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martes, 25 de marzo de 2008

Del Tres Mil en su querella entre filosofía y poesía_Rafael Lara Martínez

Fotografía: Rafael Lara Martínez, El Salvador.






Del Tres Mil en su querella entre filosofía y poesía



Rafael Lara-Martínez
Humanidades, Tecnológico de Nuevo México
soter@nmt.edu


La querella entre filosofía y poesía es antigua. Platón


Por gracia de la tecnología actual que todos sus detractores utilizan —internet, pdf, jpg, etc.— recibo números dispares del despegue de una de las mejores e incesantes revistas culturales salvadoreñas. Los ojeo con la misma avidez que hojeo revistas literarias del pasado. De algo que fue y ya no es. Por deformación arqueológica siempre me asomo a contemplar obras caducas. Leo sus escritos —poesía, narrativa, ensayo— como prueba palpable de una historia regional particular.

La intuición poética asegura que dos enfoques privilegiados bastan para rendir cuenta de un legado literario. Por una parte, la poesía nos enfrenta al rescate de testimonios y vivencias de quienes vivieron los sucesos. Su experiencia de vida directa apoya la construcción de una verdad tan sólida como la existencia particular de la persona que la relata. Por la otra, la poesía nos confronta a impresiones, sensaciones, sentimientos —también subjetivos— de quien evalúa un monumento histórico nacional, el mismo Tres Mil. En ambos casos, la verdad que se edifica la fundamenta un existente particular cuya visión personal sobre el mundo sustituye toda objetividad.

De valor inigualable, experiencia de vida y sentimiento íntimo olvidan que toda subjetividad expresa no sólo al existente singular; por la palabra también declaran su inserción a un sistema común, socializado que comunica subjetividades diversas. A este régimen compartido —ineludible— se le llama idioma. El dilema es clásico’ “Borges y yo”. Se trata de una escisión consustancial al hecho de hablar. Al existir en la lengua nos partimos en dos. Todos Uds. pueden ser “Yo”. Son capaces de asumir la instancia de la primera persona singular para referir el mundo desde una perspectiva única; siempre y cuando en traición paradójica a enunciados personales, utilicen el paradigma público de la lengua.

La singularidad más propia sólo se realiza en su negación al aceptar que lo individual emerge de su intimidad en lo que nos es común a todos los mortales. En cuanto a “Borges” — a “Lara-Martínez”— este núcleo original de mí-mismo queda agazapado en el fuero más interno salvo que, por supuesto, acepte alienarse, diluir su persona en lo comunitario del idioma. Acaso esta misma paradoja de la comunicación —de la expresión social— invade toda espiritualidad cuya huella tangible de existencia resulta siempre una alienación gráfica en la materia: papel como huella del poema; lienzo, de la plástica; partitura, de la música, etc.

Ante esta contradicción lógica—conocemos lo privado por lo público; el espíritu, por la materia; la esencia por la existencia corporal, etc.— la razón filosófica presenta un desafío. El punto de partida lo constituiría la sistematización de un legado historiográfico. Sería necesario elaborar un “índice analítico” de toda la revista Tres Mil, desde su fundación hasta el presente. El índice en cuestión podría responder a diversos criterios de ordenamiento. Sería preciso contar con un índice por número, otro por autor, otro más por género, en el doble sentido de la palabra (genre and gender). A nivel del género literario, las entradas bibliográficas se organizarían en poesía, prosa (cuento, testimonio, etc.), ensayo, artes visuales (pintura, escultura, etc.); en la categoría de género corporal, en masculino (hombre), femenino (hembra), etc.

Inédito en un país que vive del mito del mestizaje absoluto sería rastrear la filiación étnica (mestizo, indígena, palestino, italiano, etc.) y geográfica (ciudad (capital (colonia específica, barrio, etc.), capital de departamento), campo (pueblo, cantón, etc.)) de la producción cultural en el Tres Mil. Dejo abierta a la imaginación del lector ingeniar otras criterios posibles de clasificación, por ejemplo, el temático, ya que un poema, cuento, cuadro, música pueden todos referir un mismo argumento: el Mozote. Si algunas de las categorías que designo no se hallan presentes, su ausencia nos indicaría los límites del imaginario artístico del Tres Mil. Anticiparía una neta tendencia hacia lo masculino, lo hispano-mestizo, lo citadino. Casi siempre, este sujeto particular se posiciona como único y universal pese a que su ars poética se halla sometida a la particularidad de una existencia circunscrita por las nociones antes señaladas.

Junto a la digitación de la revista, los índices no bastan para iniciar un estudio analítico. Serían simples instrumentos que apoyarían el desarrollo de estudios sobre correspondencias entre temáticas singulares (poesía intimista, de protesta, etc.) e identidad singular, geográfica, étnica , de género, etc. El reto que la filosofía le dirige a la poesía consiste en sobrepasar lo trillado de oposiciones tradicionales a una sola dimensión, por ejemplo, arte puro contra compromiso, esencia contra existencia. Un análisis multidimensional revelaría que ambos polos contradictorios reciclan hegemonías masculinas, ocultas tras un ropaje de pureza trascendental, por una parte, o de política revolucionaria, por la otra. Igualmente, desde un enfoque étnico, la presunta oposición radical denotaría el renuevo del mito de un país mestizo que le niega todo espacio de expresividad a sus culturas campesinas regionales, subculturas urbanas y etnias indígenas.

En síntesis, mi propuesta consigna la necesidad de rebasar la esfera poética —testimonio y sentimiento subjetivo— respecto al legado cultural de una revista. Un verdadero homenaje al Tres Mil exige digitar y sistematizar su aporte artístico y literario a la cultura nacional salvadoreña. Sin este instrumental primario, toda evaluación seguirá atrapada dentro de los límites estrechos de enfoques subjetivos que rechazan una objetividad sociológica y filosófica. Apostamos por una perspectiva platónica, científica e historiográfica que rescate primero ese monumento cultural escrito y visual, para luego iniciar una discusión razonada de su contribución histórica. Propugnamos una utopía posmoderna digital —el Tres Mil digitado con varios índices analíticos. Realizado este ensueño , su ideal abrirá una nueva querella de debate entre filósofos y poetas.


Rafael Lara Martínez
Nuevo México, 18 de marzo de 2008

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