En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



jueves, 15 de mayo de 2025

Guanacasteca EMILIA RIVAS BUSTOS (1861-1931), primera enfermera graduada de Costa Rica

 

Miguel Fajardo


Guanacasteca EMILIA RIVAS BUSTOS (1861-1931), primera enfermera

graduada de Costa Rica

 

Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural

minalusa-dra56@hotmail.com

 

            Se ha publicado un valiosísimo libro, que marca una historia relevante dentro del ejercicio de la noble profesión de Enfermería, a saber:

          Arias Calderón, Ana María. Semblanza de Emilia Rivas Bustos. Primera Enfermera Costarricense. Primera Enfermera de América Latina. San José, Costa Rica: Editorial Librería Alma Mater, 2023: 62. El equipo editor estuvo integrado por: Allan Zúñiga Brenes, Shirley Porras Arce, Josué González Arley, Juan Carlos Vargas Araya y Guillermo Carvajal Alvarado.

          La Licda. Ana María Arias es autora de otras obras: “Urgencia perpetua” (2016); “Colegio de Enfermeras una historia para revivir” (2020), en coautoría con Gustavo Alonso Rodríguez Rodríguez, y “La historia de la Enfermería de Costa Rica” (2023).

          La Licda. Arias Calderón es enfermera graduada, licenciada en administración educativa, profesora jubilada de la Universidad de Costa Rica.  Trabajó en el Hospital San Juan de Dios. Fue instructora de auxiliares de enfermería de la Junta de Protección Social de San José y de diversos cursos de formación de enfermeras, así como coordinadora del programa de formación de enfermeras diplomadas en la Sede de Guanacaste de la UCR.

***

          Emilia Rivas Bustos nació en Liberia, Guanacaste, el 24 de junio de 1861; falleció en San José, el 24 de febrero de 1931, por cumplir los 80 años. Fueron sus padres: Domitilo Rivas y Dolores Bustos, de nacionalidad nicaragüense.

          Doña Emilia Bustos ejerció como directora en la Escuela Mixta, comarca de Palmira, Puntarenas, según publicación del Diario Oficial La Gaceta, del 28 de febrero de 1888.

Contrajo nupcias con el Dr. Abel Santos, el 6 de junio de 1888, de quien enviudó.

No tuvo hijos, sin embargo, hubo personas afectivas muy importantes como Abelardo Lobo y Amelia de Lobo.

La Gaceta Médica del 1 de julio de 1897, da cuenta de que la directiva de enfermeras del Hospital Johns Hopkins, por medio del Dr. Calnek, concedió una beca de estudios a Emilia Rivas Bustos.

Durante sus estudios demuestra gran vocación y capacidad de aprendizaje.

Una vez concluidos sus estudios en Estados Unidos, doña Emilia se convierte en la primera enfermera graduada de Costa Rica.

Una vez graduada, trabajó en hospitales de Estados Unidos.

Asimismo, laboró durante dos años como subdirectora del Hospital Civil de Santiago de Cuba.

En las conclusiones, la Licda. Ana María Arias Calderón afirma: “Una profesional que se dedicó en lo personal y laboral con alma, corazón y vida por los enfermos y por hacer crecer los servicios del hospital, trabajaba con los líderes de la comunidad y voluntarios para lograr los objetivos de una excelente atención a los necesitados en las mejores condiciones y comodidades.  Su liderazgo fue muy notorio durante su permanencia en el hospital y reconocidos por los medios de comunicación a nivel de la provincia de Puntarenas y a nivel nacional” (2023:54).

En 1904 la Junta de Gobierno de la Facultad de Medicina de Costa Rica le reconoció su título de Enfermera graduada, en el Hospital del Colegio Médico Jeffersoniano de Filadelfia.

El 14 de mayo de 1904 firma el contrato para dirigir el Hospital San Rafael de Puntarenas, suscrito por don Uladislao Guevara Pérez, gobernador de la Comarca de Puntarenas.

El 20 de mayo de 1904 fue contratada como directora del Hospital San Rafael de Puntarenas y directora de Enfermería por un lapso de dos años, sin embargo, trabajó en dicho hospital durante cinco lustros (1904-1928).

Durante sus funciones como directora del Hospital San Rafael de Puntarenas realizó cambios importantes, por ejemplo: un extenso pedido en el exterior de implementos necesarios para la adecuada atención hospitalaria, tales como camas de hierro, mesitas con armazón de hierro, planchas de cristal blanco, escupideros de hierro, orinales de hierro, sábanas de hule negro, etc.

En su honor durante la inauguración de la sala de cirugía de dicho hospital se develizó el retrato de doña Emilia Rivas Bustos, como un homenaje por sus eficientes servicios profesionales prestados.

El Diario de Costa Rica del 24 de febrero de 1931, expresa: “Cuando se escriba el Libro de Oro de la Caridad Pública, esta santa matrona ocupará un lugar preferente y entonces las nuevas generaciones conocerán sus méritos, que la colocan entre el número de los mártires de la humanidad”. 

