En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

LAS ERRATAS

Yván Silén



Yván Silén:
        
          LAS ERRATAS


            Lan Yu Lee saltó de la silla.

            Los extranjeros llegaron a la aldea con su manía de matar los pavos. Luego de matarlos se los comían y se enfermaban. La gula era espantosa. Los nativos que copiaban en todo a los extranjeros, los yanquistas, comenzaron a podrirse. Los espejos también se podrían y, lamentablemente, las erratas se le habían escapado a los editores eunucos. Cada vez que los extranjeros excretaban, la mierda se les convertía en erratas y las ratas que las comían se tornaban verdes. La lucha por sobrevivir era brutal. Las erratas terminaron por comerse a las ratas. El sol avanzaba lentamente, crecía.

Los editores se hacían ricos y robaban descaradamente a la luz de las lámparas y a la luz de los maniquíes importados que se desboronaban. Algunos editores se hacían fotógrafos oscuramente. La postmodernidad lo contaminaba todo. Las erratas eran diminutas y pequeñitas, pero lo devoraban todo. Las erratas se le metían debajo de las uñas a los poetas y les producía ceguera o glaucoma.

            El cielo era una costra infinita.

            La muerte, la sífilis, el opio y el sida habían enriquecido a los extranjeros. Arrastrando sus maletas antiguas, los ángeles también comenzaban a podrirse. Lan Yu Lee, que trabajaba sobre el tema del deseo, escribía una antología titulada La discordia del cielo. Pero los editores, como los libreros (Tiempo falso, Callizo, Congosta, La Peña, etc.), procuraban corroer todos sus documentos. La fama de Yu Lee era un escándalo. Sus madres, esos personajes de la infancia, a pesar de las letras muertas, hedían. Y los sacerdotes enclenques de la cultura oriental, mezclados con la cultura occidental, habían puesto precio a la cabeza de Yu Lee. Su muerte, en aquel pedazo de tierra en donde los crímenes y los asesinatos se habían puesto de moda, sería insignificante porque vendría a ser parte de su fama oscura. Los documentos se deshacían como si estuvieran cubiertos de polillas. El resto lo devoraban las erratas. Estas parecían cucarachas o escarabajos. El editor de Callizo se burlaba:

---¡Dios es una errata!—pero Yu Lee no contestaba.

            Los más pobres preparaban las piras para celebrar los eclipses de luna. Cuando los estudiantes de las universidades extranjeras y de las universidades arruinadas venían a solicitar los textos del poeta codiciado, los esclavos les decían que no tenían sus textos. Los budistas, los cristianos y los mahometanos, como los comunistas y los demókratas, lo odiaban profundamente. El arroz se había llenado de erratas y todos, como si fueran el coro griego plagiado de la muerte, decían que la culpa era del aëda. La realidad se había tornado falsa: los lotos, el vino, las cervezas importadas y el agua enlatada se habían llenado de erratas como las que yacían en los ojos inmortales de los caballos chinos. La verdad, para aquellos editores del capitalismo, se había tornado falsa. Los sacerdotes adictos a la viagra caminaban erectos debajo de los pinos japoneses.

Sólo Ika creía en él. Trataba de ponerse su pantimedias ante los espejos empañados de la casa de madera. Cuando era imposible utilizar los espejos, ella ordenaba quemarlos.

---Dicen que eres nihilista—murmuraba.

            Yu Lee sonreía y se restegaba los ojos sucios.

Los eclipses, la precipitación vertiginosa de los eclipses, se hacían más frecuentes. Los nativos habían olvidado que estaban invadidos. Algunos se creían idiotamente extranjeros. Otros se premiaban solidariamente unos a otros para evitar el olvido. Pero las erratas no dejaban de devorar los conejos, las culebras y los gatos. La carne escaseaba. Las vacas de enormes cabezas también se habían contaminado. Las erratas también trepaban por las paredes de la realidad y del mercado. Los insecticidas eran inútiles. La luz misma estaba contaminada.

Pero un día en que Ika cruzaba los jardines de rosas perla de Lan Yu Lee, ella lo observó orinando verde como las hojas moribundas del viento. Uno de los saltamontes que emigraban lo había picado. Yu Lee no se dio cuenta. Siempre andaba religiosamente entre la infamia que los editores levantaban contra él y contra los dioses. Lo llamaban el “Imprudente”. Su religiosidad molestaba a los religiosos; su ateísmo molestaba a los ateos.

