En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



lunes, 6 de febrero de 2023

Gerardo Bogarín Hernández y la escritura poética-amatoria

 

Miguel Fajardo, Costa Rica


Gerardo Bogarín Hernández

y la escritura poética-amatoria

 

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural

minalusa-dra56@hotmail.com

 

 

(Centro Literario de Guanacaste).- Una nueva voz asoma en la poesía del educador, M.Ed. Gerardo Alberto Bogarín Hernández (Guanacaste, Costa Rica,1980).

 

Bachillerato y licenciatura en Informática Educativa.

Máster en Gestión Educativa con énfasis en Liderazgo, Universidad Nacional.

Docente del Programa INA después de las cuatro (2007-2009).  

Docente en la Universidad Cristiana Internacional (2015).

Docente de la Universidad Nacional, Sede Chorotega, Campus Liberia (2019). 

Docente en los Liceos de Brasilia, Las Delicias y Dos Ríos, en Upala, Alajuela.  Dirección Regional Zona Norte- Norte (2006-2023).

Ponente en el IV Congreso Internacional de Experiencias en la Formación y Evaluación de Competencias CIFCOM (2014).

Así como en el I Congreso internacional Innovación en la Docencia. (UCR, 2014).   

Asimismo, en el II Encuentro Internacional de Maestros (2021).

***

         Su poemario de estreno “El Viejo” (Lara & Segura, 2023) está compuesto por 63 textos escritos desde el 2011 hasta el 2022.

         La temática abordada por el hablante lírico es la del amor/desamor. El amor es uno de los temas eternos de la literatura y de la vida. Asimismo, su contrapartida es la del desamor, el amor no correspondido, el amor utópico. Ofreceré un corpus lírico que oriente al lector sobre la temática expuesta.

         El hablante expresa: “busco a alguien parecido a mí, /para acompañarme en este andar por la vida, /aunque ese acompañamiento sea platónico y casi virtual”. Asimismo, en esa urgente búsqueda se da cuenta de que “(…) El tiempo es un verdugo /y uno es una hoja seca que, en aras de sí mismo, /se balancea por las calles de la existencia, /esperando solo poder desaparecer”.

         El texto muestra un sistema de oposiciones entre las metas y el tiempo: “El viejo aún no era un anciano / y los anhelos parecían metas alcanzables, /fue cuando con entereza decidió que podía, /y también cuando el tiempo dijo no”. En la búsqueda de ese amor idealizado de El Viejo, el tiempo se confabula contra él por más de cuatro décadas de anhelos inalcanzables y, de alguna manera, infringen una derrota humana a sus aspiraciones amorosas.

En el nudo temático en busca de su amor idealizado “El miedo fue protagonista / en cada aproximación de su existencia / a su espacio personal, / tan presente, tan real, /para provocar el enmudecimiento de la voz”. La negación de su voz es un signo de involución, de un desmejoramiento sentimental.

El silencio también es un mensaje dolorosamente cierto y evidente por parte de ella, de quien no se menciona su nombre. Solo se la referencializa mediante el pronombre personal. “Se desvanecen sus esperanzas en cada noche, / cuando a pesar de dormirse cansado /de hacerle preguntas, ella solo sigue su camino, y lo ignora. / ¿Cómo es que tienes el poder de elevar las aguas del mar, / y esta sencilla petición es tan absurda para ti?”

A pesar de tan acentuado deseo de aproximación y diálogo, el hablante “sigue solo, /sigue enamorado, /sigue ignorado”, es decir, solo para encontrarse con la realidad real de un universo vacío de sentimientos no correspondidos, donde “solo pueda añorar los tiempos que nunca han sido reales, / en espera de una realidad que hasta ahora/ solo es una esperanza, / que como faro mantiene el rumbo”.

         La voz masculina portadora del desamor se refugia en la naturaleza para tratar de ser entendido desde esa instancia espacial “Tan seguro como cuando en la montaña, /el sórdido rumor de la naturaleza, /es lo único que necesita el viejo /para iniciar un viaje /por un marañal de remembranzas”.

La naturaleza se comporta como un factor protector, aunque al final de la jornada llegan las evocaciones, los recuerdos que lo martirizan: “le toca encontrarse frente al desafío de vivir sin ella, / de hallar una nueva razón, / para volver a despertar”. “(…) Embriagada la mirada de recuerdos / la fija en el cabello rizado de aquella desconocida / que llama a las remembranzas”, porque “cuántas veces soñó con acariciar esos labios /y poder olvidar la grandeza del universo”. “La amó, al punto que para todos: /se convirtió en lo peor, /y con todo eso, la perdió”.

La voz introspectiva del hablante lírico reflexiona “No es natural, /amar a quien no da más /que una inconfundible sonrisa /que opaca el universo /y la convierte en su sol. /Aun, cuando sabe que la vida /no tomó el mismo camino /para ella /y para él”.

     El recordar selectivo del hablante expresa “¿Qué es este placer en el rostro al caminar?,/que solo incita a traerla del pasado /por unos minutos para dibujar una sonrisa, /que solo pertenece al ayer”.