Palabras premonitorias, hace 94 años, toda vez que la Asamblea Legislativa de Costa Rica, la ha declarado Benemérita de la Patria, el 7 de marzo del 2025, máxima distinción con que el Estado reconoce a las personas sobresalientes. Para el mes de agosto está programada la ceremonia oficial del benemeritazgo.

Instamos al Concejo de Liberia y a los del resto de Guanacaste, a sumarse al homenaje para una de sus ciudadanas ilustres. 

Nuestra felicitación a la escritora e investigadora, Licda. Ana María Arias Calderón, por su afán de recuperar para la historia, la figura de la primera Enfermera profesional de Costa Rica, la guanacasteca, Emilia Rivas Bustos.




jueves, 8 de mayo de 2025

EL ESPEJO COMO RESURRECCIÓN E IDENTIDAD, EL AUGURIO REVELADO DEL ANHELO DEFINITIVO

 



EL ESPEJO COMO RESURRECCIÓN E IDENTIDAD, EL AUGURIO REVELADO DEL ANHELO DEFINITIVO

 

 

 

Escucho el eco de una palabra que resonó

antes que la palpitación del oído golpeara, y se estremece

la caja roja del corazón simple como un cuchillo.

JUAN JOSÉ SAER

 

Un bosque se abre en la memoria y el olor a resina es útil al corazón.

Vi las esferas del sudor y los insectos en la dulzura;

luego, el crepúsculo en sus ojos;

después, el cardo hirviendo ante el centeno y la fatiga de los pájaros perseguidos por la luz.

ANTONIO GAMONEDA

 

 

La transfiguración del entorno al poema constituye una conquista del poeta. Y sin que desee hacer una evocación simbolista, entre alma y naturaleza se trata del yo del poeta frente a una existencia externa. José Siles González, poeta consumado cuya poesía va del aquí a lo trascendente, de la herencia de lo terrenal a una escritura que va más allá de su propia voz. Como una especie de vidente se adentra en diversos espejos, místicos, mántricos, alumbrados. Su libro: «Espejo de monos alumbrados»,[1] es una obra que deslía su experiencia de vida, asociando y evocando realidades, ese mundo de ideas y sueños del cual no escapamos porque estamos ligados a él indisolublemente. Al respecto, C. M. Bowra considera a Verlaine, Baudelaire y Mallarmé como la vanguardia de ese movimiento, que incluye a todos los poetas que «intentaron manifestar una experiencia sobrenatural con el lenguaje de las cosas visibles, y en los que casi cada palabra es un símbolo, ya que está utilizada no según su uso corriente, sino por la asociación que evoca con una realidad más allá de los sentidos».[2]

Espejo de monos alumbrados, está constituido por cinco apartados, el primero se corresponde con el título del poemario. No sé si esta primera parte tenga que ver con el eslabón perdido en el contexto de la evolución humana convertida en lo que somos hoy en día. Existen múltiples propuestas para explicar este fenómeno, una de las cuales fue planteada por el genial filósofo y etnobotánico Terence Mckenna[3] en su teoría conocida como «The Stoned Ape» («El mono dopado»). En ella Mckenna propone a la psilocibina, la sustancia activa en los hongos alucinógenos y que pertenece a la clase de las «triptaminas», como la principal responsable de este salto evolutivo. Según esa versión, uno de los grupos de homínidos consumió, buscando alimento, hongos alucinógenos. La consecuencia fue la aceleración en el desarrollo de la corteza cerebral, lo cual eventualmente derivó en el nacimiento del lenguaje, consagrándose así un salto neuroevolutivo. «El mono alumbrado y su evolución», título del primer poema, nos remonta precisamente a esa teoría de Mackenna, el desarrollo progresivo de habilidades del primate a lo humano. Y no es de extrañar porque Siles, más allá de la poesía es un hombre de ciencia; traer esos postulados teóricos a la poesía en particular demuestra que no existen barreras entre cielo y tierra. El poema de Siles dice así: «bajo los efectos de una atávica sustancia / alucinógena, / tal vez el más original manjar / probado por los dioses, / nada más descender de los árboles, / creyéndose por fin todo un erectus, / se erigió, además de bípedo, / en rey de la tierra / con erguidos aires de / pensador griego, / y, gracias a los efectos / de exóticos hongos, / algo se iluminó en sus adentros, / llegando a disfrutar / varios días en un minuto, /miles de años antes de la existencia» … (Siles: El mono alumbrado y la evolución, pág. 15).

Tenemos por otro lado el espejo, palabra clave en este entramado poético, el espejo poema a través del cual vemos ese proceso de evolución y, a menudo de degradación de la humanidad. El espejo ha sido un recurso recurrente en la literatura a lo largo de los siglos, utilizado por escritores para explorar temas de identidad, autorreflexión, dualidad y realidad. A través de diversos enfoques y contextos, el espejo puede ofrecer una profunda introspección sobre los personajes y la narrativa; en el espejo suelen enfrentarse a una contemplación de sí mismos, de sus decisiones y de su papel en la historia. El espejo refleja no solo su apariencia física sino también sus emociones, conflictos internos y evolución. Por ejemplo, en «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde, el espejo y el retrato sirven como conductos para la exploración; el espejo también puede simbolizar la autorreflexión y el análisis de uno mismo. En la literatura, los momentos frente al espejo a menudo marcan puntos críticos en los que los personajes deben enfrentarse a sus propias verdades y engaños. Estos momentos pueden ser catalizadores para el cambio o para el reconocimiento de aspectos ocultos de su personalidad. En «Madame Bovary» de Gustave Flaubert, Emma Bovary usa el espejo para enfrentarse a su descontento con su vida.

El espejo también puede cuestionar la naturaleza de la realidad y la percepción. En la literatura, los espejos pueden distorsionar la realidad, presentando versiones alternativas de los eventos y personajes. Este recurso permite a los escritores jugar con la percepción del lector, creando historias que exploran el límite entre la realidad y la ilusión. En «El Aleph» de Borges, el espejo sirve como un elemento que desafía la percepción y la comprensión del infinito y lo absoluto. representar la verdad, la sabiduría o incluso la vanidad. en «Blancanieves» de los Hermanos Grimm, el espejo mágico es un símbolo de la verdad y la obsesión por la belleza. Desde ese ese espejo Siles hace una crítica mordaz, al menos es lo que creo ver en siguiente fragmento: «Algunos chimpancés de Nashville  / babean con el country, viendo / bambolearse las tetas de Dolly Parton, / aunque los simios más ebrios del Bronx prefieren otros alivios, / como el reguetón o el rap; /mientras, los gorilas de Rio de Janeiro se chiflan / y casi mueren por la samba en sus favelas de culto, / sin darles tiempo a deleitarse, mientras deliran, / esquivando la pequeña bala / de una bonita pistola azul, / disparada con toda la alevosía desde infierno / por la voz rota de Tom Waits.» (Siles: Los monos colocados y su infructuosa búsqueda de armonía, pág. 16).

El segundo acápite de este poemario, intitulado: «Manadero de místicos mántricos,» a ciertos personajes, hechos históricos y a algunas posturas filosóficas, como el caso de Martin Heidegger. Para saber hacia dónde nos lleva el poeta, veamos que nos dice el diccionario al respecto de la mística[4] se define como algo relacionado con la vida espiritual y contemplativa que busca la unión con la divinidad, o con el misticismo, una doctrina religiosa y filosófica que enfatiza la experiencia directa y personal de lo sagrado. Y lo mántrico[5] que deriva de "mantra", que en sánscrito significa "pensamiento" o "instrumento mental". En el contexto de las religiones hindú y budista, los mantras son sonidos o palabras sagradas que se recitan para diversos fines, como invocar a la divinidad o para la meditación.

En la búsqueda, el hallazgo del rastrojo, la contemplación, la verdad en cuyo sendero se encuentra la verdad; luego, en «El sosiego nocturno del limonero en su eterno retorno», el poeta le da vida con cierto halo de misticismo al árbol: «… en ese instante de incorpóreo silencio, / una flor de azahar despliega sus alas blancas, / emanando el aroma del fruto / mientras la piel del limón, que pierde su resplandor, / contempla el desmayo lento del azahar / sin reproches, sin gimoteos, / sin desasirse de su frágil nostalgia / en tanto la niebla sitia al limonero, / mitigando en su nocturna guardia / el fulgor de las profecías» … (Siles: El sosiego nocturno del limonero en su eterno retorno, pág. 38). La clave de este apartado del poemario se cifra en dos referencias esenciales: la que lo vincula a una tradición literaria y la que lo presenta como un espacio-producto elaborado artísticamente. En efecto, como más adelante indicará el poeta hablar de mística y mantra en poesía es hablar de los ojos que lo contemplan, de las lecturas que han configurado esa mirada y del gozo estético derivado de la conciencia.

Aunque a veces el mundo se deshace como la arena, pensando en Blake, lo cierto es, según Siles, «Aún quedan rosas originales y cosmopolitas en la vasta pradera del pensamiento», de lo cual tengo mis reservas, el poeta de manera osada nos dice: «… no hay murallas que limiten su horizonte, / ni cadenas que aprisionen su verdad, / en cada mirada, en cada susurro, en cada suspiro / Por fin late la libertad del ser al recapacitar.» En la siguiente estrofa del poema citado, el poeta adopta una postura de escepticismo como desvirtuando lo antes expresado. Veamos: «Pero en la sombra prosigue el acecho de un riesgo, / el adoctrinamiento enroscándose como una serpiente, / buscando sigilosa y tenaz el emponzoñado adocenamiento / del frágil sueño de la conciencia, / y sin sosiego ni cuidado alguno / acabar marchitando los pétalos más bellos y peculiares / de una rosa original y cosmopolita,» … Siles: Aún quedan rosas originales y cosmopolitas, pág. 40).