Lan Yu meditaba debajo de las palmeras. Las erratas se le habían metido por el orificio del falo y le habían producido fiebre. Era la fiebre de lo ajeno. Era la fiebre de los enemigos. La arena del desierto próximo también se había llenado de erratas. Los extranjeros habían traído las ratas amarillas para que éstas devoraran las erratas del desierto y las erratas del mar. Las erratas escapaban al cielo. La fiebre se parecía a los orgasmos.

Yu Lee orinaba y pensaba. A pesar de ser un metabudista, un metabuda, un metajesús, pensaba en los dioses falsos de los extranjeros de los mercados podridos. La inverosimilitud de los televisores había sustituido a la realidad. Nadie creía en la razón, nadie creía en la identidad y nadie creía en la verdad. Las erratas terminaron por devorar a las ratas. Las conciencias se habían llenado de polillas. La mala fe era peor que el Ángel Sifilítico de la envidia. La penicilina, como todos los antibióticos, resultaba ser una errata.

Ika se le acercó y lo interrogó:

---¿Qué tienes?
---Se me está pudriendo el prepucio—dijo como un niño sabio.

            Las geishas importadas, para la dicha de Ika, también habían enfermado con la enfermedad de los extranjeros. La errativitis lo había contaminado todo. La erratidad estaba devorando el ser. Los monjes y los extranjeros temían la visiones del zen. Las rosas amarillas, plateadas, azules, negras, verdes, anaranjadas, grises, comenzaban a tener ojos. ¡Miraban! Los perros mudos, que habían traído de Latinoamérica, ladraban. El ateísmo se multiplicaba. Las iglesias se corroían. Los monjes pedófilos se hacían tecatos. El cielo había descendido brutalmente hasta rozar la cabeza del Sexto Ángel.

            Lan Yu Lee, a pesar de la belleza velluda de Ika, proseguía escribiendo. Hacían el amor para recordar y recobrar el “part-time”. Las erratas sembraban tumores en los lagos de arroz. Lan Yu hablaba con ella de las paradojas, de los dioses, del odio, de la envidia de los editores y del fin del mundo. Lan Yu apocalipsaba bajo los besos de Ika. Las geishas, aprovechando el furor de la gente, abandonaban los zapatos incómodos que les había impuesto el poder, la tradición y el extranjerismo. Pero las ratas le mordían los deditos de sus pies esbeltos. Y las erratas, aprovechando el odio que reinaba, se amontonaban y se almacenaban en las vulvas lampiñas de las monjas paranoicas. El sexo se había prohibido en todas las aldeas. Los editores alimentaban malignamente a las erratas. Y las lunas del desierto se tornaban azules.

            Los extranjeros estaban vendiendo la aldea pedazo a pedazo. Mientras, Ika, a pesar del delirio, bromeaba. La risa funcionaba como antibiótico. Estaban atrapados.

---Sólo el amor nos salvará de la muerte--decía ella.
---Sólo la muerte nos salvará del amor--argumentaba él.

            Yu Lee alucinaba: las flechas fálicas de Cupido, ese dios antiguo, atravesaban a Ika. La música inflamable del sol se había tornado oscura. Y los espíritus ciegos de la carne cantaban furiosamente. Las visiones de Yu Lee se suspendieron de golpe.

            Los gatos verdes también habían desaparecido y la muerte, esa antipática, también había desaparecido. Era la última china contaminada por los japoneses y contaminada por los editores extranjeros. Los cometas habían dejado de pasar y habían dejado de estrellarse. El agua escaseaba. Los cuentos antiguos habían perdido el sentido de los entes del tao. A veces, a pesar de la desnudez de Ika, a pesar de los senos redondos de Ika, Lan Yu veía el miedo. Ika, hipnotizada, no dejaba de mirarlo. Estaba fascinada por él. El sexo se había tornado inútil. Las erratas, esa maldad de lo invisible, parecían lepra. Uno de los dos era irreal.

---Uno de nosotros no existe.

            Ika tembló ante la verdad de los templos.

