Miguel Fajardo Korea
artículo
JON ANDIÓN:
UN MUNDO ABIERTO EN LA MIRADA *
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com
Jon Andión Monis nació en
Madrid, en 1984, en el seno de una
familia relacionada con la cultura. Desde su niñez asimiló la música, la
literatura y el arte.
Estudió en el Liceo
Francés de Madrid, y obtuvo las licenciaturas en Derecho y en Ciencias
Políticas, así como la Administración, en la Universidad Carlos III de Madrid.
Vivió en Roma, donde cursó
estudios de derecho y trabajó en la
oficina de patronazgo de los museos vaticanos; así como en Los Ángeles,
California, donde obtuvo una maestría en Derecho y Negocios del Entretenimiento,
en la University of Southern California, al tiempo que trabajaba como asesor en
asuntos cinematográficos y musicales.
Es políglota y músico.
Actualmente, labora en una productora de cine en Madrid.
Ha publicado cuatro libros:
Palabras invisibles (Huerga &
Fierro Editores, 2011); Soñar (Huerga
& Fierro Editores, 2014); Entre cosas
salvajes (Ediciones Perro Azul, Costa Rica, 2015) y, ahora, La mirada abierta (Casa de Poesía, Costa
Rica, 2017). Es decir, es su segundo libro de edición costarricense.
De entrada, el título del
poemario de Jon Andión Monis: “La mirada abierta” (San José: Casa
de Poesía, 2017: 80), es una invitación de compañía, para recorrer, mirar y ver
sus contextos de referencia: un mundo abierto en la mirada, en los 51 poemas
que conforman el libro; ocho de ellos, con títulos en inglés y francés.
Jean Chevalier, en el
“Diccionario de los símbolos” (4ª. ed.
Barcelona: Herder, 1995: 1107)
aduce: “La mirada es el instrumento de las órdenes interiores: mata,
fascina, fulmina, seduce, tanto como expresa” (p. 714). Por ello, no cabe
ninguna duda de que, la incursión del poeta en las artes pictóricas, musicales y cinematográficas, significa un mapa polifónico
en el contenido visual y dinámico de su obra en comentario.
“Son
todas las tardes las mismas olas en el pecho”, esa imagen remite, de inmediato, a visualizar una tridimensionalidad:
tardes, olas y pecho. Y, en ellas, se advierte la conjugación de los elementos
naturales y corporales, en una simbiosis
sugerente de su lenguaje poético.
Su obra
se enriquece con las imágenes pictóricas, a partir de la visualización de obras
de 25 grandes artistas: Marc Chagal, Edward Hopper, El Greco, Salvador Dalí,
Paul Cézanne, Camille Claudel, Vicente Van Gogh, entre otros.
“El camino /se hace largo, y oscurece”. Aquí,
la mirada se convierte en un camino, denso e intenso. El oscurecimiento
responde a un criterio positivo, pues el vendedor de periódicos, solo debe
esperar un nuevo día, para seguir voceando, y poder ganar el pan para la supervivencia
de su familia. En ese sentido, la mirada se comporta como un elemento
cotidiano, cuya alusión acrecienta los
esfuerzos de sobrevivir, cada día de la tierra.
Asimismo, la mirada lee,
pues adquiere una connotación integradora “El
día /que te vuelvas a mirarme cambiaré /la blancura de esta piedra por el sueño
de tu piel”. Es interesante observar la
concurrencia de un elemento
inanimado como la piedra, para
ser motivo de cambio por el
-sueño de tu piel-, bella figura, que adquiere categoría expresiva.
Los siguientes versos ofrecen
una oposición interesante: “La tierra
canta, /los hombres callan, se agrietan, (…) /Viene el barquero /con el mundo
en una vela”. Se asienta en
verbos opuestos: canta/callan;
agrietan/viene. Por intertextualidad, se infiere la figura de
Carón o Caronte, el barquero de la muerte, cuyo nombre significa ‘brillo
intenso’, sin embargo, esta vez, trae el -mundo en una vela-. Con
ello, se desprende, la gran capacidad del yo lírico, para que esa mirada abierta, renueve esperanzas, en el sentido, que no
todo está perdido. La muerte puede esperar, en este poemario de Jon Andión.
En este
mapamundi lírico, la naturaleza reserva un espacio estelar, porque es “El bosque austral, la selva perdida, /todos
los comienzos”. Se deduce mucha esperanza en que los seres humanos seamos amigables
con el medioambiente, con su sostenibilidad cotidiana.
El poema “Las
navajas” es un texto crítico en torno de las condiciones sociopolíticas
repetitivas, por desgracia, en cualquier parte del universo “y que solo miran las maderas de estos puños,
madre, las maderas que nos harán temblar a todos (…) que vengan por mí, madre,
que vengan, que no me hallará nadie”. El poema manifiesta un desafío. Su
fuerza dialógica con la madre, le confiere una lucha frontal desde la unidad de
la familia, contra todos los asedios de quienes detentan el poder, muchas
veces, contra la voluntad del pueblo, por eso, son los perseguidores de la
noche.
La
mirada abierta es vista como signo de fugacidad. “Mirar /es detener el tiempo/ perder la mirada en una estampa llena,
vacía, extensa (…) firme / con la anchura de una madera que aguante toda
nuestra historia / como una casa que permanece”. Es decir, quien mira y lo
mirado, entrañan un efecto de revelación.
La mirada siempre será un acto de incompletitud; los demás mirarán completarán
otras perspectivas.
En el poemario de John
Andión, existe una actitud dialógica entre lo masculino y lo femenino “inclinado hacia ti, leo el periódico,
nuestra cercanía / es nuestro mejor discurso. /Se nos ve desde la ventana.
/Somos algo de fuera, dentro”.
Es claro
que el cuerpo posibilita numerosos acercamientos interpretativos desde lo
semiótico. Al leer este poema, como una aproximación corporal, el lenguaje se
enriquece con todo tipo de alusiones a prácticas culturales amatorias. La
oposición “fuera/dentro”, despliega un dinámico movimiento terrestre,
tanto de inicio como de conclusión.
Asimismo, puede ser una demanda a la cercanía o fusión física en torno de la
carnalidad.
En la travesía poética sobre “La mirada abierta”, de Jon Andión, el yo
lírico interroga sobre “¿Qué significa
ser un solitario? Plantea diferentes versos-respuesta: “Un animal salvaje / dueño de su propio tiempo, / (…) /sobre la cara
invertida de la multitud, /señor de su propia huella, amante efímero de la
sombra. /A veces, /andar la noche por el filo de un sombrero, (…) con el que la
puerta deja entrar /a la noche”.
El tono de enfrentamiento entre el yo y los otros, se acentúa con el
carácter de las sombras en la
nocturnidad, por esa razón, no se ve la puerta, y solo se deja entrar a la
noche. El solitario sigue siéndolo, pues
no entrevé la luz. Es el conflicto
estelar entre mirar y ver, acciones
diferentes, pero complementarias.
En el poemario, se registra
un espacio para los trayectos “Hay un
lugar donde se guardan las distancias, el ahora encendido en su jauría, / el
mañana devuelto a su comienzo”. En esa línea, se dicotomiza, tanto el ahora-mañana, como el
encendido-devuelto, donde todo es un permanente comienzo, en el juego de la
vida y de la condición humana, por eso: “Nadie
pasa. Nadie para. Nadie, / como quien dice nadie”.
En su asombrado remirar,
el yo lírico trata de encontrar una guía, una luz, un sendero “¿Cómo contarte, Dios, todos los papeles
perdidos./ La sangre, la memoria,/ toda la crudeza del mundo en un despojo,
esta humildad que me viste los pies”, pero el hablante no es único en ese
desolado sentir, porque “cientos que hay como yo”, porque se es
parte de la multitud.
El poeta
es integrante del factor humanidad, por ello,
su voz es la de una multitud en los umbrales: “¿Qué buscarán en mí /que no encuentran en sí mismos? ¿De dónde esta
sed? /si ya soy /esa madera que labran”.
