En el presente blog puede leer poemas selectos, extraídos de la Antología Mundial de Poesía que publica Arte Poética- Rostros y versos, Fundada por André Cruchaga. También puede leer reseñas, ensayos, entrevistas, teatro. Puede ingresar, para ampliar su lectura a ARTE POÉTICA-ROSTROS Y VERSOS.



viernes, 18 de octubre de 2019

CARLOS AGUASACO: la poesía en el hombro solidario

Miguel Fajardo, Costa Rica





CARLOS AGUASACO:
la poesía en el hombro solidario




Lic. Miguel Fajardo Korea

minalusa-dra56@hotmail.com
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica





(Guanacaste-Moravia).- Carlos Aguasaco (Bogotá, 1975). Es profesor titular de estudios culturales latinoamericanos en The City University of  New York. Vive y escribe en Nueva York desde 1999. Allá se ha convertido en una de las figuras más reconocidas de la nueva poesía hispana en los Estados Unidos.

Profesional en literatura (Universidad Nacional de Colombia). Posee una maestría en literatura (The City College of New York) y un doctorado (Stony Brook University).

Ha editado diez antologías literarias y ha publicado seis libros de poemas, entre ellos: Poemas del metro de Nueva York (2014), Antología de poetas hermafroditas (2014). Diente de plomo (2016) y Piedra del Guadalquivir (2017).

También ha publicado una novela corta y un estudio académico del principal superhéroe latinoamericano: ¡No contaban con mi astucia! México: parodia, nación y sujeto en la serie de El Chapulín Colorado (2014).

El Dr. Carlos Aguasaco es el fundador y director de Artepoetica Press (artepoetica.com), una editorial especializada en autores y temas hispanos. También es el director de The Americas Poetry Festival of New York (poetryny.com), y coordina The Americas Film Festival of New York (taffny.com).

Sus poemas han sido traducidos a una variedad de lenguas como inglés, árabe, portugués, rumano y gallego. Ha sido escritor y conferencista invitado en casi veinte países de Europa, Asia, África, Norte y Sudamérica.

El libro del Dr. Carlos Aguasaco. Un hombre pasa con su cuerpo al hombro. (San José: Casa de Poesía, 2019: 70), está dividido en cinco apartados, y consta de  57 textos. Él estará en el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, del 20 al 28 de octubre del 2019.

El título del poemario se construye por intertextualidad, con base en un verso de César Vallejo “Un hombre pasa con un pan al hombro”. Resulta interesante la modificación del verso vallejiano, dado que, en vez de “un pan”, el poeta colombiano escribe, “su cuerpo”, con lo cual  humaniza el tono solidario de su poesía con los avatares del ser.

En el mapa lírico de Aguasaco, existen situaciones límite en el comportamiento humano, porque “un hombre pasa con su cuerpo al hombro / su cuerpo enrollado como una alfombra (…) verás / que el hombre soy yo mismo y me llevo hasta la tumba”. Esa auto-aniquilación es un símbolo de la voracidad de nuestra era. Sin embargo, aquí el hablante es coprotagonista de su destino, en el encerramiento absoluto.  Esos versos poseen un dinamismo expresivo negativo, por su alta e intensa angustia existencial.

En el poema Nicanor Parra (1914-2018), aduce que “ha muerto Nicanor /y está vivo  / pasa volando frente a mi ventana /con un trozo de carbón en sus manos”. El líder chileno de la antipoesía, es un referente del ejercicio creador, por ello, el hablante dicotomiza las acciones muerto/vivo, y le agrega la opción de volar. No cabe duda de que es un homenaje a una de las voces importantes, pero poco estudiadas de la poesía de nuestro continente.

Como lector, me alegra muchísimo que el académico Carlos Aguasaco haya escrito sobre Julia de Burgos (1914-1953), la poeta de Puerto Rico, Aduce Aguasaco en el poema “Mienten, Julia de Burgos: “Mienten / con mentiras de aire que van al aire y se propagan en la peste del olvido” (…) /si pudieran, volverían a dejarte morir en las calles de Harlem /si pudieran, volverían a arrojarte en una tumba sin nombre (…) /Mienten, Julia de Burgos. Mienten/ pero su mentira es impotente y eso los enfurece /su mentira es impotente y eso los castra / su mentira es impotente y eso los humilla / Mienten, Julia de Burgos. Mienten / pero su esfuerzo es inútil frente a tu voz que es mi voz y es la de todos”.
“Si mis palabras viajeras llegaran a tu oreja / y allí se alojaran / como una brizna de polvo en el caracol de tus días / algo de mí habría entrado en ti por algún tiempo /algo de mí se habría incubado en ti / algo de mí, sin temores, ya sería tuyo, / todo de mí ya sería tuyo, /todo de mí ya sería tuyo, / ¡No lo dudes!”.