He aquí el centro neurálgico de la poesía de siles y en particular de este libro: la experiencia vital transfigurada que se hace visible en la palabra. Hay un ensimismamiento e intuyo que es el de la vigilia, del mantra que trasciende la identidad de la condición humana. Pareciera que Siles habla a solas entre la muchedumbre y hasta cierto punto derriba el mito para confraternizar con él, ecos de una cultura perdida, tal sus palabras. Es indiscutible el legado dejado por la antigüedad y la insoportable crudeza de la verdad. «Allá, donde no hay lecciones por impartir, / ni dioses que adorar, / ni pecados que confesar, / ni poemas que escribir, / ni conocimientos pendientes, / ni casas que ocupar, / ni dones que otorgar, / ni cuentas que confiscar» … (Siles: La insoportable crudeza de la Verdad, pág. 61).

Interesante resulta en esta segunda parte, el recurso de la referencialidad literaria con la cual se hacen referencia o alusión a otras obras, autores, eventos históricos, mitos, leyendas o incluso elementos culturales y sociales. Esta referencialidad puede manifestarse de diversas maneras, tales como citas, alusiones, parodias, y reescrituras. Estas referencias nos permiten enriquecer el texto, crear un diálogo intertextual, rendir homenaje, o incluso subvertir o criticar las obras originales. Lo podemos ver en poemas como: El Templo de la Verdad en Pattaya, héroes y dioses y dioses del Olimpo, Nefertiti, El dorado exilio del rey de Punicia, Dionisos, y la Oda al dasein pasional de Hanna Arendt Y Martin Heidegger. Todo este entramado sirve de sustento para construir el poema, invocando, retrotrayendo esos pasajes, personajes acontecimientos. Entre citas (epígrafes) y alusiones, Siles elabora su polifonía. Conviene agregar ejemplos clásicos de este recurso: «Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes, «Ulyses de James Joyce», «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez, «La Odisea» de Homero.

Cierra esta segunda parte del libro con dos poemas interesantes: «Del Vacío de la Nada a la Nada del Vacío» y «Oda al dasein pasional de Hanna Arendt Y Martin Heidegger». El poeta, aunque se decanta por el amor de Martín y Hanna, no deja de palpitar en esa vertiente del existencialismo. Nos habla de la Nada y el dasein.[6] En su forma más auténtica de existir está enraizada en su contexto y a las relaciones con otros seres. Sólo se puede dimensionar esta obra de Siles si la contextualizamos desde este punto referencial. La comprensión del ser del dasein requiere una consideración de su temporalidad, es decir, de cómo su existencia se desarrolla a través del tiempo. El dasein experimenta su ser como un ser-en-el-tiempo, y esta experiencia temporal influye en su comprensión de sí mismo y de su mundo. Asociado a lo dicho está la Nada, pero la Nada no existe desde el punto de vista de la física. Este concepto es paradójico y desafiante, Sartre argumenta que la conciencia humana está caracterizada por la capacidad de negar y de crear la nada, lo que permite a los individuos trascender su existencia factual y ejercer su libertad. Atenidos a esto, el poeta nos dice: «Piensas en tu incapacidad para entender nada / de la Nada, / y te sientes muy cerca de todos los vacíos / sin norte. / Y, sin aviso previo, / caes sin red al abismo de los recuerdos[7] (Siles: Del Vacío de la Nada a la Nada del Vacío, pág. 62). Cierro esta parte con un fragmento revelador: «En la Selva Negra, Heidegger, treinta y cinco / años después de ser engendrado por un hombre / mucho más coherente y sencillo; / un casi humilde tonelero católico, / sacristán y devoto / de la piadosa y embriagante / sangre de cristo en barril; / le susurró cosas íntimas de Platón a una / Joven judía, casi niña, de Hannover, / una tal Hanna Arendt, quien, ávida de trascendencia / y despiadadamente sedienta de anhelo, / se dejó invadir por ese amor mágico y tabú / al que suelen aspirar los superdotados / ungidos por las quimeras del escándalo.» Siles: Oda al dasein pasional de Hanna Arendt Y Martin Heidegger, pág. 64). Y «en el final de su historia se enlazan como testigos mudos» …

          «Griegos, si aún recordarais algo de lo que fuisteis: ¡Saltad!» constituye la tercera parte del poemario. Vuelven los mantras danzando en su caligrafía. Emergen Homero y Heráclito en el imaginario del poeta, el confín de los primeros tiempos al presente; en la ebriedad onírica, las brumas y la evocación pericliana como para desentrañar los fantasmas de aquél: «Pericles aspiraba a desentrañar / a través de su propio fantasma, / en aquel lúgubre sueño, / su vida, enigmas de sombras, / y recordar lo más encantador de su torpe existencia, / pero su vida era tan sombría, / que el sueño se le fue de las manos / y sólo consiguió producir / una atroz serie de escenas donde, / lo funesto y fúnebre acaparaban / un escenario desolador / en irreversible descomposición.» (Siles: Onírica y fallida evocación pericliana, pág. 76).

