Pedro Geoffroy Rivas, El Salvador
________Anastasio Aquino________
Todavía es ajena la tierra en que reposas
viejo abuelo de piedra. Tu raza indestructible
todavía se afana bajo el yugo. Imposible
es el grito que duras gargantas presurosas,
Bajo el amargo signo del trópico impasible,
aprietan como gajo lacerante de rosas.
se curvan las espaldas, sangrantes, dolorosas,
surcadas por la huella del látigo terrible.
Ya no duermas, abuelo. Vencedor de la muerte,
alza tu voz antigua, consoladora y fuerte,
y que otra vez se escuche tu gran grito de guerra.
Erguida para siempre, alta en el sol la frente,
repetirá tu raza de levante a poniente
el eco milenario de “Tierra, Tierra, Tierra”.
________Feliciano Ama________
Del árbol del que cuelgas, tu fruto permanente
día a día fecunda la tierra que tu mano
cultivó sin descanso, porque el maíz, hermano
de tu sueño, multiplicó en el sueño la simiente.
Del ancho litoral hasta el volcán hermano,
como un Cristo de piedra que esparce la simiente,
en batalla sin tregua, en lucha permanente,
fue derramando sueños y esperanzas tu mano.
Hoy vives en el sueño, antiguo fruto oscuro,
y en la plaza de Izalco, indestructible, puro,
te hace flamear el viento como bandera en alto.
Tu inefable presencia habita nuestra casa,
familiar y cercana, porque tu vieja raza
al esculpir tu nombre humanizó el basalto.
________Anastasio Aquino________
Todavía es ajena la tierra en que reposas
viejo abuelo de piedra. Tu raza indestructible
todavía se afana bajo el yugo. Imposible
es el grito que duras gargantas presurosas,
Bajo el amargo signo del trópico impasible,
aprietan como gajo lacerante de rosas.
se curvan las espaldas, sangrantes, dolorosas,
surcadas por la huella del látigo terrible.
Ya no duermas, abuelo. Vencedor de la muerte,
alza tu voz antigua, consoladora y fuerte,
y que otra vez se escuche tu gran grito de guerra.
Erguida para siempre, alta en el sol la frente,
repetirá tu raza de levante a poniente
el eco milenario de “Tierra, Tierra, Tierra”.
________Feliciano Ama________
Del árbol del que cuelgas, tu fruto permanente
día a día fecunda la tierra que tu mano
cultivó sin descanso, porque el maíz, hermano
de tu sueño, multiplicó en el sueño la simiente.
Del ancho litoral hasta el volcán hermano,
como un Cristo de piedra que esparce la simiente,
en batalla sin tregua, en lucha permanente,
fue derramando sueños y esperanzas tu mano.
Hoy vives en el sueño, antiguo fruto oscuro,
y en la plaza de Izalco, indestructible, puro,
te hace flamear el viento como bandera en alto.
Tu inefable presencia habita nuestra casa,
familiar y cercana, porque tu vieja raza
al esculpir tu nombre humanizó el basalto.
________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario