Joaquín Piqueras, España
En ocasiones veo muertos
que depositan su olvido
en la frígida esperanza
de no haber nacido,
en la esterilidad inerte
del hombre que se sabe cadáver
por no vivir lo suficiente
y que se sabe hombre
por no saber aguardar su muerte
PREGUNTAS RETÓRICAS DE ORFEO A LA AMADA DE BÉCQUER
Poesía eres tú,
sí, pero además de apurar
el azul del cielo con tus pupilas,
¿qué sabemos de ti?
¿Qué misterio escondes en tu pecho
para que nuestro amor sea carné por puntos,
se agote y se haga verso?
¿Acaso la vida esconde tales misterios
que sin apurar su resuello
aún tenemos tiempo
de aclamar por nuestros deseos
no correspondidos?
Poesía eres tú,
pero también el silencio
hueco de las horas
y los insomnios deshojados
en noches
sin esperanza.
¿Para qué ser llama que no halla
su lugar en el don preclaro
de nuestra existencia?
¿Para qué amar si el amor nos hipoteca
de vencimientos y despojos?
¿Es el amor vida en muerte o
muerte en vida o simplemente
aceptación humilde
de los designios del destino?
Los símbolos nos puede,
la metáfora, Eurídice,
el encendido fuego en que me quemo,
la realidad virtual, el onanismo gratuito.
Sí, poesía eres tú, Eurídice,
pero bésame antes de caer en el olvido
y no me des el pésame
por el amor que no me diste
en noches de cama
a polvo revertido.
La poesía se nos muestra ingrata
cuando nos reconocemos en ella,
sin embargo, jugamos a escondernos,
nos apropiamos de voces ajenas
para jugar con nuestras emociones,
y aflora entre risas y silencios
y palabras que son de este mundo
la verdad que da miedo, el aforismo,
la minúscula erección metafísica,
porque entre el temblor del pensamiento
y su expresión hay demasiada vida.
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