Karel Leyva, Cuba
Poemas de Karel Leyva
La yesca o la izquierda del loto
la ecuestre lámina y el cobre
de los otoños donde acoto
las premoniciones del roto
talismán, van cayendo, siento
el domeñar el esclarecimiento,
las níveas fauces al zafiro
desgranándose. Tras el giro
tiemblan, movidas por el viento
todas las criaturas y lejos
en un punto inasible queda
la laxitud cambiante, hieda
el verde hasta los entrecejos
de los dioses que en los manejos
de la luz se enervan. ¿ Si empiezas
a construir panteones fresas
podrás a ellos igualarte?
¿ Yesca o loto van a ubicarte
encima de nuestras cabezas?
Piromántica, demasiada
fue tu soberbia al erigirte
santa. ¿ Quién va ahora a seguirte
si quemaste la madrugada
en tu afán de adivinar cada
silueta? ¿Si envuelves en lino
blanco tus cenizas, qué aglutino
para alumbrar las sombras de
mis tigres? Otra vez harás que
tu bondad me torne el equino
impetuoso que se destroza
en las olas interminables
del reencuentro. Las incifrables
llamas que tu inocencia acosa
nada dirán, ni la filosa
hechura o la policromía.
No habrá otra piel para el día
un leño salvador que al ojo
calme su hélico cerrojo
sus fantasmas, la hiel, tu miopía.
***
***
Poemas de Karel Leyva
PIROMÁNTICA
La yesca o la izquierda del loto
la ecuestre lámina y el cobre
de los otoños donde acoto
las premoniciones del roto
talismán, van cayendo, siento
el domeñar el esclarecimiento,
las níveas fauces al zafiro
desgranándose. Tras el giro
tiemblan, movidas por el viento
todas las criaturas y lejos
en un punto inasible queda
la laxitud cambiante, hieda
el verde hasta los entrecejos
de los dioses que en los manejos
de la luz se enervan. ¿ Si empiezas
a construir panteones fresas
podrás a ellos igualarte?
¿ Yesca o loto van a ubicarte
encima de nuestras cabezas?
Piromántica, demasiada
fue tu soberbia al erigirte
santa. ¿ Quién va ahora a seguirte
si quemaste la madrugada
en tu afán de adivinar cada
silueta? ¿Si envuelves en lino
blanco tus cenizas, qué aglutino
para alumbrar las sombras de
mis tigres? Otra vez harás que
tu bondad me torne el equino
impetuoso que se destroza
en las olas interminables
del reencuentro. Las incifrables
llamas que tu inocencia acosa
nada dirán, ni la filosa
hechura o la policromía.
No habrá otra piel para el día
un leño salvador que al ojo
calme su hélico cerrojo
sus fantasmas, la hiel, tu miopía.
***
Ojos de corza huidiza
son los que me dieron caza
iniciándome en la raza
de los amantes, la prisa
de su silueta en la brisa
la elegancia de su paso
me hicieron adicto al trazo
que dejamos en la hierba
y su memoria me enerva
como un dulcísimo lazo
***
Como el pequeño que juega
a esconderse en sus ensueños
cuando unos ojos trigueños
lo convocan a la entrega
de su corazón y llega
el temblor como antesala
de los amoríos, gala
donde desfilan muy quedos
las añoranzas, los miedos
la incertidumbre que escala
hasta las palabras tontas
que se dicen cuando ves
en el dulzor de otra tez
esas miradas que afrontas
y sin percatarte montas
tu pequeño show palacio
donde cobijar despacio
la paciencia y la locura
para en una luz futura
deshacer tiempo y espacio.
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