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miércoles, 26 de marzo de 2025

CARLOS CALERO, palabra necesaria en “Espiga entre los dientes”

 

Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA


CARLOS CALERO, palabra necesaria en “Espiga entre los dientes”

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Educación de Costa Rica

minalusa-dra56@hotmail.com


(Guanacaste y Moravia). Carlos Calero es un poeta costarricense nacido en Nicaragua. Cuenta con una licenciatura y una maestría en Ciencias de la Educación. Ha sido profesor en enseñanza media y universitaria. Mención especial en el certamen de poesía joven Leonel Rugama. Trabajó en los Talleres de Poesía, auspiciados por Ernesto Cardenal. Ganó la convocatoria poética del Centro Nicaragüense de Escritores en el 2000. Cuenta con ambas nacionalidades.

El libro se presenta el jueves 10 de abril en la Biblioteca de la Universidad de Costa Rica, Sede Guanacaste, a las 3 p.m.

Ha publicado 11 libros: El humano oficio (2000), La costumbre del reflejo (2009), Paradojas de la mandíbula (2001), Arquitecturas de la sospecha (2008), Cornisas del asombro (2008), Geometrías del cangrejo y otros poemas (2011), Muerden Estrellas (2016), Hielo en el horizonte (2021), Fingir o imaginar que somos tigres (2023) y Espiga entre los dientes (2024). Coautor con Carlos Castro Jo de Las cartas sobre la mesa. Antología Generación de los Ochenta. Poesía Nicaragüense (2012),

Ha sido antologado en varios países. Incluido en revistas impresas y digitales, tales como Altazor, Norte/Sur, Círculo de Poesía, Isla Poética, Decenio, El hilo Azul, Andrómeda, Nueva York Poetry o Carátula. Ha participado en encuentros y recitales de poesía en Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Colombia, Perú y Ecuador. En el 2023 participó en el I Festival Centroamericano de Poesía Guanacaste Eterno (Costa Rica).

En su libro hace referencia a numerosos poetas, a saber: Kavafis, Graves, Panero, Pavese, Gamoneda, El Arcipreste de Hita, Whitman, Baudelaire, Transtromer o Wislawa Szymborska, de cuyos versos toma el título de su libro.

          Calero, Carlos. Espiga entre los dientes. New York: Nueva York Poetry Press, 2024:116. Editora: Marisa Russo. Colección Museo Salvaje homenaje a Olga Orozco, Núm. 63. Criterios de lectura de Carlos Manuel Villalobos y Ricardo Russo.

La poesía de Carlos Calero es un marco escritural de hondas incisiones y con apertura a interpretaciones plurisignificativas “cada vez cuando apresuramos la tumba / y escondemos en nuestro cráneo un poema” (p.17).

          Uno de sus ejes temáticos se vislumbra en “El mejor disfraz para encubrir la locura/ es la camisa sin fuerza del mundo, /amarrada a un zapato o al sexo de los amantes” (p. 18).

          El ojo acusador contra el poder y sus males “no renuncia un emperador, a pesar de que el dolor y el incesto habitan el reino” (p.19).

          Las fuerzas oscuras tienen asidero en este mundo lírico “Hay noches y los demonios intentan jalarte / de los brazos; /hacen esfuerzos y les crujen los dedos / para cegar tu resistencia”.

          Asimismo, su poesía incursiona en los elementos lúdicos “los trapecistas no mueren en los vacíos mortales” (p.22). El juego espacial del vacío y la nada, son perspectivas de rotundidad, como las que presenta la vida misma a millones de personas que se han suicidado. Por el contrario, los malabaristas saltan esos obstáculos y continúan las funciones por su sobrevivencia, porque para ellos, el mundo del circo es un mundo feliz, pero peligroso.

          El tema marino es importante en el mapa lírico de Carlos Calero “Los perros ladran, hambrientos, al mar / y su apetito suelta un fantasma en la sal.  (…) La marea deja rayas perpetuas sobre la arena. / Los perros miran al mar” (p.23). La imagen de los perros mirando al mar es significativa. Acaso es la llamada de atención a los seres humanos que no tenemos la capacidad de verlo ni cuidarlo, sino de contaminarlo y desafiarlo.

El vil oficio de la guerra y la venta de armamentismo encuentran eco y censura en el hablante lírico de este libro “El hombre finge que no ha fallecido, /mientras llueve, llueve, llueven disparos y puñales. / El misterio y la vida se incrustan /en una estaca y sobre las sepulturas” (p.27) En este momento, el clima de violencia cotidiana que sufre el mundo y, particularmente, nuestro país, son extremadamente alarmantes. 

El marco geopolítico del bardo centroamericano pone la mirada en “El barrio es un nido absurdo de fantasmas. / Sé que la duda obliga a convertirnos en cuervos / y dientes sobre el asfalto” (p. 27). Hoy existen barrios organizados para velar por la seguridad vecinal. Convertirse en cuervos es una opción. Ave cuyo simbolismo remite a lo demoniaco, al mal y a la oscuridad.

Los 30 Derechos Humanos claves siguen siendo irrespetados por gobiernos, instituciones y personas a lo largo del planeta. En su poemario, Calero aduce “Nunca supieron que un cilindro de gas no garantiza la existencia de los derechos humanos” (p.29). La utilización del cilindro como una cámara donde se quema combustible es una imagen visionaria, que puede aludir a las cámaras de gases, donde han muerto millones de personas en el mundo. La lucha por los DD.HH. debe ser constante, frontal y decidida. Aquí y ahora.

En el poemario de Carlos Calero leemos imágenes de altísimo mérito literario, por ejemplo “El centro del mal vive en una piedra / que pesa lo que el tiempo dura / en torcerle el cuello a los sueños”. (p. 30). Es una imagen para disfrutarla como lector. Es el poder de su palabra.

En su orbe lírico, Calero es inquisitivo y denunciante Aquí existió el bar de los muertos. / Aquí viven todavía quienes nunca se arrepienten / después de robarse el ron, con descaro, / y seducen a las mujeres con rock y boleros”. (p.32).

Uno de los rasgos de estilo en “Espiga entre los dientes”, de Carlos Calero, es el abordaje del tópico de la corporalidad, con base en las relaciones con el goce o el deseo. Su planteamiento es abierto y desenfadado. Estos cinco ejemplos se dejan leer e interpretar por cada lector. Las exégesis son abiertas:

·       “En la bitácora de un paraíso tu sexo / no registra ninguna perversión ni huida. / Ojalá seamos un festín para el verano” (p. 33).

·       “El que ama y huye huele a disparo y carne viva” (p.35).

·       “Tu mundo solo ve ruinas, / no encuentra sabor a carne en los amantes” (p.37).

·       “Duermes con el deseo de un amante y su carne. / O concluyes que los cuerpos no resuelven / lo que acumula el tiempo” (p.46).

·       “Una cama paga por los apetitos de nuestra vida. / Entonces defiendes tu destino y no aceptas, /para nada, / quedarte en el infierno” (p. 47).

 

La palabra es un poder. Ese es el poder de las palabras. Y más, sin son las palabras de un poeta. Por esa razón, este verso es una gran sentencia “Nunca olvides el incendio de una palabra” (p.34). “Poesía, danos el conocimiento y la fe que salvan. Y si todo no es así, nunca me perdones” (p.66). “La poesía empieza / en el esperma íntimo del demonio / y la ternura sin carnes. / No se piensa demasiado, un poema"(p.69).