El 10 de abril de 1988, escribí el artículo “Julia de Burgos: la perpetua desterrada” (Miguel Fajardo. Áncora, La Nación, Costa Rica. Año XVI, Núm. 15, p. 2).  En esa oportunidad expresé: “En su creación le concede importancia al erotismo y a la angustia. Los poemas del dolor y de la soledad  reflejan un vasto espacio en lucha por conquistar su identidad dentro de lo íntimo e íntegro. El suyo es un modelo estético y vital.  Sufre, por ejemplo, la traición y el abandono de su amado.  Suma, además, el dolor del destierro.  Mantiene, eso sí, una fuerza radical ante el mundo desarraigado que la asedia.  Fatalismo y pesimismo campean en su orbe, entre el yo poético y el yo social.  Su ars poética oscila en el principio de la contradicción.  La pugna de los opuestos gravita en su obra como símbolo bisémico de gran altura”.

Poetiza sobre el metro de Nueva York, ciudad donde radica y trabaja el poeta, desde hace dos décadas. El bardo colombiano expresa “Este mundo es por definición desprecio y arrogancia (...) /No es este mundo tu mundo y lo es (...) Nueva York, no es a mí a quien saludas  /con tu antorcha encendida en el Atlántico”, lo que evidencia un signo de multitud e impersonalización.

Julia de Burgos llamó a Nueya York “la capital del silencio”. El bardo colombiano Carlos Aguasaco poetiza que “Nueva York era un largometraje en tecnicolor (…) /un anuncio de Coca-Cola con piernas largas. /Alguien que pasa deprisa, que vuelve deprisa, que va deprisa (…) /Nueva York era un largometraje en  tecnicolor,  /la bailarina sentada con el poeta /y la preciosa india peruana que traduce al español /todo lo que dice la rubia”.

En ese mundo, el poeta se siente extraño  y añora otros espacios geográficos “Este soy yo, / un fragmento de mi rostro entre los / escombros del World Trade Center,  /mi cara entre la multitud (…) /Todo lo que no me abarca,  /todo lo que no me cubre, /y dos ojos que lloran mi ausencia”. Ahí referencializa los dolorosos atentados 11-S del 2001.

El poeta sudamericano afirma sus orígenes y plantea una ironía con otro idioma “Bajo esta piel mestiza duerme un bufón, /Arlequín neoyorquino que bromea en otra lengua.  / Una lengua gruesa como mi piel, /una lengua-manta que cubre a quienes tienen frío”.

Asimismo, el hablante lírico dialogiza con su progenitora.  Ese acto comunicativo marca situaciones dicotómicas límite: “Debo decirte madre,  /que existe un lugar en el mundo al que todos llaman Nueva York (…) Alto y lejano como yo, visto desde abajo, /cuando salto desnudo a nadar en el Hudson”.

Asimismo, aborda un tema recurrente en la aldea global: los inmigrantes. El hablante los encuentra “tratando de alcanzar la costa. /Sus cuerpos sin vida me llaman desde el fondo /y yo les hablo de ti, madre, /de la mariposa que se fue de tu vientre, /del día en que soñaste que yo era un enano (…). Los inmigrantes son un tema cosmopolita en pleno siglo XXI.

En esa línea crítica, el hablante lírico establece una diferenciación entre el norte y el sur “Nosotros madre, somos de otro tiempo. /Nuestra piel es cuero de tambor y jamás perderemos el acento”. Apela, así, a la autenticidad idiomática, a los giros de  nuestro idioma, a la versatilidad y riqueza de nuestro idioma frente al de “la capital del silencio”, que dijera Julia de Burgos, sobre Nueva York.

Nueva York es una ciudad icónica para una gran cantidad de escritores, quienes la han tomado como un eje temático en sus textos. Pensemos en “Poeta en Nueva York”, de Federico García Lorca, asimismo, en Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez, entre un prestigioso etcétera. 

Aguasaco escribe desde ese contexto, que conoce muy bien, pero lo hace con la incisión del dolor, desde el lado de los inmigrantes y todas sus consecuencias sociopolíticas, deshumanización y explotación laboral: “Qué la ciudad se rinda y hable mi lengua materna,  /implora el inmigrante. /Y la ciudad se rinde y le habla la lengua de los brazos.  /Trabaja – le dice (…) /y el inmigrante reciente que trata de masticar la lengua. /El que pierde un diente buscando trabajo. /El que pierde todos los dientes a causa del trabajo.  /El que miente acerca de su status migratorio. /El que deja que le mientan y ahorra unos pennies”.

En esa línea, su perspectiva de Nueva York  no es la del turista convencional que la visita y se asombra de su integralidad, sino que le añade una marca  publicitaria de acentuado significado en el dominio  global: “He alquilado un departamento en Nueva York. /En la pared lateral hay una ventana de dos pies cuadrados. /Al otro lado puede verse una botella de Coca-Cola  /sostenida por un gorila”.

El tono de la multitud impersonalizada, desprotegida, asediada, innominada, es una actitud de incorporación desde la sombra de su tragedia cotidiana, en un país extraño “Camino al trabajo encuentro trozos de mi amigo / entre los vagabundos del metro, /los sin casa, los sin techo, /los mendigos, /los que cantan a capella /y los esquizofrénicos”.

En la descripción geográfica, el hablante es crítico y señala los disvalores inherentes: arrogancia, muerte, guerras, armas, huidas: “¿Quién construyó Manhattan a imagen y semejanza de una cordillera de arrogancia? / ¿Quién baña sus huesos en nuestro lecho desde la guerra civil? / ¿Quién lanzó la flecha e hirió al ciervo que huye y viene a morir en nuestras aguas?”. Las interrogaciones son abiertas: el lector le puede dar respuestas e interpretaciones.

Para escribir el poema, hacen falta dos. /Nadie escribe la poesía y no hace falta nadie para que exista”. En ese planteamiento de su arte poética, el autor colombiano establece parámetros disímiles de los lugares comunes sobre ese tema. Su eje se mueve en la línea dicotómica  escribir/existir. La gran poeta argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972) dijo que “para ser dos hay que ser distintos”.

El yo lírico extraña a las personas y a los lugares nutricios. Su canto,  entonces, adquiere la connotación de la nostalgia, sin perder la ruta de sus sueños, porque la palabra es su signo de lucha, ahora convertida en flecha, para cruzar el Atlántico, llegar a su casa y decirle a su madre que aún sigue vivo, porque ha resistido los impactos en La Gran Manzana:

“Mis palabras son un viento frío que corta en las orejas, /es mejor callarse y seguir el camino en busca de albergue /Dormido en el autobús, sueño con una palabra convertida en flecha, /una pieza de hielo triangular capaz de cruzar el atlántico, /una paloma de viento frío, y de agua, que llegue hasta mi casa, /una imagen traslúcida que descienda sobre mi madre /y le deje saber que estoy vivo”.

En otro de sus textos, el yo lírico es vehemente en un pedido de movimiento centrífugo “¡Préstame tu nombre Carlos Aguasaco, /déjame ser esa voz que te dicta el poema! (…) /¡Márchate de aquí Carlos Aguasaco, /y llévate ese libro que lees en silencio! (…) Me dedico a los libros, mi gorro me protege de sus palabras, /hay una muralla de aire enrarecido entre nosotros (…) ¡Regresa Carlos Aguasaco, poeta que viaja en metro”.

En su poesía, Aguasaco utiliza numerosos verbos: préstame, déjame, llévate y, de nuevo, otra dicotomía  de aceptación-rechazo, marcado por el binarismo “márchate/regresa”.  En lo no dicho reside la fuerza expresiva de su poesía abierta a diversos acercamientos.
             
El marco de la ventana opera como un cronotopo liberador, pero termina convirtiéndose en un sarcasmo, en la oscuridad subterránea. “La ventana existe porque la observo, porque la creo, /porque en la oscuridad de los túneles del subway, /la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad”.