          Cualquier acercamiento a ese poeta alicantino deberá basarse, aunque sea a manera de conjetura en una consideración de todos aquellos lugares desde donde parecen entramarse y disociarse las ramas de su pensamiento. Siles sintoniza con el pasado (la herencia griega en nuestra cultura occidental) y el presente literario, con todo lo que supone intercomunicabilidad; es decir, la evidencia de un profundo diálogo transtextual. Para ejemplificarlo tomemos el siguiente texto: «Recordar, es desentrañar la maraña, / donde las crudezas más bárbaras / cubren su violencia con ropajes de escalofrió sintético, / allá donde los espejismos son todo / porque no hay más entelequia / que resista el tacto del frío / y sucumba al brillo lacerante del hielo / como el reflejo de una / simple y fugaz cerilla desvaneciéndose en el frío / …una vida polar perdida.» (Siles: Donde el otoño me lleve, pág. 80). el poeta se torna un peregrino y construye su propia epopeya, la geografía que abre los caminos de la memoria, la historia incendiada de sepultureros, a veces los tugurios cobijando la vida, su mórbido espíritu.

          Desde la poesía nórdica antigua, Siles nos trae a las Valquirias[8] e instala su curioso proceso de meditación. «Recuerdo entre los pegajosos / sudores de aquella noche en vela: / un atardecer de color poniente / con el sol ya agotado / pero aún dorando / el líquido derramado en tu piel / mientras, enteramente enervada, / tus curvas / se alzaban convexas y majestuosas / como la Cleopatra de Elizabeth /con los pezones empinados / y la mirada guerrillera, / sin tregua ni cuartel, indomable y atigrada, / poseída por un único propósito: / la caza mayor del deleite más vandálico. / Así, mi dulce y algo rústica / Valquiria, adoradora de Odin, / te recuerdo sin sombra de melancolía: / despertando entre el paisanaje / el atavismo / más ardiente y mestizo / del deseo original.» (Siles: Valquiria despertando al húmedo poniente, pág. 91). Todo esto es curioso porque estamos hablando de mantra-movimiento, que a su vez se vuelve mantra y tiempo, en los que encontramos reflexión, recreación. En buena parte de poemas de Siles, encontramos una condensación muy simbólica e ideológica, el espejo, la identidad, la revelación. El lector advierte que dentro del poema se venerando una especie de «mise en abîme»[9] «En el sentido de la noche en Atenas», pág. 96, en el proceso de creación ocupan lugar importante los sueños y fantasmas también, fundamentan lo fundamentan el lenguaje y los lugares enunciados: «La noche, casi resignada, se deja / caer sobre un triclinio en la cima / de una acrópolis cercada / por violentos espartanos / y moribundos apestados. / La noche, tras mucho meditar / no halla respuesta a tanta penumbra. / Aunque ha sido abandonada por un sol / lento y empachado de luz, / harto de estar siempre atento / para cumplir con su más universal / oficio de astro: brillar sin tregua, / parir gigantescos destellos / para que resplandezca el alba ateniense / cuajando de ecos cotidianos / emitidos por aves, gatos, perros y sofistas / en las calles, templos y plazas de la humillada polis» …

          «Sinfonía de hachas y hogueras: versos de alumbrados ajusticiados» corresponde al título de la cuarta parte del presente poemario. Empecemos por dilucidar el concepto de «sinfonía» en contexto de los poemas. Podemos decir que implica la idea de una combinación orquestada de elementos diversos que, aunque pueden parecer caóticos o dispares, forman un todo cohesivo y significativo. Las hachas son herramientas asociadas con la destrucción y la transformación. En la poesía, pueden simbolizar la ruptura de viejas estructuras, la lucha contra obstáculos o la necesidad de cambio. La imagen de las hachas puede sugerir violencia, esfuerzo y resistencia, pero también puede implicar la posibilidad de renovación y construcción a través de la destrucción. A su vez, Las hogueras son fuentes de luz y calor, y en poesía suelen simbolizar purificación, pasión y destrucción. Las hogueras pueden representar la quema de viejas ideas, la lucha ferviente por la verdad y la justicia, o el proceso de transformación a través del fuego. Además, las hogueras evocan un sentido de comunidad y ritual, donde la gente se reúne en torno al fuego para compartir historias y experiencias.

          Con el panorama anterior, en el poema intitulado: «Ideas para rediles ideales», pág. 105, el poeta nos sumerge en una intensa y dramática destrucción, es la metáfora que da lugar a una realidad de confrontación y transformación, el desuso, las masas que convergen y, a menudo se encapsulan. «Ideas / Superficiales / donde todo es corteza / cáscara envolviendo realidades paralelas / donde no existe nada más allá del simulacro, / Ellos precisan de una seguridad quimérica / cubriendo sus pieles con capas de limo adoctrinantes / donde todo se despeja apelando a la santa apariencia / y a un miedo colectivo a la verdad / acabando, finalmente, inmersos en masas adictas / de las ideas sublimes, casi eternas / ideas de cartón / aparentes / Ideas para rediles ideales / con la afectación de los fluctuantes.» Si se quiere, hay una realidad delirante en todo esto. Siles nos pone el tapete sobre la mesa: «Redimir todo lo pasado en el hombre y transformarlo» como diría Nietzsche.[10] «El prometeico y prometedor vínculo del ser humano con el conocimiento se presenta, histórico o intrínseco, casi tautológico, evidente, y así lo han puesto de manifiesto numerosos poetas y filósofos desde la antigüedad.»

          En «Oda a los profetas de la corrección» y «Oda a los pescuezos más rebeldes de Castilla», Siles nos deja saber lo siguiente: crítica contra aquellos profetas que carecen de valores y mantras negativos. Las palabras tienen un poder inmenso, y los mantras, sean positivos o negativos, pueden influir profundamente en nuestras vidas. Un mantra es una frase o conjunto de palabras que se repite para influir en la mente humana. La palabra en seudo profetas, distante en mi opinión de Fuente Sagrada[11] se puede abordar desde varios ámbitos y períodos históricos, pueden derivar en impactos emocionales fuertes con consecuencias psicológicas e incluso físicas. Ante la destrucción que ocasionan el poeta a través de su palabra desvela y desanda, el camino, no como recta final sino como sentimiento de verdad y vida. En la primera oda, «Oda a los profetas de la corrección», pág. 107, nos remite a nosotros mismos como fuente doctrinal: «Desde el Atlas encadenado hasta la Fuente Sagrada, / tus ideas desafían las sombras de una vulgaridad / poblada de expresiones tan mezquinas como advenedizas, / casi complacientes con toda suerte de cadenas / que atando corto el alma de las palabras / transforman cada frase en un acechante polvorín, / siempre a punto de estallar» …

          «Oda a los pescuezos más rebeldes de Castilla» constituye una reflexión profunda sobre la vida, una crítica hacia el espíritu negro de nuestro mundo, donde los líderes del bien hacer han desaparecido para adentrarnos en el poder del mal en calidad de víctimas; y aquí la desigualdad social, política, cultural, económica… Siles, no vuelve la espalda a la realidad del quehacer poético. Transita las calles de la historia, se asoma a la trivializada e insoportable realidad «real» con la que fraterniza. Frente a este mundo de adoctrinamientos seculares, intenta llevar a su habitar una posible armonía con su entorno cultural, Intenta, y lo consigue, con este poemario. En este orden de ideas se alza su voz: «En el rugido del cosmos, entre estrellas destinadas / al abismo, resuena el eco de los siglos murmurando / desde el espíritu negro del universo, donde las almas condenadas, / cumplen un eterno suplicio, la más grande tortura. // En la mañana de un día de abril cualquiera / fluyendo la hecatombe de los comuneros en la carnicería del tiempo, / donde la luz de la verdad vuela a lomos del viento / alcanzando Villalar, justo, para rendir la bandera, / se erige el cadalso para cortar las cabezas del movimiento / comunal: Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado.» (Pág. 108).

Esta cuarta parte tiene varias claves para la reflexión, desde la Utopía de Tomas Moro, Sir Walter Raleigh, El Dorado, Proust y podría seguir la lista, algunos personajes más que como profetas demonios, explotadores y asesinos. En este punto me quedo con: «La decapitación sin aspavientos ni descontrol del autor de la Utopía».[12] (Pág. 110). «En tiempos turbulentos, entre copas frondosas de árboles, / y profundas raíces que alcanzan los entresijos de la ti erra / brilla el inverosímil recato de un condenado muerte, /  Thomas Moro, tras escribir su Utopía / bien ajustadas sus muñecas y cabeza / al cepo donde en lo alto de la Torre de Londres inmovilizan, / a todos los que, aun a riesgo de sus vidas, /  insisten tercamente en mantener el decoro / negándose a tragar sapos y culebras, / comulgar con ruedas de molino, / o cubrir su arte de indolencias y desidias inmerecidas.»

En esta cuarta parte, casi al final, Siles nos recuerda que los sueños demasiado fugaces no suelen ser reales y que los seres humanos, elevados a pro-hombres no lo son del todo, llevan mantras oscuros. Como parte de esa historia de la América conquistada, vilipendiada y saqueada a la que perteneció Darío, está la muerte de Almagro[13] «irrumpe la muerte en la intimidad obscena / de la celda, sin apenas un reproche/ del condenado que, orgulloso, anhelaba su decapitación / en ceremonia pública y frente a su enemigo, / su paisano más amado: Pizarro.» En otra estrofa el poeta se refiere la doble muerte de este personaje. «Diego Almagro, sin embargo, / Sí fue ajusticiado después de estrangulado / en el cadalso instalado en la Plaza Mayor, / y atado e inerme despojado de hálito / ante Pizarro, el destino se cumple, / decapitando a un cuerpo / que, aunque dicen es Diego de Almagro, / apenas representa poco más que un fardo» … Siles: La doble ejecución en Cuzco de Diego de Almagro, pág. 117). La base histórica de este poemario es importante por cuanto destaca en su línea poética el nivel de conciencia del poeta, desvela el descrédito de muchos personajes de nuestra historia pasada y presente, revela excepcionalmente, personas y hechos históricos, desnombra las incidencias, búsqueda en todo caso, existencial u ontológica a la manera heideggeriana. La la hoguera y a la decapitación siguen hoy en día, actualizadas esas prácticas de tortura para aniquilar al adversario y la disidencia y a menudo eufemísticamente, la compasiva innovación para ajusticiar las brujas del siglo XXI.

«Tomando ron bajo las estrellas en la popa del líricus», es título de la última parte de este poemario. La poesía, con su capacidad de capturar la esencia de los sentimientos y emociones, ha sido un testigo constante de los hechos históricos. Desde las épicas antiguas hasta nuestros días, los poetas han utilizado la palabra para narrar y reflexionar sobre los acontecimientos que han marcado a la humanidad. A través de ésta, los hechos históricos se transforman en relatos vívidos que trascienden el tiempo y el espacio. La poesía puede verse como denuncia social y política: Muchos poetas han utilizado su arte para denunciar injusticias y provocar cambios sociales. La poesía de Pablo Neruda, por ejemplo, es rica en contenido político y social. En su obra «Canto General», Neruda relata la historia de América Latina, desde la colonización hasta los movimientos de independencia, utilizando su voz poética para dar vida a los hechos históricos y alentar la lucha por la justicia. Debemos acotar que la poesía está vinculada a la memoria histórica; la poesía también juega un papel crucial en su preservación. A través del poema, el poeta puede mantener vivos los recuerdos de eventos significativos, asegurando que no sean olvidados. La obra de poetas como Anna Akhmatova, que escribió sobre los horrores de Stalin y la persecución en la Unión Soviética, es un testimonio de cómo la poesía puede ser un acto de resistencia y memoria. Siles no es ajeno a ello y en particular en esta obra.

Si bien los hechos pueden no ser políticos, aunque lo son, no escapan de lo social. Tomemos, por ejemplo, el poema: «Recuerdos de la pantera urbana y cosmopolita que recitaba ‘La tripulación del Liricus´ en el café cantante del muelle 23». Seguramente este texto deviene de La leyenda del Liricus[14]  que se remonta a los tiempos en que los mares eran vastos y misteriosos, llenos de peligros y tesoros ocultos. Este majestuoso barco surcaba los océanos con una tripulación valiente y diversa, cada miembro aportando habilidades únicas que eran esenciales para la supervivencia y el éxito de sus viajes. De este poema, destaco dos estrofas:

«La pantera urbana y cosmopolita jamás llegó / a comer magdalenas con las adolescentes / adoctrinadas por Marcel, / no lo precisaba, dado que declamaba / con su voz grave y firme de contralto, / más propia de una cantante de ópera, / ciertamente algo áspera…portuaria, / que de una vedette de café cantante, / los versos del poemario que un viejo / tripulante del Líricus le regalara / cuando apenas era una niña.» La otra dice: «Fue bendecida en la pila escrupulosamente pura / donde se alivia el pecado de hermosura / y recitaba con la firmeza / de la que endereza sobre la marcha / el rumbo de la entonación / del poemario “Los tripulantes del Líricus” / intuyendo que la dotación / al completo de aquel navío / hundido hacía décadas en el Cabo de Hornos, / especialmente, los más viejos y beodos, / la escuchaban con la atención / exclusiva de aquellas almas malditas, / espíritus de náufragos deslizándose fantasmagóricamente / por el escenario del Café Cantante del puerto 23, / ahogados justo donde copulan el Pacífico y el Atlántico.» (Siles, pág.132).

No obstante, el desconcierto y la perplejidad de cara a la realidad vivida o evocada, Roland Barthes nos advertía que la multiplicación de las escrituras es un hecho moderno que obliga al escritor a elegir, que hace de la forma (y contenido) una conducta y provoca una ética de la escritura […] No hay literatura sin una moral del lenguaje. La poética de Siles bucea en diferentes hechos históricos para ampliar el conocimiento, mismas que rebasan sistemáticamente la anécdota, igual que superan, como hemos repetido, el carácter metapoético ocasional. Concluyo con unas palabras de María Zambrano: la cuestión ética en lo que respecta a la poesía moderna no solo se resuelve, sino que nace, a partir de la entrega total, del compromiso del poeta con las palabras y con la búsqueda de una realidad superior, será la búsqueda de la «verdad». Mientras tanto el dolor sigue ahí de bruces frente a Satanás en medio del hipo de los monos que describe el poeta con su grandilocuencia de bárbaros. De hecho, son: «Identidades fugitivas y depredadoras / persiguiendo con esmerada avidez / todo lo que no son / y escapando de sí mismas / …para llegar a ser / asumiendo la intensidad del hierro al rojo vivo / que estampa la marca de unas ideas / adquiridas en las últimas rebajas / de los grandes almacenes / de identidades.»

 

 

André Cruchaga,

Barataria, El Salvador, 08.05.2025.



[1] Siles, José. Espejo de monos alumbrados. EDICIONES VITRUVIO, Colección Baños del Carmen,

nº 1039. 1ª. Edición 2025.

[2] La cita corresponde al ensayo: Proyecciones del paisaje interior simbolista en tres poetas de vanguardia: Vallejo, Borges, Neruda. Pág. 16

[3] Terence Kemp McKenna (16 de noviembre de 1946 - 3 de abril de 2000) fue un etnobotánico y místico estadounidense que abogó por el uso responsable de las plantas psicodélicas naturales.

[4] https://dle.rae.es/m%C3%ADstico, la definición para efecto de este trabajo se ha extrapolado lo que consigna la RAE.

[6] Es el término que utiliza Heidegger para referirse a la existencia humana en su forma más auténtica. A diferencia de otros seres, el dasein tiene la capacidad de reflexionar sobre su propia existencia y cuestionar su ser. Esta capacidad de auto-reflexión y auto-cuestionamiento es lo que distingue al dasein de otros entes y lo convierte en el foco de la ontología heideggeriana.

[7] El subrayado es mío y se utilizado para destacar la paradoja del vavío y la Nada.

[8] Las valquirias o valkirias (del nórdico antiguo: valkyrja, 'selectoras de caídos en el combate') son dísir, entidades femeninas menores que servían a Odín bajo el mando de Freyja, en la mitología nórdica. Su propósito era elegir a los más heroicos de aquellos caídos en batalla y llevarlos al Valhalla donde se convertían en einherjar. Esto era necesario, ya que Odín precisaba guerreros para que luchasen a su lado en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök.

[9] mise en abîme, expresión acuñada por André Gide. Y se refiere a: La puesta en abismo y la interpretación La puesta en abismo añade una dimensión de complejidad a la obra, invitando al espectador o lector a reflexionar sobre los niveles de realidad y representación. También se puede utilizar para comentar la obra en sí o para criticar las convenciones artísticas.

Este dispositivo es particularmente popular en las obras posmodernas, donde se utiliza para deconstruir las ideas tradicionales de autoría y verdad.

[10] Friedrich Nietzsche, lo expresó de esta manera: Como poeta, descifrador de enigmas y redentor del azar, les enseñé a trabajar en el porvenir y redimir creando todo lo que fue. Redimir todo lo pasado en el hombre y transformar creando todo «Así fue», hasta que la voluntad proclamara:

[11] En el ámbito religioso, «fuente sangrada»se relaciona con el sacrificio de figuras sagradas, como en el cristianismo, donde se hace referencia a la sangre de Cristo como fuente de redención y salvación. La sangre derramada por Jesús durante su crucifixión se considera una "fuente sangrada" de vida eterna y perdón para aquellos que creen en él. expresión «fuente sangrada» se remonta a las antiguas civilizaciones, donde la sangre ha sido siempre un símbolo de vida y muerte. En las culturas mesoamericanas, por ejemplo, los sacrificios humanos eran practicados para apaciguar a los dioses y asegurar la fertilidad y la prosperidad de la comunidad. La sangre derramada en estos rituales se consideraba sagrada y vital para el equilibrio del universo. La poesía ha explorado la "fuente sangrada" para expresar dolor, pasión y sacrificio. Poetas de distintas épocas han recurrido a esta imagen para transmitir la intensidad de sus sentimientos y la lucha interna del ser humano.

 

 

 

[12] Tomás Moro, dejó un gran legado. canonizado como santo por la Iglesia Católica en 1935. Su vida y obra han sido honradas y celebradas como ejemplo de integridad moral y defensa de los principios religiosos. La influencia de Moro en el pensamiento político y filosófico moderno es incuestionable. Utopía sigue siendo una obra de referencia en estudios sobre teoría política, justicia social y organización comunitaria. Su vida y sacrificio han inspirado a generaciones de pensadores, escritores y activistas que buscan un mundo más justo y equitativo.  sigue siendo un faro de inspiración para quienes buscan construir un mundo mejor basado en los principios de equidad y paz.

 

[13] Uno de los capítulos más destacados de la vida de Almagro fue su alianza con Francisco Pizarro. Juntos emprendieron la audaz expedición que culminó en la conquista del Imperio Inca. A pesar de las dificultades y los conflictos internos, los dos conquistadores lograron subyugar a los Incas y establecer el dominio español en la región. Sin embargo, esta asociación también estuvo marcada por la rivalidad y las disputas sobre la distribución de las riquezas y territorios conquistados. La relación entre Almagro y Pizarro se deterioró rápidamente tras la conquista del Imperio Inca. Las disputas sobre la división de los territorios y el poder llevaron a una guerra civil entre los conquistadores. Almagro fue capturado tras la batalla de Las Salinas en 1538 y fue ejecutado poco después. Su muerte marcó el fin de una era de exploración y conquista, dejando tras de sí un legado complejo y controvertido.

 

 

[14] el alma artística del Liricus residía en Sofía "La Musa" López, quien llenaba el barco con música, poesía y relatos de tierras lejanas. Sofía tenía un talento natural para el entretenimiento y su presencia ayudaba a mantener alto el ánimo de la tripulación durante los largos días en el mar. Sus canciones y cuentos se convirtieron en parte de la tradición del Liricus, recordando a todos que, aunque la vida en el océano era dura, también podía ser inspiradora y hermosa. El Liricus no solo era un barco, sino una comunidad de individuos excepcionales, cada uno de ellos fundamental para la gloria y la supervivencia en las vastas y misteriosas aguas del océano. Juntos, enfrentaban desafíos, descubrían nuevos horizontes y forjaban leyendas que perdurarían en la memoria de todos los que escucharan hablar del magnífico Liricus y su valiente tripulación.