En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



domingo, 14 de febrero de 2010

poemas de ana maría veas gonzález


Ana María veas González







LA PIEDRA ASCENDENTE





I
Faroles azules colgando de un pájaro de niebla.
Gotas de alba en mi frente.
Destellos del mar en tus ojos...
Pajaritas de papel picotean un sendero azulino.
Sobre la hoja de parra se detiene una abeja de luz.






II
Las clepsidras del alba suenan en mi ventana.
Mandalas del mar sobre la arena; medita una gaviota azulina.
Los arcos del horizonte se separan varias veces.
Aspiro en mi vaso el aliento marino.
Aroma de maitenes en un ánfora tirada por gaviotas transparentes.
Vuelo un colibrí desde mi pecho hacia tu frente.
Desde tu fotografía me saltan tus lágrimas que se hacen ángeles de luto
Esa mariposa que espantas viene de mi pupila con la piel del mar.
Salgo a juntar caracolas y son corazones azules del mar.
Voy contigo en tu silencio.
Me conformo contemplando tu perfil sobre la tierra.
Puedes caminar sobre mi mandala más ancha que el orbe.
Delicadamente desciende la rosada luz del día para no herir pétalo alguno.
Tú urdes mi corazón, lo pones de pie en el pecho, me entras a mi espejo con un fondo de
peces solares.
Hecho a volar palomas sabias sobre horizontes latientes.
Llevo una capa de colibríes dormidos; su delicioso peso
me mueve las piernas.
Por ahora sólo abro y cierro cajitas alejadas del bosque.
Con qué nostalgia, con tanta ternura.







III
Un barco lleno de abanicos amarillos que flamean
como valvas sonrientes
viene, viene, va, va…

Vuelo a los arcos de tus labios de demiurgo
poniéndo la A,la N, la A…en el éter de la petrificación.
Cierro tu boca con mi medalla tierna con latidos de pájaros.
Se separan las montañas pálidas del aire nocturno que nos cubre.
Para unirnos yo me entrego como un árbol y tengo una capa
color de las cumbres que te embeleza.
Soy un árbol en ti lleno de pájaros que hablan bajito.
Tus ramas, más gruesas y firmes, hacen barquitos de deseo.

Lánguidos besos de arriba abajo bajan como un rebaño de corderos
que se afianzan . Me deslizo y soy un alga en las paredes de tu mar. Sonata entre tú y yo
suenan nuestros cabellos bajo los tules amarillos
de los relojes de luto.

Sonidos de violines en las maderas de la puerta.
Goteo de la noche dando encima cayendo toca con sus puntas la ventana que se abre
a un día de leopardos tendidos.
Besos. Palomas. Los relojes verdugos asesinados
bajo una cúpula de palpitantes alas.

La tierra cúbica rueda y va clavando las esferas con su angulosa sombra.




IV

No moriremos porque somos hechos de ángel.
De piedra modelada por un cincel que suspira.
Suave piedrecita con alma en una cumbre dactilar batiéndose.
Con los ojos llorosos, anegados
de ternura de bosque creándose cabelleras de besos
por esto
no moriremos como le sucederá al cáliz del alba
que nacerá de estos amaneceres sentados en los cubos.


Mi casa es temblorosa de grises antiguos
como una rosa de pirámide. Tan desnuda como su acacia
no tiene maquillajes salvo sus pájaros acostumbrados
a sus cojines de hojas.
Desde su ventana tapiada yo canto salmodias
que son libros que vuelan.
Llena de miradas de perros mi casa te lame los pies.
Es toda ternura mi casa de farero retratado
bajo ala de gaviota.

No sientas mi palacio como una pobre casa, como una i
sin el punto de un astro.
Es cierto que es humilde como una violeta en la lluvia
o la mano de la hiedra saludando
en la cisura del muro con su risa y sus poemas.
Es verdad que es la puerta del cielo.

Con todas las voces que oigo hago tu voz como el florista.
Entreabro el cañamazo que nos separa con pechos latientes de palomas blancas
luceros paseantes en la vereda y en la hoja que escribo.

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