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lunes, 17 de noviembre de 2025

La Escuela Normal en la vivencia educativa de Guanacaste

 

Lic. Miguel Fajardo Korea


La Escuela Normal en la vivencia educativa de Guanacaste

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández-2008

(COSTA RICA). Guanacaste proviene del azteca “Quauhnacaztli”, que significa “árbol de orejas”.  En ese contexto, hoy, 10 140 kilómetros cuadrados y 412 808 habitantes resguardan el conjunto de características, símbolos, costumbres tradiciones e historia, que conforman el ser guanacasteco integral.

 En 1904 se funda la escuela Ascensión Esquivel de Liberia. En 1945 se crea el Instituto de Guanacaste. El 8 de febrero de 1949, mediante la Ley 369, se funda la Escuela Normal Rural de Guanacaste. Al crearse la Universidad Nacional, mediante Ley 5182, el 15 de febrero de 1973, se dispuso que la Escuela Normal Rural de Guanacaste pasara a formar parte de ella, como una Sección Regional Universitaria.

            Con la Escuela Normal de Guanacaste, se dio atención al desarrollo de la educación y la cultura, con derecho de primacía de aquellos sectores de la población nacional, los cuales permanecían semiatendidos por el Estado. La Escuela Normal de Guanacaste se esmeró en formar el personal docente para la educación primaria, proporcionándole el mayor contingente posible de elementos culturales, técnicas, procedimientos y métodos, para el mejor desempeño de los docentes, en relación con los problemas específicos del medio rural, en lo educativo, económico, social o político.

Han transcurrido 76 años desde su acto fundacional y la Escuela Normal de Guanacaste y sus Educadores Normalistas continúan en nuestra memoria histórica. Los recordamos y valoramos, pues predicaron con el paradigma de la lucha, la perseverancia, la exigencia, la entrega y la mística, tanto en la vocación, como en su convicción como MAESTROS, en el más genuino y orgulloso significado del término.

 Hoy, muchas personas educadoras acumulan grados, pero uno se pregunta: ¿Y la vocación? ¿Y el humanismo? ¿Y la entrega? ¿Y la responsabilidad? ¿Y el compromiso social?

 Todos somos deudores del aprendizaje de un Maestro, de una Maestra.  Nos han enseñado a ser sujetos protagónicos de la historia y no observadores de ella. Mujeres y hombres, desde el recinto áulico dejaron huellas imborrables. En mi caso, recuerdo con viva emoción a mis maestros: Hilda Rivas, Mercedes Rodríguez, Rosemary Nassar y Rogelio Pineda, quienes, con sus enseñanzas, me ayudaron a crecer como persona. Por ello, desde mis responsabilidades educativas, di lo mejor de mí, a favor de los seres integrales y de las instituciones donde me correspondió trabajar.

  Esos aprendizajes de vida andan en nuestro corazón y anidan en el alma, porque como dijera, desde su ideal humanista, el Benemérito de la Patria, Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995): “Nosotros no somos más que el puente sobre el cual pasarán las futuras generaciones”. Una relectura histórica permite decir: Ustedes han sido el puente espiritual y solidario que forjaron la ruta de muchas generaciones de bien.

 Sé que el contexto educativo de los Maestros Normalistas fue difícil, pero cimentó en ustedes, el temple de la lucha, el sobreponerse a las adversidades y establecer un compromiso telúrico, desde la docencia holística de los seres humanos, a quienes se comprometieron a enseñar y a formar, para el bien de la sociedad civil.

 Como educador activo durante 34 años, tanto en secundaria como en la Universidad, la vida me ha bendecido, al obtener dos premios, tanto en el Ministerio de Educación Pública (MEP), como en la Universidad Nacional (UNA), pues ostentan los nombres de dos educadores emblemáticos: Mauro Fernández y Omar Dengo.

Sé, que, por mi medio, se ha galardonado a los educadores que me ayudaron a crecer, desde la pobreza y las limitaciones familiares: desde la ceguera de mi padre, quien me enseñó el valor del diálogo y la responsabilidad en el trabajo; desde las jornadas abnegadas y sin horario de mi madre. Las enseñanzas y la vocación de servicio de mis Maestros -con mayúscula-, así como las atenciones que recibí como ser humano, sembraron fértiles semillas de compromiso social en mi corazón, desde Guanacaste.

 MAESTROS NORMALISTAS: a ninguno de ustedes los asustaron los retos, porque los supieron enfrentar con categoría y convicción.  Con su empeño y espacios de conciencia humanística y social, desde su propia responsabilidad, con las coyunturas del siglo XX, cuando les correspondió trabajar. Ustedes signan una llave de lucha, un instrumento de superación, un pan de bienestar para las generaciones que formaron.

 Este encuentro de educadores normalistas, destaca la vigencia de su trabajo honesto, desde la memoria histórica, enraizada en el Guanacaste auténtico y eterno, por el que ustedes lucharon, con decidido compromiso y entrega, sin horarios de comodidad. 

 La relectura del aporte educativo de las generaciones Normalistas continúa vigente, y se inscribe, con derecho propio, en el libro “RESIGNIFICANDO LA HISTORIA: LA ESCUELA NORMAL DE GUANACASTE(San José: Lara Segura, 2011: 135 pp), escrito por los distinguidos educadores: Ana Lorena Camacho, Orlando de la O Castañeda, e Ivannia Montero Robles.

           La obra es un “dossier”, un archivo de alma normalista más genuina.  Su travesía educativa se encuentra en las entrañas filiales más transparentes de Guanacaste.  Como educador, puedo atestiguar que el trabajo de los Maestros Normalistas marcó un periodo decisivo en la historia regional y nacional, pues aportó: disciplina, rigor, humanismo, vocación, compromiso, interrelación hogar-escuela, visita a los hogares, impecable presentación personal, respeto, liderazgo y credibilidad comunitaria, entre otros valores. 

 Las personas educadoras Normalistas signan las mejores tradiciones de la democracia, con el espíritu participativo de la sociedad, en la formación humanística del pensamiento crítico, el cual ayudaron a conformar las generaciones de normalistas de Guanacaste, desde 1949. Su ejemplo ha dado frutos, y hay que aprehenderlo, e incluirlo en nuestra agenda diaria, para volver a reencantar el ejercicio magisterial.

 Como dijera el Maestro Omar Dengo Guerrero (1888-1928): “¿Qué hacéis por el porvenir de las generaciones ahora en crecimiento?” Normalistas: ustedes lo hicieron, y muy bien, porque han sido protagonistas de la historia, no observadores de ella. Hay mucho por reaprender de ustedes. ¡Mi afectuoso reconocimiento a los Normalistas de siempre, donde sea que se encuentren! A los aquí presentes, un abrazo de luz, Dios los bendiga, por educar a la Costa Rica que nos ha distinguido siempre.

Nota: Discurso pronunciado por el Lic. Miguel Fajardo, en el CECELO, el 13-11-2025.


Dr. Orlando de la O Castañeda, Director Colegio CECELO,

CAÑAS, Guanacaste, Costa Rica.








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