En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



sábado, 29 de abril de 2023

LA POESÍA COMO ARTILUGIO LÚDICO, METAMORFOSIS POÉTICA DEL JUEGO EN «JUGANDO CON ASTURIAS» DE LA POETA CLAUDIA HÉRODIER

 

JUGANDO CON ASTURIAS
CLAUDIA HÉRODIER

LA POESÍA COMO ARTILUGIO LÚDICO, METAMORFOSIS POÉTICA DEL JUEGO EN «JUGANDO CON ASTURIAS»

DE LA POETA CLAUDIA HÉRODIER


No es casual que Claudia Hérodier, destacada figura de nuestras letras nos sorprenda en esta ocasión con un libro: «JUGANDO CON ASTURIAS» y no es difícil entender su actitud: saltan a mis ojos dos escrituras, la de Claudia y la de Asturias, hermanadas ciertamente por lo lúdico y que deviene de las vanguardias, en este caso del dadaísmo y surrealismo, sustentos de nuestra poeta y Asturias. Llama la atención, además, el que sea a través del soneto y no del verso libre que suele ser más dócil para este juego de artilugios verbales. El adjetivo lúdico aplicado a manifestaciones de orden estético o intelectual fue introducido por Johan Huizinga en el prólogo a su Homo ludens, obra en la que el historiador holandés analiza el papel que desempeñó el juego en la historia de la humanidad, en especial en lo que respecta a lo literario. Huizinga parte de la premisa de que el juego es anterior a la cultura y arriba a la conclusión de que las características esenciales del juego no le deben nada a ese complejo constructo que llamamos «civilización». (Johan Huizinga o de la literatura como juego de Flavio Crescenzi)

Para el escritor Flavio Crescenzi, Huizinga estudia deliberadamente la lírica como pura función lúdica, función que sólo disminuye cuando pierde contacto con lo musical y se acerca a lo intelectual o reflexivo. La poesía épica, cuando deja de ser recitado público para convertirse en lectura, también rompe su conexión con la esfera lúdica. Sólo la poesía dramática conserva siempre su relación con el juego; el léxico técnico que le atañe así lo indica. En latín, el concepto griego de drama equivale a ludi (-orum), o sea, “juego”, es decir, el drama es «jugado». Paralelamente, los ludi eran en Roma espectáculos ofrecidos al pueblo para diversión u honra de las divinidades. Ludia (-ae) era la bailarina o actriz cómica que “jugaba” con el público. Ludius (-ii), el actor que hacía lo propio. La misma actitud espiritual del público frente al espectáculo, el «vivir» la ficción, era también parte del juego, tal como lo eran los disfraces, las máscaras y demás caracterizaciones. En el caso de Claudia Hérodier esta situación no le es ajena, pues ella viene de los influjos del teatro por la vía paterna, D. Edmundo Barbero, (actor y director de teatro), español y a quien vi poner en escena obras de Albert Camus. Su capacidad histriónica pervive en toda su obra, instantes diversos de su discurso poético; ha sido capaz de expresar su experiencia emotiva sobre situaciones dramáticas e históricas. Al igual que Asturias, Claudia Hérodier, de posición rebelde, nos transmite en estos diecinueve sonetos una enorme sensibilidad y la condición de vida de este pueblo, la lucha por sobrevivir y una alegría trágica en nuestro trópico. Como el escritor guatemalteco, Claudia Hérodier, escribe dichos sonetos con singular dramatismo y una plástica que a ambos le son comunes.

Esta filiación con la escritura de Asturias, no se suscribe, en mi opinión, con esta obra: «JUGANDO CON ASTURIAS», sino con libros como: «ESTE ES MI GRITO», en donde encontramos bloques de poemas: «EN MEDIO DE LOS CAMPOS DE CADÁVERES», «LABRADOR-ALFARERO» que marcan a su vez una cercanía con la poética de Walt Whitman. Una de las mayores cualidades de la obra de Claudia Hérodier es el lenguaje; sus representaciones adquieren por ella especial valor plástico, ese natural barroquismo que tanto llama la atención en las novelas de Asturias es más que evidente, pero que, Claudia Hérodier lo hace suyo para jugar en su propia cancha con la poesía, a manera de hermanar ambas literaturas: «Ayer y el hoy, fugaces noche y día. / Exequias son. Cambiante mapa humano. / Leños candentes. ¡Mundo soberano! / ¡A volver con remos y con velas, fantasía!»

