Lucy Chau, Panamá
a Tatiana, quien al fin lo creyó un día
el amor,
si no transforma
ya te lo he dicho en besos matutinos:
el amor, si en algo no te cambia,
se convierte otra vez en un discurso.
Déjame darte un poco de mis gotas
aunque parezcan arsénico del puro,
permite que delinca ante la ausencia
y tome el derecho
a mis promesas.
¿Te lo digo de nuevo, princesita?
Y no me des la espalda con tu risa,
anótalo en tu negra cabellera,
ya vas a ver, si quieres a la niña,
vas a tener que hacerla muda, sorda y ciega.
¿te lo puedo decir de otra manera?
el amor, si no te mata, es mejor que perezca,
si no se vuelve y te revuelve el alma,
si no te envuelve en su trágica mirada,
si no te cubre
es mejor nada,
tu mano y mi verdad son horas tiernas.
Boleta de Tránsito
Un policía llena una boleta de tránsito
el todavía no sabe para quién es
de vez en cuando sube la mirada
y sigue escribiendo su nombre y el número de su carné.
Su mirada se cruza con la mía
yo se la sostengo sólo para evitar que mire
mi faro defectuoso
mis neumáticos lisos
mi limpia-parabrisas inoperante
mi puerta caída
mi manual de tránsito del setenta y ocho
mis audífonos de celular sin respuesta
y sobre todo
que voy leyendo un libro de versos
mientras el resto de los conductores
se desviven por hacer gritar de rabia
a cada automóvil de la tierra.
Del amor y los discursos
a Tatiana, quien al fin lo creyó un día
el amor,
si no transforma
ya te lo he dicho en besos matutinos:
el amor, si en algo no te cambia,
se convierte otra vez en un discurso.
Déjame darte un poco de mis gotas
aunque parezcan arsénico del puro,
permite que delinca ante la ausencia
y tome el derecho
a mis promesas.
¿Te lo digo de nuevo, princesita?
Y no me des la espalda con tu risa,
anótalo en tu negra cabellera,
ya vas a ver, si quieres a la niña,
vas a tener que hacerla muda, sorda y ciega.
¿te lo puedo decir de otra manera?
el amor, si no te mata, es mejor que perezca,
si no se vuelve y te revuelve el alma,
si no te envuelve en su trágica mirada,
si no te cubre
es mejor nada,
tu mano y mi verdad son horas tiernas.
Boleta de Tránsito
Un policía llena una boleta de tránsito
el todavía no sabe para quién es
de vez en cuando sube la mirada
y sigue escribiendo su nombre y el número de su carné.
Su mirada se cruza con la mía
yo se la sostengo sólo para evitar que mire
mi faro defectuoso
mis neumáticos lisos
mi limpia-parabrisas inoperante
mi puerta caída
mi manual de tránsito del setenta y ocho
mis audífonos de celular sin respuesta
y sobre todo
que voy leyendo un libro de versos
mientras el resto de los conductores
se desviven por hacer gritar de rabia
a cada automóvil de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario