Coronel Pavel, Nacho, Embajador y Sra., Llopesa y Alba Azucena Torres.
artículo
PRESENCIA DE RUBÉN DARÍO EN RUSIA
Por
Ricardo Llopesa
Viajé a Moscú por
invitación del Embajador de Nicaragua en Rusia, D. Juan Ernesto Vásquez Araya,
y las gestiones de la Primer Secretario, poeta Alba Azucena Torres. Todo
ocurrió tras un viaje de mi amigo Armando Mena cuando visitó la Embajada de
Nicaragua en Moscú y conoció el proyecto de conmemorar el centenario de la
muerte del gran poeta Rubén Darío. Habló de mí como investigador y conocedor de
su obra, con libros publicada en las principales editoriales y Universidades de
España y América Latina. Así llegué a Rusia, por primera vez. Me sorprendió su
enorme poder económico, en contraste con los bajos precios de los
supermercados. Un litro de gasolina cuesta menos que un paquete de cigarrillos,
y los cigarrillos más caros valen un poco más de un euro. Pero lo más
importante, lo que me llevó a Moscú fue el Homenaje a Rubén Darío que la
Embajada de Nicaragua organizó del 21 al 29 de octubre, en Moscú y San
Petersburgo.
Llegué a Moscú,
procedente de Zurich, pasada la medianoche. Iba en compañía de mi hijo Nacho y
nos alojamos en la sede la Embajada, situado en un lugar privilegiado de la
capital, donde se encuentran las grandes Embajadas. Apenas tuvimos tiempo de
dormir. Horas después, el miércoles 21, tuve el honor de dirigirme a los
estudiantes de español de la célebre Universidad Patricio Lumumba, adonde
cincuenta años antes deseaba ir. Alumnos y docentes, entre ellos Mikheena
Natalia Fedorovna y Svetlana Arkhipova, desperteron enorme interés por Rubén
Darío. Actualmente, trabajan el poema “Sonatina”, en su forma y su contenido.
Supieron ver la actualidad del texto como tema en defensa de la libertad de la
mujer cuando vive encerrada en una “jaula de oro”.
De esta manera, la
Embajada de Nicaragua en la Federación de Rusia se une a los homenajes que el
mundo de la cultura rinde al gran poeta en el primer centenario de su muerte.
Al día siguiente,
jueves 22, el Instituto Cervantes de Moscú abrió sus puertas para rendir un
homenaje de esplendor al gran poeta. Tomaron la palabra el presidente de la
entidad y el Embajador de Nicaragua. En mis palabras ubiqué la posición del
poeta entre los cinco grandes renovadores de la poesía de todos los tiempos.
Luego, en compañía de la poeta Alba Azucena Torres, en un mano a
mano, leímos, en
presencia del cuerpo diplomático acreditado, poemas de aquellos poetas que
escribieron tras la muerte del gran poeta, entre ellos Juan Ramón Jiménez,
Amado Nervo y Antonio Machado.
Al día siguiente,
viernes 23, viajamos en tren a San Petersburgo, para participar en dos
actividades. Iba en compañía de la diplomática Alba Azucena y mi hijo. Esa
tarde, de paseo por la ciudad, fuimos abordados por una banda de ladrones.
Conseguimos romper el círculo que nos habían tendido y, una vez repuestos del
susto, visitamos la majestuosa plaza que forma el complejo monumental del
Hermitage y el Palacio de Invierno,
El primer acto tuvo
lugar, el sábado 24, por la tarde, en la Biblioteca Nacional Mayakovski, ante
un público joven, todos ellos y ellas cadetes del ejército de Nicaragua,
uniformados y disciplinados, que para nada me recuerda al ejército analfabeta
de la dictadura de Somoza. Los cadetes, que se interesaron por la obra de Rubén
Darío, realizan estudios de especialidad en San Petersburgo, bajo las órdenes
del coronel Osman Pavel Corea.
El día domingo 25,
visitamos el Palacio de Invierno y el Hermitage, obra maestra de la
arquitectura, el lujo y el esplendor. Entre las catedrales, estuvimos en la
bella Sangre Derramada, edificada en el lugar donde el zar Alejandro II sufrió
un atentado, y Nuestra Señora de Kazán; ambas, decoradas hasta en sus mínimos
detalle con todo el colorido del arte bizantino. Por la tarde, hicimos un
recorrido por los canales del río Neva, entre edificios que recuerdan el
esplendor de una época dorada.
La mañana del lunes
26, asistimos a la Universidad Estatal de Económicas, donde fuimos recibidos y
despedidos con honores, se nos invitó a un té, pastas y chocolate, por parte
del decano Mikhail Klupt, y las profesoras Elisabeth y Eugenia, entre otros,
quienes nos sirvieron de guía durante el recorrido por el Palacio Yusopov, de
una belleza extraordinaria por los decorados y salones de estilos diferentes,
donde fue asesinado el célebre monje Rasputín.
De regreso a Moscú,
la mañana del martes 27, fuimos a la Universidad Estatal de Relaciones
Internacionales, donde hablé en una sala llena de estudiantes y profesores,
donde estuvo presente una delegación de la Embajada de España representada por
su consejero para Asuntos Culturales, D. Álvaro de la Riva. La tarde la dediqué
en compañía de mi hijo a visitar la Plaza Roja y la catedral de San Basilio.
El miércoles 28,
visitamos el mausoleo de Lenín, después de una larga cola entre el viento que
sopla inclemente y frío. Luego, un paseo por el Kremlim y sus alrededores, el
cambio de guardia que recuerda el de Londres. De regreso a casa, preparé un
exquisito “gaspacho manchego” que compartimos el Embajador, Juan Ernesto
Vásquez y su señora, la poeta Alba Azucena Torres y el coronel Pavel.
El día jueves 29,
penúltimo día en la capital rusa, asistimos a la Universidad Estatal Lumonosov,
con una asistencia selecta, formada por alumnos y profesores que demostraron
mucho conocimiento sobre Rubén Darío. La catedrática, Dra. Yulia Obolénskaya,
directora del departamento de lingüística ibero-románica lleva a cabo un
proyecto editorial, sin olvidar la obra de Rubén Darío. Por la tarde, a las
cuatro, finalicé mi trayectoria con una conferencia pronunciada en el Instituto
de América Latina, ante un público de especialistas y expertos en literatura. Y
como broche de oro, el Embajador y la Primer Secretaria de la Embajada nos
invitaron a asistimos a un homenaje en recuerdo Lenín, donde el gran líder ruso
había pronunciado sus discursos políticos. Esta vez ante un espectáculo de
música y danza, muy distinto a lo que estamos acostumbrados, porque éste trataba
se parecerse a los espectáculos de los años de la Revolución.
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