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martes, 17 de diciembre de 2024

Carlos Rodríguez Santana, cantautor humanista de la vida

 

Miguel Fajardo


Carlos Rodríguez Santana, cantautor humanista de la vida

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

 

Premio La Gran Nicoya    minalusa-dra56@hotmail.com

 

 

 

Hernán Gutiérrez Oviedo es un periodista, productor, capacitador radial, recopilador, difusor de la música y las tradiciones orales en Guanacaste, que entrega una nueva obra, altamente significativa, para el proceso de la recuperación identitaria del Guanacaste eterno que amamos.

 Entre sus publicaciones cito: Las tallas de tío Julián (1990 y 1998); Me lo dijo el río (2008); Guanacaste nuestra casa. La música en el aula para la educación ambiental (2010); La hazaña de los pataspeladas (2022) y, ahora, Caliche, su vida, su legado (2025).

Hernán Gutiérrez Oviedo. Caliche, su vida, su legado. Guanacaste: Ed. de Autor, 2025: 254. Revisión de texto: Alexander Martínez y María Isabel Sánchez. Diseño gráfico: Rodrigo Quirós. Retoque fotográfico: Rodrigo Quirós y Francisco Muñoz. Ilustración de contraportada: Ronald Díaz. El libro del investigador y periodista Hernán Gutiérrez Oviedo es una invaluable aportación bibliográfica para el conocimiento integral del gran cantautor, Carlos Rodríguez Santana, y para los registros bibliográficos del Guanacaste eterno. El libro se presentará en Liberia, Costa Rica, durante el mes de enero del 2025, a los 28 años de ausencia del artista.

 Carlos Rodríguez Santana nació el 11 de mayo de 1956, en Santa Cruz, Guanacaste. Falleció el 24 de agosto de 1997. Murió en la plenitud vital, a los 41 años. El libro está dedicado en sus capítulos iniciales a mostrar un recorrido biográfico y artístico sobre el gran cantautor afro-guanacasteco. Asimismo, dedica un centenar de páginas donde incluye las 47 canciones compuestas por Carlos Rodríguez Santana, además, acota sus impresiones y análisis sobre ellas, donde ofrece un corpus interpretativo muy fundamentado y certero en sus apreciaciones contextuales. El estilo empleado por Hernán Gutiérrez Oviedo es fresco, raigal y transparente.  El conocimiento que tuvo del artista es profundo, toda vez que compartió, colaboró y lo ayudó durante varios años de la carrera artística del cantautor afro de la pampa.

 Conforme transcurre la narración del autor, asistimos a una especie de dossier que se va develando para el conocimiento público. Desde niño, Rodríguez Santana mostró afinidad y preocupación por la protección de la fauna: “Cuando ya caminaba le encantaba coger el monte, andar por los potreros, por los tacotales y por el río que pasaba detrás de la casa. No le gustaba que mataran animales, desde pequeño sentía un gran cariño por las ardillas, las iguanas y todas las especies silvestres”. El autor da a conocer elementos del espacio interior: “A él le gustaba andar a pata pelada, entonces les hacía un nudo a los zapatos y se los colgaba en el hombro. Solo cuando llegaba a la escuela se los ponía”.

 “Caliche conoció de sopetón a su madre y a ocho hermanos más, y un tiempo después a su padrastro. Para Carlos, quienes lo criaron fueron doña Severa y don Timoteo. Sin embargo, Caliche fue el único de los cuatro que aprendió a decirle mamá a Salomé. Los otros la llamaban por su nombre. Mas adelante, don Timoteo, de un corazón inmenso, les dio el terreno para que hicieran la casa, y repartió el resto del lote entre los trece hijos de Salomé, para que cada uno tuviera su pedazo”.

 El espíritu estoico y comprensivo del cantautor se evidencia cuando “Caliche se reencontró con su madre biológica a los 11 años, luego de haberla dejado de ver desde los 11 meses. El gran amor por sus abuelos permaneció intacto y, más bien, abrió un espacio para su progenitora, a la cual acogió sin rencores”.

 La descripción física de Carlos Rodríguez Santana es muy completa: “Delgado, mulato, pelo ensortijado y siempre sonriente, pañuelo rojo en la cabeza, distintivo que usó hasta el último día de su vida, con sus jeans, una camiseta blanca de tirantes y su guitarra. Carlos solía andar no tan bien vestido, con un bolso atravesado y su gran pelo afro”.

         Las acotaciones contextuales e históricas de Hernán Gutiérrez son puntuales y clarifican el panorama de producción de Rodríguez Santana.   “Así fueron los años ochenta. Conflictos armados en los países vecinos, inicio del declive de la economía nacional y una provincia que pasaba de una economía agropecuaria a una economía de servicios turísticos, con todo lo positivo y lo negativo. Una década perdida para algunos, pero muy próspera para otros”.

     “Caliche compuso sus primeras canciones en medio de estos problemas y algunas de ellas reflejan muy bien las calamidades de la época: la deforestación, la migración a las ciudades y la lucha por la tierra. Al mismo tiempo destacó en sus versos la importancia de la organización y el trabajo comunal como vía para salir de algunos de los problemas”.

 Sé el gran trabajo que implica una investigación de esta naturaleza. A mí me correspondió el honor de compilar cuatro libros de una generación de talentosos cantautores y compositores de Guanacaste de la primera mitad del siglo XX, a saber: Jesús Bonilla, Héctor Zúñiga, Medardo Guido y Sacramento Villegas, auspiciadas por la Asociación para la Cultura de Liberia (1986-2025…), “cuyas letras estaban muy ligadas al paisaje guanacasteco, a las haciendas ganaderas, al romance, al amor y al desamor”.

      Hernán Gutiérrez refiere que “iniciando los años ochenta, hubo un cambio drástico en la música guanacasteca, que marcó una nueva etapa en la forma de componer y difundir las creaciones musicales. Podría decirse que Carlos Rodríguez fue uno de los líderes más carismáticos de este movimiento, que relanzó la música guanacasteca. Tenía una visión global de su provincia, de sus tradiciones religiosas, de sus problemas ambientales, sus personajes famosos y anónimos, de las fiestas, las montaderas. Y de las injusticias sociales”.

     Rodríguez Santana tuvo un programa en Radio Chorotega. Era un espacio de una hora con el nombre de “Tapiscando”. Hernán Gutiérrez producía el programa “Así mes Guanacaste”. A veces, Rodríguez Santana le ayudaba, pero luego él tuvo su propio programa. En la parte laboral, Rodríguez Santana trabajó en el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia, IAFA.

  Carlos tuvo una sensibilidad religiosa como portador de una tradición popular, cuyo centro fue el Cristo Negro de Esquipulas o “el Esquipulitas”. En ese sentido, “las tres canciones de un carácter más espiritual Mi Cristo chumeco, El peón de Jesús y Navidad en mi pueblo, están llenas del color vivo de su tierra natal y dan cuenta de una religiosidad sencilla, pero comprometida. Sus letras contienen, sin duda, toda una forma creativa de evangelización popular”.

      El humanismo de Rodríguez Santana es una apuesta por obras de mejoramiento ambiental, en la gestión del Parque Nacional Diriá y en el Parque Nacional las baulas de Guanacaste. Un canto por la vida es una de sus canciones más emblemáticas de Caliche, y trata sobre las tortugas baulas, por las cuales dio una de las más importantes luchas de su vida.

    Caliche viajó tres veces al exterior: México, Nicaragua y Cuba. Durante su primer periplo, con el trío “Los Bajureños”, participó en el Primer Festival Internacional de la Marimba en la Ciudad de México.

     Gutiérrez Oviedo asevera que “tenía posturas políticas muy definidas. Fue un convencido de la necesidad de luchar por la justicia social, promotor de las tradiciones guanacastecas y, sobre todo, un defensor del medio ambiente. Fue un activista en favor de la protección de los animales, los bosques, el agua y la vida en general”.

 Como artista ingresó en la Etapa Básica de Música de la Universidad de Costa Rica, en Santa Cruz, en 1993. Tuvo como profesores a Sacramento Villegas, Ulpiano Duarte y Luis Gerardo Vega. Estudió durante un año, luego retomó sus estudios.

 Carlos Rodríguez participó en los grupos Nacazcolo, el trío Los Bajureños y el dúo Los Bochincheros. Nacazcolo fue clave en la divulgación de su música. Un grupo de amigos de Carlos Rodríguez Santana digitalizó en un CD las 21 canciones de Carlos, grabadas en los dos casetes, con el grupo Nacazcolo. Los Chocuacos no fue un grupo musical, sino un grupo informal de amigos de Caliche, que se encargó de algunas gestiones administrativas y de producción de la música inédita.

 En relación con su legado musical, Carlos Rodríguez Santana escribió 47 canciones. Para Werner Korte, historiador, etnomusicólogo, compositor y cantautor:el mayor aporte de Carlos Rodríguez Santana a la cultura guanacasteca fue reconocer la “africanidad” oculta que hay en la bajura, sin tener en cuenta la presencia de africanos en la Península de Nicoya desde la década de 1520, y su consecuente mestizaje físico y cultural”.

         Hernán Gutiérrez realiza una afirmación sobresaliente, a saber: “La herencia genética y cultural de los guanacastecos, desde el siglo XVI, combina elementos indígenas, europeos y africanos. Y aunque esta parte de nuestro mestizaje se ha pretendido mantener invisible, Caliche, con sus rasgos típicos del centro occidental de África, nos recuerda ese componente de nuestra identidad guanacasteca”.

 Hoy, a los elementos de la Guanacastequidad se le endiña el componente de lo afro-guanacasteco, que había permanecido invisibilizado, históricamente hablando. No es sino hasta hace unos pocos años, cuando existe un revisionismo coyuntural acerca de dicha valoración. Caliche empezó a soñar con la fusión de ritmos negros, caribeños y guanacastecos. Deseaba componer una “salsa guanacasteca”.

 Asimismo, las letras musicales de Caliche incorporan términos guanacastecos y expresiones populares, que lo vinculan con un vocabulario campesino. Se puede descubrir la vida del campo, el paisaje rural, las costumbres tierra adentro, el sentir de sus pobladores, cómo viven sus fiestas, su religiosidad, sus amores y también sus problemas.

      Asevera Hernán Gutiérrez que “estas canciones tienen la virtud de traer a las ciudades, como si fueran retratos, la vida en las montañas, las costas y pueblos alejados. Carlos escribía también desde la pobreza y las injusticias que se viven en el campo. Su obra está ambientada en las fincas, en los corrales, en los bosques, en los fogones, en las varas de las fiestas y en la intimidad de las casas del campo con su olor a humo, a boñiga y a jaragua.

 Otra huella fue su compromiso. No hacía canciones para entretener, cada una tenía un propósito: “...canto para que todos conozcan la verdad, que mi canto es lucha, soy cantor del bien”, y “tambor de guerra mi garganta”.

      En su lucha como un ser humanista, Rodríguez Santana fue uno destacado líder para favorecer la creación de Parques Nacionales y defender a las tortugas baulas y su hábitat. Hizo educación ambiental con niños en las escuelas de la costa, integró una brigada contra incendios forestales y apagó fuegos en el Bosque Diriá.

          Carlos también honró estilos y conceptos de vida profundos y solidarios de la gente de “a pie”. Sus cantos nos presentan a una gente sencilla y con muchas carencias materiales, sin territorio, con sus derechos humanos invisibilizados, pero con una gran dignidad y un sentido de pertenencia a sus principios de justicia social, a valores como la honradez y la hermandad en los momentos de necesidad, la tradición oral, la cultura, los valores, la familia, el trabajo y el respeto del ambiente.

Entre los rasgos sobresalientes que Hernán Gutiérrez analiza en el repertorio musical de Carlos Rodríguez Santana, destacan los siguientes elementos:

 

1.    Composiciones inspiradas en toda la tradición centenaria: el bramadero, las vaquetas, los montadores, los vaqueteros, la cimarrona o espanta perros, las marimbas y los sueños de los intrépidos hombres que intentan hacerle la pega.

2.    Reparaba en detalles que otros no veían. Él vio en Milín a un hombre trabajador, servicial y responsable. Sacó del anonimato a una persona común.

3.    El peón de Jesús, Mi Cristo chumeco y Navidad en mi pueblo son las canciones donde Caliche deja ver su visión sobre aspectos religiosos.  “El énfasis, para Carlos, no está en un Cristo celestial sentado a la derecha del Padre, sino en el Cristo Jesús caminante al lado del pueblo, particularmente de los más humildes”.

4.    La herencia negra no estuvo presente explícitamente en las letras de sus canciones. La poesía Alma de quijongo podría considerarse su primera incursión en busca de ella. La presencia de África en Guanacaste data del siglo XVI, sin embargo, el legado genético y cultural de ese continente no ha sido reconocido adecuadamente.

5.    Si bien es cierto que alrededor de la ganadería se forjó gran parte de la identidad cultural de los habitantes de Guanacaste, no se puede negar que esa misma ganadería devastó las montañas, los árboles y acabó con muchos animales.