            Lan Yu, pese al insomnio, introdujo nueve pavos reales en la Aldea del Plata. E introdujo nueve caballos de los ojos cosidos con el hilo de oro en las Orillas de la Muerte. Nadie pensó que la osadía de Lee pudiera ser cierta. Las caballos eran flacos como las guajanas que vendían los extranjeros en la oscuridad de los viveros.

            Los extranjeros contemplaban a los intelectuales del silencio que compraban a los editores que se vendían como geishas del sidismo debajo de las lámparas de papel. Pero nadie entendía la relación de las erratas y de las ratas que se comían los carteles de los papeles de arroz. Nadie sabía cómo Lan Yu había sobrevivido a la maldad de los extranjeros y al comercio infiel de los editores. El cielo proseguía descendiendo sobre la cabeza rapada de ellos. Las erratas se había convertido en la maldición incierta del capitalismo. China ardía. La muerte, a pesar del intento de ocultarla en el esplendor del mercado, era una cosa terrible. Los editores proseguían forjando poco a poco a los suicidas.

Lan Yu, después de mucho caminar la noche, llegó a su casa y empujó la puerta de paja. Olía mal. Las escobas estaban rotas. Buscó una soga y la amarró a la viga incierta de los sueños. Olía a miedo. Olía a hormigas muertas. Olía a los cangrejos triturados y a los prepucios recortados. Olía a caballos sueltos contra las olas de las playas y olía la casa a mujer desnuda. El animal prepúcico del poeta estaba suelto. Su semen olía a nata. Ika pensaba tiernamente en él y lo miraba detenidamente. Dido, la gata de ella, gruñía como si fuera un puma.

---No soporto las erratas de los criminales—dijo Lan Yu y se subió de golpe a la silla.---No soporto el sida de las erratas. Debo de asesinarlos uno por uno.

            Ika sonrió tiernamente. Tomó la cámara de la mesa apolillada y lo retrató. Yu Lee le dedicó fugazmente la mejor de sus sonrisas. La luna brillaba anaranjadamente en los ojos de los cadáveres verdosos que se habían amontonado en las cunetas. El eclipse era triste.

---¿Por qué no lo haces de una vez?
---…
---¿Por qué no los matas?

            Lan Yu Lee se colocó la soga sobre el cuello. Pero Ika, aunque temblaba de pies a cabeza, no se movió. Parecía una estatua de mármol.

---¡No soporto la imbecilidad de los editores!

            De momento escuchó el chirriar de la luna. Lan Yu se quitó la soga. La silla se tambaleaba brevemente, pero Yu Lee no cayó. Hacía frío. Hacía otoño. Sus piernas flacas se tambaleaban.  Ika le tendió la mano y logró sostenerlo. Yu Lee saltó. Ika lo recibió en sus brazos antes que tropezara con el suelo de madera. La realidad parecía un sueño. El sueño se parecía a la realidad. No sabían si el suelo era de caoba. Ika lo sentó en uno de los bancos oscuros. Lo besó apasionadamente. Su lengua estaba fría y, tomando el paño mugroso, húmedo, deshilado de la cocina, le secó la frente.

            Yu Lee se incorporó. Abrió la gaveta de la mesa que estaba cubierta de libros antiguos y, abriendo de un tirón, tomó la Luger. Él era el único intelectual que no se había vendido. Las erratas subían por las paredes. Los espejos se habían oscurecido y se derrumbaban pedazo a pedazo. Los saltamontes que roían la luna eran insoportables.

---¿Tú crees en Dios?—le preguntó ella.

            La pregunta era vieja. Lan Yu tomó la pistola, pero no le contestó. Sólo olía la voz delicada de Ika:

---¡Mátalos!—dijo.

            Los extranjeros habían invadido las aldeas. El tiempo se había llenado de ratas. Lan Yu se mantenía sobre la silla antigua. Contempló las sendas oscuras del tao. Las erratas avanzaban como saltarenes. Ika tenía miedo de estar compartiendo el mismo sueño de Yu Lee.

            El poeta…saltó de la silla.


*****


27 de noviembre de 2013
Puerto Rico

martes, 19 de noviembre de 2013

TRES OBRAS DE LLOPESA SOBRE SU PAISANO RUBÉN DARÍO

Ricardo Llopesa




TRES OBRAS DE LLOPESA
SOBRE SU PAISANO RUBÉN DARÍO



Por Rafael Ferrer



El escritor nicaragüense Ricardo Llopesa, nacido en Masaya, es un personaje de sobra conocido en Valencia, donde asentó su residencia hace medio siglo. Como paisano de Rubén Darío escribe desde siempre sobre él. No solo escribe, lo defiende en artículos y en libros, hasta tal punto que quienes no leíamos a Rubén, aunque llegamos tarde, lo conocemos mejor.

Llopesa ha realizado una labor importante como poeta y como investigador. Su libro Iluminados y perversos lo confirma como un poeta con mucha madera. Ha publicado otros, pero Llopesa es reacio a hablar de ellos; no mira al pasado o no le importa nada. Le importa lo que hace, mira hacia delante y siempre habla de proyectos que se quedaron en el cajón del olvido y recupera para trabajarlos y darles forma de libro.

Mientras hablamos en el Café Aromas, en pleno centro de la ciudad, me cuenta que dejó de fumar hace quince años, sentados frente a una copa de vino tinto. La experiencia con el vino marcó la poesía de Llopesa, viva y enérgica como la música de la tabernas, tema que tocó en Paraíso terenal, su primer libro.

Hemos quedado para entregarme sus tres libros publicados a lo largo de este año 2013, que todavía no ha terminado. Son tres obras, cada una a cual más maravillosa, editadas en puntos muy distantes de la geografía: Madrid, México y Valparaíso. De un extremo a otro del mundo, todo un lujo para un escritor. Voy a citarlos siguiendo el orden de aparición.

El primero, Prosas profanas, vio la luz en Madrid, bajo el sello de una colección histórica como Austral, que edita Espasa Calpe, y ahora pertenece, desde hace algunos años, al Grupo Planeta. El libro tiene la sobriedad de las grandes obras, es ligero, pesa poco, y sorprende tenerlo entre las manos. Es la obra maestra del gran poeta de Nicaragua.

El segundo libro, apareció en el mes de septiembre, en la capital mexicana. Se titula Antología personal y está bellamente publicado por la Editorial Planeta, dentro de una de sus filiales, que en este caso es la editorial Joaquín Mortiz. Según Llopesa es lo mejor de Rubén, porque aquí el poeta reunió lo esencial de su poesía; es decir, lo mejor. No estará a la venta en España, porque según Llopesa, los españoles leemos poco, pero sí se venderá en toda Hispanoamérica, incluido los Estados Unidos.

El último libro es una bella edición de lujo, algo que sólo se encuentra entre bibliógrafos. Se trata de una edición crítica de Azul..., el libro que le dio la fama a Rubén, profusamente anotado por Llopesa, con más de cuatrocientas notas a pie de página, y otras muchas en el apéndice. Un trabajo monumental quince años, apunta Llopesa con la copa de vino en la mano. La introducción es extensa y bien documentada, lo que toca a una gran obra. Fue publicado por la Editorial de la Universidad de Valparaíso, en homenaje al poeta inmortal, precisamente porque fue en Valparaíso donde se publicó por primera vez, en 1888. El libro viene precedido de un prólogo del gran poeta chileno, conocido por todos, Gonzalo Rojas.

En este momento, una nueva obra de Llopesa está en la imprenta. Esta vez no pertenece a su paisano universal, sino a otro genio, el español Quevedo. No quiere desvelar el título, ni la editorial, pero por la sonrisa e ironía, hace suponer que el libro saldrá en otra de las grandes editoriasles.

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA POESÍA DE ROBERTO SOSA

Lic. Miguel Fajardo Korea





La poesía de Roberto Sosa
Lic. Miguel Fajardo Korea
Universidad Nacional de Costa Rica



