelta, ya oscuro, por la calle pavimentada. Agradeció a Dios aquel momento de grandeza que le permitió vivir: ser sabanero por un día y estar a la par del árbol que aún hoy le escucha.
Su alma de niño, entonces, volvió para siempre al alma del hombre.
Espero que el acercamiento a esta nueva faceta de producción cultural de Karen Clachar Seravalli sea el inicio de una incursión sostenida con el arte narrativo. El cuento incluido lo escribió en este primer trimestre y, a solicitud mía, es una entrega exclusiva.
Asimismo, Karen Clachar ha creado una bellísima portada para mi antología poética CASA GUANACASTE (1980-2010), que será editada este año. Su creación se titula Árbol Padre. Será su honrosa presencia artística en nuestra producción literaria. Sin duda, un acercamiento amasado con el espíritu ancestral del árbol nación que nos cobija.
La comunidad guanacasteca queda invitada el próximo lunes 19 y martes 20 de abril, de 8 a 9 a.m., en el Parque Héctor Zúñiga Rovira y el árbol de Guanacaste situado ahí, donde Karen realizará su Tercer encuentro con la Sombra, para lo cual habrá 200 tarritos llenos de cal, cada persona se ubica en un lugar diferente de la sombra y se le asigna un área, demarca la orilla de la sombra y luego la rellena, aunque la sombra se corra. Lo que no se termina se repite el siguiente día a la misma hora.
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