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martes, 23 de septiembre de 2014

Ruben Darío, a cien años de su muerte

Rubén Darío





Ruben Darío,
a cien años de su muerte


Por Ricardo Llopesa*


En 2016 se cumple el primer centenario de la muerte de Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916). Según entendidos de su obra, como el español Tomás Navarro Tomás, Rubén Darío, ese 'indio triste', con bigote de mandarín, es uno de los grandes de la lengua. Denostado, vilipendiado y menospreciado como un don nadie por la élite poderosa y conservadora del hispanismo, sigue siendo un autor oscuro y desconocido, a pesar de su enorme popularidad.
            No existe poeta en el mundo que se recite tanto, en salones y tertulias, como Rubén Darío. Ahí donde se precien de rapsodas y recitadores se declama “Margarita, está linda la mar” y “La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?” Son poemas que más de una vez hemos escuchado. ¿Pero sabemos quién era Rubén Darío? Todo el mundo dice que fue el creador del modernismo. Una palabra que suena a moderno, que dice poco, porque nunca ha sido un vocablo explísito ni claro. No nos dice mucho. En pocas palabras, modernismo quiere decir que sus poetas escriben una poesía distinta a la del pasado; rompen con los cánones y los metros que proceden de las épocas medieval y el Renacimiento, como el octosílabo y el endecasílabo, para escribir un poema nuevo, de metros distintos, liberados, con acentos desplazados, hasta alcanzar el tono del verso libre. Es la poesía que nace con el espíritu de ser distinta a la escrita hasta el siglo XIX.
            El ritmo es otro, como también los símbolos. El tema de la ciudad desplaza al del campo, se describen los interiores y hasta la intimidad, y el hombre, con sus ideas, se convierte en motivo de creación. Esto sonó a demoníaco, a finales del siglo XIX, cuando Rubén Darío llegó a España. Para entonces, la iglesia católica estaba preparada para combatir la masonería, el liberalismo y a una secta de sacerdotes heterodoxos franceses que se llamaron modernistas. La guerra fue implacable. En Europa la iglesia se organizó secretamente como en los mejores años de la Inquisición, al modo de la CIA. Uno de los blancos fue Rubén Darío. Si no cayó fue por testaduro en sus libros. De 1907 data la encíclica del papa Pío X, el papa santo que desató una cruel persecusión contra las ideas. A partir de entonces, todo empezó a cambiar para las literaturas hispanicas del siglo XX. Ese mismo año Rubén Darío publicó, en Madrid, el libro titulado El canto errante, donde se lee en un poema que refleja la realidad de la época:

                                   Se cumplen ya la profesías
                                   del viejo monje Malaquías.
                                   En la iglesia el diablo se esconde.
                                    Ha parido una monja. (¿En dónde?...)
                                   Barcelona ya no está bona
                                   sino cuando la bolsa sona.
                                   China se corta la coleta.
                                   Henry de Rothschild es poeta.
                                   Madrid abomina la capa.
                                   Ya no tiene eunucos el papa.
                                   Se organiza por un bill
                                   la prostitución infantil...

Realmente, estos versos nada tienen que ver con la estética del pasado, ni siquiera con la idea que tenemos del modernismo. Precisamente en eso consistió el modernismo, en abrir puertas y ventanas para que entrase aire con oxígeno nuevo y renovador en la poesía. El modernismo abrió las cortinas para dar paso a la vanguardia. El maestro Rubén Darío fue un adelantado. Por esa razón, Navarro Tomás lo tuvo entre los cinco grandes poetas de todos los tiempos, sentado a la par de Berceo, el Arcipreste de Hita, Boscán y Garcilaso.
            Todavía hay muchos que no lo saben, porque el golpe de la iglesia fue tan duro que el nocaut dura hasta hoy. Pero hay momias rebeldes, como Tutankamón, que remueven las piedras para alzarse de las tumbas.






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* El autor es especialista de la obra de Rubén Darío, Miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, autor de ediciones críticas y anotadas publicadas en Visor, Joaquín Mortiz, Austral y Austral Básicos, entre otros.

Ricardo Llopesa
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