En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



jueves, 31 de julio de 2025

Cuento El niño que quería ser boyero Licda. Francis Barrantes Ruiz (Guanacaste, Costa Rica)

Cuento

E  niño   que   quería   ser   boyero

Licda. Francis Barrantes Ruiz

(Guanacaste, Costa Rica)







 


Cuentan que, por los años de 1950, en un pequeño pueblo llamado Tierras Morenas, ubicado en el cantón de Tilarán, en la hermosa provincia de Guanacaste, vivía Norman, un niño que soñaba con ser boyero y tener sus propios bueyes.

Norman creció entre muchas limitaciones. Mientras iba a la escuela, también trabajaba en la finca de su familia. Junto con sus

hermanos, cargaban leña desde la montaña hasta el pueblo, todo al hombro. Aquel esfuerzo despertó en él el deseo de tener una carreta, con la esperanza de que los bueyes pudieran aliviar su carga y, de
paso, disfrutar del camino conduciéndolos por las calles, como lo hacían los boyeros que veía a diario, trayendo mercadería para abastecer a los vecinos.

La ilusión crecía cuando escuchaba historias sobre cómo el mosaico de la iglesia y varias de las mesas de la escuela habían sido



trasladados en carretas. Para él, aquellas historias eran prueba de que los bueyes no solo eran fuerza, sino parte de la vida del pueblo.



Cuando terminó la escuela, su padre lo envió —junto con sus hermanos— a trabajar en la finca de un finquero local. Ahí, sembraban y cosechaban arroz, frijoles y tiquisque. Norman quiso aprender sastrería o ser telegrafista, pero su padre no lo permitió. Decía que eso era vagancia. Que lo necesitaba en la finca.

Aun así, la idea de ser boyero seguía viva en su mente. En ese tiempo, el boyeo era el principal medio de transporte. Tierras Morenas ya era distrito, pero aún no se conectaba directamente con Tilarán. Las rutas más comunes eran tres:

·                   Por el Llano Las Mulas: una ruta quebrada y pedregosa.

 ·                   Por La Palma: más corta, pero con puentes en malestado y una cuesta temida, llamada “el Trepón del Magaleno”.

·                   Por Aguilares: la mejor opción, ya que pasaba por la Hacienda La Argentina, un centro activo con comisariato, aserradero, trapiche y piladora. Esta zona desapareció años después por la construcción del Embalse de Arenal.

La ruta de La Argentina llevaba al cruce de Aguilares, donde uno podía ir hacia Tilarán o Los Ángeles. En Los Ángeles estaba el famoso almacén El Emporio, de don Albino Guzmán, que abastecía a La Palma, Tierras Morenas, Paraíso y Agua Caliente. Era común ver carretas transportando productos como arroz, jabón en barra, manteca, canfín, miel de purga, y hasta camas, guacales y piedras para reinstalar fogones cuando una familia se mudaba.


También, cuando alguien enfermaba, la carreta se convertía en ambulancia, llevando al enfermo a Los Ángeles y, de ahí, a Cañas.

Norman, ya con casi 15 años, trabajaba el campo cuando logró comprar sus primeros novillos. Su abuelo Balbino le prestó 250 colones. Tardó tres años en pagárselos, tras una buena cosecha de frijoles. Amansó los novillos con paciencia, pero uno no resultó. Tuvo que venderlo y comprar otro ya amansado, aprendiendo así que no cualquier novillo sirve para buey.

Norman aprendió a escogerlos con detalle: buena contextura, cachos proporcionados, ombligo y cola cortos, frente firme y casco redondo de pezuña ancha.

Con su yunta finalmente lista, Norman comenzó su vida como boyero. En aquel tiempo, no importaba si alguien era menor de edad: había que trabajar para ganarse el pan.

Se cobraban dos colones con cincuenta por cada quintal de mercadería. La carga usual era de unos 15 quintales. Norman salía de madrugada, dormía en el corredor de una pulpería en Los Ángeles y cargaba a las seis de la mañana. No usaba foco, solo la luz de los luceros, porque tanto él como sus bueyes conocían el camino de memoria.

En una de sus tantas jornadas, sus bueyes estaban cansados por una carga de madera del día anterior, así que pidió prestada una yunta a un tío para cumplir con un encargo liviano. Tomó la ruta de La Palma. Cargó la carreta al mediodía en Los Ángeles y emprendió el regreso a las tres de la tarde.

Ya en el Trepón del Magaleno, al anochecer, los bueyes no lograron subir. Se quedó varado. La luna llena lo acompañó y decidió esperar al amanecer. Su idea era descargar parte de la mercadería y subirla por tramos.


Pero en la madrugada empezó a llover. Sin forma de cubrir toda la carga con su única lona, decidió esperar un milagro. Y llegó.

Cerca del mediodía, pasaron unos muchachos arriando cerdos. Uno de los chanchos se quebró una pata, y uno de ellos regresó a Morenas por ayuda. Pronto apareció el dueño, con buenos bueyes y una carreta. Norman le pidió ayuda: él llevaría el chancho accidentado, y el otro usaría su yunta para arrastrar su carreta.

Aun así, el viaje que debía durar cuatro horas tardó más de un día. Llegó a Tierras Morenas a las cinco de la tarde del día siguiente, agotado, con hambre, pero aliviado. A la entrada del pueblo, se encontró con su hermano, quien lo buscaba por la preocupación de su madre.

Esa fue solo una de las muchas historias vividas con sus bueyes y su carreta. Norman fue boyero por más de 25 años, oficio que le dio sustento a él y su familia, hasta que una enfermedad lo obligó a dejarlo a los cuarenta.

Hoy, don Norman tiene 84 años. Trabaja en un pequeño taller donde hace artículos de madera que vende a sus vecinos. Y allí, a quien quiera escucharlo, les cuenta sus historias con los bueyes, sus compañeros inseparables.

En el año 2012, el desfile de boyeros de Tierras Morenas, celebrado cada 15 de mayo en honor a San Isidro Labrador, fue dedicado a él, como homenaje a su aporte al boyeo y al desarrollo de su comunidad.

Ese homenaje llenó de orgullo a aquel niño que un día soñó con ser boyero y, con esfuerzo y valentía, logró su sueño, convirtiéndose en ejemplo de perseverancia y amor por sus raíces.


La autora, Licda. Francis Barrantes Ruiz (1978), es Licda. en Educación Primaria, Universidad de Costa Rica. Trabaja en el Ministerio de Educación Pública desde el 2000, en Tilarán, Guanacaste.

          En opinión del escritor Miguel Fajardo, el cuento “El niño que quería ser boyero”, de la educadora Francis Barrantes Ruiz, maneja y recupera hechos reales en el tiempo, pero en su texto alcanza a perennizarlos.

          El tratamiento temático de la autora es muy humano, de gran introspección y conocimiento acerca de los avatares del factor humanidad.

          Realiza una notable recuperación temática de uno de los personajes arquetípicos del trabajo cotidiano, sin horarios.

          Con un estilo directo y puntual, la narradora envuelve al lector en el tejido argumental de su cuento, donde destacan los valores de la convivencia y la solidaridad, tanto en el plano familiar como laboral.               

El cuento “El niño que quería ser boyero”, de la Licda. Francis Barrantes Ruiz, se encuentra incluido en la antología RELATOS DE MI TIERRA, producido por la M.Sc. Meysbol Torres Herrera, de la Dirección Regional de Educación, Cañas, Guanacaste, Costa Rica.

Dicha antología incluye cinco cuentos de estudiantes de primaria, 11 textos de alumnos de secundaria. La única educadora incluida es la Licda. Francis Barrantes Ruiz.

Esta publicación se comparte en la revista electrónica ODISEO EN EL EREBO, dirigida por el gran escritor salvadoreño, André Cruchaga, con fines exclusivamente educativos.                                                     (MFK 

Lic. MIGUEL FAJARDO



miércoles, 2 de julio de 2025

Marco Tulio Gardela, leal e imprescindible humanista

Nota: Discurso leído por el Lic. Miguel Fajardo, tanto en la Dirección Regional de Enseñanza de Liberia, como en el Museo de Guanacaste, julio del 2025.


Marco Tulio Gardela, leal e imprescindible humanista

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

 

Premio La Gran Nicoya

minalusa-dra56@hotmail.com

 

 

 

La vida es una oportunidad de crecimiento. Una perspectiva cotidiana que nos proporciona Dios y el destino para ser y hacer.  Un llamado indispensable para inscribir las huellas imperecederas, con el propósito de fomentar los más altos valores de la condición humana.

 

Marco Tulio Gardela Ramírez fue un guanacasteco, por elección y convicción, nacido en Quepos.  Vivió en Guanacaste durante 53 años. No tuvo cédula 5, pero durante más de medio siglo, amó, luchó y defendió, denodadamente, las causas del Guanacaste eterno integral, visibilizándose como uno de sus líderes más auténticos.

Formó un hermoso hogar con la Prof. Marcelina Mendoza. Fue el entrañable Tito para Adriana y Manuel (+); así como para Marcelita y Diego. Un abrazo fraterno para toda su familia afectiva, que lo acompañó, siempre.

 

Filólogo y profesor. Fungió como Asesor de Español en la Dirección Regional de Enseñanza de Liberia. Hace 51 años fundó el Centro Literario de Guanacaste (20 de marzo de 1974), institución cultural que ha sembrado fértiles semillas espirituales en el surco de Guanacaste, como una manera de ser desde la individualidad, pero con un cernido compromiso, en pro del mejoramiento colectivo. 

“Vivamos la Guanacastequidad”

El programa “Vivamos la Guanacastequidad” fue creado por Marco Tulio Gardela Ramírez, como una respuesta educativa y cultural al olvido o desconocimiento de las tradiciones y valores guanacastecos en las nuevas generaciones. Dicho programa se convirtió en una herramienta pedagógica, que se concretó el 7 de abril del 2006, cuando se oficializó el Decreto 33000 en el Diario Oficial La Gaceta y, desde entonces, impulsa y refuerza el conocimiento y la vivencia de la cultura local, mediante actividades cívicas, artísticas, folclóricas y de reflexión comunitaria, y se volvió de acatamiento obligatorio en todos los centros educativos de la provincia. El apoyo integral de la exdiputada y escritora, Ligia Zúñiga Clachar, fue decisivo para que dicho programa alcanzara su oficialización y vigencia.

El término “Guanacastequidad”, acuñado por el Prof. Gardela, representa la esencia del ser guanacasteco: su identidad, su lenguaje, su música, su comida, su historia y su forma de vivir. No se trata solo de una herencia folclórica, sino de una visión integral de la vida, basada en valores como el respeto, la solidaridad, la honradez y el amor por la tierra.

El impacto del programa fue tal, que fue adoptado oficialmente por el MEP, como parte del enfoque educativo regional, y se celebra con fuerza especial en el mes de julio, coincidiendo con la conmemoración de la Anexión del Partido de Nicoya, específicamente, el 24 de julio de cada año.

Marco Tulio es el creador de la palabra Guanacastequidad. Obtuvo las siguientes distinciones: Premio Carlos Gagini (1985), Premio Carlos Luis Sáenz (2014). Declarado “Hijo Predilecto de Liberia” (2014).

          Publicó seis libros: Herencia del sol, Marcelita: Semana de Cuentos para una niña guanacasteca, Diccionario de guanacastequismos, Guanacaste escribe, Yamayure: semana de cuentos para Dieguito, y Lecturas de la guanacastequidad. Coautor de diversas antologías con Ligia Zúñiga y Miguel Fajardo.

 

Su trabajo como gestor cultural fue intenso, honesto y ad honórem. Incluyó la coordinación y ejecución de actividades en todos los cantones del Guanacaste Eterno. Él fue un paradigma de trabajo cultural voluntario, que signa una toma de conciencia y de trabajo cívico, sin horario.  Se distinguió como un gran luchador por las causas de la reivindicación de los territorios peninsulares y del mejoramiento cultural, literario y educativo en Guanacaste.

 

La figura y el peso intelectual del Lic. Marco Tulio Gardela Ramírez (1950-2025), es el paradigma de un ejercicio profesional honesto, inserto dentro de los ideales de mejoramiento del ser humano, y hondamente comprometido con las mejores causas, en pro de una sociedad más justa.

 

El Lic. Gardela ejemplificó, con plenitud, una vocación de trabajo y de honesto desempeño durante su ejercicio profesional, comunal y como miembro de la sociedad civil.

 

Marco Tulio: con el norte de la honestidad, un valor que debemos reivindicar en nuestro país, supo construir, con generosa filantropía, el compromiso social de la viable unión integral guanacasteca.

 

Marco Tulio, ilumina nuevos caminos, los cuales se orientan, siempre, hacia el servicio de los demás, como su propio mundo justo: donde se inicia la propia conciencia y tiene por testigo al corazón.

 

Sin duda, fuiste uno de los mejores hijos que han dignificado al Guanacaste Eterno, cada día de la tierra.  Contar con su amistad leal, a prueba de siempre fue una bendición durante 10 lustros de trabajo voluntario desde la cultura.

 

Los merecidos homenajes tributados a Marco Tulio Gardela, tanto por el equipo provincial de la Guanacastequidad, la Dirección Regional de Enseñanza de Liberia y la Junta Administradora del Museo de Guanacaste, con la develación de una placa y la fotografía de Marco Tulio Gardela, son altamente significativos, porque se realizan durante el mes de julio, dedicado a Guanacaste. Julio, es un mes que Marco Tulio Gardela amaba, porque salía a relucir las territorialidades de la identidad del Guanacaste eterno telúrico.

 

Marco Tulio Gardela Ramírez representará el espíritu de un educador comprometido con su tierra adoptiva. Gracias a su visión, el concepto de “Guanacastequidad” se ha convertido en un símbolo de identidad y pertenencia para numerosas generaciones de guanacastecos.

Su trabajo ha permitido que la cultura de esta región, no solo se preserve, sino que se celebre con orgullo y se enseñe con amor. Su legado continúa vivo en los centros educativos, en los bailes folclóricos, en cada canto de marimba, así como en la niñez y la juventud que crece con la convicción de que su cultura vale y debe ser honrada.

Al amigo y Maestro Gardela, se aplica, cabalmente, el pensamiento del escritor alemán Bertold Brecht (1898-1956), a saber:

 

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.

Pero hay quienes luchan toda la vida:

esos son los imprescindibles”.

 

Sin duda, fuiste uno de ellos: un humanista leal e imprescindible. Nos hacés muchísima falta, pero tu memoria seguirá honrándose, cada vez que demos y ganemos luchas en favor del Guanacaste que amarra los pies, porque No queremos un Guanacaste ajeno a nuestras raíces.    


 

martes, 1 de julio de 2025

ESCRITURA DE LA HUIDA

Caravaggio. Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596. 

Galeria Doria Pamphili. Roma.


ESCRITURA DE LA HUIDA

 

 

 

Disuelta la linterna del azogue nos queda el sollozo y el carrusel de la tormenta con todas sus inocencias a veces solo cerramos los ojos y nos echamos a andar: no hay contraseñas para todo lo que fueron cortando las tijeras ni retorno para suturar la herida ni un aquí que vacíe las oscuridades acumuladas quizás la mejor moneda que nos queda es el tiempo cualquier impostura es sólo acechanza precipicio vértigo  —sé que las devoluciones carecen de tinaja salvo las manos arrugadas del espantapájaros tampoco el desvarío tiene la misma fiebre: en la ventana el olor jorobado de las ingles  el país a punto de enterrar la verdad y alabar el engaño o el aburrimiento fuera de los ojos o dentro de ellos el río que debemos cruzar encorvando cada uno de los pensamientos jamás he podido entender los maullidos del moho y su predominio de golpes en las fauces desangradas de la flor todos los amarillos desandados del jadeo el dolor de lo humano  —hay difuntos en el contraste del paraguas y palabras muertas como la escritura en el vacío y puntos suspensivos en un territorio caduco de miradas dentro de la altitud de una pieza oscura me veo jardines sin brazos agujeros con huesos mañana habrá crecido más el desabrigo tan cierto como la sexualidad póstuma es horrible el rostro del tizne también los tardíos arrepentimientos el pez coagulado en el antesueño de los esqueletos: juro que transcurrida la tormenta la niebla no es igual como tampoco es igual el adiós irrestañable (no hay reconciliación cuando la ternura ha dejado de ser artículo de primera necesidad: empezaste a morir en mi boca al tiempo que recordaba sueños y palabras y a esos comensales enloqueciendo en las esquinas como memoria de la noche)…

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen Caravaggio. Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596. Galeria Doria Pamphili. Roma.