Miguel Fajardo
LOS ARRULLOS POÉTICOS EN EL
PACÍFICO COSTARRICENSE
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural de Costa Rica
(Guanacaste/Moravia).-
Un nuevo nombre asoma en las letras porteñas. Lo hace en la plenitud de la
madurez. “Arrullos del mar”, de María Gabriela Toruño Soto (Pueblo Nuevo,
-Cocal- de Puntarenas, 1963). Prefiere firmar como Gaby Toruño, como prefiere
firmar. Es un poemario fresco, revitalizado por la brisa, los pensamientos y
los decires con el acento líquido del Pacífico.
Toruño Soto realizó estudios en la Escuela Delia Urbina, Liceo diurno de Chacarita
y Liceo diurno de Esparza. Es bachiller. Además, en la Academia Smith Corona.
Ha realizado talleres en la UTN y el INA. En este momento, es la becaria
coordinadora del proyecto “Letras de arena” (Ministerio de Cultura y
Juventud, 2019), junto con Elena Manzanares Juárez.
Ha publicado en la revista “Dunámis”, de Perú. Igualmente, ha publicado en el
suplemento “Al aire libre”. Miembro del grupo Faro Cultural, Puntarenas. Su
poema “Perla bendita” fue musicalizado. Su género es costumbrista y folclórico.
Es una dinámica gestora.
“Cómplice de la brisa, / los arrullos del mar / y los recuerdos de
horas vividas, / que no morirán”. Estas líneas trazan la inquietud lírica
de esta autora esparzana. Su poesía está libre, un tanto directa, propone
trasmitir tonos de esperanza, admiración por los elementos de la naturaleza,
contemplación de momentos lúdicos entre el espacio marino, cuyos universos
resignifican un recordar selectivo frente a los embates de la globalización,
que nos arrebata las áreas comunes o públicas, en aras de la masificación y la
despersonalización.
“¡Puerto querido, Puntarenas! / No te vayas a ganar mi olvido. / Une tu voz
a mi recuerdo / que nunca morirá”. Existe una alta preocupación en
reafirmar su amor raigal con su terruño porteño. Una fijación que
se muestra en su poemario, con la certeza de que no ha de llegar el olvido, que
es una especie de segunda muerte, en los órdenes existenciales.
En uno de sus textos, apela para que cuando llegue su hora final, no haya
llantos, ni tristezas, sino que exista risa, alegría, canto, porque la vida ha
sido un don de Dios, que aprovechó terrenalmente, por lo que no procede la
tristeza en esa hora definitiva.
La figura materna ocupa un lugar muy importante, tanto en la vida como en la
obra lírica de Gaby Toruño, lo cual se evidencia en el texto que le dedica a su
madre. En el segundo, el yo lírico manifiesta sus afectos con un sutil
realismo. La longevidad vital se enuncia en “Beso tu frente frágil / y miro
tu cuerpecito encorvado, / delatando las cicatrices de tu alma. / Esas huellas,
/ ya marcadas por el pasar de los años, /porque Dios así lo quiere”.
La autora porteña vive agradecida con el don de la vida que ha dispuesto el
Creador: “Lo que nos hace darnos cuenta de que nuestro vivir, / va más
allá que un lindo despertar. / Que la culminación entre el suspirar y existir,
/ va más allá de abrir los ojos y cerrarlos. / ¿Cómo no brindar por la vida?
/ Si en cada detalle de ella siento que estoy viva”. En esa línea,
ratifica la plenitud de la lucha en este tránsito terrestre vital. Cada quien
debería autoanalizarse y reflexionar sobre la oportunidad de Dios para con cada
uno de nosotros. Es importante no ser descreídos, en un mundo de tantas
evidencias…
En Soy, la hablante fija otras rutas de vida, cuando personaliza,
yo soy “El murmullo del viento y las olas que arremolinadas van. / El eco de
la caracola yaciente en la arena escarlata arrojada por el mar. /El sol
abrazador dando vida a los arrecifes en las profundidades del alma”. Existe
la propuesta binaria de lo terrestre y lo infinito, en una feliz convergencia,
tanto como ser humano, como en el espacio espiritual, sin embargo, prevalecen
los elementos planetarios: olas, caracola, mar, arrecifes, viento, sol, arena,
frente al sustantivo “alma”, pero desde una connotación de diálogo, entre lo
humano y lo espiritual.
