Fotografía: Heber Sorto
La ventana
Nunca pensé en sacar el rostro
a la calle,
una lluvia desafiante como un árbol
cerró las ventanas dentro de mis ojos,
el presente entonces, era sólo un chorro de palabras
que goteaba de la fuente de mi mano.
Siempre amé las ventanas aunque nunca
tuve una para compartirla,
pero alguien me habló, que de a ratos el paisaje se mira
a través de paredes o de lágrimas,
que el horizonte llora de espaldas como el océano,
que los niños golpean el río para deshacer las tormentas,
que hay que cruzar muchas calles para legar a otros ojos,
que el silencio se hace de borrones,
que el espejo de pronto se abre y nos traga,
pero yo, siempre abrí la ventana que no tuve
y tengo árboles y calles y lunas
y también tengo aquello que siempre quise encontrar;
la ciudad que no conozco donde recojo mis pedazos.
La ventana
Nunca pensé en sacar el rostro
a la calle,
una lluvia desafiante como un árbol
cerró las ventanas dentro de mis ojos,
el presente entonces, era sólo un chorro de palabras
que goteaba de la fuente de mi mano.
Siempre amé las ventanas aunque nunca
tuve una para compartirla,
pero alguien me habló, que de a ratos el paisaje se mira
a través de paredes o de lágrimas,
que el horizonte llora de espaldas como el océano,
que los niños golpean el río para deshacer las tormentas,
que hay que cruzar muchas calles para legar a otros ojos,
que el silencio se hace de borrones,
que el espejo de pronto se abre y nos traga,
pero yo, siempre abrí la ventana que no tuve
y tengo árboles y calles y lunas
y también tengo aquello que siempre quise encontrar;
la ciudad que no conozco donde recojo mis pedazos.
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