ARGEL FERNÁNDEZ GRANADO, CUBA
Plegaria del hereje
Glosando a Adalberto Hechavarría Alonso
Para llegar erguido adonde está Caronte
me convertí en retoños, hojarasca y raíces,
fui Yagruma y fui Ceiba de místicos matices
y cañada, que fresca sajó el pecho del monte.
Señor, tú me conoces, acércate, disponte
a trazar con tu verbo la línea del destino,
no dejes que mi tronco se convierta en espino
que en estéril protesta se yergue contra el cielo,
quítame de los hombros la cruz del desconsuelo,
enséñame la ruta más corta del camino.
Vuélvete caminante y encamina tus pasos,
por este mismo rumbo que entender no consigo,
alúmbrame la senda caminando conmigo,
enciéndeme la zarza, recoge mis pedazos.
No dejes que desangren mi rostro los zarpazos
del miedo y de la envidia con filo promisorio.
Yo quiero que mi huella termine en promontorio
mientras dono mi savia al suelo en que viví;
y que nazcan violetas sencillamente en mí
para dejar señales, un rastro meritorio.
Ansío ser el agua que el peregrino bebe
de la fuente sin dueño, para calmar su sed;
enseñar a los peces cómo romper la red;
y brotar junto al trigo a través de la nieve.
Vencer como Job mismo la maldad que me pruebe
con la fe de ser justo renovada y viril,
llevar la frente en alto, amar incluso al vil;
y entender los secretos designios del manzano
sin ninguna serpiente que malguíe mi mano
cuando lleguen las lluvias y florezca en abril.
Condéname al silencio si te provoca ira
esta hereje plegaria que de mis labios brota,
deja que mi holocausto presagie la derrota
de sabios y profetas que adoran la mentira.
Pero no dejes nunca de alimentar la pira
donde quemo el pecado de este pecho cansino;
hazme volver al polvo, volar en torbellino
sobre la tierra exhausta, saber que soy minúsculo,
y así se habrá colmado al llegar el crepúsculo
mi anhelo de poeta con voz de campesino.
Plegaria del hereje
Glosando a Adalberto Hechavarría Alonso
Para llegar erguido adonde está Caronte
me convertí en retoños, hojarasca y raíces,
fui Yagruma y fui Ceiba de místicos matices
y cañada, que fresca sajó el pecho del monte.
Señor, tú me conoces, acércate, disponte
a trazar con tu verbo la línea del destino,
no dejes que mi tronco se convierta en espino
que en estéril protesta se yergue contra el cielo,
quítame de los hombros la cruz del desconsuelo,
enséñame la ruta más corta del camino.
Vuélvete caminante y encamina tus pasos,
por este mismo rumbo que entender no consigo,
alúmbrame la senda caminando conmigo,
enciéndeme la zarza, recoge mis pedazos.
No dejes que desangren mi rostro los zarpazos
del miedo y de la envidia con filo promisorio.
Yo quiero que mi huella termine en promontorio
mientras dono mi savia al suelo en que viví;
y que nazcan violetas sencillamente en mí
para dejar señales, un rastro meritorio.
Ansío ser el agua que el peregrino bebe
de la fuente sin dueño, para calmar su sed;
enseñar a los peces cómo romper la red;
y brotar junto al trigo a través de la nieve.
Vencer como Job mismo la maldad que me pruebe
con la fe de ser justo renovada y viril,
llevar la frente en alto, amar incluso al vil;
y entender los secretos designios del manzano
sin ninguna serpiente que malguíe mi mano
cuando lleguen las lluvias y florezca en abril.
Condéname al silencio si te provoca ira
esta hereje plegaria que de mis labios brota,
deja que mi holocausto presagie la derrota
de sabios y profetas que adoran la mentira.
Pero no dejes nunca de alimentar la pira
donde quemo el pecado de este pecho cansino;
hazme volver al polvo, volar en torbellino
sobre la tierra exhausta, saber que soy minúsculo,
y así se habrá colmado al llegar el crepúsculo
mi anhelo de poeta con voz de campesino.
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Leer más de este poeta en Arte poética-Rostros y versos, Laberinto del Torogoz y en Cuba AlaDécima, espacio coordinado por el poeta Pedro Péglez, representante de Arte Poética en su País.
1 comentario:
¡Estupendo! Además este espacio es...¡maravilloso!
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