6.    La misma historia de cómo se deforestó Guanacaste en la década de los 70 por los buenos precios internacionales de la carne. El modelo económico de esa época empujaba a destruir la montaña, hacer potreros y meter ganado. Se necesitaba una hectárea por animal, para eso había asistencia técnica, químicos y créditos.

7.    En esos mismos años, en las costas, empezó la venta de tierras a extranjeros para construir grandes complejos hoteleros y los llamados “desarrollos”, la conversión de muchas fincas en zonas urbanísticas, especialmente dirigidas a la venta de terrenos y casas de lujo a pensionados e inversionistas extranjeros que hicieron fiesta comprando barato y vendiendo caro.

8.    La rabia de la que habla Caliche se refiere a lo manipulado que ha sido el río. En las últimas décadas, la industria de la caña y otras empresas han causado grandes alteraciones en su cauce: construcción de muros de contención, rectificación artificial del cauce, drenajes de humedales que contenían los desbordamientos para ganarle más tierra a la siembra de caña, extracciones de arena, corta de árboles en sus orillas y lanzamiento de basura.

9.    Históricamente, el río Tempisque sufre crecidas y desbordamientos cada seis o siete años. Esto no había sido un problema grave, porque el río tenía sus propios mecanismos de contención, crecía lentamente a través de los humedales que existían cerca de sus orillas y se anegaban grandes extensiones. Esos humedales hacían la función de enormes pulmones que se llenaban y luego drenaban lentamente.

 

10. El problema no solo se da en las bajuras, sino también en las partes altas. Se calcula que los incendios forestales en Guanacaste arrasan un promedio de 35 000 hectáreas anuales de bosques, potreros, charrales y cultivos. La canción, luego de describir poéticamente el paisaje quemado, termina con el canto de un guaco. Al igual que en la canción del mismo nombre, al guaco se le asocia con un mal presagio.

11. Carlos escribe canciones, porque está comprometido con una idea de cómo debe ser el mundo, por eso asume luchas en tres áreas, centro de su repertorio: causas sociales, ambientales y la reafirmación de la identidad cultural de su pueblo.

12. La fuerza de sus ideas por un mundo mejor estaba en casi todos sus escritos iniciales: la lucha contra la miseria, el egoísmo, la necesidad de organizarse y el llamado a la lucha comunal.

13. A pesar de que Caliche trabajó toda su vida con jóvenes en programas de prevención de drogas y alcoholismo en el IAFA, el tema del consumo de estupefacientes casi no aparece en su producción musical.

14. Hay una canción titulada Vivo mi vida donde se insinúa este tema. De ahí en adelante, la única conocida donde trata directamente el tema de las drogas es Una luz, un camino.

 

En el libro “Guanacaste nuestra casa” (2010), Hernán Gutiérrez y Joaquín Fernández escriben: “Carlos creía que el humanismo era una razón de ser y a pesar de vivir ya en un mundo globalizado, se inspiró en sus vivencias para contarlas a las comunidades, porque él sentía que la cultura tenía más expresión en la vivencia del pueblo que en una “sala cultural”.

 

Carlos Rodríguez Santana fue invitado a una vigilia contra la minería a cielo abierto, el sábado 23 de agosto de 1997, en Lourdes de Abangares. Sus compañeros de clase lo notaron algo extraño esa mañana. Carlos había escrito, dos años antes, este texto premonitorio:

 

Maldita muerte

¿por qué me persigues? acorralas mi espíritu pretendiendo persuadir para que llore contigo.

Incansable trabajadora del llanto que atormentas al hambriento exprimes los huesos de los enfermos antes de quitarles su aliento.

Tienes tanto trabajo en Somalia, en Uganda en las batallas de sangre

¿Por qué diablos me buscas?

Estúpida, insensata:

¡No ves que tengo mucho qué hacer! Por lo menos déjame ordenar

las ideas hasta que emplumen.

Después que alcen vuelo, puedes contar conmigo, porque ellas deben lograr lo que con mis manos no pude (Carlos Rodríguez Santana, 1995).

 En síntesis, la presencia cultural del cantautor afro de Guanacaste, Carlos Rodríguez Santana (1956-1997), se verá engrandecida en el tiempo, con este imprescindible libro de investigación del escritor y periodista Hernán Gutiérrez Oviedo. ¡Albricias, entonces!

Cantautor Carlos Rodríguez Santana (1956-1997)


 


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