«La poesía, al mismo tiempo, es juego sagrado y juego festivo.» Según Huizinga, «en su función primitiva de factor de cultura arcaica, la poesía nace en el juego y como juego. Es un juego sagrado, pero dentro de su santidad permanece siempre, sin embargo, en el límite con el esparcimiento, la broma y diversión». (Johann Christoph Friedrich von Schiller. Poesía ingenua y poesía sentimental, Buenos Aires, Editorial Nova, 1965.) La peculiaridad lingüística en este punto resulta sustancial, así lo advierte Giuseppe Bellini, cuando dice en su trabajo: «LA NARRATIVA DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS ENTRE MAGIA Y DENUNCIA», cito: «Alejo Carpentier subrayó esta característica, que brota de la necesidad de "nombrar las cosas”. En el mundo en el que el novelista vive todo queda por nombrar, y lo de nombrar las cosas significa tomar conciencia de ellas, y al mismo tiempo crearlas, darse cuenta por fin de las peculiaridades de su propio mundo.» Claudia Hérodier muy acertadamente hace honor a este señalamiento: «Mas como es timonel entre los ojos, / va bogando hacia nuevos desafíos / con sus velas bravías. Misteriosas.»

         Cualquier actividad poética, cualquier técnica literaria, coincide con las características del juego. La cantidad silábica, el ritmo y la rima en el verso; la sintaxis; el sentido figurado; los sentimientos de realce y rigidez, de regocijo y distensión, generalmente, pertenecen a la esfera lúdica. Las reflexiones que de su propio proceso creativo han hecho poetas y escritores así nos lo demuestran. (Flavio Crescenzi) Y así lo demuestra Claudia Hérodier en este poemario: la presencia de su mundo, del mundo, del país nuestro se hace viva, no sólo en cuanto significan los rasgos característicos de la naturaleza salvadoreña y guatemalteca, sino por los problemas humanos que lo caracterizan y que en la poesía de Claudia Hérodier como en la narrativa de Asturias se manifiestan a través del lenguaje, ese lenguaje onomatopéyico y a menudo picaresco.

         Claudia Hérodier es una poeta incisiva y vigorosa en su poética: «Combatir por las cosas es costumbre, / ¿mas quién por uno mismo que combata, / logrando el amo fiel, fiel mansedumbre?» Y, aunque no se crea, hay, también, esa atmósfera quevedesca y ese tremendismo del superrealismo. Este poemario, breve, si se quiere, pero muy intenso es «sugestivo laberinto» en el cual la poeta ha entrado y del cual sale ilesa «jugando» ―dice ella̶― con Asturias, aun en la denuncia. «y así nos deja a todos el desvelo / de moler las mazorcas con el seno / ¡y defender su vida con un diente!» Creo que su poesía, toda, busca la definición de la complejidad espiritual de la gente y del mundo nuestro, de nuestros asolados seres por la precariedad. Claudia Hérodier lanza su voz y siente que, en esta hermanación con Asturias, descubre su propia riqueza, esa personal esencia de un rumbo, el de la luz y los desvalidos de nuestra tierra, el de la historia y su escenario de charcos.

En el imaginario del sonido está la actitud de poeta. A través del silencio conquista la intimidad con la naturaleza: «quema la noche del silencio. Huesos... / Los oye trabajar mi pesadumbre.» El silencio visto aquí como antítesis del sonido puede simbolizar fuerzas antagónicas como la humedad y lo seco, tal como apunta Igor de Gandarias, refiriéndose al «Imaginario musical en la obra

de Miguel Ángel Asturias» Hay estructuras musicales muy singulares que no solo denotan el conocimiento del lenguaje sino el cocimiento de la técnica asturiana, nunca fácil. Claudia Hérodier lo hace de manera magistral como ese juego que juegan nuestros niños descalzos. Si Asturias nos lo dice en voz de Guacamayo: «de la mañana a la tarde de la tarde a la noche de la noche a la mañana»; Claudia lo hace de esta manera: «para comprar el bien que no hace daño, / aquel bien espumoso de mar que bien cabría.» a manera de anillos rítmicos como lo llaman los especialistas.

