Juan Pablo Mañueco, España
1. Del libro: Guadalajara,
te doy mi palabra
ARRIACA Y
VICTORIA, AMO Y AMARÍA.
Está, esté, estuve, estaré
y estaría.
Si partiese de Arriaca,
volvería,
porque mi amada eres tú y
mi porfía
y mi anhelo y la calma que
quería.
Amo, ame, amaba, amaré y
amaría
a María, la amada que,
entre todas,
vence muy por encima de
las modas
sin cuya Victoria mi alma
ancla fría.
A ellas, mi luz, mi bien,
mi amor, mi vida…
desposo como esposas de
mis bodas,
sin las cuales mi ser
perecería.
Musas que me inspiraron
estas odas.
Seguro al punto las
aceptaría
a las dos, por esposas y
por brida.
Tales son, para mí,
Arriaca y María.
2. Del mismo libro "Guadalajara,
te doy mi palabra"
AL FUERTE DE SAN
FRANCISCO, CONVENTO, EN
NOVIEMBRE.
(Liras en espejo)
No tanto es bravo el
Fuerte
de San Francisco como el
de Asís santo,
pues más a fe convierte
-y su tronar en canto-
Fuerte alzado claustro,
ajeno a espanto.
Emboscado en sonoro
soto frondoso, sólo esa
batalla
campal -que busca el oro
de otoño cuando estalla-
cuanta urda cenobio es,
tras su muralla.
Trenza la torre blanca
gótica silueta esbelta
hacia oeste,
que en suave otero
arranca.
Convento en loma acueste
su cuadrado, asomado a
azul celeste.
Cuerpo gigante escoge
nave inversa: alta quilla,
nervios cruza
cual remos que recoge
la fe en fieles, y aguza
remada ola hacia el ara
que entrecruza.
Bajo ábside, la cripta
ducal del Infantado -ocho
pilares
y cúpula que encripta
urnas rumbo a otros mares
bogando sobre mármol
rosa-, hallares.
Sal luego fuera, andante,
y sigue tu camino
peregrino,
que en el Fuerte, un
instante,
de San Francisco, opino,
viste, dulce de arte y
triste en destino.
* * * * *
Curva amplia en remolino
tiende senda lenta
zigzagueante,
como un viento opalino
blanco, azul, verdeante.
Tal la vuelta y el sino,
vida y viajante.
Si atrás quedó la cripta
y las urnas sin aliento
que mirares,
también llevas inscripta
dura huella que en ti
hallares:
mes a mes, senda a senda,
mar a mares.
Cóncava escaramuza
cada curva de senda y vida
acoge,
que la fortuna azuza
en quienes rumbo escoge,
fe, fuerza y fibra luego
lo recoge.
Lejos -dejando estanca
la gótica y fuerte
conventual hueste-,
comenzará más franca
pugna vital y agreste
entre el destino y lo que
liza geste.
Ahora ya el tesoro
dorado de las hojas en que
estalla
noviembre, ocre y canoro,
el todo soto raya
en suelo acicular, dentada
playa.
No es tanto bravo el
Fuerte
como pajizo en ramas y
albo en llanto.
Quedo anda. No despierte
tu paso algún quebranto
a convento, iglesia, nave,
hoja o manto…
3. Del mismo libro
"Guadalajara, te doy mi palabra"
SONETO DOBLE AL BOSQUE
DE LA HUERCE Y SUS DANZANTES
I
Mi alma peregrina viene
hasta La Huerce,
paz busca, quietud quiere,
ancla sosiego
en Sierra de Alto Rey a la
que llego.
Calma a natura y unión a
bosque ejerce.
Encinar, robledal, pinar y
alerce
placidez dan, tinta en
madera y espliego.
Tronco amo, copa bebo,
raíz riego.
Sólo beldad de bosque me
coerce,
de modo que, a poco que yo
me esfuerce,
surtidor de este sueño en
lanzas firme
quedara erguido en goce
convertido.
Deseo a tu calmo sonar
asirme,
pues noto más tu urbana
aura ceñirme
que de ciudad agreste el
turbio ruido.
II
Sigilo esmeralda pronto
dulzaina
corta al bosque, y seco
toque de palos
topan danzantes que izan a
intervalos
espada en leño, talada a
su vaina.
Cada uno, dos bastones
desenvaina
cortos. Con fajín grana,
negros halos
visten. El tambor brinda
sus regalos
al bregar de tantas tozas.
No amaina.
Saltan hacia lo alto
tirando tajos
que troncos contrarios al
punto paran,
luego en las honduras
buscan atajos
si espadas adversarias les
dejaran.
Uno a uno, a dos, cuatro…
Ocho, altos y bajos,
al final, vencedores, se
abrazaran.
4. Del libro
"Castilla, este canto es tu canto. Parte I". Largo poema de 2300
versos en liras, que canta la Historia de Castilla desde el año 711 hasta 1499,
con atisbos hasta el siglo XXI.
Versos iniciales del
Canto:
I. El
nacimiento (siglo VIII). Antiguo clan que octavo a nuevo adujo
INTROITO
De hondo e interior venero
que en cascada entre
piedra y musgo brota
no es Cadagua un reguero
que porte escasa gota.
Un mundo en murmullo ya en
su agua flota.
Río en Valle de Mena,
que entre las rocas
corres, ríes, saltas,
mojando toda la escena
de las praderas altas,
pedrizas y peñascales que
asaltas…
Naces por cataratas
y por escalones y rocas
verdes,
que tapizas con natas.
Riscos a los que muerdes,
hisopas con gotas, luego
te pierdes
hacia sendas, caminos,
y sierras, a los que tu
cabo de agua
les forja suerte y sinos;
Al cabo, tú, Cadagua
-cabo de agua-, eres del
valle la fragua.
¿Sabes que vas a oírte
no sólo por abrir cauce
ruidoso?
Mejor podrás sentirte
en el son más frondoso
de lengua que emana en tu
lar brumoso.
Afluyen por las grietas
hervores de manantiales
sonoros.
Trovas dulces, secretas
musitan sus tesoros…
Y, a su voz antigua, tu
agua une coros.
Aún no oyes juglares
por este lugar calmo y
sosegado
tañendo sus cantares;
pero, al bosque abrazado,
silba un idioma naciente,
que ha llegado.
Ni escuchas las canciones
de amor, de amigo, de
gesta y alborada,
mas nutre tus rincones
voz recién aflorada
que pronto entone copla
bien rimada.
Cantábrico al que corres,
Cadagua, es bárdulo y
caristio ponto.
De octavo siglo, torres
vigías crecen pronto
en castros leves, cuya faz
remonto.
Breves castros -castillos
son llamados-, y a los
desfiladeros
les tapan los pasillos
hacia el Castro de fieros
Bárdulos -Castrum
Vardulies- primeros.
Así, de Castro Urdiales
y Laredo escalan rocas de
Mena,
por sellar los portales.
Que invasión sarracena
toca el Ebro. Cada fortín
la frena.
Prerromanos nativos,
hispanorromanos y
visigodos
-del islam fugitivos-
refugio en los recodos
de Bardulia hallan, obran,
pueblan todos.
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