Yván Silén, Puerto Rico
NO NOS DERROTARÁN
o la muerte de los intelectuales [1]
¿Y para qué ser poeta en tiempos de penuria?
Friedrich Hölderlin
Estamos como en un infierno, donde sólo podemos soñar.
Ludwig Wittgenstein
La LIBERTÁ es una forma de ser inevitable. Pero ha llegado la hora de contestar la pregunta de Hölderlin: “¿para qué ser poeta en tiempos de penuria?
---¿Para declarar la guerra?
Podrían llenar nuevamente de policías todos los portones de la Universidad de Puerto Rico, podrán amenazar a todos los trabajadores no-docentes, podrán expulsar a todos los profesores de contrato y podrán acobardar a los profesores de tiempo completo, pero NO PODRÁN DERROTARNOS. Los estudiantes volverán, los trabajadores regresarán y los profesores se atreverán a desembocar a la desobediencia civil del gandhismo para derrotar un poder que es la penuria misma.
Estamos, pues, diciendo NO al paternalismo de los “profesores anexionistas” y estamos diciendo NO a los “profesores muñocistas” y a todos los que pretenden pantomimizarse en los simulacros de los plebiscitos colonialistas. Estamos diciendo NO al colaboracionismo y a esa demokracia neofascista que el gobierno trafica como droga y como teca contra la conciencia radical de los que resistimos. Estamos diciendo NO al miedo de nuestros intelectuales hipotecados, porque las calles de Puerto Rico huelen a guerra (huelen a crimen, hieden a inmoralidad y hieden a corrupción).
El poeta es el ente que marca la experiencia política con el Zen. Es el ente que ha decidido zenserse y que ha decidido senzerse. La poesía es quien dialoga política y radicalmente con el pensamiento. Los dioses han decidido retornar al encuentro inevitable con los héroes. Los que venían a morir han muerto.
Treinta personas fueron asesinadas el fin de semana en una guerra despolitizada que realiza el gobierno racistamente contra las comunidades populares (contra los caseríos--La Perla, Martín Peña, Villa Sin Miedo, etc.). Cada fin de semana se convierte en un pequeño genocidio en donde viven bien los jueces, los abogados, los decanos, los rectores, el FBI, la DEA, la farándula de las televisoras y de la radio antipuertorriqueñas como WKAQ, Univisión, WAPA y de periódicos como El Nuevo Día, etc., que sirven a los mercenarios anexionistas de la propaganda. Cada semana que pasa las noticias se convierten en un negocio mugroso de la demokracia mohosa.
Nunca antes la educación libertaria había estado tan cerca de la república. Nunca antes los estudiantes de la nación puertorriqueña habían estado tan cerca de la república. Nunca antes el español, albizuista y rubendariano, se había convertido en la experiencia radical de nuestra propia carne. Nuestra voz tiene que levantarse contra la muerte de la historia de la oficialidad, porque nunca antes los partidos del país habían sido tan letrinosos, tan pitiyanquis y tan antipuertorriqueños. (Los héroes están amenazados en la evidencia del pensamiento y la poesía.) Nosotros no tenemos que votar por esos partidos extranjerizantes, sino que tenemos que votar ya, ahora, actualmente, por el presidente de la república que somos. Ni los anexionistas (Ferré, Rosselló, Romero Barceló, Fortuño), ni los populares (Acevedo, Hernández Colón, Calderón), ni los pipiolos (Concepción de Gracia, Berríos) han sabido defender la nación que somos. La nación desangrada, vendida y mercenaria. Nosotros, para bien o para mal, somos el escándalo en español de la nación norteamericana que nos invadió militarmente en 1898 y nos ha continuado invadiendo demokráticamente en 2011. Hoy Estados Unidos nos continúa colonizando a través de la policía y la Guardia Nacional puertorriqueña, pero si tuviera que bombardearnos (Cuba, El Salvador, Nicaragua, Granada, Irak, Afganistán, Libia), no lo pensarían dos veces. Como dijo o como insinuó George W. Bush: “hay que imponerle la demokracia a los países del mundo”.