SUMARIO HISTÓRICO
            Honduras tiene 112 492 kilómetros cuadrados. Fue descubierta por Cristóbal Colón durante su cuarto viaje, en 1502. Su nombre vernáculo es Tlaplal-lal que significa “tierra roja”. En la actualidad, Honduras registra una población de 8,5 millones de habitantes.
HONDURAS UN ESPACIO DIFÍCIL
            Desde 1871 hasta 1933 se produce un periodo de silencio: seis décadas de matanza, violaciones, incendios, terror, que desemboca en la instauración del Cariato: Tiburcio Carías Andino (1876 - 1969), quien gobierna desde 1933 hasta 1949. Carías es el fundador de Partido Nacional. Honduras fue ocupada militarmente por los Estados Unidos e instaló bases castrenses desde 1911 hasta 1933. Sosa aduce: “el país es un inmenso portaviones, con presencia de marines en Palmerola” (Sosa, 1998:11-13). Desde 1963 el país ha tenido regímenes militares profesionales, adeptos a los Estados Unidos. Su deuda eterna es de $3 mil millones.
UN MARCO PARA LA POESÍA
            Francisco Albizúrez señala: “la Generación de Cincuenta, con Roberto Sosa (1930) como su principal representante, incorpora definitivamente la poesía de aquel país a las tendencias de vanguardias y postvanguardias” (Albizúrez, 1991:25).
  ROBERTO SOSA, UNA VOZ CREADORA
            Roberto Sosa (Honduras, 1930-2011) ha escrito: “Caligramas”, 1959; “Muros”, 1966; “Mar interior”, 1967; “Los pobres”, 1969; “Un mundo para los dividido”, 1971; “Secreto militar”, 1984; “El llanto de las cosas”, 1984; “Mascara suelta”, 1986; “Poesía reconstruida”, 1990; “Poesía última”. 1996;  “Honduras: cuentos escogidos”, 1998, “Honduras: poesía política”, 2002, “Digo mujer”, 2003, entre otros.
 DIGO MUJER (2003) tuve la oportunidad de presentárselo editorialmente en Costa Rica durante el 2003. En una próxima entrega daremos a conocer el análisis reflexivo de su lectura. Haber conocido a Roberto Sosa ha sido uno de los mejores acontecimientos que me ha sucedido como creador. Tuve la dicha de tenerlo como huésped invitado en mi casa durante tres días, hace una década. Su muerte hace dos años fue una de las peores noticias que haya recibido. Pero él sigue vivo desde su poesía a favor de las mayorías. Él fue una de sus voces de apoyo irrerstricto.
            Su libro “Antología personal” (Educa, 1997) contiene poemas seleccionados por él. Ha obtenido los premios internacionales “Adonais”, España, 1968 y “Casa de las Américas”, Cuba, 1971, por sus libros “Los pobres” y “Un mundo para todos dividido”, respectivamente.
UNA PUERTA CON LA POESÍA DE ROBERTO SOSA
            “Su enorme y doloroso compromiso es unilateral, contraído con las victimas universales” (Andrés Morris, 1971).
            “Historia con sangre y sueños, con héroes y mártires, con muertos y resurrecciones” (Alberto Baeza Flores, 1986:45).
LA POÉTICA DE ROBERTO SOSA
            La poesía, me parece, viene a ser en verdad “el último faro de Universo” (Sosa, 1994:9)
CUERPO TEXTUAL SELECCIONADO
a.       “Los indios” (pp. 58-59-60), de “Los pobres” (1969);
b.      “Los elegidos de la violencia”  (pp. 67-69), de ”Un mundo para todos dividido”(1971);
c.       “La fiera alucinada” (p.114), de El llanto de las cosas” (1984).
CONTEXTO LITERARIO
            La literatura centroamericana. La poesía vanguardista de Roberto Sosa (1930), principal líder de la Generación del Cincuenta, literalmente hablando.

EL POEMA COMO UNIVERSO VERBAL
            Para el crítico Carlos Francisco Monge el poema es: “un conjunto de formas específicas de representar la realidad”. A esas “formas”; producto de unos procedimientos, se les denomina “Códigos estéticos”. (Monge, 1996:2).
            Es decir, cada universo poético signa la representación de su realidad, que no debe coincidir, necesariamente, con la realidad en sí. La poesía reinterpreta el espacio histórico. El poema alude a una cosmovisión del mundo, donde entra en juego una propia interpretación –no excluyente- de la realidad.
I.                   El poema: lo que dice, él cómo y el qué (inventio): macrotexto
Como el poema es un universo discursivo, se esboza la red tópica (topoi locales), esto es, temas y motivos. De seguido, se ofrece una aproximación, con palabras temáticas nucleares para cada apartado de los cuatro poemas seleccionado de hondureño Roberto Sosa (1930).
a.       “Los indios”
(Despojo, origen étnico, ser/parecer, poseyeron, riquezas, valor del trabajo, hábitos ancestrales, espacio feliz, el hablante de identifica).
b.      “Los elegidos de la violencia”

