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LA “ANTOLOGÍA PERSONAL” DE RUBÉN DARÍO
Por Pedro Gandía*
La “Antología personal” de Rubén Darío es una novedad. Acaba de aparecer en México, y para
toda América Latina, bajo el sello de Joaquín Mortiz, del Grupo Planeta, uno de
los más reconocidos por su prestigio en el mundo editorial. La edición ha
estado a cargo del escritor nicaragüense Ricardo Llopesa. Es un libro
exquisito, cuidado en todos sus detalles, hasta los más mínimos, con una
portada bellamente ilustrada que nos introduce en el Rubén Darío del siglo XXI.
Siendo el mismo Rubén Darío,
esta “Antología...” lo convierte en otro. No es la clásica antología
sometida al capricho y gusto del antólogo. Lo más importante, lo notorio, lo
que debemos destacar es la selección realizada por el mismo Rubén Darío, poco
antes de su muerte y publicada en tres tomos en 1914, 15 y 16. Es la trilogía
que Llopesa reproduce, precedida de una “Introducción” jugosa, en un solo
volumen (318 págs), dividido en tres partes que corresponden a los títulos: “Muy antiguo y muy moderno”, “Muy
siglo XVIII” e “Y una sed de ilusiones infinitas”, respectivamente.
Quede
claro que Rubén Darío no pretendió confeccionar una antología cronológica de
sus libros, a la manera que estamos acostumbrados, sino reunir aquellos poemas
que mejor respondían a su dimensión de hombre de carne y hueso, con esencia
humana y espiritual. La selección fue rigurosa y muy depurada, apenas 150
poemas, tomados de sus últimos cinco libros publicados en vida, dejando al
margen, para sorpresa de todos, los poemas de su primer libro, “Azul”,
que tanta celebridad le dio, además de todos aquellos que no fueron publicados
en libro. De todo esto y más nos habla Llopesa.
Esta información demuestra el
rigor y la depuración que llevó a cabo el gran poeta, consciente del grano
bueno que supo separar de la paja. Cuando leí en mi adolescencia la obra
completa aquello me parecía un desierto aburrido hasta llegar a los versos
iluminados de “Azul”, que despertaron mi admiración. En ese sentido,
esta “Antología personal” es esencial y de lectura imprescindible para
conocer lo mejor y más universal de Rubén Darío.
Si el argentino
Jorge Luis Borges dijo que el poeta, a lo largo de su vida, escribía para dejar
cinco o seis poemas para la posteridad, en el caso de Rubén Darío contamos con
más de un centenar de poemas con la categoría de excelentes. La selección está
tomada de “Prosas profanas” (1896), “Cantos de vida y esperanza”
(1905), “El canto errante” (1907), “Poema del otoño” (1910) y “Canto
a la Argentina” (1914).
Después de la lectura de esta
magnífica “Antología personal”, la obra poética antes citada pierde el hermetismo y
gana en trascendencia. Es cuando el lector percibe el mensaje humano y la
armonía interior del mejor Rubén Darío, el más hondo y espiritual.
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