El Ser es el tiempo de la poesía. Pero los héroes han retornado, porque la patria se halla en peligro de muerte y en peligro de desaparición.
Por tal motivo le pedimos a la juventud puertorriqueña que se ponga nuevamente de pie y decida no votar en las elecciones polichinelas del 2012 que se aproximan sidistamente contra la salud del espíritu. Y le decimos a este gobierno de fantoches, a estos intelectuales del estigmatismo del confort, a estos despolitizados de las dichas importadas de la envidia, del odio y de la escoria, les decimos que el amor a la patria es el amor a nosotros mismos. Que el amor a la patria, armados o desarmados, es el serzen de la oscuridad-del-inconsciente-subversivo y el zenser de la libertá arrolladora.
Los héroes, suicidas o no, están presentes políticamente en el Zen. Toda presencia es presencia política. Toda angustia es angustia de ser. La libertá es la presencia misma de la epifanía. Los héroes anulan zenmente el dualismo de ser. La nada es una experiencia política-metafísica. Y todo está por acontecer, acontece. ¿Quiénes somos nosotros? ¡Nosotros somos los que queremos ser! Somos los afectados (los agraviados, los damnificados, los lúgubres, los perjudicados). Nosotros somos los que arriesgamos el lenguaje que somos (lo esquizo y la irracionalidad que somos). La poesía, el ser poetas en tiempo de penuria, es más arriesgada que el ser. Nosotros somos los que hemos arriesgado la razón. Y los que hemos asumido la paradoja políticamente. El poeta es el que desprecia a los burócratas (a los mesocráticos). La experiencia política del Zen es, entonces, la experiencia política de todas las cosas. El poeta se hace también professor para poder traicionar el lenguaje del poder (de la ideología-de la infamia-). La penuria del poder, el odio mismo del poder, se haya en crisis (krise). Lo más arriesgado y lo más extraño hölderlinmente es la poesía de ser el Zen. Lo existente se ha despertado. Los poetas radicales nos hallamos políticamente en medio de lo sagrado.
Los poetas estamos cargando el destino de la patria.
Este nuevo manifiesto que se levanta contra el silencio (de ustedes) es el anuncio de una guerra política y de una guerra cultural que no se ha de entregar a los salarios miserables, a las posiciones del lujo, a las cuentas bancarias de los bonistas, ni a esos artículos del 5 & 10 de lo “light” que los periódicos-cicutas y los tabloides de la muerte trafican como saber. Estamos, pues, ante todas las cosas y ante todas las canalladas de la cultura de la casa vacía. (La cultura ha sido saqueada anexionistamente.) Estamos de pie ante todas las telenovelas de los “poetas-gays” del no-ser y de los-“poetas-machos”-de-los-comics-de-Flash-Gordon. Estamos de pie ante la televisión decadente de la Comay. Morir será un pequeño accidente de la nada. Los idiotas cruzarán adiaforia e indolentemente delante de los héroes. Las “leyes” anexionistas-demokráticas son inmorales y ante ésta inmoralidad los hombres de la nación que somos, los hombres de la república que somos, tenemos que levantarnos contra la cretinidad, contra la imbecilidad y contra la mediocridad de los intelectuales endebles.
¡Los intelectuales son estiércol!
No importa lo que hagan ellos hoy, o lo que hagan ustedes mañana, la LIBERTÁ seguirá siendo nuestra forma de ser inevitables. Nuestra LIBERTÁ seguirá siendo nuestra forma de ser ineludibles.
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6 de agosto del 2011
Puerto Rico
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[1] Desde 1972, cuando publiqué el “Pequeño manifiesto” en El pájaro loco, hasta este “manifiesto” de “La muerte de los intelectuales”, han transcurrido treinta y nueve años de esclavitud demokrática y todavía no hemos podido resolver el Hades colonial que nos consume. Esto ha sido así, porque los intelectuales se han empeñado (penepé, muñocista y pipiolamente) en sostener la colonia cultural y política de la misería de sus salarios del confort, de sus “festivales”, de sus “congresos”, de sus “simposios”, de sus “conferencias” y de la “dicha”.
[2] Véase “La revolución de 1950”.
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