         Si una de las preocupaciones más patentes en la narrativa de Asturias es «plantear con el mayor realismo y emotividad, a nivel de detalles, como imágenes visuales, las diferentes atmósferas naturales y sociales que sirven de marco a las acciones presentadas», Claudia no pierde ese recurso en su poesía: «Flotan las llamas, baile de la intriga. / Ante los ojos montan la querella, / por ver quién puede más en la fatiga, / de subir en silencio su centella.» O el siguiente terceto, «En la cumbre del fuego un duende bobo, / baila, poseso, en chispas, danzón fiero, / ebrio de luz, del fuego derretido.»  Claudia recurre entre otros procedimientos a la descripción de sonidos, a imágenes de algún modo, cinematográficas, kinestésicas, como es el caso: «Las aves bambolean sus caderas / huyendo del llamado del abismo.»

Lidia Morales Benito de Université libre de Bruxelles. Bélgica, nos dice: «Toda narración ficcional provoca que el lector se abstraiga de su entorno al ser invitado por el texto a participar de una realidad nueva. La literatura lúdica añade a este proceso un artificio pactado entre el escritor y su lector que les permite a ambos adentrarse en una esfera distinta por medio de unas determinadas reglas de juego.» Así la voz de Claudia Hérodier nos invita, nos hace partícipes de este «juego» de turbulencia dramática, una voz que sangra sobre muchas grietas con sus manos de barro sobre la cara. «Los autores lúdicos (cito de nuevo a Lidia Morales Benito, tal el caso de Claudia Hérodier, se sienten altamente atraídos por las peculiaridades y posibilidades de la lengua. La seducción lingüística los invita a jugar con sus constituyentes, reciclándolos y recombinándolos hasta sacarles los entresijos y explorar así sus limitaciones. De este modo, buscan crear una sublengua que les permita plasmar su particular visión del mundo pero que, a su vez, les sirva para modificar los parámetros lógicos de la realidad circundante. Por la misma razón, sus textos rebosan de juegos estructurales y conceptuales.»

Con este libro «JUGANDO CON ASTURIAS» escrito a mediados de 1996, nos encontramos con el desborde creativo mostrado por la poeta para presentar diferentes facetas de la realidad salvadoreña. Un poemario de sonetos de gran calidad artística, centrado en un argumento: lo humano. « Feroz y fulgurante en sus centellas, / blandiendo grandes velas sobre un potro,/ navega pues el hombre sobre tierra.»  Aunque nuestra poeta no se ha decantado por la narrativa como fue el caso de Asturias que escribió poesía: «Sien de Alondra», «Clarivigilia Primaveral», «Ejercicios poéticos en forma de soneto sobre temas de Horacio», etc. Claudia ha sido forjada y su expresión arraigada a la salvadoreñidad. La realidad de El Salvador le ha ofrecido, y todavía le ofrece, abundante material a la ficción lírica y dramática para una radiografía del país de ella y del país de Asturias. Todo en ella es vuelo lírico y delicadeza extraordinarios: y así, «La arruga agrieta el rostro. Ciega. Muda. / En silencio devora las edades. / Se hiela, palidece, llora, suda, / la vida que camina junto al Hades.» Ella dirá que en lo que escapa ama lo que pervive y quizás tenga razón genuina como el fermento de sus palabras.

