Lic. MIGUEL FAJARDO
KOREA
Estremecimiento
y crueldad
en “Actos
humanos”, de Han Kang
Lic.
Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro
Fernández de Costa Rica
Han
Kang (Gwangju, Corea del
Sur, 1970), ganó el Premio Nobel de Literatura 2024. “Actos humanos” (Colombia:
Editorial Nomos, S.A. 2024: 202). Traducción de Sunme Yoom, para Penguin Random
House, Grupo Editorial. Esta conmovedora novela salió publicada en diciembre
del 2024.
Han Kang trabajó como profesora de literatura creativa en
el Instituto de las Artes de Seúl hasta el 2018. Cito entre sus libros: La
vegetariana, La clase de griego, Blanco, Imposible decir adiós. Ha obtenido
10 premios por su obra.
Actos humanos es una novela estremecedora, cruda,
con escenarios crueles e inhumanos. No hemos aprendido a vivir sobre la tierra,
sin el salvajismo de los sistemas espurios que degradan al ser humano.
Ofrecemos corpus narrativos escogidos sobre los ejes que contiene el título de
este comentario cultural.
La novela narra los acontecimientos históricos
relacionados con el golpe de Estado del
17 de mayo de 1980, por parte del general Chun Doo-Hwan. La obra centra su
denuncia en los terribles atropellos de quienes violaron los Derechos Humanos
de los opositores contra ese estado de situaciones políticas en Corea del Sur.
La
novela da cuenta de los sistemas represivos militares contra la oposición
civil, liderada por estudiantes, a favor de la democracia. En la sublevación, el
ejército dispara de manera irracional e indiscriminada y, según estimaciones no
oficiales, entre 1000 y 2000 personas son asesinadas. La magnitud de la matanza
y los increíbles sistemas de castigo, evidencian signos de barbarie, a raíz del
levantamiento de Gwangju (5-18).
La
obra se divide en seis capítulos y un epílogo. La novela de Han Kang es
valiente y frontal, al abordar esta temática, con importante distancia
histórica de tan lamentables hechos…
En
su trama, el joven Seonju busca el cadáver de su amigo Jeongdae. “Un vecino me
dijo que ayer, cuando los soldados estuvieron disparando cerca de aquí, vio que
una bala alcanzaba a mi amigo” (p.17).
Mediante el alma-logo y los recuerdos selectivos, se trata de denunciar
y presentar la voz de los vencidos.
La plurisignificación
novelesca describe a las víctimas y a quienes sobrevivieron; a quienes lloran
sus pérdidas, y a quienes luchan contra la censura y los castigos brutales, en
una especie de dossier de la memoria histórica traumática, de tan
violento episodio de poder en Corea del Sur.
Las
escenas narradas significan un repudio contra los actos inhumanos de crueldad y
odio. “Cerca de la entrada están alineados en orden los ataúdes que ya han
recibido el homenaje fúnebre” (que consistía en cantar el himno nacional y
extender la bandera nacional sobre los féretros).
La
novela tiene como eje la pregunta “¿Adónde irán las almas cuando se mueren los
cuerpos?” (p.15). “Echas un último
vistazo antes de salir del polideportivo.
No se ven las almas por ningún lado. Solo están los cuerpos tendidos en
silencio y el terrible hedor cadavérico” (p.16). ¿Cuánto tiempo se quedará
el alma junto a su cuerpo? ¡Aleteará como si fuera un pájaro? ¿Agitará el borde
de una vela? (p.44).
“Como
acababan de morir, sus cuerpos estaban aún tan llenos de vida que Eunsuk tenía
que salir corriendo a vomitar, interrumpiendo la tarea de meterles en el
vientre las entrañas translúcidas que se derramaban continuamente. Seonju
sangraba con frecuencia por las fosas nasales y cada tanto tenía que echar la
cabeza hacia atrás y apretarse con fuerza la mascarilla contra la nariz” (pp.
23-24).
La narración se torna grotesca: “Entonces te
paras a contemplar a todas esas personas muertas que llenan por completo el
pabellón y se te ocurre que parecen una muchedumbre que se hubiera dado cita en
ese lugar para manifestarse. Con el
libro de registro debajo del brazo, caminas entre la multitud que no grita ni
se mueve ni se toma de la mano, sino que simplemente despide un terrible hedor
cadavérico” (p. 23).
El
ejército establece el estado de sitio “Te matarán como a un perro si sales
ahora” (pág. 33), poseen ametralladoras y tanques. “¡Cómo piensan ganarles a
las balas con los puños! (p.34).
El
estado de situaciones recrudece con el deseo de venganza enfermizo, como puede
advertirse en el marco de crueldad y terror narrado “-Pero si no hay más que
muertos, ¿para qué van a querer venir aquí los soldados?