(Alegría, llanto, violencia guerrera, generación sin niñez, derrota, instancia a mirar).

c.       “La fiera alucinada”
(Acusa a los militares, hombre manchado, militar ladrón, riquezas atesoradas, sistema de vigilancia, presencia de secuaces, muerte del militar, militar asqueroso en su riqueza robada, General-Criminal).
d.      “Patria Mía”
(Hombre desolado, abatido por el dolor, vida golpeada, traicionada, quiere un espacio sin vergüenza, anhela limpiar el nombre patrio).
II.                ¿Cómo está organizado el poema? (dispositio): macrotexto

Son los procedimientos para construir la producción textual. Las combinaciones semánticas intertextuales hacen posible la veta estilísticas del poeta, asimismo, la intención expresiva del hablante lirico. Para captar la disposición formal, se ofrece el cuerpo léxico guía de cada poema, con el propósito de analizar la organización interna del discurso poético

a.       “Los indios” (vacío, pasado, vestidura, máscara, imperios, lejanos, conquistadores, siembran, grupos, látigos, olvido, refugios, alegres, prisioneros, poder sin fuerza).

b.      “Los elegidos de la violencia ” (alegría, llanto, balazos, aterroriza, violencia, guerra, mata, niñez, horror, rostro, fuerza, cólera, destrozo, mayores, levante, miradla).

c.       “La fiera alucinada” (generaciones, hoy, mañana, reconozcan, no olviden, destrucción, acusaciones, manchas, enfermedad, manos, ladrones, blancos, complicidad, posee, homosexual, ojos, oídos, oprobio, bufonada, muerte, niños, ocultarlo, mirada, obsérvenlo, podrido, oro, ebrio, demonio, asco, crímenes, General).


d.      “Patria Mía” (guardaespaldas, muerte, pan, hambre, cobija, frio, desolación, fuego, palabras, gente, deshabitada, plomo, caigo, piedra, vida, traicionado, espacio, limpio, escribir, nombre, avergonzarme).

III.             ¿Cómo nos habla el poema? (elocutio): microtexto
Carlos Monge Señala: “Un poema (…) es también un estilo, una verbalización con intencionalidad” (Monge, 1996: 6). Parte de ese contexto situacional está mediado por la presencia de las figuras retoricas, las cuales interrelacionan la integridad poemática, como mecanismos reinterpretadores de una realidad. Se cita, entonces, algunas figuras literarias, sobre todo semánticas, que contienen los cuatro poemas seleccionados de Roberto Sosa, autor hondureño.  
“Los indios”

            “extendieron el cielo/como una flor pequeña”                                  símil
            “el viento/desordena sus duras cabelleras de diosas”             metáfora
            “voces tendidas como látigos”                                                           símil
            “sus cabañas/situadas en el final de los olvidos”                               metáfora
            “ellos son alegres como siervos”                                           símil
            “Dieron de beber oro líquido/a sus conquistadores”              ruptura (frase)
“Los elegidos de la violencia”

            “El horror/asumió su papel de padre frío”                             prosopopeya
            “La alegría/se quebró el pie derecho y un hombro”               prosopopeya
            “Conocemos su fuerza/con lentitud de asfixia”                                 metáfora
            “Los pájaros pueden alojar la delgadez de la violencia”                    hipérbole

“La fiera alucinada”

            “Las emociones contaran una por una/las manchas sin nombre”      prosopopeya
            “sus manos, veloces (…) como las manos de los arrogantes”            símil
            “posee (…) redes aéreas como telarañas”                              símil
            “obsérvenlo (…) podrido en oro”                                          asteísmo
            “obsérvenlo (…) a imagen y semejanza del mismísimo demonio” ruptura
            “Mírenlo: de crimines hinchado”                                           metonimia
            “el General relumbra como un cerdo”                                               símil

“Patria Mía”

            “los guardaespaldas de la muerte”                                         metáfora
            “caigo/como una piedra lanzada de la hondada del cielo”     símil
            “gente deshabitada/para siempre”                                          oxímoron
            Con base en la disposición del cuerpo textual seleccionado, se infiere un código estético que enhebrara: un sistema de  relaciones entre una idea del mundo y las posibilidades estéticas de que de ellas se dependerán” (Monge, 1996:7).
            Uniendo los hilos poéticos, los cuatro poemas escogidos  de Roberto Sosa sostienen las siguientes perspectivas de discurso:
a.       LOS INDIOS. El hablante procura una voz de conciencia histórica sobre nuestros indígenas… Los cinco primeros apartados  muestran una voz plural, con la base en las formas verbales (bajan, fueron, levantaron, lucieron, calcularon, dieron, entendieron); en cambio, en las cuatro estrofas finales, la voz funcional da preeminencia al yo (he visto, he hallado, he sentido).

Las figuras literarias mantienen una preeminencia sintáctica, con fuertes señalamientos sociales, donde reclama espacio para la identificación indígena o censura al choque cultural. Es una especie de metáfora de la resistencia, la dominación y el desarraigo. Con honestidad, el hablante reconoce que no puede cambiar las condiciones históricas.  Sin embargo, el yo lirico señala una visión en el tiempo para que, mediante una toma de conciencia, se puede entregar una bandera de lucha reivindicativa.

b.      LOS ELEGIDOS DE LA VIOLENCIA. En este texto, el hablante se dirige a un referente plural (nosotros), con el objetivo de intensificar su denuncia y encontrar eco, acude, subrepticiamente, a la llamada guerra del futbol (1969). Increpa la carencia de infancia generacional por la escala bélica y guerrerista.
Apuesta por indagar la isotopía de la desintegración corporal, provocada por la guerra, causal de la anulación pacifista, con tantísimos lisiados, porque el cuerpo es un blanco de poder.
Uno de los ejes significativos agrega que la inocencia (niñez) es un vacío, una ausencia, por la trampa guerrera de los adultos. El poema sostiene tesis: “nosotros nunca hemos sido niños”.
De hecho, el poeta se inserta en un istmo con alta propensión a las guerras civiles, grupos guerrilleros, y paramilitares, bases u ocupaciones extrajeras, que han dejado una estela de violencia desmedida, donde abundan los ajusticiamientos, los desaparecidos, los reos políticos, la opresión, el miedo, la persecución, los enfrentamientos con los ejércitos, la clandestinidad  como una vía de lucha que, en el género narrativo, ha dado origen a la denominada literatura testimonial.
c.       La fiera alucinada. Es la crítica contra los regímenes militares y contra los dictadores en cualquier lugar del planeta, por eso no cita espacio geográfico en particular. La red de relación es establece la dicotomía dominador/dominado; el poder político y económico que logran alcanzar y toda la estrategia con lacayos, que operacionalizan  la temible Seguridad del Estado.
El uso de verbos plurales posibilita la apelación del lector como sujeto colectivo, para aspirar a su adhesión con la propuesta de mejoramiento desde su mundo lirico por parte  del lector social.
Formas verbales como: (reconozcan, queda, cantarán. Comprobarán, pasarán, sembrarán, cubrirán, observen, mírenlo) son parte de un presupuesto ideológico para esperar la respuesta de un ustedes universal.
En el apartado seis, el hablante asume una posición yoística (“les hablo de su muerte”) es decir, el sujeto se vuelca con su estrategia estética e ideológica para anular a la fiera (zoología poética) y cierra el texto con símil “el General relumbra como un cerdo”, lo  que significa una descalificación socio-histórica del dictador, que pasara al olvido, porque la caída será inevitable, con todo el pesado fardo de inequidades que acarrea un sistema de facto, uno de los males del istmo centroamericano desde inicios del siglo anterior.
d.      Patria Mía. El hablante sostiene una manifestación funcional, un inventario lexemático del yo, que define su quehacer. Evidencia un desarraigo contra el sistema político imperante, pero no menciona ningún cronotopo específico, con lo que su alcance es amplio. La patria es el universo. Arremete contra el antifaz de los sicarios y los que han traicionado la luz vital del sueño. Su ideario es ético y estético, para buscar “el espacio más limpio (…)/que permita sin avergonzarme ya/escribir tu nombre”.
CONSIDERACIONES FINALES
            Los cuatro poemas analizados de Roberto Sosa no ofrecen mucha variedad retórica, su intención expresiva es una obra de apelación humana con los presupuestos ideológicos que maneja el yo lirico. Su tono es de increpación y denuncia contra lo establecido.
            La estrategia estética e ideológica de hablante es un discurso poético, directo, con un lenguaje desenfadado, con cargas semánticas de fuerte criticidad contra los sistemas que alientan y enajenan al ser humano universal,  porque el dolor también lo es.
            La prominencia de figuras retoricas sintácticas (metáforas, prosopopeya, símil, entre otras), le confiere mayor fuerza semántica a la producción textual,  por cuanto el hablante apela, con su discurso poético a una concienciación social.
             El poeta es una voz de conciencia histórica que analiza su realidad como indagación de un universo humano desde las perspectivas  éticas, estéticas, ideológicas y políticas.
            El tema indígena no es tratado con nostalgia, sino como  apego a la verdad histórica, con la crítica que le corresponde a dicha entidad ancestral, a su desarraigo, a sus condiciones históricas y sus tiempos míticos; también destaca sus oportunidades  y méritos en la forja de su identidad y de su espacio.
            El aspecto social se ve favorecido con la óptica discursiva. El hablante toma partido por lo pobres, por los desposeídos en un mundo cruel y dividido, donde las estratificaciones sociales marcan desigualdades dentro de los procesos históricos.
            La obra poética de Roberto Sosa (Honduras, 1930), es una de las  voces de mayor profundidad discursiva en el panorama de la literatura centroamericana de vanguardia. No cabe duda de que su trabajo intelectual es un respaldo ético y estético, que promueve un revisionismo en el pensamiento cultural e ideológico centroamericano, en la segunda mitad del siglo XX.
            Queda claro que le poeta es un universo verbal que expresa una visión modélica de la realidad que interpreta esa instancia mediante el conjunto de procedimientos discursivos más apropiados, el caso de Roberto Sosa: lenguaje directo, predomino de figuras retoricas sintáctica, donde el hablante asume un compromiso en favor de los seres humanos menos favorecidos: los pobres de la tierra en un mundo por todos dividido.

Lic. Miguel Fajardo Korea
Universidad Nacional de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com






sábado, 2 de noviembre de 2013

DOS POEMAS DE EDUARDO EMBRY

Eduardo Embry, Chile




De cómo la sociedad engorda 


Desesperación y ruidos 
hay en las agencias del gobierno: 
aumentan por todas partes 
personas milagrosamente hinchadas, 
los recién nacidos 
vienen con piernas robustas; 
cada mañana al levantarme 
me mido el culo, 
cada vez está más hinchado; 
voy a la farmacia, 
verdulerías, 
supermercados, 
visito a los entendidos, 
nadie me da convincente respuesta 
de cómo revolver estos males, 
¿o me arranco de raíz mis dientes 
o cambio la dieta de pan y agua 
por una merienda de flores? 
a todo esto, mi corazón,

no dice nada;
algo se mueve por otros lados,
en la ciudad de Nueva York
han prohibido beber agua con azúcar,
de un momento a otro
el mundo revienta en el pedazos;
pero es lindo ver
gordos y gordas,
que no creen en el fin del mundo,
se acercan, se abrazan, brindan
con pasteles y cremas,
se muerden las orejas, apagan la luz,
con mucha delicadeza
tornan sus cuerpos invisibles,
se hacen delgaditos como agujas,
gordos y gordas,
a esta hora de la noche,
como peces en el agua
desaparecen sólo por un rato.




 Sermón en el desierto



La azúcar se saca de la caña,
la caña se cultiva en zonas tropicales,
para el cultivo requiere
de agua y suelos adecuados,
la caña asimila bien la radiación solar;
se propaga mediante
trocitos de caña; de cada nudo
sale una planta nueva,
la caña crece, asimila
azúcar por el tallo,
el tallo lleno de azúcar
cuando está maduro
se corta;
la caña
se puede cosechar
con las manos o con grandes máquinas,
hacen la cosecha manual
las personas con machetes
que cortan los tallos;
los tallos en chorras se llevan a las fábricas;
las bebidas gaseosas, los licores,
los vinos y los pasteles
contienen mucha azúcar,
con azúcar las personas engordan;
a las personas gordas
les viene diabetes,
la diabetes envenena la sangre;
a las personas enfermas
se les corta o las piernas
o los brazos;
el corazón de las personas
con diabetes no funciona;
las personas
con mucho sobrepeso encima,
por exceso de azúcar,
bailan, brincan, viven felices.