  André Cruchaga,

Barataria, 22 de abril de 2023.


miércoles, 26 de abril de 2023

MARÍA LEAL DE NOGUERA: MAGISTERIO, BENEMERITAZGO Y CENTENARIO NARRATIVO

 

Miguel Fajardo Korea


MARÍA LEAL DE NOGUERA:

MAGISTERIO, BENEMERITAZGO Y CENTENARIO NARRATIVO

 

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández

minalusa-dra56@hotmail.com

 

La brillante mujer, educadora, y escritora que representa María Leal Rodríguez (16 de junio de 1892; 7 de agosto de 1989), nació en Lagunilla de Santa Cruz, Guanacaste, Costa Rica.  Alcanzó una longevidad de 97 años.  Fueron sus padres: Idelfonso Leal Zúñiga y Manuela Rodríguez Pizarro. Contrajo matrimonio con Bristán Noguera Morales. Su enlace matrimonial duró 73 años. No hubo hijos “Dios no lo dispuso así”. Él falleció el 7-11-1988, a la edad de 102 años. Bristán Noguera fue un narrador de anécdotas y, algunas de ellas, sirvieron para los relatos de su esposa.

María Leal Rodríguez recordaba con emoción a sus maestras Natalia Ramírez de Rocha y Clorinda Morales de Morales. En 1907 obtuvo una de las diez becas que otorgó el gobierno de Cleto González Víquez para estudiantes de los cantones de Guanacaste.  Ingresó en la escuela anexa del Colegio Superior de Señoritas, periodo durante el cual tuvo como maestra a Cristina Cordero.  El 18 de diciembre de 1914 se recibe como Maestra.  Ejerció el magisterio durante 39 años, tanto como maestra auxiliar, de adultos y como directora.

María Leal de Noguera es la decana de las letras de Guanacaste. Su producción consta de los siguientes títulos: 1. “Cuentos viejos”, 1923; 2. “De la vida en la costa”, 1959; 3. “Estampas del camino”, 1974. Inédito: texto sobre Guanacaste y su folklore.

Diarios y revistas se han ocupado de su obra. “Repertorio Americano”, “La Prensa Libre”, “Diario de Costa Rica”, “La Nación”, “Mensaje”, “La República”, “Guanacaste hoy”, La República”, “La voz de la pampa”. En el segundo número de “Aurora Literaria”, revista del Centro Literario de Guanacaste (noviembre de 1974, pág. 3), se publica una entrevista que se le hizo a María Leal en su casa de Lagunilla y, en el último número de la revista “Hojas de Guanacaste” (julio-agosto, 1984, p.2), se incluyó su relato “Escena costera”, que pude leérselo en su casa de habitación, durante la visita que le realizamos el 22 de abril de 1989, con una delegación del Centro Literario de Guanacaste, fundado el 20 de marzo de 1974.

María Leal Rodríguez, o bien, María Leal de Noguera, ha sido un nombre constante en mis artículos de difusión cultural desde Guanacaste, a saber:

1.     Poema dedicado “Tempisque, palabra diaria”. (Urgente búsqueda, San José: Editorial Costa Rica, 1981: 132-133).

2.     “María Leal de Noguera en las letras de Guanacaste”. (San José: La República: 20 de agosto de 1985, p. 30).

3.     “María Leal: un magisterio eterno”. (San José: La Voz de la Pampa, Núm. 18, mayo-junio, 1989, p. 13).

4.     “Deceso de María Leal, desgarramiento a dos voces”. (Miguel Fajardo y Ligia Zúñiga. San José: La Voz de la Pampa, Núm. 20, agosto de 1989, p.3)

5.     “María Leal y sus “Cuentos Viejos”. (San José: La República: 21 de enero de 1991, p. 19 A.)

6.     “Incluida en mi antología (“Otras lunas”. San José: Ediciones Zúñiga y Cabal, 1996: pp.1-6).

7.     Poema dedicado “Tempisque, palabra diaria”. (Manchas de rojo sobre fondo blanco y azul. Antología de poesía costarricense 1980-2020. San José: Editorial Perro Azul, 2022: pp. 109-110).

María Leal de Noguera recibió diversas distinciones, entre ellas:

a.      1955: Electa como Mujer de Costa Rica;

b.     1974: Se bautiza con su nombre la escuela de niñas de Santa Cruz, la Ciudad Folclórica.

c.      1959: Municipalidad de Nicoya.

d.     1963: Escuela Normal de Guanacaste.

e.      1983: Editorial Costa Rica.

f.       1989: dedicada del II Seminario Nacional de Literatura Infantil.

g.     2016: se coloca su escultura en el parque Bernabela Ramos de Santa Cruz.

h.     2022: Benemérita de la Patria, por la Asamblea Legislativa.

i.       2023: centenario de su libro “Cuentos Viejos”.

j.       Se creó un mural en su honor en el Colegio Técnico Profesional de Santa Cruz.

Una delegación del Centro Literario de Guanacaste visitó a la escritora María Leal Rodríguez, en su casa de habitación, el sábado 22 de abril de 1989: Ligia Zúñiga, Alejandro Salazar, María del Socorro Clachar y Miguel Fajardo. Conservo frescos los detalles de tan sublime encuentro. Esa mañana, el sol simulaba un hilo de oro.  Dentro de la casa, en su propia cama, nos atendió doña María Leal.  Una mujer bajita, con su cabello encanecido, recortado.  Ojos hundidos por su ceguera. Con diversos lunares faciales y ligeras arrugas. Su voz era vigorosa, con una palabra viva. Su memoria, un privilegio de Dios. Vestía un vestido lleno de flores.  

En esa ocasión, nos contó que Cuentos viejos (1923), originalmente se tituló “Cuentos de la abuela”. Dicho libro, que está cumpliendo el centenario de su publicación, representa la literatura recreativa de los tiempos en que no había periódicos ni luz eléctrica.  La gente se visitaba durante las tardes y se refería la vida propia con invenciones agradables o los sucesos propios del día.

La narradora manifestó una devoción por Tomás Guardia Gutiérrez, único gobernante costarricense de origen guanacasteco (1870-1876; 1877-1882).  Adujo que Guanacaste es la cuna de los derechos del costarricense, fundamentados por él, el de elegir, porque un país no vive, si sus organismos están separados.

María Leal tuvo una esperanza altísima en las nuevas generaciones “Los jóvenes son la salvación del espíritu del pueblo”.  Además, creyó que, con la muerte de Miguel Ángel Vidaurre, la parte más delicada del sentimiento de la historia, del valor espiritual de estas tierras quedó enlutada. Citó que Virgilio Caamaño llamaba al “Tempisque, la puerta del paraíso”.

Fue enérgica cuando sostuvo que la cultura es necesarísima y que hay que acuerpar a los buenos maestros. Adujo que la nuestra es la provincia de los humildes y expresó con gran orgullo y alegría “Qué dicha que somos guanacastecos”.  Inesperadamente, dentro de la conversación con el grupo, me lanza una expresión de apoyo “Bajo la palabra de Miguel, todos los Migueles”. Siempre recordaré esas palabras de nuestra Gran María Leal. Bromeó cuando le dijimos que descansara, que no hablara tan seguido.  Respondió “Yo no me canso, cuando estoy hablando mal del prójimo”.

Consideraba que a sus libros les ha faltado el apoyo de los maestros para que se conozcan bien esas narraciones.  Los han visto con interés, pero, a lo mejor, no en la dimensión que conviene. Dijo que padecen de “lerdura”, pero “no quería ofender o desagradar a nadie”, y sonrió pícaramente.

La literatura es un tesoro que recomienda a los pueblos. Lo que ella publicó fue apenas una muestra.  Durante esa época, tuvo en su contra las condiciones de vida, el desarrollo material.  Fue poco, cuantitativamente, porque el escritor no debe echar a la vía pública, material no calificado.

Sus “Cuentos viejos”, ya centenarios, son páginas que dan idea de la vida social del pueblo guanacasteco, con anécdotas o párrafos festivos.  Sostuvo que el niño necesita cuentos, como la base del futuro. El cuento es estímulo creador del pensamiento, tiene principios del desarrollo mental, los principios creadores. Cita frases de “Astronomía de las damas”, de Anatole France, cuando no las precisaba, con dulce furia expresa “A mí no me sirve la calabaza”, o bien, sentencia en su refranero, “La bendición de las cuestas, coman haraganes, que nada les cuesta”.

Invitados por el Centro Universitario de Guanacaste de la Universidad de Costa Rica acudimos a la Sala Magna del Liceo de Santa Cruz, en 1991, para hablar sobre su legado: sus Cuentos viejos de siempre, porque ella vació esas narraciones en las vegas del río Tempisque, para que recorrieran la pampa, su pampa, con el magisterio eterno de la mujer excepcional que fue María Leal Rodríguez, lucero del alba.

A otros les preocupa la cronología en la creación de María Leal, en relación con la escritora Carmen Lyra (1888-1949). A nosotros no. Creemos, por otra parte, que sus cuentos viejos son eternos, ya tienen 100 años de aprehensiones con los elementos históricos, aportación de cernida validez. Su mundo narrativo es estelar. Ni semejante, ni menos, ni más que el de otros creadores.  Por allí debe andar uno de los problemas para una mayor difusión de su obra centenaria. María Leal vivió durante 97 años.  Su magisterio fue de 39 años, sin embargo, alguna vez escuché decir en corrillos que no calificaba para el premio Magón.

Sus “Cuentos viejos” utilizan el diminutivo, sin excesos, porque ellos singularizan una fuerza reguladora de la tensión narrativa. Las repeticiones que muestra la obra le confieren musicalidad, también se reviste de frases rimadas o estribillos para favorecer la memorización. Un aspecto importante en el cuentario de María Leal Rodríguez es la presencia de la cifra con letras.  En ese orden, destaco el número tres, que bien se puede orientar hacia el contexto bíblico u otras posibilidades de la cultura universal.

En sus cuentos no se presentan los títulos onomatopéyicos. Los desenlaces cumplen la premisa de ser espacios de justicia, reconciliación o felicidad.  Sus ejes argumentales no falsean la realidad de los párvulos. Asimismo, se adecuan con la edad de la niñez, con gran gala argumental y manejo apropiado del idioma.  Sus relatos entretienen y corrigen conductas. No exento de moralejas, estos cuentos viejos son de siempre. Procuran un registro de la vida.  En sus temáticas incorporan hadas y caminos de la patria, porque en su cuerpo narrativo existe el derecho a la recreación, con el apoyo de otras fuentes universales.

La obra prosística de María Leal de Noguera trasuda, con magia, un esplendente mundo de insospechados alcances expresivos, que tocan la afectividad.  Sus textos enriquecen el alma infantil. En sus textos encontramos palacios, reyes, hadas, príncipes.  Saltando a lo largo de la pampa, Tío Conejo, Tío Coyote, Tía Boa, Tía Tigra, El Cadejos, en una convergencia, tanto humana como animal.

A los educadores costarricenses les decimos e instamos a que hagan posible el milagro de la eternidad de estos cuentos viejos, ya centenarios.  Estamos seguros de que su ejemplo como mujer, como mujer llena de sueños, esperanzas, luchas y amor por su pueblo, su patria y la vida, encontrarán eco en la niñez de hoy hacia el mañana. Para perseguir a Tío Conejo,  o bien, escondernos de Tía Boa.

En el acuerdo 6893-21-22 del 27 de abril del 2022, publicado con La Gaceta 88 del 13 de mayo del 2022, con ocasión de su declaratoria como Benemérita de la Patria, se lee:

Mucho más que una colección de cuentos, propios del folclor guanacasteco, es una compilación de relatos cuyo origen remoto es imposible de determinar y que se narra con el lenguaje de la población costarricense, de su región, de la primera mitad del siglo XX. En esta obra se escriben, con profundo sentido poético y lenguaje comprensible para la niñez, textos provenientes de diversas fuentes como los mitos grecolatinos, la tradición hebrea reflejada en La Biblia, las páginas anónimas de Las mil y una noches, cuentos populares provenientes de África, Europa o Asia que se vuelven constructores de la identidad de esa visión pluricultural y plurilingüe que caracteriza a Costa Rica”.

Con la escritora Ligia Zúñiga Clachar escribimos un artículo a dos voces, donde afirmamos que:

 

“Lloró la pampa su marcha.  Rompió la tinaja en abundante torrente de lluvia despidiendo la tarde, y con ella, a María Leal de Noguera. Como si la tierra quisiera recibir su cuerpo físico, con humedad vegetal hacia una nueva germinación y, a la vez, despedir su espíritu con la esperanza de un Guanacaste húmedo, con las gotas de lluvia apuntando hacia la fertilidad. Como si esas gotas fueran a alimentar la obra de María, reproduciéndola eternamente, será planta fértil, espiga dorada, polen de corazones nobles, sabios y valientes, que guiarán los destinos de los seres humanos del Guanacaste Eterno que tanto amó (…)

Tarde de lluvia y llanto; de paz y de comprensión; de dolor y unidad, de reflexión. Tarde de amor espiritual. Los 97 años de doña María fueron realmente de un ser especial, a quien tuvimos la inmensa satisfacción en conocer, no solo por medio de su maravillosa obra literaria, representativa de su alta calidad humana y su acendrado amor a Guanacaste.  También la conocimos en forma personal, en distintas ocasiones”.

         El Centro Literario de Guanacaste se hizo presente en sus honras fúnebres con una delegación conformada por María del Socorro Clachar, quien pronunció un sentido discurso en la iglesia de Santa Cruz, Fernando Grillo, Yara González, Ligia Zúñiga y Miguel Fajardo.

La mejor biografía que nos ha legado nuestra María Leal de Noguera es su propia obra literaria. Sus CUENTOS VIEJOS se sostienen solos desde hace 100 años. María Leal Rodríguez formó parte activa de la Asociación Guanacaste de Autores (AGA: 1958-1972).

La profesora María Luisa Leal Rosales merece un capítulo intenso y extenso en la vida de doña María Leal de Noguera, por la devoción filial, el esmero y la religiosidad con la que cuidó de nuestra escritora.  María Luisa Leal supo abrir la esperanza ante el martirio y la ceguera, durante la última fase de vida de la escritora María Leal de Noguera.

Cierro esta primera entrega en torno al magisterio de la escritora y Maestra María Leal de Noguera, su merecida declaratoria como Benemérita de la Patria y al centenario de su libro clásico “Cuentos Viejos”. Su primera edición, con 14 cuentos, la realizó el Maestro Joaquín García Monge (San José: El Convivio de los niños, 1923: 128 pp.). La segunda edición aumentada, constaba de 21 cuentos, publicada en 1936.

 Don Joaquín García Monge le hizo el prólogo, a petición de la autora: “Mucho agradeceré las palabras suyas a la entrada del librito; así tendrán más valor y fuerza sus alas, para volar de aula en aula y recoger sonrisas de niños”. Asimismo, la Dra. Emma Gamboa emitió conceptos sobre dicho cuentario.

Escultura de María Leal de Noguera en el parque Bernabela Ramos de Santa Cruz,

Guanacaste, Costa Rica. Hecha por el artista Johnny García (Foto de MFK)




martes, 11 de abril de 2023

ANDRÉ CRUCHAGA EN LA RUTA DE TYRESIAS

 

Camino disperso, André Cruchaga.
Prólogo Miguel Veyrat, Sevilla, España.


ANDRÉ CRUCHAGA EN LA RUTA DE TYRESIAS

 

               Aún en caminos dispersos y con el habla no olvidada, el poeta André Cruchaga siempre vivirá la lejanía del Crepúsculo (con mayúscula), la densidad de los mares y la bruma que aparta con las manos para compartir, traduciéndolo, el espesor de los despojos que inflama nuestra desnudez. Con este techo comienza el último libro del profesor y poeta nacido en El Salvador, patria también de los grandes poetas Roque Dalton, Claribel Alegría, Dina Posada o Alberto Masferrer, entre otros muchos que poblaron y pueblan este país donde en la época precolombina existía un importante núcleo indígena conocido como el Señorío de Cuscatlán, que en lengua Náhuat significa ‘lugar de joyas’ o ‘lugar de collares’. Patria de poetas, en suma.