Los seres humanos somos incompletitud, por ese motivo, se apela a una
exploración, que obliga a buscar la unidad solidaria en los demás: “Todo parece un laberinto donde
encontrarse”.
En el poemario de Jon
Andión “todo comienza, /pero vuelve a su
principio (…) / un mapa invisible de la materia que asiste / a las preguntas
del mundo”. Es decir, existe una reiterada preocupación por el comienzo y
el final, en todos los órdenes de la vida. En todo caso, somos tiempo comprimido
en este tránsito terrestre, que es la
vida de cada quien.
Es interesante el eje temático de la luz “A la claridad se la espera. / Es como
aprender a envejecer. /Elige la luz /los sitios por donde pasa?” Según el “Diccionario de símbolos y
mitos”, de José Pérez-Rioja: “Evoca la fuerza creadora, la energía cósmica y la
irradiación solar”. La luz es un símbolo polisémico. Elegir la luz es una
actitud humana, si queremos superarnos.
Si encontramos la luz, derrotamos a la oscuridad y sus propiedades negativas.
Todos
nos hemos extasiado frente a la infinitud del mar. El hablante no escapa de esa
mirada inquisidora, cuando expresa “Mi
vigilia /es solo parte del lugar. / Mi nombre /será siempre su comienzo”.
La actitud de vigilia es otro comienzo, porque la vida pasa, como el oleaje
irrecuperable para volver a tocarlo, porque al “dejarse ir. /Descubrirás el mundo” (…) “Me acompaña /cada uno que lo elige”.
El hablante lírico denota
escepticismo, en relación con el porvenir del planeta: “Quizás sea un escéptico el que nos salve. (…) Dos extraños renunciando
a su verdad y en su renuncia contemplándose. / Me dijeron que humano es ser lo
mismo. /Quizás sirva un extranjero de poeta, uno que aguante en su rechazo / la
belleza”. Sin embargo, la poesía es
un refugio; su protección.
En el poema “La mirada
abierta”, que da título al poemario, el hablante deja leer una especie de
poética contundente, donde expresa ser “ese
recorrido de la vida por la vida, /soy ese surco ancho y vertical que juega a
las colinas, /ese pulso salvaje que se acuerda de las flores, /ese vuelo hacia
el vacío en busca del latido”. El uso de la primera persona del singular,
intensifica y clarifica las preocupaciones de su existencia: “Pensar que el mundo es nuestro es
equivocarse. / Pensar / que no lo es / es renunciar. /La modernidad es la
sorpresa”.
“La mirada abierta”, de Jon Andión Monis, incorpora una diversidad
de elementos, tales como: múltiples imágenes pictóricas, vendedores, poetas,
soldados, vientos, cucharas, navajas, caminos, bosques, sueños, pinturas,
cajas, océanos, abismos, corredores.
Asimismo, poetiza sobre Dios, San Pablo, el Gólgota, los agnósticos. Igualmente, incluye intertextos y paratextos
relacionados con César Vallejos, Pablo Neruda y Federico García Lorca. Además,
alude a personajes mitológicos: Medusa y Perseo.
En síntesis, John Andión,
ha escrito al final de su poemario: “Supimos
llegar /a donde se nos esperaba. /Teníamos un sitio /al que volver”.
Por ello desde ahora, su poesía transita por el
Guanacaste eterno, ya que has sabido llegar en el momento oportuno y, como buen
caminante del mundo, ahora existe un sitio donde puedes regresar: armado de
poemas, con la voluntad de compartir y confrontar tu obra, desde la mirada de
todos, cada día de la tierra, en un
mundo desangelado, pero cargando el poema abierto de la vida.
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural de Costa Rica
Dirección: Apdo. 307 (50101), Liberia, Costa Rica. América
Central
Correo electrónico: minalusa-dra56@hotmail.com
Número de celular:
(506) 88 31 71 46
* Presentado
en el Museo de Guanacaste, Costa Rica, el miércoles 4 de octubre del 2017, a
las 6 p.m.
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