Caravaggio. Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596.
Galeria Doria Pamphili. Roma.
ESCRITURA DE LA HUIDA
Disuelta la linterna del
azogue nos queda el sollozo y el carrusel de la tormenta con todas sus
inocencias a veces solo cerramos los ojos y nos echamos a andar: no hay
contraseñas para todo lo que fueron cortando las tijeras ni retorno para
suturar la herida ni un aquí que vacíe las oscuridades acumuladas quizás la
mejor moneda que nos queda es el tiempo cualquier impostura es sólo acechanza
precipicio vértigo —sé que las
devoluciones carecen de tinaja salvo las manos arrugadas del espantapájaros
tampoco el desvarío tiene la misma fiebre: en la ventana el olor jorobado de
las ingles el país a punto de enterrar
la verdad y alabar el engaño o el aburrimiento fuera de los ojos o dentro de
ellos el río que debemos cruzar encorvando cada uno de los pensamientos jamás
he podido entender los maullidos del moho y su predominio de golpes en las
fauces desangradas de la flor todos los amarillos desandados del jadeo el dolor
de lo humano —hay difuntos en el
contraste del paraguas y palabras muertas como la escritura en el vacío y
puntos suspensivos en un territorio caduco de miradas dentro de la altitud de
una pieza oscura me veo jardines sin brazos agujeros con huesos mañana habrá
crecido más el desabrigo tan cierto como la sexualidad póstuma es horrible el
rostro del tizne también los tardíos arrepentimientos el pez coagulado en el
antesueño de los esqueletos: juro que transcurrida la tormenta la niebla no es
igual como tampoco es igual el adiós irrestañable (no hay reconciliación cuando la ternura ha dejado de ser artículo de
primera necesidad: empezaste a morir en mi boca al tiempo que recordaba sueños
y palabras y a esos comensales enloqueciendo en las esquinas como memoria de la
noche)…
Del libro: «Garaje para
fósiles», Barataria, 2019
©André Cruchaga
Imagen Caravaggio.
Descanso en la huida a Egipto. 1594-1596. Galeria Doria Pamphili. Roma.
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