Fotografía: Teresa Palazzo Conti, Argentina.
Ese Dios suplicante
Con manos erigidas
Hacia un cielo que hoy muestra
La tierra envenenada,
Y una cruz en los ojos,
Que redime y espera,
Consagra un cáliz
Que se colma de dádivas
Y en los hombres cascados
Resucita la gloria del sosiego.
Desde su frente integra
Eleva una plegaria
Que ahoga a la metralla,
Y enjuaga con sus lágrimas
La sangre de la pólvora.
Una letanía
De perdones y olvidos
Edifica la paz definitiva
Entre combates ciegos.
Y otra luz renovada,
Tiende un manto de hierba
Sobre campos
Ese Dios suplicante
Con manos erigidas
Hacia un cielo que hoy muestra
La tierra envenenada,
Y una cruz en los ojos,
Que redime y espera,
Consagra un cáliz
Que se colma de dádivas
Y en los hombres cascados
Resucita la gloria del sosiego.
Desde su frente integra
Eleva una plegaria
Que ahoga a la metralla,
Y enjuaga con sus lágrimas
La sangre de la pólvora.
Una letanía
De perdones y olvidos
Edifica la paz definitiva
Entre combates ciegos.
Y otra luz renovada,
Tiende un manto de hierba
Sobre campos
Minados.
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