Yván Silén, Puerto Rico
EL RESUCITADO
Como si fuera un Dios me arrojaron
de la muerte. Mi seno sangraba rosas.
Mujer o hombre, bisexual o hermafrodita, no
lo sabía. Era domingo de Excreta
como todos los días, pero Dios, el
terrible del amor, me había llamado
con la voz de los ruiseñores. El cielo
me había tocado en las entrañas.
Estaba sólo y el mundo no existía. La
muerte estaba derrotada. Yo era el Mito de Dios,
Yo era el Harapo de Dios. Y mis tetillas
sangraban todavía fango. Mi falo
soñaba las rosas de los sueños. Dios es
mi Redentor como si me hubieran disparado
II
a la cabeza. El día estaba iluminado.
Mis harapos daban testimonio del Erebo.
Estaba vacío, estaba pobre, estaba reo.
Dios se había apiadado de las kodas.
Era el domingo de las heces. Era el
milagro de Mí mismo. Mi espejo decía
que yo no era Ego sum. Fingía que era el
Otro de Dios. Los hombres vestían oro
y las mujeres lucían los sombreros de la infamia.
Como si fuera un Idiota me arrojaron de la muerte.
La primavera de Dios era infinita.
Mi falo sangraba la alegría de estar vivo. El
Erebo había sido terrible en los gusanos.
¡La gloria del Señor era implacable!
III
La muerte se estaba exhibiendo con su paraguas
muerto y pregonaba New York Time por el alba:
“¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!” Toda la escoria
del mundo yacía presente. El ser se había
despertado. El no-ser era oscuro, tenebroso,
y se parecía a la nada. Los ángeles del Señor
estaban armados con pistolas treinta
y ocho. Los amantes del Erebo
se besaban y el mundo seguía
siendo excaso. Los harapos de Dios,
mejor que el oro, me cubrían con el semen
de las velas. ¡El Señor estaba amaneciendo!
Los hombres de la escoria contaban sus monedas.
¡La belleza del Señor…era impecable!
*****
8 de abril del 2012
(Domingo de Resurrección)
Puerto Rico
©yvansilen
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