Yván Silén, Puerto Rico
____________El Minotauro_________
Para aquéllos que suponen que yo
La visión de Cortázar sobre el Minotauro es, como se debiera de imaginar, TOTALMENTE diferente a la mía. En ningún momento he dicho que el poeta sea el Minotauro, sino que el Minotauro es la personificación de la subversión (política, moral, religiosa--"pater" y "mater/nalmente"--; el Minotauro es la visión contra sí mismo). Es la METÁFORA, el amigo, el compañero, el protector del poeta. El Minotauro serestá contra todo lo dicho de sí mismo. El Minotauro es la Nada. El Minotauro posiblemente sea ese ente que algún día, como ya pretende, me aparte radicalmente de ustedes. La parte que los convierta en mis enemigos.
El Minotauro, como yo lo veo, es anticortaciano, antiborgeano, antifreudiano, posiblemente antimito y anti-sí-mismo. “La casa de Asterión”, por más simpatías que yo pueda sentir por este cuento, no representa mi visión del Minotauro. Entiendo yo que donde quiera que haya sueños habrá Minotauro; donde quiera que haya antilenguaje, donde quiera que haya poesía sublime, atracción y repulsión simultáneamente; donde quiera que haya anticrítica, antifilosofía (donde quiera que haya "madre"), habrá MINOTAURO. No se trata, pues, de si Teseo era o no fascista, como llegó a suponer “idiotamente” Cortázar (esta afirmación mía también es minotáurica), sino de lo que se trata es de que todas las estructuras del poder (la iglesia, la escuela, la ley, la censura, la moral, la familia) son “fascistas”. Porque el Minotauro (Asterión), ésta es la influencia de Borges sobre Cortázar, es “inocente”, es “ingenuo”, es idiota. Este es el “Minotauro” de Borges y Cortázar, pero no el mío. Para mí el Minotauro es astuto, peligroso, lírico. El Minotauro es una especie de Jesús que anda, deambula y peregrina por el corazón del hombre. El Minotauro es la angustia del hombre. El Minotauro es el genio (que cohabita en la sed de Dios--en la sed de los dioses--). El Minotauro es el Buda de la guerra. El Minotauro es esquizo. Es el que descompone la esquizofrenia del poder. Es el que escribe el “realismo esquizo” y después lo abandona en pos de los textos antigramaticales.
El Minotauro es el límite del límite. La contradicción de la contradicción. El no-ser del Ser y el “ser” del no-ser. Es la razón de la razón; es la otra lógica o el sentido mismo de la lógica que constituye a la poesía, al sueño y la locura. El Minotauro siente el sentido (de todas las cosas). El Minotauro piensa furiosamente el sentido. Lo otorga, lo da, lo introduce, lo comparece. Esa trilogía señalada arriba (la poesía, el sueño y la locura), ese triángulo, es sagrado: en el principio era la cercanía, y la cercanía era con Dios y la cercanía era Dios.[1] Y el que no lo entienda se haya en peligro mortal. El que no lo entiende, el que no lo ES, se haya en estado, en zona, en ente, en nada, de alto voltaje. El Minotauro es la cercanía de Dios. En algunos momentos, cuando el Minotauro alcanza su propia zona y su propia expresión espiritual, cuando traspasa al Inconsciente (este otro personaje de Legión), es Dios Mismo. El Minotauro es lo más recóndito de Dios. El Minotauro es lo más profundo de la carne y de la libertá. El Minotauro es lo que no se le puede quitar a Los poemas de Filí-Melé, a La muerte de mamá, a La novela de Jesús de Yván Silén. Al Minotauro, como pretende la Universidad de Puerto Rico con mi persona, no se le puede desemplear. No se le puede sacar de la realidad, no se le puede exiliar. Primero, porque el exilio es su casa; segundo, porque él siempre retorna textual, sexual, política, antifilosófica, poética e imaginariamente. El Minotauro, para decirlo kanteanamente, es la estructura de la imaginación. El Minotauro constituye a la imaginación y se deja himenear por ella. El Minotauro es el que devora el himen de la realidad.
Por eso, cuando el Minotauro orgasma (habla, dice, sueña y se inconscientiza) se espiritualiza. Cuando el Minotauro muere, la muerte muere. El Minotauro es el esplendor, la lujuria misma, de la vida. El Minotauro es la belleza misma de las cosas. Es el amor y la amistad, pero también el odio y la enemistad. La pesadilla es el otro nombre, es el susto, del sueño. Es la noche del sueño. Decir “yo minotauro” es como decir “yo realido”, “yo serestoy”; es radicalmente como decir “yo poesío”. Estos verbos son “míos”, serestán en mí, se paradojizan (o se desparadojizan), debutan contra la gramática por mí y desde mí, porque están minotaurizados. El Minotauro, desde la cercanía o desde la lejanía misma, se parece silenista y laotzemente al dragón chino.
7 de marzo del 2009
Puerto Rico
©yvansilen
[1] Véase san Juan 1: 1.
____________El Minotauro_________
Para aquéllos que suponen que yo
no soy lo que yo soy.
“Ni tú eres hijo de Júpiter, ni tu
“Ni tú eres hijo de Júpiter, ni tu
madre fue seducida por la figura de
un toro: falsa es la fábula de tu linaje;
un verdadero toro feroz. . .fue el que
te engendró. . .Alegraos de mi
tragedia”.
Publius Ovidius Naso
Publius Ovidius Naso
La visión de Cortázar sobre el Minotauro es, como se debiera de imaginar, TOTALMENTE diferente a la mía. En ningún momento he dicho que el poeta sea el Minotauro, sino que el Minotauro es la personificación de la subversión (política, moral, religiosa--"pater" y "mater/nalmente"--; el Minotauro es la visión contra sí mismo). Es la METÁFORA, el amigo, el compañero, el protector del poeta. El Minotauro serestá contra todo lo dicho de sí mismo. El Minotauro es la Nada. El Minotauro posiblemente sea ese ente que algún día, como ya pretende, me aparte radicalmente de ustedes. La parte que los convierta en mis enemigos.
El Minotauro, como yo lo veo, es anticortaciano, antiborgeano, antifreudiano, posiblemente antimito y anti-sí-mismo. “La casa de Asterión”, por más simpatías que yo pueda sentir por este cuento, no representa mi visión del Minotauro. Entiendo yo que donde quiera que haya sueños habrá Minotauro; donde quiera que haya antilenguaje, donde quiera que haya poesía sublime, atracción y repulsión simultáneamente; donde quiera que haya anticrítica, antifilosofía (donde quiera que haya "madre"), habrá MINOTAURO. No se trata, pues, de si Teseo era o no fascista, como llegó a suponer “idiotamente” Cortázar (esta afirmación mía también es minotáurica), sino de lo que se trata es de que todas las estructuras del poder (la iglesia, la escuela, la ley, la censura, la moral, la familia) son “fascistas”. Porque el Minotauro (Asterión), ésta es la influencia de Borges sobre Cortázar, es “inocente”, es “ingenuo”, es idiota. Este es el “Minotauro” de Borges y Cortázar, pero no el mío. Para mí el Minotauro es astuto, peligroso, lírico. El Minotauro es una especie de Jesús que anda, deambula y peregrina por el corazón del hombre. El Minotauro es la angustia del hombre. El Minotauro es el genio (que cohabita en la sed de Dios--en la sed de los dioses--). El Minotauro es el Buda de la guerra. El Minotauro es esquizo. Es el que descompone la esquizofrenia del poder. Es el que escribe el “realismo esquizo” y después lo abandona en pos de los textos antigramaticales.
El Minotauro es el límite del límite. La contradicción de la contradicción. El no-ser del Ser y el “ser” del no-ser. Es la razón de la razón; es la otra lógica o el sentido mismo de la lógica que constituye a la poesía, al sueño y la locura. El Minotauro siente el sentido (de todas las cosas). El Minotauro piensa furiosamente el sentido. Lo otorga, lo da, lo introduce, lo comparece. Esa trilogía señalada arriba (la poesía, el sueño y la locura), ese triángulo, es sagrado: en el principio era la cercanía, y la cercanía era con Dios y la cercanía era Dios.[1] Y el que no lo entienda se haya en peligro mortal. El que no lo entiende, el que no lo ES, se haya en estado, en zona, en ente, en nada, de alto voltaje. El Minotauro es la cercanía de Dios. En algunos momentos, cuando el Minotauro alcanza su propia zona y su propia expresión espiritual, cuando traspasa al Inconsciente (este otro personaje de Legión), es Dios Mismo. El Minotauro es lo más recóndito de Dios. El Minotauro es lo más profundo de la carne y de la libertá. El Minotauro es lo que no se le puede quitar a Los poemas de Filí-Melé, a La muerte de mamá, a La novela de Jesús de Yván Silén. Al Minotauro, como pretende la Universidad de Puerto Rico con mi persona, no se le puede desemplear. No se le puede sacar de la realidad, no se le puede exiliar. Primero, porque el exilio es su casa; segundo, porque él siempre retorna textual, sexual, política, antifilosófica, poética e imaginariamente. El Minotauro, para decirlo kanteanamente, es la estructura de la imaginación. El Minotauro constituye a la imaginación y se deja himenear por ella. El Minotauro es el que devora el himen de la realidad.
Por eso, cuando el Minotauro orgasma (habla, dice, sueña y se inconscientiza) se espiritualiza. Cuando el Minotauro muere, la muerte muere. El Minotauro es el esplendor, la lujuria misma, de la vida. El Minotauro es la belleza misma de las cosas. Es el amor y la amistad, pero también el odio y la enemistad. La pesadilla es el otro nombre, es el susto, del sueño. Es la noche del sueño. Decir “yo minotauro” es como decir “yo realido”, “yo serestoy”; es radicalmente como decir “yo poesío”. Estos verbos son “míos”, serestán en mí, se paradojizan (o se desparadojizan), debutan contra la gramática por mí y desde mí, porque están minotaurizados. El Minotauro, desde la cercanía o desde la lejanía misma, se parece silenista y laotzemente al dragón chino.
7 de marzo del 2009
Puerto Rico
©yvansilen
[1] Véase san Juan 1: 1.
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