“-Dicen que van a
acribillar hasta a los heridos que están en los hospitales por haberse
amotinado, ¿crees que van a dejar tranquilos los cuerpos y a quienes los
cuidan?” (p.39).
Darles voz a las almas
es un recurso interesante en la narrativa de la coreana Han Kang: “Empezaron a
levantar nuestros cuerpos y a arrojarlos al interior del camión. Lo hacían con movimientos mecánicos, como si
lanzaran sacos de patatas. Para no
separarme de mi cuerpo, subí al camión pegado a mis mejillas y a mi nuca. Cosa rara, estaba solo. Es decir, no pude encontrar a las otras
almas. Aunque había almas en todas partes, no podíamos vernos ni
sentirnos. Al final era una mentira eso
de que nos encontraríamos todos en el otro mundo” (p.47). Esa perspectiva permite
la discusión en el plano teológico, pero es una de las constantes en esta
novela crudelísima de la narradora coreana.
Otro ejemplo de esa
dimensión es el siguiente: “Resbalándome y agarrándome una y otra vez del
mentón y las mejillas, permanecí junto a mi cuerpo. Entonces alcé la vista y vi el edificio de
cemento, que tenía las luces encendidas.
Tuve ganas de saber qué era eso, dónde estábamos, adónde llevaban mi
cuerpo” (p.48).
O bien: “Creo que fue
más o menos a medianoche cuando algo frágil y sutil me tocó suavemente. No sabía de quién era aquella sombra sin
rostro, sin cuerpo y sin palabras, así que esperé en silencio. Me habría gustado recordar cómo se hablaba a
un alma, pero me di cuenta de que no lo había aprendido nunca” (p.49). Ese
componente del poder de la palabra a las almas le da una interesante coyuntura
a esta narrativa, cuyos ecos deberán elucidarse en otros planos del
conocimiento y el análisis.
La obra describe las
crueldades contra la población civil: “Una vez no pude encontrarles la cara a
la docena de cuerpos que habían dejado apilados. Cuando me di cuenta de que no era que no
tuvieran cabezas, sino que les habían borrado las caras con pintura blanca,
retrocedí flotando. Con las cabezas
dobladas hacia atrás, las caras blancas como papel de aluminio miraban hacia
los arbustos. Miraban al vacío, sin
ojos, ni nariz ni boca” (p.57). En esta novela, los conceptos de no ser, no
lugares, el vacío, la nada, el todo, son índices de intensa soledad y desgarramiento;
de crueldad y sinrazón detestables.
La novela incluye diversos
textos poéticos, en cursiva, que responden a las voces de los asesinados, a
saber:
Pienso en
mi costado, que se está pudriendo,
en la bala
que lo atravesó,
eso que al principio
fue como un garrotazo gélido
y enseguida
se transformó en una bola de fuego que me
aguijoneó
las entrañas,
en el
agujero que me hizo en el costado opuesto,
por donde
se me derramó toda la sangre caliente.
Pienso en
el cañón del fusil del que salió la bala,
en el frío
gatillo,
en el dedo
que lo apretó,
en el ojo
que apuntó contra mí,
en los ojos
de quien ordenó disparar. (p. 56)
La voz de las almas se encarga de describir las
crueldades de la soldadesca: “Dos de los soldados que estaban esperando se
adelantaron para recibir los bidones de gasolina. Abrieron los tapones con calma y comenzaron a
rociar las torres de cadáveres para cubrirlos a todos de modo uniforme. Después
de verter hasta la última gota de combustible, se retiraron, encendieron un
manojo de arbustos secos y lo lanzaron con todas sus fuerzas sobre nuestros
cuerpos” (p. 59).
El movimiento
estudiantil desafía al poder militar. “El riesgo era enorme, por lo que casi no
se organizaban manifestaciones. En lugar
de eso, llevaban a cabo escaramuzas. La
señal era cuando rompían el vidrio de una ventana de la biblioteca central y
desplegaban un largo cartel que decía ABAJO LA DICTADURA DEL ASESINO CHUN DOO-HWAN”
(p.82).
“Entonces lanzaban impresos al aire y gritaban consignas, mientras abajo, frente a la biblioteca, se reunían treinta o cuarenta estudiantes de caras todavía aniñadas y, entrelazándose fuertemente de los brazos, entonaban canciones a favor de la democracia” (pp.82-83).
La novela plantea que
“no es que los individuos sean particularmente bárbaros, sino que la barbarie
que anida básicamente en todo ser humano se multiplica por la fuerza de la
masa” (…) Entonces, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿Cuál es la esencia
del ser humano ¿Qué tiene que hacer el ser humano para no ser otra cosa que
humano? (p.91).
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