Principios y finales
I
La noche es azafata de la nave sin dueño
que zarpara en silencio al comienzo del mundo
despertando lujuria entre perros y gatos
que ladran y maúllan.
II
El peso de la lenta rotura de las horas...
El ritmo de la ausencia sin fin, imperturbable...
La cuerda de los días tirando del silencio...
Después, ya nada importa.
III
Del camaleón se aprende a sacar bandera roja,
luego a mudar la piel cuando todo termina,
después hay que seguir secándose a la nada
hasta ahogarse en su fondo.
IV
Y que Dios con su aceite nos engrase la vida
o nos cure el eterno desvelo del enojo
que mueve la veleta del tiempo interminable
en que se pudre el triunfo.
V
El destierro se aherroja en largura de espanto
al paso de uno mismo al borde de la nada.
No hay ventanas ni puertas, ni zapatos que lleguen
al origen del sueño.
VI
El rescate se pierde en la aleta que boga
sin relevo que salve la agalla moribunda.
No hay dársena ni puente en el fondo del vaso
que miente su egoísmo.
VII
Tan solo, allí en la noche al final de la huida,
el remo de la luna que mueve las mareas
y destapa el gemido profundo de las olas,
viajando al fin del mundo.
Sonetos para un padre sin prisa
Se es Padre sin ser Dios ni ser Profeta,
se es padre en el arribo,en la partida ,
a la entrada del año, a su salida,
en calma o con giros de veleta.
Fijarle a un día del año, cual tarjeta,
es atar a un instante tanta vida,
es dar a lo inmedible una medida ,
es menos que pegarle una etiqueta .
Se es padre en cada hora, a cada paso,
se es padre por el día y por la noche,
se es padre en la victoria, en el fracaso.
Se es padre con reproche y con derroche
de amor en la certeza o el acaso.
Se es padre desde la apertura al broche.
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Que encuentren los de ayer y los de ahora
lo que importa una fecha sin peldaños
y que relinche el mar si son engaños.
Se es padre en el ocaso y en la aurora:
no hay un día del padre, ni una hora,
ni un paquete de días, ni cien años,
ni las mil y una noche de tamaños
mercaderes, sibilas, fauna o flora
que suplanten al padre en su factura
de amor y de desvelos; él merece
ya no una fecha envuelta en la premura
y al son de un almanaque que perece
como perece el viento que se apura...
Al padre el tiempo todo que acontece.
*María Eugenia Caseiro, es poeta, narradora y ensayista; miembro destacado de la Academia de Historia de Cuba.
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