Cuando leí este verso de Carlos, de una vez me llevó a releer el extraordinario poema SETIEMBRE, del gran poeta búlgaro Gueo Milev (1895-1925), quien fue asesinado hace un siglo por escribirlo. Hoy es el gran poema nacional búlgaro, consta de 19 páginas y fue escrito en 1924. Escribirlo fue la razón oscura de su muerte en ese momento en el contexto histórico de Bulgaria, su patria, “ahí, donde el poder no tiene sentido / y la voluntad es resistirse a la nada / o no sobrepasar la libertad del otro” (p.43)”.

En otro poema, el autor centroamericano aduce: “El telescopio comprueba que los dictadores temen a los poetas” (p. 84). “andá tranquilo, andá satisfecho, andá profeta. Esa última luz en la selva somos nosotros” (p.85). Es decir, el hablante lírico tiene fe en el poder de la palabra y en sus voceros, los poetas de muchísimas partes del mundo, en un oficio de honestidad hacia la luz de la libertad en democracia.

          En el orbe lírico de Carlos Calero se presenta una auscultación existencial. Una mirada profunda sobre los entornos y los aconteceres en la globalización. Su palabra sale en defensa de las causas benéficas para el ser humano, por eso, las denuncia con firmeza y convicción, no importa el problema señalizado. Su voz es díscola ante la incertidumbre. El poeta no puede quedarse callado ante las tropelías contra el factor humanidad desde diversas perspectivas.

El arte de la belleza en la Poiesis de Carlos Calero es un trabajo de cincel, donde el poeta es sumamente cuidadoso y trabajador de la palabra. “Te embriaga, a pesar de todo, el silencio / en el costado de un pájaro / porque la belleza lo salva de no ser crucificado” (p. 38). “Por cierto, las gacelas son expertas / en la belleza que cierra, para siempre, los ojos” (p.42).

Existe un eje temático que versa sobre la bioidentidad “Todo pájaro no deje de amar, / que cante a quienes no se suicidan, / a quienes escuchan que están vivos” (p.75). Es la confluencia del reino animal y la condición humana, que deben coexistir para el mejoramiento de la calidad de vida planetaria. El dualismo vida/muerte es mediado por el canto natural para la vida, nunca contra quienes atentan contra la propia existencia.

La presencia de los dioses originarios es muy importante en el mapa lírico de “Espiga entre los dientes”: “Sibú / equilibra el corazón, / deseo que no establezca / entre hombre y mujer diferencias” (p.78). La anhelada igualdad tiene una voz apelativa en busca de ese sueño universal.

El tema de la migración humana encuentra eco en ese universo poético “Los hombres sí, pero no las aguas, pueden ir a fronteras extrañas y prohibidas” (p. 82). En este momento, ya no es ni el fenómeno tortuoso de migrar, sino la repatriación de los inmigrantes, que es un nuevo proceso de agresión y explotación mercantil humana.

Y como un sistema recolectivo de esa espiga entre dientes, suelta unos versos de conclusión “Ten fe, / Tu reino, aunque no lo creas, será demolido, / Tu creencia en la Troya eterna ha concluido” (p. 53), porque “Nadie niega como posibilidad el fin del mundo” (p.86).

 

Ofrécele alcoba y tu vino.

Que estén lejos las doncellas,

que haya escasas antorchas en los pasillos.

Tu voz y su silencio juzgarán

por qué tardó (el impostor Odiseo)

mucho más de lo esperado.

Las señales del cielo fueron claras,

al decir que él jamás, sin tu carne, amaría.

Desnúdate, no simules más la espera,

saca en silencio tus cuchillos (p.56).

Deudas

El silencio de una mujer no se discute,

se teme.

La palabra de una mujer no se calla,

se anuncia.

El deseo de una mujer no se posterga,

se impone

La ternura de una mujer no se debate,

se interna.

La belleza de una mujer no se mata,

se salva, resucita.

La espera de una mujer no se pospone,

se conquista.

La pasión de una mujer no se agota,

se incendia,

se habita,

Porque nunca será desprecio ni ceniza (p.40).


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