Antón Tammasaare
ANTÓN TAMMASAARE
(Estonia, 1878-1940)
Por Ricardo Llopesa*
Bajo los auspicios de la UNESCO, el año 1978 fue declarado “Año Antón
Tammasaare”. Pero por estos lugares de países aliados de los Estados Unidos
conocemos poco o nada de lo que ha ocurrido en las regiones del Este, por
cierto prejuicio a la idea nociva del comunismo. Una vez roto el muro de Berlín
y cuando la guerra fría se ha convertido en guerra progresiva contra las
culturas podemos decir quién fue aquel escritor a quien una institución de reconocido
prestigio elevó a la categoría de personaje.
Tammasaare nació en
1878, en Järvamaa, localidad situada en el centro de Estonia. Una tierra
austera, de aguas pantanosas y pedruscos que transformaron el paisaje en un
caserío abandonado e inhóspito. Las condiciones impropias de la existencia
exigieron los esfuerzos del padre y los hermanos mayores para luchar contra las
inclemencias de la naturaleza. Esto hizo que el pequeño Tammasaare conociera
desde la infancia las dificultades propias de la vida aldeana de finales del
siglo XIX. Así como el lenguaje de los campesinos estonios. Particularidades
que años después habría de constituir la épica monumental de su obra, junto a
los recuerdos amenos vividos en el seno de la familia, que giraba en torno a la
lectura de libros, veladas musicales, canto en coro y conciertos de violín,
instrumento del que Tammasaare no se separó nunca.
Después de varios años
de estudio en una escuela rural, ingresó en la escuela parroquial de Wäike
Maarja, que dirigía el poeta Jakob Tamm (1861-1907), con quien se reunían los
poetas estonios de la época, denominados “Parnaso de Väike Maarja”, por la
literatura estonia. El contacto con estos hombres de letras supuso para el
joven estudiante el comienzo de su inquietud literaria, proyectada como un
quehacer riguroso y crítico. Una vez terminados los estudios, en enero de 1898,
a los veinte años, con cincuenta rublos y su violín bajo el brazo, se trasladó
a Tartu, donde ingresa en el gimnasio que dirigía un hombre de ideas conservadoras,
pero adaptado a la enseñanza de las ideas liberales que imperaban a finales de
siglo, como el materialismo, ateísmo, socialismo pequeño burgués y darvinismo.
Esta confrontación de ideologías sirvieron a Tammasaare para definir su
concepción del mundo y su vida interior, liberándose de la herencia religiosa.
Por esta época empieza a escribir sus primeros relatos cortos sobre la vida
aldeana. En 1903 publica la novela “Viejos y jóvenes”, de carácter social y
conflictividad psicológica, convertida luego en obra clásica del realismo
crítico estonio. Ese mismo año había terminado los estudios de bachiller y
comenzó a trabajar en la ciudad de Tallínn, en la redacción del periódico
“Teataja”, el más importante de Estonia, donde estuvo a cargo de las noticias locales.
La talla de los
hombres de aquella época que trabajaban en la redacción del diario sirvió para
fortalecer la formación de Tammasaare. Ahí colaboran Junhen Veski, más tarde
académico; Eduard Vilde, futuro gran escritor; Mijaíl Kalinin, revolucionario;
Hans Pöögelmann, escritor y dirigente comunista. Pese a todo, durante el tiempo
que trabajó en “Teataja”, escribió poco. El impacto de la revolución de 1905
fue una experiencia que, si bien no pasó a ser la de un simple espectador,
sirvió como motivo de inspiración para dos relatos: “En aras de la salvación”,
en el cual aparece por primera vez en la literatura estonia la figura del
revolucionario, y “El tesoro” (1907), donde hace un balance de la capacidad del
luchador y el entorno social.
En enero de 1908,
ingresó en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Tartu. De ese año
data su novela “Pasos largos”. Un año después escribe “Almas jóvenes”, y en
1910 “cruzando la frontera”. Asiste a cursos de ciencias naturales, psicología,
psiquiatría y matemáticas. Estudia inglés y francés. Ya antes, en su primera
estancia en Tartu, había estudiado el ruso y el alemán. Cuando, en 1911, está a
punto de rendir exámenes se le descubre una tuberculosis. Deja la Universidad y
se marcha a Estonia a casa de un hermano. Pero la enfermedad se agrava y en el
otoño de 1912 sale al Cáucaso, con dinero prestado por los amigos. Este será el
único viaje de Tammasaare más allá de las fronteras de Estonia. Superada la
crisis regresa a casa de su hermano, en el verano de 1913, donde permanece seis
años. Durante ese tiempo se producen los cambios más tormentosos, a raíz de la
primera guerra mundial, la Revolución de octubre, la anexión de Estonia al
estado soviético, la ocupación alemana y el final de la república burguesa en
Estonia. Tammasaare continúa escribiendo y leyendo. Lee en siete idiomas y
publica dos volúmenes sobre temas filosóficos y políticos. Textos que vienen a
significar para la literatura estonia los ensayos más originales y profundos.
Durante ese período de
vida aldeana escribe también tres obras literarias: “El niño y la mariposa”
(1915), serie de relatos cortos y neorrománticos de gran belleza; “Matices”
(1917), novela escrita a modo de diario, considerada como la cumbre del
impresionismo psicológico, y “La mosca”, relato del mismo año, de planteamiento
social.
Después de 41 años de
vivir soltero contrajo matrimonio, en 1919, con Kathe Weltmann, una joven de 21
años, con quien se trasladó a vivir e Tallínn, para dedicarse a la educación de
los hijos y el trabajo intelectual. Con la pieza teatral, “Judit (1921), se
inicia su última etapa literaria y la más importante. Con un tema bíblico
intenta reconstruir la interpretación de unos personajes modernos, que giran en
torno a la dialéctica de la intervención psicológica sobre el mundo material
planteado en casi toda su obra.
En 1922, Tammasaare
publica la novela “El amo de Körboje”, donde vuelve al medio aldeano de la
infancia. Desde 1926 hasta 1933 aparecen sucesivamente los cinco tomos de “La
verdad y la justicia”, obra cumbre de Tammasaare y una de las grandes obras de
la literatura soviética. La obra se inicia con un personaje, Andrés, prototipo
del campesino que, en cierta medida, es el origen de los estonios. Comienza
transformando el mundo con el esfuerzo del trabajo constante para hacerse un
lugar donde vivir. Es la lucha contra la naturaleza que conoció Tammasaare en
la persona de su padre y su infancia. El hijo de Andrés es Indrex, un
intelectual que encarna al autor en su búsqueda por la comprensión del mundo y
su asfixiante ética. Pero los personajes secundarios impresionan tanto como los
principales, por el dibujo definido de los rasgos particulares de cada uno, los
cuales encarnan el bien y el mal, las virtudes y las miserias, el triunfo y los
fracasos. Como dijo de él Jean Kross: “Bajo la pluma de Tammasaare, la
burguesía se convierte en blanco de la crítica más sarcástica creada por el
realismo crítico estonio”.
De 1934 y 1935 datan
dos novelas más, “La vida y el amor” y “Yo amé a una alemana”. En 1936 escribe
la comedia “El rey tiene frío”, una parodia situada en un país inexistente de
Europa, donde el autor ridiculiza con ingenio la ignorancia que invade a la
sociedad de la década del 30. Ese mismo año, en su pueblo natal le erigen un
monumento. Por primera vez, Estonia levantaba un monumento en vida. En 1938 se
conmemoró el sexagésimo aniversario del escritor en medio de un enorme
acontecimiento. La novela “El nuevo satanás del infierno” (1939) es la obra más
trágica del escritor, basada en un cuento popular estonio, Vanapagán (Satanás)
sube del infierno a la tierra para ganarse la beatitud con su trabajo. Ansel
Listo, mayordomo de la iglesia, se hace pasar por amigo de Vanapagán,
engañándole a cada momento.
El 1 de marzo de 1940,
cuando el escritor volvió a su casa, se dirigió al escritorio. Se sentía
cansado. Una hora después, cuando su mujer lo llamó, estaba dormido. Había
muerto.
VALORACIÓN DE SU OBRA.
Jean Kross, escribió:
“La opinión pública comenzó a reconocer la magnitud literaria de Tammasaare. En
el realismo monumental de sus obras principales hay puntos de contacto con
muchos fenómenos de la literatura mundial. Algunos rasgos de sus protagonistas
tienen paralelo con los personajes de Hamsun. No cabe duda de que en la lucha
que libra Tammasaare con Dios y en su introspección se proyecta la sombra de
Dostoyevski (Tammasaare fue uno de los traductores al estonio). En los
brillantes pasajes de sus obras se adivinan los vestigios de su marcado interés
por Wilde y por Shaw. Con la particularidad de que Tammasaare, quien ansiaba
conocer las culturas ajenas (leí literatura en siete lenguas), siempre partía,
de un modo sorprendente, de la experiencia de su suelo patrio y escribía
basándose en ella. Por eso, precisamente, pasó a ser el escritor estonio de
mayor repercusión internacional.”
Después de su muerte,
su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas y su nombre goza de gran
popularidad, sobre todo en la Europa central, donde se mantiene vivo el
prestigio literario que alcanzó. Entre los años 1944 y 1948 se publicó, en
París, en cinco tomos, “La verdad y la justicia”, su obra cumbre. Por aquellos
años la literatura soviética estaba totalmente prohibida en España y los países
latinoamericanos, no se leía, formaba parte de la guerra fría impuesta por los
Estados Unidos, y lo poco que se podía conocer era a través de Francia, por
miedo a ser invadidos por las ideas humanas del comunismo, que pudieran frenar
el desmedido avance mercantilista en que terminaría convertido el ser en
Occidente.
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