Imagen cogida de la red
LAS CORNADAS DEL
PENE
Ricardo llopesa
Erguido
y calvo,
mi
pene levanta la cabeza
al
olor de la carne,
cabecea,
tambaleando, a tientas.
Es
muy goloso,
se
alimenta de sueños y sensibilidad,
por
eso prefiere carne de cadera
donde
hincar su cuerpo flexible
como
tallo de palmera.
Aunque yo no lo quiera
él,
por indómito, es perverso.
Yo
lo quisiera noble y bueno
como
un cordero,
pero
cuando se encabrita
lanza
más cornadas que un toro bravo.
Si
da muchas cornadas
es
también porque recibe más embites.
Y
si la monta,
la
lucha no afloja.
Al
final del combate
dobla
la cabeza, agotado,
empapado
de sudor, y después duerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario