Miguel Fajardo Korea, Costa Rica
LAS HUMANIDADES EN LA SEDE REGIONAL
CHOROTEGA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Omar Dengo, Universidad Nacional de
Costa Rica
“Humano soy y nada de lo humano me es
ajeno” ( Publio Terencio)
La historia del ser humano tiene una
dificultosa línea de tiempo. Durante
ella, ha pasado por 15 000 guerras. Dos
han sido de alcances mundiales, con 35 y 55 millones de muertos y destrucción
generalizada, donde se ha demostrado la deshumanización de nuestra especie. El siglo del cual venimos, ha tenido una
historia de pavor e insania. Somos producto de él.
Sin
embargo, desde la Edad Antigua, la humanidad ha experimentado muchas facetas y
la dimensión de unos valores prevaleció, los cuales fueron aceptados, porque la
cultura así lo condicionó, en ese preciso momento de la historia.
Con
el surgimiento de la figura
cristocéntrica, es decir, de un dios único, eterno, todopoderoso, omnisciente y
omnipresente, se abre la perspectiva crística, sobre la base de un dios
bondadoso, universal y se inaugura otro periodo del factor humanidad: La Edad Media (siglos IV-XV), cuyas
sintonías aún repercuten, toda vez que cambió el panorama rector del
pensamiento teológico, al pasar de un politeísmo clásico a un monoteísmo cristiano, del cual
se apartará Martín Lutero (1483-1546), cuando aparecen
los movimientos protestantes.
Por
otra parte, la aparición del Renacimiento
europeo (siglos XV-XVI) fue un estadio estelar para la corriente cultural e
ideológica, denominada Humanismo, de carácter antropocéntrico.
El
Renacimiento privilegió la exaltación de los valores del ser humano, por ello,
se deja de lado la orientación teocéntrica, medieval, que se desarrolló durante un milenio en el ideario
de la humanidad occidental.
En
el ocaso medieval y la apertura histórica del Renacimiento destacan cinco
grandes descubrimientos: la imprenta, el
papel, la pólvora, la brújula y los viajes. Los chinos inventan el papel,
que los árabes también transmitieron.
En
la misma línea, la imprenta se convierte en el gran aporte, tanto ideológico
como cultural. El alemán Johannes Gutenberg (1398-1468) es
decisivo. Con dicho invento, se democratiza y se extiende la cultura, al
masificar la producción de libros hasta la fecha. Su mejor trabajo fue la Biblia de 42 líneas.
Con ella, desaparecen los copistas de la cultura medieval.
Igual
sucede con dos aportes de la cultura china, tales como la pólvora, el
denominado “oro fulminante”, que
modernizó las armas bélicas. Asimismo, la
brújula, que posibilitó mayor certeza durante los viajes. Su antecedente es el
astrolabio y, ahora, los GPS. A modo de ejemplo y para valorar dicho
invento, recordemos los cuatro viajes del
genovés Cristóbal Colón (1451-1506) para el descubrimiento y la conquista de
América.
Es
decir, el Renacimiento privilegia la visión humanista del mundo –la weltanschauung-, que exalta sus valores
a favor de los individuos. Por ello, el
Humanismo es un replanteamiento de las ideas, pues dieron énfasis al orgullo y
a la individualización, por cuanto realizó el ser humano El Humanismo se
focaliza en la figura humana y sobreestima sus conquistas, que originan el
individualismo renacentista.
Durante
el Renacimiento declina el feudalismo –unidad socio-económica y de producción
centrada en la tierra- y surge la burguesía –clase dominante que cuenta con los
medios de producción-. Aparece el comercio con el dinero como un emblema de
plusvalía. ¿Hemos dejado de ser materialistas?
La
burguesía, como clase rectora de la economía del Renacimiento da un viraje a
los lujos en diversas áreas, tales como la arquitectura, el arte, la música, la
pintura, la literatura o las modas.
Desde el Medioevo se
funda universidades prestigiosas, pero con los descubrimientos renacentistas alcanzan mayor
prestigio: Universidad de Oxford (Inglaterra,
1096); Universidad de París (Francia, 1150); Universidad de Cambridge (Inglaterra, 1208); Universidad de Salamanca (España, 1218); Universidad de Padua (Italia, 1223); Universidad de Nápoles Federico
II (Italia,
1224); Universidad de Toulouse (Francia, 1229);
Universidad La Sorbona
(Francia, 1257); Universidad de Murcia (España, 1271); Universidad de Coímbra (Portugal,
1290) o Universidad de Perugia (Italia, 1308).
En
América Latina, muchas de las
universidades originales fueron cerradas, reabiertas o refundadas con otros
nombres. Todas corresponden a un Renacimiento exógeno, producto de la
conquista. Destaco: Universidad Autónoma
de Santo Domingo (República Dominicana, 1538); Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú, 1551); la Real
Universidad de México, 1551); Universidad Santo Tomás (Colombia, 1580);
Universidad Nacional de Córdoba (Argentina, 1613); Universidad San Gregorio
Magno (Ecuador, 1622); Universidad de San Francisco Xavier (México, 1624) y
Bolivia (1624); Universidad de San Carlos (Guatemala, 1676); Universidad Nacional
San Cristóbal de Huamanga, (Perú,1677) o la Universidad de La Habana (Cuba,
1728).
En el caso que nos
ocupa, la Universidad Nacional de Costa Rica, nuestra querida UNA es novísima. Se fundó en 1973,
tenemos solo 41 años de existencia, pero debemos amarla, cuidarla, dar lo mejor
de sí y luchar por ella.
El Renacimiento es
homocéntrico, dado que prevalece la figura humana, como un conjunto de hechos
que comprenden los aspectos medulares de la superación integral. Diez rasgos
que distinguieron al periodo del Renacimiento:
·
Carácter
secular
·
El
culto a la mujer
·
Culto
por el refinamiento
·
Búsqueda
de la belleza natural
·
Pasión
por la belleza humana –aparece el desnudo artístico-
·
Paganización
vital
·
Predominio
de la razón
·
Veneración
de los artistas –surge el mecenazgo-
·
Sobrevaloración
de lo humano
·
Escribir
en la lengua vernácula.
Los precursores del
Renacimiento son tres escritores italianos, a saber: Dante Alighieri (1265-1321), autor de “La Divina Comedia” (1307-1319). Duró escribiendo sus 100 cantos
alrededor de doce años (1307-1319). Asimismo, Francisco Petrarca (1304-1374), considerado el primer humanista,
autor de “Cancionero”, con 366 poemas, sobre todo, sonetos; finalmente, Juan Bocaccio (1313-1371), autor del “Decamerón”, conformado por 100 cuentos.
Los tres grandes
artistas del Renacimiento italiano son: Leonardo
Da Vinci (1452-1519), creador de la afamada “Mona Lissa”. Igualmente, Rafael
Sanzio (1483-1520), arquitecto y pintor de las vírgenes o las madonas,
finalmente, Miguel Ángel Buonarrotti
(1475-1564), escultor y pintor. Igualmente, En Francia destacan Rabelais
(1494-1553); Montaigne (1533-1592) y Moliére (1622-1673).
Por su parte, en
España, con el Siglo de Oro (siglos
XVI-XVII), dado que los Reyes Católicos y los
acaudalados se convirtieron en mecenas
sobresalen numerosos escritores: Garcilaso de la Vega (1501-1536), Fray Luis de
León (1527-1591), Fernando de Herrera (1534-1597), Luis de Góngora (1561-1627),
Francisco de Quevedo (1580-1645), Lope de Vega (1562-1635), Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), Santa Teresa
de Jesús(1515-1582) o San Juan de la Cruz (1542-1591).
Valga consignar aquí, que España envió un soldado, Alonso de
Ercilla (1533-1594) y América le devolvió a un escritor. Ercilla escribió los
37 cantos de “La Araucana” entre
(1569-1578 y 1589), que versa sobre la conquista de Chile.
Concluyo este
recorrido histórico con dos nombres emblemáticos para entender el humanismo renacentista:
William Shakespeare (1564-1616) y Miguel de Cervantes (1547-1616). Ambos escritores murieron el mismo día, 23 de abril de
1616. En su honor, por ser renovadores de la literatura, la UNESCO celebra
el Día Internacional del Libro.
Por su parte, Miguel de
Cervantes, continúa con esa línea humano-estilística, a saber: La Galatea (1585); El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605 y 1615); Los trabajos de Persiles y Segismunda (1617). Indirectamente, lo hace en los íncipit: La gitanilla, El amante liberal, Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas y La señora Cornelia, entre otras.
Cervantes,
autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605 y 1615) es
el creador de la novela moderna, una obra escrita en la cárcel por el poeta
soldado que fue Cervantes, en cuyos hilos narrativos esplenden las figuras y
las actuaciones de los seres humanos ahí descritos, en la oposición
idealismo-realidad. Hoy podemos actuar como Don Quijote o Sancho Panza. ¿Qué
elegimos?
***
Durante mis 11 años de ejercicio docente (2004-2014) en el
Campus Liberia, Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional de Costa
Rica, he impartido 44 cursos, dos por ciclo académico, para un promedio de 1 600 universitarios, a quienes atendí en las
áreas disciplinarias de pedagogía, arte y filosofía y lenguaje.
Mi trabajo en la Universidad Nacional ha sido una experiencia maravillosa, toda vez
que, desde los cursos de Estudios Generales,
puerta de ingreso en la Universidad, he podido vivenciar el humanismo, desde el
mismo momento cuando los 1 600 discentes atendidos, ocuparon el centro de mi praxis profesional. En el momento de partir, estoy seguro de que
dejo igual cantidad de amistades en los universitarios costarricenses, quienes
signan el necesario cambio generacional.
Ser humanista en la educación superior estriba en esmerarse al
elaborar programas centrados en los intereses del estudiantado; diseñar
sistemas de evaluación que piensen en el ser humano que atendemos y no en la
fría estadística impersonal, es decir, dar oportunidades y, muy importante,
darnos un honesto margen de error en nuestras actuaciones académicas
integrales.
Para mí, ser humanista ha sido ser puntual en las clases,
tanto al inicio como al final del compartir áulico; escuchar y atender las
inquietudes de la comunidad estudiantil universitaria que, con fe, matriculó
nuestros cursos.
Ser humanista es orientar a los jóvenes con el uso de las
nuevas tecnologías de comunicación, para que dichas herramientas no nos aparten
del contacto personalizado que reclama la juventud en esta era de
mundialización que, muchos asocian, lamentablemente, con la despersonalización y la indiferencia,
sin seguir la máxima clásica “Humano soy y nada de lo
humano me es ajeno”, del poeta latino Publio Terencio.
La
figura del académico universitario debe ser modélica, con estricta coherencia,
entre su decir, hacer y actuar. Ser
confiables, honestos, dialógicos y contextualizadores de los conocimientos,
para que no aren en el vacío y, sobre todo, preocupados por el futuro de todos, al enseñarles a discernir las
mejores decisiones.
Humanismo
es conversar con los jóvenes en los pasillos, en los recesos, fuera de clases,
sin establecer barreras de superioridad, regímenes disciplinarios o evaluaciones
antojadizas. Es, saludarlos, respetarlos y aprender de ellos, estar entre ellos
y poder atenderlos, sin descalificaciones odiosas. Sin establecer gradas para
la pose intelectual, sino compartir los conocimientos con cariño y esmero.
La
vida me ha premiado con la feliz oportunidad de poder trabajar en la
Universidad Nacional de Costa Rica, la “universidad
necesaria”, donde cursé todos mis estudios.
No cabe ninguna duda de que el sello UNA nos cobija con alegría.
En este
momento, agradezco al Creador, por darme la oportunidad de vivenciar esa
dimensión extraordinaria, pues me ha permitido servirle a mi país: con
vocación, entrega, honestidad y transparencia, desde mi entrañable Guanacaste
eterno, que aspiro no se convierta en un Guanacaste ajeno con las necesidades
de nuestra sociedad civil.
En
síntesis, la humanidad en los Estudios Generales es una ruta para iniciar con
energía y asertividad. Al final de la jornada laboral, nos retiramos convencidos
de que los valores enseñados serán el motor para poder despedirnos con la
nostalgia del deber cumplido desde los espacios áulicos. Es haber traído a
intelectuales de fuste como Estrella Cartín, Magda Zavala, Rafael Ángel Herra o
Yadira Calvo Fajardo, para que confrontaran su conocimiento y perspectivas.
1. Gracias al Padre
Celestial por bendecir mi vida cada día de la tierra.
2. A la destacada comunidad
académica de la Sede Regional Chorotega.
3. A mi Universidad
Nacional de Costa Rica: siempre en mis luchas.
4. Gracias infinitas, por
haberme permitido servirles desde mis posibilidades.
5. A todos mis estudiantes,
durante estos 11 años de vida universitaria compartida, porque he aprendido
enormemente de ustedes. Deben estar
ciertos de que estarán en mi memoria y mi corazón, siempre. ¡Carpe Diem!