Roberto Manzano, Cuba.
Me quedé meditando, lo incógnito en el puño…
Me quedé meditando, lo incógnito en el puño:
Qué es la vida? Será una mera contracción zafada?
Será los mil semblantes de una mónada sola?
Será lo accidental que se enrumbó como una esencia?
Fui a ver la piedra para decirle: Qué es la vida?
Me senté al lado del que estaba llorando: Qué es la vida?
Del que comía por primera vez con su novia: Qué es la vida?
De Vernadski, que unía la biomasa en una cifra.
De Kandinsky, que había trazado una rayita blanca.
El que pasó vendiendo ajo puerro me dijo: Deja eso.
El administrador, de pie en la puerta: Qué te pasa?
La joven, balanceando su caderamen: No moleste.
El cirujano, de visita en casa del partero: Es tu invitado?
Yo seguí, proseguí, perseguí. Traía la pregunta
esculpida en la sangre, como el exergo bronco de una moneda.
A veces, reparando cómo se abría el clavelón, la pregunta.
A veces, viendo desfilar los trenes, la pregunta.
O viendo descender del carro al importante forastero.
O mirando las caras harinosas que exhiben los payasos.
Cómo es posible que yo tenga de por vida esta pregunta?
Cómo es posible que no pueda responderme a gusto?
Oh las tazas, las heces, el café, los labios, el sabor.
Oh la justicia, el canto, la abundancia, la paz, el éxito.
Cabello por cabello fui, indagando. Pero siempre,
manto sonoro, la cabellera general cantaba: Qué es la vida?
Me quedé meditando, lo incógnito en el puño…
Me quedé meditando, lo incógnito en el puño:
Qué es la vida? Será una mera contracción zafada?
Será los mil semblantes de una mónada sola?
Será lo accidental que se enrumbó como una esencia?
Fui a ver la piedra para decirle: Qué es la vida?
Me senté al lado del que estaba llorando: Qué es la vida?
Del que comía por primera vez con su novia: Qué es la vida?
De Vernadski, que unía la biomasa en una cifra.
De Kandinsky, que había trazado una rayita blanca.
El que pasó vendiendo ajo puerro me dijo: Deja eso.
El administrador, de pie en la puerta: Qué te pasa?
La joven, balanceando su caderamen: No moleste.
El cirujano, de visita en casa del partero: Es tu invitado?
Yo seguí, proseguí, perseguí. Traía la pregunta
esculpida en la sangre, como el exergo bronco de una moneda.
A veces, reparando cómo se abría el clavelón, la pregunta.
A veces, viendo desfilar los trenes, la pregunta.
O viendo descender del carro al importante forastero.
O mirando las caras harinosas que exhiben los payasos.
Cómo es posible que yo tenga de por vida esta pregunta?
Cómo es posible que no pueda responderme a gusto?
Oh las tazas, las heces, el café, los labios, el sabor.
Oh la justicia, el canto, la abundancia, la paz, el éxito.
Cabello por cabello fui, indagando. Pero siempre,
manto sonoro, la cabellera general cantaba: Qué es la vida?
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Poeta, ensayista y Premio Nacional Nicolás Guillén en México y Cuba.
Leer más de Roberto Manzano en: www.artepoetica.net
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