El metro, ese medio masivo de transporte, sirve como un catalizador para evocar la rutina de los viajeros, donde se pregunta por los otros, muchas veces inadvertidos, ofuscados, deshumanizados por la velocidad de la globalización, donde nunca se tiene tiempo para el saludo, un abrazo, menos para el diálogo: “¿Es el vagabundo del vagabundo? ¿El otro del otro? /Ese nadie de aire que nos acompaña a los viajeros del metro, /ese nadie de viento al que le confesamos nuestros secretos, /ese nadie invisible al que abrazamos en el aire, /cuando el metro se detiene en un túnel y las luces se apagan /por un momento”.

           El poeta establece algunas afirmaciones límite, producto de su entorno, sus ausencias y lejanías: “que nada entiendo, /que nada sé, /que nada puedo saber de nadie”. Existe una inferencia con sesgos existenciales y el cierre es predecible: “sin memoria ni conciencia, solo y feliz hasta la hartura  /solo y feliz hasta mi muerte”.

El eje temático de la muerte campea en este poemario en diversos estadios, y se presenta como una condición final, desangelada y rotunda: “Entré a la casa, allí murió el poeta /pero ya estaba vacía, no había despojos, /ni el ángel que un día saltó desde su oreja” (…) “pudo esperar /mi abrazo solidario / en soledad,  se hizo ceniza”. (…) “Me consumo / y como un cordero / me entrego a quien vendrá a ejecutarme”.

En este orbe lírico hay un espacio para los signos de la aniquilación “Mi voluntad está muerta –le explico a ella / no sufras / ven /y dale punto final a mi existencia-” (…) “Ya viene, tú lo sabes, /como un amante herido que ahora triunfa /la muerte  /y el abrazo frío de la nada” (…) “el rostro del olvido que roba, quita la vida /y mata”.

El apartado “Diente de plomo” [Poemas en prosa escritos como reacción a la narcoviolencia y crímenes contra la mujer en México], es un acápite de una frontal denuncia contra una de las situaciones límite y desgarradoras en la aldea global. Escuchemos al hablante lírico: “Morir así  entre el fuego cruzado del Narco y los Federales, morir así de gratis sin llegar a tu casa con el pan de la mañana, morir así como antes morían otros en tierras lejanas, morir así como una flor aplastada por un tanque de guerra –piensas-, no es justo. No es justo –repites- y sigues caminando”.

“Tú eres un cuate diferente –te dijeron un día-, a ti te gustan los libros y estás enamorado de la maestra. No te enojes güey si es por cariño que lo decimos, tienes que alejarte de nosotros mano, ahora mismo, pues ya pronto vendrá un tsunami de sangre como dicen los gringos”.

Asimismo, la sección denominada “Las muertas de Juárez” [es un intenso y doloroso poema, compuesto con la lista real de los nombres de las víctimas de feminicidio reciente en ciudad Juárez, México]. La voz del hablante es solidaria, comprensiva, pero de rotundo repudio a esas prácticas que violentan la vida, la dignidad y los Derechos Humanos.  Su tono interrogativo espera respuestas, que no llegan, por ahora. Sin embargo, las sigue aguardando, y por ello, increpa a todos los corresponsables de tales delitos contra la vida de los demás.
“¿Qué sabes de ellas, de alguna de ellas, de sus muertes, de sus últimas palabras, de sus llamados de auxilio, del hilo de sangre con que llevaban el alma atada al cuerpo” (…) “¿Qué sabes de ellas, de alguna de ellas, de sus memorias, de sus sonrisas acalladas con violencia”.

“¿Qué sabes de ellas –dime-, de todas ellas, de cualquiera de ellas, de sus dolientes, de sus amigos, de sus hermanos, de sus hijos, de su bautismo, de sus nombres o de la mujer sin nombre que ha muerto más de setenta veces, de la mujer sin nombre que -¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡Dios mío!- sigue muriendo en Juárez sin que nadie haga o diga nada?”  La fórmula ¿Qué sabes?, no se responde ahí, pero las eventuales negaciones son una bandera de complicidad, tanto de las autoridades, como de la sociedad civil, es decir: de todos.

“Hasta los federales saben que cuando en la noche aúlla un lobo, es porque el Chaparro ha perdido a un amigo, que si a la noche siguiente el toro brama, es porque ya tomaron venganza, que cuando canta el gallo, es porque ya pasó un cargamento, que si los buitres vuelan en espirales concéntricas, es porque los perros del Chapo ya comieron y ahora ellos vienen por las sobras”.