              Joyas arrancadas del suelo de su país nos ofrece André Cruchaga en su puro castellano a pesar de su apellido vasco y su amor por la lengua catalana —su obra es frecuentemente vertida por Pere Bessó—, a la que se añade el francés materno situado en la grafía de su nombre de pila. Este poeta que a menudo sueña con ser Ulises, en realidad escribe como un mar furioso con vocación de catarata que le envuelve, arrebata y sumerge entre la semántica de sus espumas. Las espumas entre las que irremediablemente —como en un destino irreversible nos envuelven—, son sus versos arrebatados por una furia que se debe al instinto irremediablemente humano de autodestrucción, aunque en realidad busque siempre una salida, tal como aquel Ulises maldecido por el anciano Tiresias que sufrió la condena de no regresar jamás a Ítaca, navegando sin rumbo fijo por los ijares de un mar que bulle en carne humana.

              Al leerlo —hace algunos años que sigo su escritura— juro que siempre sobresale en medio de la angustia desnuda ofrecida por sus versos, la calidad del gran profesor de lenguaje obligado a empuñar el arado gramatical impuesto por el deber de la lengua escrita, para romper los pellones de sílabas de arcilla que siente su corazón, sito en la periferia del amor, por los costados del alba a la que cuesta llegar para respirar sin ahogarse uno. Y así volando, buscar una salida.

              André, gran lector desde niño, ha acumulado cientos de sinapsis de neuronas en su lóbulo central que le hacen u obligan a manar metáforas en cascada, lo cual es una fuente de delicias para los sentidos del que lee. Y él lo dice y confiesa a su modo y manera mientras acumula citas de Joyce, de Rimbaud, de Lautréamont, René Char, María Zambrano…   

Apilados en el pecho los espejos rojos del último viento que despierta en medio de las hojas de tinta del cuaderno de los muertos: allí, el barro acumulado en la ternura de las infancias descalzas, la mesa con sus estragos de ojos, salpicada de asfixias. Recuerdo la última noche disuelta en mis manos, mientras asusta el hilo de insomnios en el vacío de los párpados. Al reloj le sucede este silencio, torpe, terrible y ambiguo y los temores de una espera infructuosa.

Mas El poema, al cabo es un suicidio contra el silencio. Y con tal convicción embiste hacia sus senderos de mar, escapando de los límites del confín antes de que huyan de su mirada, para encontrarse fraternalmente con Wittgenstein entre himnos de espuma, en la Dovela Central del Universo… Porque sabe que la escritura recoge el habla desde sus orígenes más remotos para establecer monólogos que giran, luchan y se escuchan o mueren con los vientos sin límite alguno para sembrar de nuevos quejidos a los úteros que hagan latir vida entre sus células. Porque también cree que a veces toda una vida cabe en una sola página de fiebres o en cualquier resoplido de funeraria. Mas A merced de tanto morirme empiezo a soñar con el alba.

Se trata de que en el alba surge, suceda cuanto suceda aquí abajo, aquella luz que a pesar de todo habrán de ratificar solamente las palabras de la madre. Como dejé dicho en mi libro “Fuga Desnuda”: Ahora vamos más adentro todavía, para dudar creciendo: ¿Cómo podría fecundarse un Logos, realizada la seducción del silencio, como matriz para alumbrar poesía?, ¿quizás dividiendo bien el Logos, repartiéndolo por tus entrañas, según la fórmula inmortal de Empédocles? Yo recojo ahora tales pensamientos como brillante flor de cardo entre la grama de este «Camino Disperso», cuyos retazos de estrellas musicales son tan inmunes al paso del tiempo como dispuestos a recomponerse en orden silábico, abandonando ya toda dispersión desde la boca a la pluma del poeta.

Y directamente desde ella, recojan estas burbujas de saliva: Para vivir, algún día, tal vez no sean necesarios los paraguas amortajados del invierno, ni la sangre doliéndome en cada latido, ni un quirófano como una carpintería necesaria. En los brazos abiertos también caben caminos dispersos, sean duros o adustos. Y caben en tu mente, lector. En tu mente, ya transformada traspasada por la fuerza descomunal de la poesía. Aprende a no temer al miedo y recuerda las palabras de Rilke: «Deja que todo suceda: la belleza y el espanto» pues en el último libro de André Cruchaga todo puede suceder. Vaya por último mi abrazo agradecido por el poema «Sangra la herida», que ha tenido la delicadeza de dedicarme.

 

Miguel Veyrat, Sevilla 2023.

Poeta, periodista y traductor español.