En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 15 de abril de 2020

Puerto de Arenas y la demanda amorosa apasionada


Puerto de Arenas 
y la demanda amorosa apasionada




Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com




Miguel Fajardo Korea







           Leningrad (2020) y Puerto de Arenas (2020) son los dos poemarios más recientes de Adriano Corrales Arias, publicados en una edición doble.

            Abordaré un acercamiento interpretativo a su poemario de amor/desamor Puerto de Arenas. La estructura nominal del título permite ser localizable geográficamente en el Pacífico costarricense.

            El hablante utiliza el sistema recolectivo, cuando expresa, al final del poemario, “Voy a escribir la crónica de las arenas del puerto”. En esa línea, sistematiza las experiencias amatorias en un cronotopo específico: un puerto, Puntarenas. Asimismo, “el poeta enamorado que la busca, la busca y la busca”. En ese sentido, el poemario muestra los signos de la incompletitud humana, pues necesitamos del Otro en una relación amorosa integral.
           
           En el texto se convoca a numerosos elementos de la vegetalidad, para establecer una relación entre ellos y el cuerpo, es decir, la naturaleza  se comporta como deleite o intimidad de la corporalidad sensual “miro tu espalda de pitahaya resplandeciente”; “Tu frutal silueta erotiza el coruscar marítimo”; me encuentro/ con tu brillante espalda de arándano”.

         La figura del mar adquiere connotaciones de un elemento decisivo en el estado de la liquidez
“Te busco, te abrazo, te oriento hacia el mar”; “luz del mar”; “el vaivén del mar”; “Escuchar el mar (…) es regresar / al remanso más primitivo /de la última contemplación”. En ese contexto, el sustantivo mar se convierte en una simbolización de los elementos que remiten al movimiento del acto sexual, toda vez que la sacudida característica de la marea, se equipara con los movimientos del trance erótico.    

      El cuerpo es el canal que permite exteriorizar la sensualidad “Sonríes en la penumbra de tu amplia desnudez. / Me llamas”. El segundo verso es una invitación para que el amado acuda al territorio del cuerpo de la amada.  La opacidad del medio es parte de la sensualidad del espacio tangible. La desnudez se vehiculiza en el poemario con elementos como la lámpara, la playa, la fruta erótica, la canícula del deseo, a pesar de encontrarse en la “oscuridad del mediodía”.

      El poemario de Adriano Corrales incluye numerosas alusiones al tópico del descubrimiento del cuerpo y sus relaciones con el deseo y el goce “Todo se detiene. / Solo nuestros cuerpos se buscan. / Tu boca me desnuda con lentitud”.  Es decir, aquí se nos muestra un cuerpo múltiple, de gran significación expresiva en el reconocimiento, tanto individual como de pareja.

        Por ello, el cuerpo se muestra y además, se nos muestra; se compone y reconstituye “Tú volteas.

/Levantas una mano. / Sonríes. / Sabes lo que añoramos”. Aparte de ello, la corporalidad se dinamiza en la estructura verbal de los versos.
           
            En el poemario de Adriano Corrales, el sexo es un vector decisivo “Sonríes en la penumbra de tu amplia desnudez. / Me llamas”. Es un llamado sonriente en la desnudez de la penumbra como testigo.  Es decir, una invitación a disfrutarse como pareja.

           Asimismo, en “Todo se detiene. / Solo nuestros cuerpos se buscan. / Tu boca me desnuda con lentitud, /convierte la siesta en una /sinfonía de movimientos tenues /cuyo clímax enrojece la habitación /con cornos franceses y trompetas /que se acallan y regresan, /al suave, como el vaivén del mar”. Estos versos mantienen una carga semántica y un dinamismo expresivo, cuyos movimientos aluden, sin duda, al acto de la entrega corporal, metaforizados eróticamente en el vaivén del mar.

           Los elementos marinos y de la liquidez son recurrentes en el poemario Puerto de Arenas y se relaciona con los fluidos corporales asociados a lo erótico y sexual: “Más tarde hacemos el amor como poseídos. /Cazas un orgasmo dionisiaco. /Me contengo y lo hacemos por minutos prolongados. /Jadeantes sobre las sábanas revueltas me dices que todo es sueño. / El mar empieza a arrullarnos”.

            El hablante caracteriza a la mujer “Desnuda eres como la placidez de la playa / con sus hondonadas y dunas. / Y la persistente presencia de espumas /cual pespuntes del oleaje interno”. Los símiles empleados establecen dos espacios, casi homólogos.  El desnudo como “La placidez de la playa” y la espuma como el “oleaje interno”.

 Es decir, hay un emparejamiento entre los elementos marinos y los territorios corporales. Lo cual refuerza el cronotopo escogido por el hablante,  donde el marinero  arriba, para encontrarse con su amada en el puerto que lo espera: “Tu frutal silueta erotiza el coruscar marítimo”. “El pubis núbil, /los muslos /pulidos, el vientre /terso, los pechos /sólidos /en suave bamboleo”.

            Después de que los amantes han consumado el encuentro sexual, existe un grado de conciencia sensual “Después del amor uno queda en el limbo. /Y teme que esto se acabe. Que sea un /sueño. Una ensoñación al final del camino”. El distanciamiento físico de la pareja con quien se ha disfrutado el amor es una preocupación estelar de los amantes, quienes presagian posibles encuentros sin fecha cierta.

            El poemario de Adriano de San Martín establece un registro de términos asociados con el amor o el desamor, como formas binarias, que pueden enunciarse, tanto antes, durante como después del encuentro de quienes se aman. Toda vez que es una  experiencia humana de gran intensidad.  Por ello, se habla de la canícula del deseo, del cuerpo como un territorio, del amor como un camino, de la oscuridad del mediodía, de la cama vacía, de los celos y el sueño, de las palabras como único asidero pertinente.

        El latido de la separación, de la ausencia, del alejamiento, campea en este poemario de amor y desamor de Adriano Corrales: “Tu figura tumbada en el césped/ impregna de luz negra esta cabanga”. /“Mi embarcación a la deriva siempre recala en la tristeza”. Por ello, “una tarde/ igual estuvimos juntos y soñamos que regresaríamos”.

          En ese sentido, el amado aguardará con algún grado de ofuscación, pues “Paso horas y horas en la terraza o mirando a través de la ventana. /La enorme habitación es la puesta en escena de un naufragio. /La ilusión óptica consiste en creer a pie juntillas que ella, /como un cuadro de Chagall, de repente, ingresará por el tragaluz”.

         El estar juntos o no se torna una disyuntiva para la pareja. De ahí, entonces, el llamado como plegaria se desborda en “Recorro la playa /recitando tu nombre. /En oración. /Fuerte. /Contra el viento. /Contra marea. /Tu nombre. /Recitando./Recorro la playa. /Tu nombre”. Sin embargo, el hablante se reserva el nombre de la amada. En todo caso, es su experiencia amatoria y solo a él le compete su nombre. Cualquier otra indagatoria resultaría mero morbo.

           El recordar selectivo tiene asidero en el cuerpo del poemario “Miro el retrovisor. Repaso las fotos del otro verano. Nuestras /instantáneas de arena en el recuerdo. /Imágenes rehabilitándose en el fuego del regreso”. Es decir, las experiencias  amorosas anteriores han sido tan gratificantes, que el amado  hace un recuento del pasado, las pondera y desea repetirlas con la amada en el fuego del regreso.

          Se infiere la vuelta del amado al cronotopo del encuentro primigenio. Solo que esta vez,  la
ausencia de la amada descubre los vacíos “Subo las escaleras. Escucho pasos. /Pero sé que no es nadie. /También que al abrir la puerta /la enorme cama estará vacía”. En las experiencias amatorias nos descubrimos como seres en incompletitud, frente al escenario del universo y de las relaciones con nuestra especie.

          En esta crónica del amor pasión y desamor, se lee: “Soñaste con un campo alterno anegado / por el agua de los ríos de todos los tiempos. / Y que te embarazabas. Mejor dicho, / que yo copulaba con otra mujer que luego / daría a luz un hermoso bebé de quien te enamorabas. / Ya adolescente le hacías el amor extenuada /en la noche incandescente de nuestros cuerpos. / Más tarde dabas a luz un bebé que tenía mi rostro”.

            En el texto anterior, se infieren cinco proposiciones, a saber: ella (la amada); él (el amado); el hijo de él y la otra mujer, tal y como se enuncia en las siguientes secuencias:

1.Ella soñaba embarazarse.

2.Él  copulaba con otra mujer, con quien tendría un niño.

3.Ella se enamoraba del hijo de él.

4.Ella hace el amor con el adolescente.

5.Ella da a luz un hijo, que tendrá el rostro del amado.


          El poemario Puerto de arenas, del Dr. Adriano Corrales,  marca un horizonte de la separación inminente, con dudas sobre la presencia de algún voyerista, y con índices de celos y rabia por parte del amado: “Cuando hacíamos el amor aquella mañana antes de tu partida, /percibiste la presencia de alguien que nos miraba /mientras cabalgabas sobre el oleaje de mi tirante cuerpo (…) / ¿O el terrible sablazo de los celos de quien otea los reflejos /de la rabia en el vaivén enamorado de nuestros cuerpos?”