Asimismo, aborda otra de las problemáticas humanas, por eso, fija una dicotomía: Escoge bien tus armas. Si te metes al Narco, y no te matan a la primera, puedes terminar con una pistola enchapada en plata (…) Si te metes a poeta, y no te matan a la primera, puedes terminar con un libro de Pessoa anotado con tinta roja o una antología de Borges descuadernada y rota”. La opción la tiene el lector. El poeta solo muestra los dos caminos. Cada quien es dueño de sus actos y elecciones. Usted, como lector, tendrá la suya, no hay duda de que ello sea así. Pero no me la diga. Consúltela bien con su conciencia y su ética.

Como parte de la selección anterior, habrá consecuencias dolorosas, porque en “La última masacre, en la que muere tu hijo o tu hermano, te hace pensar en Herodes como el gran ZETA dando la orden y en Vlad Tepes como el infame asesino que beberá un vaso entero de su sangre para evitar que el alma en pena vuelva en las noches a despertarlo” (…) El poeta se pregunta “¿Puedes creer que la muerte tenga marca registrada?”

Hoy  existen organizaciones que enlistan jóvenes para sus propósitos de crueldad. Vivimos en un campo minado por la violencia, la incomprensión, la falta de objetivos, cuyas consecuencias son lamentables para este mundo violento, desigual y dividido que nos ha correspondido vivir: “No es eso lo que me tiene así –me dijo desde su calavera vacía- son las pinches balas perdidas que van por ahí matando niños, mujeres embarazadas, obreros inocentes y hasta perros. Son las granadas, las bombas y los morteros que no discriminan. Esto ya parece el apocalipsis”.

El poeta focaliza la tragedia de las desapariciones y lo extiende al campo de las redes sociales. Su voz es un llamado angustioso, porque: “Los más jóvenes, los que están en Facebook, siguen vivos en el internet que no tiene lápidas. Mi muro ya parece una casa repleta de fantasmas. Algunos de mis amigos, los que siguen vivos por fuera la red, me abandonan cuando saben que les sigo hablando a mis muertos”.

En su libro Un hombre pasa con su cuerpo al hombro se recurre al procedimiento estilístico de las preguntas retóricas. Cada interrogante no necesita de explicaciones, porque en ella se condensa la intencionalidad no dicha del hablante: “¿Te gustan los narcocorridos? ¿Sabes bailar con una copa de mezcal en una mano y una pistola en la otra?”. “¿Ya te volviste a morir Joaquín? ¿Se te volvió costumbre irte muriendo a cada rato? Cómo puedes morirte así no más, en cualquier balacera y sin previo aviso. Ahí en la prensa dicen te moriste, que te mataron, que andas bailando con la pelona y hasta se ríen”.

“(…) Esa vez te moriste llorando porque sabías que tu familia pasaría hambre en tu ausencia”. (…) “Todos los días son el día de los muertos o el día de los más muertos. Piensa que desaparecen las distancias físicas y temporales, y como no llegaremos a viejos pues no vemos ninguna consecuencia en los excesos”. En esa cacería humana, no hay límites geográficos, estamos en la aldea global, y puede ocurrir en cualquier lugar de la tierra, pero el hablante focaliza marcos territoriales en nuestra América Latina, que mucho le duele al barco colombiano: “Imagina ese río de sangre y carnes podridas que se extiende hacia la costa igual que en la Masacre de Cholula o en la Noche Triste”MIGUEL FAJARDO
***
                           El Dr. Carlos Aguasaco desarrollará las siguientes actividades culturales.

        FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE COSTA RICA
(Guanacaste, octubre, 2019)
ACTIVIDAD
DÍA
HORA
POETA
INVITADO
POETAS LOCALES
AUSPICIA
Conferencia:
Inmigración, poesía y taller poético
Miércoles 23 de octubre.

8 a.m.
Carlos Aguasaco
Ligia Zúñiga

Miguel Fajardo
Liceo de Cuajiniquil, La Cruz, Frontera Norte.
Conferencia: “Migración, poesía y artes visuales
Jueves 24 de octubre

10 a.m.
Carlos Aguasaco
Miguel Fajardo

Ligia Zúñiga
Colegio Humanístico de Nicoya
Universidad Nacional
Presentación editorial  del libro:

Un hombre pasa con su cuerpo al hombro”.
Jueves 24 de octubre

6 p.m.
Carlos Aguasaco
Miguel Fajardo

Ligia Zúñiga
Museo de Guanacaste

Restaurante Mariajuana


No hay comentarios: