Fotografía: Alejandra Oviedo
Bendita la palabra
Bendita la palabra
que inaugura un paisaje,
una piedra en el camino,
un lento fuego que sucumbe.
Bendita la palabra
que nace
cuando se abre una puerta,
un recuerdo,
una herida.
Palabra,
incandescencia,
brota para tus labios,
para las cuatro esquinas
de tus ojos
para el perro sin nombre
que espera tu llegada
Bendita la palabra
que resume
tu lento ahogo de esperanza;
la que alaba la dulzura
de tu cena frugal;
la que enarcede el simple gesto
que anuda la correa de tu bota.
Palabra,
vuelo de piedra,
puño y flor;
de vastedad,
de pequeñez,
de todo lo
humanamente humano;
de todo lo divino
que no alcanza
a llenar su dimensión
en nuestros labios
sedientos de palabras.
Bendita la palabra
Bendita la palabra
que inaugura un paisaje,
una piedra en el camino,
un lento fuego que sucumbe.
Bendita la palabra
que nace
cuando se abre una puerta,
un recuerdo,
una herida.
Palabra,
incandescencia,
brota para tus labios,
para las cuatro esquinas
de tus ojos
para el perro sin nombre
que espera tu llegada
Bendita la palabra
que resume
tu lento ahogo de esperanza;
la que alaba la dulzura
de tu cena frugal;
la que enarcede el simple gesto
que anuda la correa de tu bota.
Palabra,
vuelo de piedra,
puño y flor;
de vastedad,
de pequeñez,
de todo lo
humanamente humano;
de todo lo divino
que no alcanza
a llenar su dimensión
en nuestros labios
sedientos de palabras.
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