           En síntesis, el poemario Puerto de Arenas, de Adriano Corrales Arias, es un   libro de notable incisión y profundidad en  el eje del amor/desamor, pues aborda las diferentes aristas de la experiencia amatoria del amor /pasión, del amor/desamor, de la espera, de los sueños, de la ausencia, de los vacíos, de los regresos,  de los celos  y las presunciones, aunque solo quede la palabra como testigo.

         Puerto de Arenas incluye los faros de los acentos del cuerpo, de los elementos líquidos, terrestres y marinos, de los goces del deseo erótico, sensual y sexual. Las demandas amorosas abordan diversas prácticas de un erotismo artístico, por refinado, que capturan el interés hacia una imaginación abierta del tema amoroso, con versos que evocan el placer físico y el deseo del otro, en una comunión y conexión muy importante.

         El amor es un tema eterno de la literatura. En ese contexto, el aporte del poemario  de  Adriano San Martín es un texto muy bien logrado, con libertades al lector para realizar diversas lecturas, dentro de un texto construido con una perspectiva plurisignificativa, a partir de una tematización hermosamente humana, en el marco de estos tiempos de recambio pandémico en la mirada del ser humano universal.

        Adriano (de San Martín) Corrales Arias (Venecia de San Carlos, Costa Rica, 1958), realizó estudios de Artes Dramáticas en San Petersburgo, Rusia (Maestría en Bellas Artes, Instituto de Cultura de Leningrado) y obtuvo el Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes de la América Central por la Universidad Nacional (UNA). Labora como profesor, investigador y extensionista en el Centro Académico de San José del Instituto Tecnológico de Costa Rica, donde dirige el programa Miércoles de Poesía (taller literario, revista y espacio abierto para la literatura). Concibió y dirigió el Encuentro Internacional de Escritores (ocho ediciones), así como la revista cultural FRONTERAS (15 ediciones).

       Ha publicado: Tranvía Negro (Poesía, Ediciones Alambique, San José, 1995; Ediciones Perro Azul, San José, 1999); Los ojos del antifaz (Novela, Ediciones Perro Azul, San José, 1999; Ediciones Piel de Leopardo, Buenos Aires, 2001; EUNED, San José, 2007); La suerte del Andariego (Poesía, Ediciones Perro Azul, San José, 1999); Hacha Encendida (Ediciones El Pez Soluble, Caracas, 2000; Editorial Arboleda, San José, 2008); Profesión u Oficio (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2002; BBB Producciones 2013); Caza del Poeta (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2004; BBB Producciones, 2013); El jabalí de la media luna (Cuento, Ediciones Arboleda, San José, 2005; Ediciones URUK -ampliado- 2013); Balalaika en clave de son (Novela, Editorial Costa Rica, San José, 2006); Kabanga (Poesía, Ediciones Arboleda, 2008); San José varia (Poesía, Ediciones Arboleda, 2010); Sāmsära (Poesía, BBB Producciones, 2011); San Lucas, Ciudad Quesada 2011 y otros poemas (BBB Producciones, 2011); Cartas (Poesía, BBB Producciones, 2013); Diario del amante (Poesía, BBB Producciones, 2013 y 2019); Todo tiempo futuro (Poesía, BBB Producciones, 2014); La ruta de los héroes (Novela, BBB Producciones, 2017); Conversiones (Mix, BBB Producciones, 2017); 4 obras teatrales (Dramaturgia, BBB Producciones, 2017); Dulce San José (Novela, BBB Producciones, 2017); Bosque adentro (Poesía, BBB Producciones, 2018); Poemas para Nicaragua (Poesía, BBB Producciones, 2020); Leningrad (2020) y Puerto de Arenas (2020).  Como compilador ha publicado Poesía de fin de siglo. Antología de poesía nicaragüense y costarricense (Ediciones Perro Azul, San José, 2000); Sostener la palabra. Antología de poesía costarricense contemporánea (Ediciones Arboleda-Casa Cultural Amón, 2007) y Narrativa masculina costarricense (Letra Negra, Guatemala, 2011). También los libros de ensayo: Teatro, comunidad, liberación e interculturalidad. El proyecto teatral de Rafael Murillo Selva-Rendón (Ediciones Arboleda, 2011); Cuaderno de Notas (BBB Producciones, 2012) y Hacia la pluriversidad. Ensayos de un universitario (Editorial Tecnológica, 2016).

       Ha participado en múltiples festivales y encuentros de escritores nacionales e internacionales, entre ellos los Festivales Internacionales de Poesía de Medellín y Bogotá en Colombia, el Festival Internacional de Poesía de Granada, en Nicaragua, el Festival Internacional de Poesía de El Salvador, el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico, la Feria Internacional del Libro de República Dominicana, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, y el Encuentro Iberoamericano de Poetas de Salamanca, España, entre otros. Ha sido antologado en España y Centroamérica y traducido parcialmente al inglés, al italiano, al portugués, al ruso y al japonés.