Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA
CARLOS CALERO, palabra necesaria en
“Espiga entre los dientes”
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio
Nacional de Educación de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com
(Guanacaste
y Moravia). Carlos Calero es un poeta costarricense nacido en
Nicaragua. Cuenta con una licenciatura y una maestría en Ciencias de la
Educación. Ha sido profesor en enseñanza media y universitaria. Mención
especial en el certamen de poesía joven Leonel Rugama. Trabajó en los Talleres de Poesía, auspiciados por Ernesto
Cardenal. Ganó la convocatoria poética del Centro Nicaragüense de Escritores en
el 2000. Cuenta con ambas nacionalidades.
El libro se presenta el jueves 10 de abril en la Biblioteca de la
Universidad de Costa Rica, Sede Guanacaste, a las 3 p.m.
Ha publicado 11 libros: El humano
oficio (2000), La costumbre del reflejo (2009), Paradojas
de la mandíbula (2001), Arquitecturas de la sospecha (2008), Cornisas
del asombro (2008), Geometrías del cangrejo y otros poemas (2011),
Muerden Estrellas (2016), Hielo en el horizonte
(2021), Fingir o imaginar que somos tigres (2023) y Espiga entre los dientes
(2024). Coautor con Carlos Castro Jo de Las cartas sobre la mesa. Antología
Generación de los Ochenta. Poesía Nicaragüense (2012),
Ha sido antologado en varios países. Incluido
en revistas impresas y digitales, tales como Altazor, Norte/Sur, Círculo de
Poesía, Isla Poética, Decenio, El hilo Azul, Andrómeda, Nueva York Poetry o Carátula. Ha participado en encuentros y recitales de poesía
en Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Colombia, Perú y Ecuador. En
el 2023 participó en el I
Festival Centroamericano de Poesía Guanacaste Eterno (Costa Rica).
En su libro hace referencia a numerosos poetas, a
saber: Kavafis, Graves, Panero, Pavese, Gamoneda, El Arcipreste de Hita,
Whitman, Baudelaire, Transtromer o Wislawa Szymborska, de cuyos versos toma el
título de su libro.
Calero,
Carlos. Espiga entre los dientes. New York: Nueva York Poetry Press,
2024:116. Editora: Marisa Russo. Colección Museo Salvaje homenaje a Olga
Orozco, Núm. 63. Criterios de lectura de Carlos Manuel Villalobos y Ricardo
Russo.
La poesía de Carlos Calero es un marco escritural de
hondas incisiones y con apertura a interpretaciones plurisignificativas “cada
vez cuando apresuramos la tumba / y escondemos en nuestro cráneo un poema”
(p.17).
Uno
de sus ejes temáticos se vislumbra en “El mejor disfraz para encubrir la
locura/ es la camisa sin fuerza del mundo, /amarrada a un zapato o al sexo de
los amantes” (p. 18).
El
ojo acusador contra el poder y sus males “no renuncia un emperador, a pesar de
que el dolor y el incesto habitan el reino” (p.19).
Las
fuerzas oscuras tienen asidero en este mundo lírico “Hay noches y los demonios
intentan jalarte / de los brazos; /hacen esfuerzos y les crujen los dedos /
para cegar tu resistencia”.
Asimismo,
su poesía incursiona en los elementos lúdicos “los trapecistas no mueren en los
vacíos mortales” (p.22). El juego espacial del vacío y la nada, son
perspectivas de rotundidad, como las que presenta la vida misma a millones de
personas que se han suicidado. Por el contrario, los malabaristas saltan esos
obstáculos y continúan las funciones por su sobrevivencia, porque para ellos,
el mundo del circo es un mundo feliz, pero peligroso.
El
tema marino es importante en el mapa lírico de Carlos Calero “Los perros
ladran, hambrientos, al mar / y su apetito suelta un fantasma en la sal. (…) La marea deja rayas perpetuas sobre la
arena. / Los perros miran al mar” (p.23). La imagen de los perros mirando al
mar es significativa. Acaso es la llamada de atención a los seres humanos que
no tenemos la capacidad de verlo ni cuidarlo, sino de contaminarlo y
desafiarlo.