En Alas del tiempo, la hablante expresa un sentir muy dolorido, en
relación con la no correspondencia amorosa. El texto es una expresión de
angustia e impotencia ante lo irremediable, lo cual la afecta en sus fibras
interiores “¿Corazón, por qué lloras? / ¿Corazón, por qué sufres? / Por una
mujer que no valora tus esfuerzos, / tus caricias, tus suspiros, tus bondades.
/Tus besos y esa entrega”.
En Potro Azabache, el yo lírico expresa una gran admiración por el
quehacer de los personajes populares de la pampa guanacasteca. Destaca su
alegría, su trabajo, la naturaleza, la cultura popular “El ¡Uyuyuy
bajura! / Con alegría, anunciando la pronta llegada de ese gran
amor. / Y por las noches se asoma la luna, /que con su esplendor
desafiante, /motiva al retahilero. / ¡Uyuyuy bajura! /Que siga la fiesta,
mi Potro Azabache. /Así relincha mi corazón al verte en noches de
luna. / ¡Uyuyuy bajura! /¡Viva la pampa guanacasteca!” Incluí este poema,
en el suplemento cultural ANEXIÖN Núm. 26 (julio, 2018:3).
En Hiedra, el yo lírico aspira a convertirse en esa planta trepadora, de
hojas perennes, que crece en zonas con sombra “Quisiera ser la hiedra subiendo
en ti / y deslizarme suavemente. / Adherirme a tu alma y adivinarte todo. /
Quisiera ser ese río /recorriendo tus montañas de secretos pensamientos. /Poder
quedarme en ellos, junto a ti”. Sin embargo, la hablante reconvierte el
elemento A y lo convierte en un elemento B, cuando se plantea un abordaje
erótico con gran sensibilidad. Es decir, el elemento vegetal se asocia con el
corporal en un recambio con la idea del alma –espiritual-.
En El lamento, existe una preocupación telúrica por el futuro de la
humanidad. Hay pruebas terrestres a las que somos sometidos como factor
humanidad. El poema es un grito que enciende las alarmas por no cuidar el
medioambiente. Somos corresponsables de la autodestrucción planetaria, por
ello, su denuncia es desesperada “Grita la tierra, / desde sus entrañas
ruge su clamor. /Ahogando sus voces por las / encrucijadas. / De repente
los mustios sauces asoman / a las orillas de la vida. / ¡Callan los
seres humanos el infortunio! / ¡Enloquece la brújula en su furor! / Hoy,
el mundo extingue su luz”.
En Mariposa en vuelo, el yo lírico esplende su
red de anhelos libertarios. “Las mariposas vuelan en el camino... / Las
mariposas vuelan en el tiempo... / Llevando consigo esa libertad y los
sueños, /aunque mueran con ellas en tan poco tiempo (…) /Porque como
mariposa en vuelo… / voy dejando mis destellos. /Matizados en mi libertad”.
La oposición de vida humana se ve impelido por la brevedad de vida de las
mariposas, sin embargo, ellas simbolizan su espacio de libertad, una aspiración
del ser humano, en todos los contextos.
La
poesía de Gaby Toruño (Puntarenas, 1963) es vivencial, incorpora con
convicción a la naturaleza y al medio físico que la rodea. Hay tonos reflexivos
ante los avatares de la vida. En ese sentido, su pensamiento de estelar es: “No
desembarques la maleta de tus sueños, si aún el barco de tu vida no ha llegado
hasta el final”. ¡Albricias, entonces, a tan dinámica trabajadora de la
cultura poética, en el Pacífico costarricense, que nunca será frontera, sino
evidencia de nuevos caminos...
Lic. Miguel Fajardo
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