Simón Esaín, Argentina
CARTA
me motiva a escribir contarte
de un colibrí que anduvo revoloteando a cincuenta centímetros de mi nariz
en un claro entre el paraíso y la santa rita y
no encontró algo interesante
esta hora se ha sacado los guantes ¿sabés? y me rozan sus uñas
su tren pasa de largo, diciendo: hoy no venís, hoy no venís, los trenes
siempre pasan diciendomé algo, el benteveo
continúa desafiandomé a gritar aunque la noche le ha entrado al pico
horneros y tordos gritaron hasta lograr
que bajara un minuto de sosiego sobre el pasto
uno de los conejos blancos corretea por el fondo, me fastidia
me ha fastidiado todo el día
creer saber qué pensarían los conejos de todo esto si supieran
si cometieran, como nosotros, el error de creer
los árboles se cierran como roperos
estarme saboreando las sombras del mediodía entretiene
también es entretenido ver los picos rojos de la achira
cabecear por encima del manto suelto de la corona de novia
y al pomelo, rígido, entre las ramas llovidas de la higuera
la higuera sabe de qué se trata ¡por dios! ¡cómo lo sabe!
junto con las últimas brevas ha tirado su primera carta al otoño
sin mencionar mi poca esperanza, que también cayó
se pudrirá, caída
y la madreselva, trepada sobre el jazmín chino hasta alcanzar las canaletas
sin fijarse en mi honda obturación espiritual
sobre esta hoja
y si el techo se llueve y el cielo raso se pudriera
y cayera, bailoteando, sobre esta hoja
caída en mis manos
no les importaría gran cosa y enseñarían que mi esperanza
no debe importarme más que mi falta de esperanza
armo proporciones diferentes y con ellas
sostengo una consecuente sensación de extrañeza protectora
veo amalgamas de elementos en oposición a las diferencias
y que algunas mitades pueden continuar en otras
como si algunos escombros tuvieran continuación
el benteveo esperó a que mi alma se pusiera así de clara
para empezar a acicalar sus plumas sobre el tendedero
la que continúa lanzando su grave voz de bicharraco es la bañadera
regresa cruzando el centro y rozando las plazas con su panza de elefante
desde que tengo memoria los trenes nunca han vacilado
en pasar dando aullidos premonitorios, pero
no ha sonado la alarma voluntaria en el cuartel de bomberos
y estamos ilesos
¡ilesos! / ileso nuestro / ¡sandía abierta de la estimulación!
ileso el abierto corazón de sandía de nuestro amorío
te escribo estas líneas porque un colibrí tremoló frente a mi cara
hasta que nada tentador detuvo su ojo
¡pizca de brea!
es como uno que entró al taller y no supo salir
lo encontré infartado en el piso, entre las cartas
enviadas ese día por algunos poetas esperanzados
cordobeses, rosarinos, lunáticos de Quilmes
¡que se calle la calle!
que lo que pasa que pase y nos deje incluidos
que cualquier clase de residuo puede guardarse en el congelador de la heladera
hace un minuto he comido la primera pera madura
estoy pensando que nadie ha vivido así esta tarde
como nos roban los sapos y murciélagos, se las he robado
no tendrán ocasión de saberlo
un hornero invisible es el chillido ladrón
ha oscurecido primero sobre el cuchillo
criminalmente
hace un rato el minuto empezó a sonar como un grillo
pero al oírlo mejor lo he transformado en langosta susurrante:
tu respiración a las 06:00 de la mañana
querida amiga
agrego sal a mi banquete
ahora tengo colibrí muerto en la heladera
hasta que ambos quedemos paralizados
y cada vez que me sirvo de este tiempo congelado donde me descongelo
se ahoga la cuchara, se le dobla el mango que me diste
en el deseo que te debo, lo confieso
ahí está el cielo, como si ésta
fuera la casa del centinela
la irrupción de su paciencia
ni ensalada ni trozos de carne me llenan la boca
sino el presagio de morder algo que he vivido
el cuchillo que vive sobre la mesa, corta
cada segundo nuevo de cada segundo viejo
pero es alimenticio masticar hasta angustiarse
este mundo es un anonadamiento creado por las cercanías sin tragar
ponemos toda clase de saliva entre nosotros, padres y tíos
funcionarios y muchísima gente igual a uno
hasta volvernos remedos, trabajadores de lo insoportable
mérito que alcanza para desayunar y merendar
pero no resiste hasta la antigua hora de la cena
hay que preparar sobras frías cuando el domingo cae apagado
por algo será
entre cráteres de los organismos el otro mundo chilla, masticado
antes de salir volando en forma de muerto colibrí
cenar solo es peligroso
uno dice: todo lo que necesito es un corazón de metal
para clavetearlo mejor sobre mi vida
¡su hojalata es tan terca o se me escapa tanto!
es reconfortante masticar en la boca del patio mientras
los párpados menores ayudan a cerrarse a los párpados mayores
la casa tiene terquedad pero con ventanas
con pasillos y rincones hacia otras ciudades y otros suicidas
alguien se entusiasmará con este sentimiento de prisión vencida
por los recortes de las otras prisiones
ella me hace pensar en un laberinto portátil
un objeto familiar y circulante, que cabe entre mis manos y el cuchillo
sólo es verdad aquello que presentimos antes de comprender que comprendemos
la clave estaría en llegar al propio corazón a pesar de uno mismo
lograrlo es más duro que conmover un corazón ajeno
nada causa más hartazgo que el propio territorio
y la noche no se puebla sino con mis fantasmas
para que así no vuelva a suceder
imagino que llegan cien amigos con luces en las manos
que una sola amiga se desviste frente a mi soledad
o puedo dejar de respirarte
donde armo estas colecciones
en un secreto han convertido este día
obligados por sus obligaciones para el resto de la semana
y los domingos reaparecen, idénticos, uno tras otro
la crisis palpita
me siento tecnológico
ojala supiera si estamos en la posguerra o la preguerra
la permanente frustración ¿no es una de las fórmulas del éxtasis?
mirando lejos, como si en la amargura hubiera un mar
no hay secreto peor guardado que nuestra estupidez
algún niño ya sabe que estamos fabricando ilusiones para cocodrilos
qué placentera la primera penumbra después del ocaso
andan bamboleantes los fantasmas, como botellas vacías
agravado vibra ahora el rumor de la ciudad
como si el gran botellón transparente se hubiera enlatado
¿por qué se apurará el servicio público a encender luces?
siento que este mes me cuida
solo, aquí, me rodeo de enemigos
a solas, mi miedo no me preocupa, me ocupa
las verdades no pueden salvarnos de la mentira
las mentiras no pueden salvarnos de la verdad
etcétera
ergo
amo tu cigarrillo
odio a los demás
ojala sonaran campanas por ahí
CARTA
a Betina
Y digo que sé de colibríes
Zitarrosa
Zitarrosa
me motiva a escribir contarte
de un colibrí que anduvo revoloteando a cincuenta centímetros de mi nariz
en un claro entre el paraíso y la santa rita y
no encontró algo interesante
esta hora se ha sacado los guantes ¿sabés? y me rozan sus uñas
su tren pasa de largo, diciendo: hoy no venís, hoy no venís, los trenes
siempre pasan diciendomé algo, el benteveo
continúa desafiandomé a gritar aunque la noche le ha entrado al pico
horneros y tordos gritaron hasta lograr
que bajara un minuto de sosiego sobre el pasto
uno de los conejos blancos corretea por el fondo, me fastidia
me ha fastidiado todo el día
creer saber qué pensarían los conejos de todo esto si supieran
si cometieran, como nosotros, el error de creer
los árboles se cierran como roperos
estarme saboreando las sombras del mediodía entretiene
también es entretenido ver los picos rojos de la achira
cabecear por encima del manto suelto de la corona de novia
y al pomelo, rígido, entre las ramas llovidas de la higuera
la higuera sabe de qué se trata ¡por dios! ¡cómo lo sabe!
junto con las últimas brevas ha tirado su primera carta al otoño
sin mencionar mi poca esperanza, que también cayó
se pudrirá, caída
y la madreselva, trepada sobre el jazmín chino hasta alcanzar las canaletas
sin fijarse en mi honda obturación espiritual
sobre esta hoja
y si el techo se llueve y el cielo raso se pudriera
y cayera, bailoteando, sobre esta hoja
caída en mis manos
no les importaría gran cosa y enseñarían que mi esperanza
no debe importarme más que mi falta de esperanza
armo proporciones diferentes y con ellas
sostengo una consecuente sensación de extrañeza protectora
veo amalgamas de elementos en oposición a las diferencias
y que algunas mitades pueden continuar en otras
como si algunos escombros tuvieran continuación
el benteveo esperó a que mi alma se pusiera así de clara
para empezar a acicalar sus plumas sobre el tendedero
la que continúa lanzando su grave voz de bicharraco es la bañadera
regresa cruzando el centro y rozando las plazas con su panza de elefante
desde que tengo memoria los trenes nunca han vacilado
en pasar dando aullidos premonitorios, pero
no ha sonado la alarma voluntaria en el cuartel de bomberos
y estamos ilesos
¡ilesos! / ileso nuestro / ¡sandía abierta de la estimulación!
ileso el abierto corazón de sandía de nuestro amorío
te escribo estas líneas porque un colibrí tremoló frente a mi cara
hasta que nada tentador detuvo su ojo
¡pizca de brea!
es como uno que entró al taller y no supo salir
lo encontré infartado en el piso, entre las cartas
enviadas ese día por algunos poetas esperanzados
cordobeses, rosarinos, lunáticos de Quilmes
¡que se calle la calle!
que lo que pasa que pase y nos deje incluidos
que cualquier clase de residuo puede guardarse en el congelador de la heladera
hace un minuto he comido la primera pera madura
estoy pensando que nadie ha vivido así esta tarde
como nos roban los sapos y murciélagos, se las he robado
no tendrán ocasión de saberlo
un hornero invisible es el chillido ladrón
ha oscurecido primero sobre el cuchillo
criminalmente
hace un rato el minuto empezó a sonar como un grillo
pero al oírlo mejor lo he transformado en langosta susurrante:
tu respiración a las 06:00 de la mañana
querida amiga
agrego sal a mi banquete
ahora tengo colibrí muerto en la heladera
hasta que ambos quedemos paralizados
y cada vez que me sirvo de este tiempo congelado donde me descongelo
se ahoga la cuchara, se le dobla el mango que me diste
en el deseo que te debo, lo confieso
ahí está el cielo, como si ésta
fuera la casa del centinela
la irrupción de su paciencia
ni ensalada ni trozos de carne me llenan la boca
sino el presagio de morder algo que he vivido
el cuchillo que vive sobre la mesa, corta
cada segundo nuevo de cada segundo viejo
pero es alimenticio masticar hasta angustiarse
este mundo es un anonadamiento creado por las cercanías sin tragar
ponemos toda clase de saliva entre nosotros, padres y tíos
funcionarios y muchísima gente igual a uno
hasta volvernos remedos, trabajadores de lo insoportable
mérito que alcanza para desayunar y merendar
pero no resiste hasta la antigua hora de la cena
hay que preparar sobras frías cuando el domingo cae apagado
por algo será
entre cráteres de los organismos el otro mundo chilla, masticado
antes de salir volando en forma de muerto colibrí
cenar solo es peligroso
uno dice: todo lo que necesito es un corazón de metal
para clavetearlo mejor sobre mi vida
¡su hojalata es tan terca o se me escapa tanto!
es reconfortante masticar en la boca del patio mientras
los párpados menores ayudan a cerrarse a los párpados mayores
la casa tiene terquedad pero con ventanas
con pasillos y rincones hacia otras ciudades y otros suicidas
alguien se entusiasmará con este sentimiento de prisión vencida
por los recortes de las otras prisiones
ella me hace pensar en un laberinto portátil
un objeto familiar y circulante, que cabe entre mis manos y el cuchillo
sólo es verdad aquello que presentimos antes de comprender que comprendemos
la clave estaría en llegar al propio corazón a pesar de uno mismo
lograrlo es más duro que conmover un corazón ajeno
nada causa más hartazgo que el propio territorio
y la noche no se puebla sino con mis fantasmas
para que así no vuelva a suceder
imagino que llegan cien amigos con luces en las manos
que una sola amiga se desviste frente a mi soledad
o puedo dejar de respirarte
donde armo estas colecciones
en un secreto han convertido este día
obligados por sus obligaciones para el resto de la semana
y los domingos reaparecen, idénticos, uno tras otro
la crisis palpita
me siento tecnológico
ojala supiera si estamos en la posguerra o la preguerra
la permanente frustración ¿no es una de las fórmulas del éxtasis?
mirando lejos, como si en la amargura hubiera un mar
no hay secreto peor guardado que nuestra estupidez
algún niño ya sabe que estamos fabricando ilusiones para cocodrilos
qué placentera la primera penumbra después del ocaso
andan bamboleantes los fantasmas, como botellas vacías
agravado vibra ahora el rumor de la ciudad
como si el gran botellón transparente se hubiera enlatado
¿por qué se apurará el servicio público a encender luces?
siento que este mes me cuida
solo, aquí, me rodeo de enemigos
a solas, mi miedo no me preocupa, me ocupa
las verdades no pueden salvarnos de la mentira
las mentiras no pueden salvarnos de la verdad
etcétera
ergo
amo tu cigarrillo
odio a los demás
ojala sonaran campanas por ahí
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Simón Esain nació en la localidad de Maipú (Buenos Aires, Argentina) el 30 de agosto de 1945. Escribe poesía y prosa breve. Reside en la ciudad de Chascomus. Desde Chascomús editó y distribuyó desde 1989, durante 10 años La Silla Tibia, medio artesanal de difusión literaria. Textos de juventud inéditos son su "Hombre Polarizado" (a partir de haber oído sobre Herbert Marcuse) y "Amplitud Esencial". A partir de los Borradores del año inútil (1988-1989), edita en forma artesanal: Indignación de Noviembre (1989); por Alicia Gallegos Ediciones: Mayo de 1989 o El Humo; Musa Interventora; El momento de ahogarse. Posee asimismo, como material inédito, los poemarios U.S.Me y Tótem (La mirada de Ulysses). Su prosa del "año inútil" está reunida en el inédito Enero y Otros Meses". También tiene inéditos libros de prosa breve: Las Malvinas y Otros Sueños, Enero y Otros Meses I, Enero y Otros Meses II, Setiembre y Otros Meses I, Setiembre y Otros Meses II, Setiembre Naif, Oniricón… Otros proyectos, como "Lobo Mundial" y "La Valija", se hunden en la ciénaga del presente. Miembro fundador del Movimiento de Artistas y Artesanos de Chascomús (MAYA), a cargo de su taller literario. Miembro fundador de la Delegación Chascomús de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
1 comentario:
Me encantó, estimado André, hallar en tu propuesta-e tanto a Simón Esain como a Eduardo Espósito, admirados amigos. Estarás de acuerdo en que tienen mucha "marca", ¿verdad?
Abrazos para vos, para Simón, para Eduardo, para los compañeros.
www.revagliatti.net
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