El vil oficio de la guerra y la venta de
armamentismo encuentran eco y censura en el hablante lírico de este libro “El
hombre finge que no ha fallecido, /mientras llueve, llueve, llueven disparos y
puñales. / El misterio y la vida se incrustan /en una estaca y sobre las
sepulturas” (p.27) En este momento, el clima de violencia cotidiana que sufre el
mundo y, particularmente, nuestro país, son extremadamente alarmantes.
El marco geopolítico del bardo centroamericano pone
la mirada en “El barrio es un nido absurdo de fantasmas. / Sé que la duda
obliga a convertirnos en cuervos / y dientes sobre el asfalto” (p. 27). Hoy
existen barrios organizados para velar por la seguridad vecinal. Convertirse en
cuervos es una opción. Ave cuyo simbolismo remite a lo demoniaco, al mal y a la
oscuridad.
Los 30 Derechos Humanos claves siguen siendo
irrespetados por gobiernos, instituciones y personas a lo largo del planeta. En
su poemario, Calero aduce “Nunca supieron que un cilindro de gas no garantiza
la existencia de los derechos humanos” (p.29). La utilización del cilindro como
una cámara donde se quema combustible es una imagen visionaria, que puede
aludir a las cámaras de gases, donde han muerto millones de personas en el
mundo. La lucha por los DD.HH. debe ser constante, frontal y decidida. Aquí y
ahora.
En el poemario de Carlos Calero leemos imágenes de
altísimo mérito literario, por ejemplo “El centro del mal vive en una piedra /
que pesa lo que el tiempo dura / en torcerle el cuello a los sueños”. (p. 30).
Es una imagen para disfrutarla como lector. Es el poder de su palabra.
En su orbe lírico, Calero es inquisitivo y
denunciante “Aquí existió el bar de los muertos.
/ Aquí viven todavía quienes nunca se arrepienten / después de robarse el ron,
con descaro, / y seducen a las mujeres con rock y boleros”. (p.32).
Uno de los rasgos de estilo en “Espiga entre los
dientes”, de Carlos Calero, es el abordaje del tópico de la corporalidad, con
base en las relaciones con el goce o el deseo. Su planteamiento es abierto y
desenfadado. Estos cinco ejemplos se dejan leer e interpretar por cada lector.
Las exégesis son abiertas:
· “En la
bitácora de un paraíso tu sexo / no registra ninguna perversión ni huida. /
Ojalá seamos un festín para el verano” (p. 33).
· “El que
ama y huye huele a disparo y carne viva” (p.35).
· “Tu
mundo solo ve ruinas, / no encuentra sabor a carne en los amantes” (p.37).
· “Duermes
con el deseo de un amante y su carne. / O concluyes que los cuerpos no
resuelven / lo que acumula el tiempo” (p.46).
· “Una
cama paga por los apetitos de nuestra vida. / Entonces defiendes tu destino y
no aceptas, /para nada, / quedarte en el infierno” (p. 47).
La palabra es un poder. Ese es el poder de las
palabras. Y más, sin son las palabras de un poeta. Por esa razón, este verso es
una gran sentencia “Nunca olvides el incendio de una palabra” (p.34). “Poesía,
danos el conocimiento y la fe que salvan. Y si todo no es así, nunca me
perdones” (p.66). “La poesía empieza / en el
esperma íntimo del demonio / y la ternura sin carnes. / No se piensa demasiado,
un poema"(p.69).
Cuando leí este verso de Carlos, de una vez me llevó
a releer el extraordinario poema SETIEMBRE, del gran poeta búlgaro Gueo Milev
(1895-1925), quien fue asesinado hace un siglo por escribirlo. Hoy es el gran poema
nacional búlgaro, consta de 19 páginas y fue escrito en 1924. Escribirlo fue la
razón oscura de su muerte en ese momento en el contexto histórico de Bulgaria, su
patria, “ahí, donde el poder no tiene sentido / y la voluntad es resistirse a
la nada / o no sobrepasar la libertad del otro” (p.43)”.
En otro poema, el autor centroamericano aduce: “El
telescopio comprueba que los dictadores temen a los poetas” (p. 84). “andá
tranquilo, andá satisfecho, andá profeta. Esa última luz en la selva somos
nosotros” (p.85). Es decir, el hablante lírico tiene fe en el poder de la
palabra y en sus voceros, los poetas de muchísimas partes del mundo, en un
oficio de honestidad hacia la luz de la libertad en democracia.
En el orbe lírico de Carlos Calero se presenta una
auscultación existencial. Una mirada profunda sobre los entornos y los
aconteceres en la globalización. Su palabra sale en defensa de las causas
benéficas para el ser humano, por eso, las denuncia con firmeza y convicción,
no importa el problema señalizado. Su voz es díscola ante la incertidumbre. El
poeta no puede quedarse callado ante las tropelías contra el factor humanidad
desde diversas perspectivas.
El arte de la belleza en la Poiesis de Carlos Calero
es un trabajo de cincel, donde el poeta es sumamente cuidadoso y trabajador de
la palabra. “Te embriaga, a pesar de todo, el silencio / en el costado de un
pájaro / porque la belleza lo salva de no ser crucificado” (p. 38). “Por
cierto, las gacelas son expertas / en la belleza que cierra, para siempre, los
ojos” (p.42).
Existe un eje temático que versa sobre la
bioidentidad “Todo pájaro no deje de amar, / que cante a quienes no se
suicidan, / a quienes escuchan que están vivos” (p.75). Es la confluencia del
reino animal y la condición humana, que deben coexistir para el mejoramiento de
la calidad de vida planetaria. El dualismo vida/muerte es mediado por el canto
natural para la vida, nunca contra quienes atentan contra la propia existencia.
La presencia de los dioses originarios es muy
importante en el mapa lírico de “Espiga entre los dientes”: “Sibú / equilibra
el corazón, / deseo que no establezca / entre hombre y mujer diferencias”
(p.78). La anhelada igualdad tiene una voz apelativa en busca de ese sueño
universal.
El tema de la migración humana encuentra eco en ese
universo poético “Los hombres sí, pero no las aguas, pueden ir a fronteras
extrañas y prohibidas” (p. 82). En este momento, ya no es ni el fenómeno
tortuoso de migrar, sino la repatriación de los inmigrantes, que es un nuevo
proceso de agresión y explotación mercantil humana.
Y como un sistema recolectivo de esa espiga entre
dientes, suelta unos versos de conclusión “Ten fe, / Tu reino, aunque no lo
creas, será demolido, / Tu creencia en la Troya eterna ha concluido” (p. 53),
porque “Nadie niega como posibilidad el fin del mundo” (p.86).
Ofrécele alcoba y tu vino.
Que estén lejos las doncellas,
que haya escasas antorchas en los pasillos.
Tu voz y su silencio juzgarán
por qué tardó (el impostor Odiseo)
mucho más de lo esperado.
Las señales del cielo fueron claras,
al decir que él jamás, sin tu carne, amaría.
Desnúdate, no simules más la espera,
saca en silencio tus cuchillos (p.56).
Deudas
El
silencio de una mujer no se discute,
se
teme.
La
palabra de una mujer no se calla,
se
anuncia.
El
deseo de una mujer no se posterga,
se
impone
La
ternura de una mujer no se debate,
se
interna.
La
belleza de una mujer no se mata,
se
salva, resucita.
La
espera de una mujer no se pospone,
se
conquista.
La
pasión de una mujer no se agota,
se
incendia,
se
habita,
Porque
nunca será desprecio ni ceniza (p.40).
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