El tema del tiempo corre paralelo a las circunstancias ingratas del desamor.  Es un marcador que hiere las fibras del alma y del corazón enamorado, pero nunca correspondido. “Hoy, el día inició igual que siempre. /Hoy, debió reinventar sus deseos de vivir. /Hoy, superó el tiempo, asalto a asalto”. (…) “solo quiere acariciar /su aura en la lejanía, /escondida en los recuerdos /descobijados en el presente”.

Cuatro décadas de luchas espirituales y del corazón en busca de ser correspondido, sin alcanzarlo, es un fardo muy difícil de asimilar “Han sido más de cuarenta veranos /y aún el mismo episodio le tortura en cada amanecer, /segundos antes de abrir los ojos, /la misma escena /-como si no fuera difícil ya-, / inventarse una excusa /cada mañana /para dar sentido /a esta agotada vida”.

Otra dicotomía es la ausencia/presencia, que ahonda y lacera los sentimientos por la amada ausente “¡Quién diría que ese sentimiento /es un filo que hoy hiere con cada recuerdo!” “La ausencia se vuelve presencia /en el instante en que el espacio /que tu cuerpo debe ocupar /se encuentra vacío. / (…) La ausencia se solidifica, presume de poder /cuando la imaginación crea el hipotético momento, /de tenerla cerca, y no poder siquiera besar sus mejillas, /aprisionar su cuerpo en un abrazo”. (…) “¡Quién diría que ese sentimiento /es un filo que hoy hiere con cada recuerdo!”

En ese recordar selectivo del amante no correspondido, los recuerdos toman la bandera temporal y transcurre e irremediablemente se envejece, y con él, los anhelos de juventud hacia la amada física, pero sin sentimientos reales para él. “Hoy, solo viaja entre añoranzas, /proyectando los recuerdos sobre el paisaje /de la calle que envejece con él, /viendo cómo el tiempo muere, /cómo se adelgaza el calendario, /mientras, /aumentan las arrugas /y las canas”.

Sin embargo, el Viejo no se da por vencido, a pesar de “la tristeza de recordarla, /las ansias por ganar un asalto a la vez. /Cada nuevo día /y la razón para embarcarse en este viaje /seguro le devolverá el café de la mañana”. Aquí se advierte las etapas etarias juventud/vejez, que atraviesa la línea de tiempo del poemario y la historia de vicisitudes sentimentales. “Cuando de ella se trata, /ese viejo desnuda su alma /desde que era un joven”.

En ese enamoramiento utópico de El Viejo, es capaz de transformar la persona por objetos de ella, para figurársela “tal como observó con nostalgia /su espalda por última vez /así de previsible y doloroso, /al punto que aún, /escucha cómo sus tacones dejan de cantar, /mientras se alejan de su vida”.

     El Viejo fue insistente, perseverante, pero no alcanzó la respuesta de una mirada de atención, a pesar de todo el tiempo de vida que luchó por tener el éxito en su cruzada sentimental “No dejó un tiempo, para que el viejo encontrara /la oportunidad de una estirpe. / Todo su tiempo fue ocupado /para planificar, una y otra vez, /cómo acercarse a ella (…) vio fallar cada intento /por dejar de ser invisible a aquellos ojos / en los que se perdió un día /en espera de un ¡Aquí estoy!, /el cual nunca llegó”.

En el pórtico de la senectud afloran los recuerdos fraudulentos entre oscuridad y frío; entre noches y mañanas “Hoy la oscuridad y el frío traen un aliciente /al cascarón de un anciano, /quien vive sumido en un recuerdo fraudulento /que lo hace flaquear por las noches /y levantar por las mañanas”.

Por ello, “Hoy este viaje al pretérito /ha costado caro al viejo /que, terminando su taza, /decide ir a descansar, /mientras enjuga /lágrimas de decepción, /por no haber logrado, /que ella lo amara”.

La devolución del sentimiento amoroso es una falacia: es un desamor “Para ver los recuerdos, solo necesita /postrarse cada atardecer en la misma silla /y dejar que el rechinar del piso /lo lleve a ese mismo lugar, /el sitio /donde un te quiero /se convirtió en falacia”;

“Las costumbres son difíciles de dejar atrás. /El viejo, después de un día en el campo, /va directo a su vieja silla, /la que empieza a quejarse de las torturas /a las que los recuerdos someten al viejo”: “más de cuarenta inviernos /no han sido capaces de dejarla ir”.

El poemario establece un sistema recolectivo en los versos finales.  No hay más por decir: “este amor fue la agonía /que el anciano nunca superó. /La agonía que le robara la vida”.  Es decir, una vida entera para morir por el desamor y la indiferencia. Un poemario muy fuerte, ante uno de los sentimientos plurisignificativos más solemnes de la estación llamada vida: el amor, que esta vez, a pesar de todas las luchas de El Viejo, se convirtió en desamor.


No hay comentarios: