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miércoles, 18 de octubre de 2023

UNIVERSIDAD NACIONAL: PRESENTE EN EL PASADO. SU VINCULACIÓN NECESARIA EN EL GUANACASTE ETERNO

 

Miguel Fajardo Korea


UNIVERSIDAD NACIONAL: PRESENTE EN EL PASADO.

SU VINCULACIÓN NECESARIA EN EL GUANACASTE ETERNO

 

LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández

minalusa-dra56@hotmail.com

 

El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha utilizado la educación como una manera de mejorar sus condiciones contextuales. En esa medida, cada faceta de dichas acciones llevaba consigo, la imperiosa necesidad de buscar muevas expectativas en su entorno vital, muy diferente, desde luego, de las que nos preocupan, hoy, inmersos como estamos, en complejos espacios globalizadores.

 

La educación siempre ha sido una herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual. Debemos estar conscientes, además, del privilegio por acceder a ella, si sabemos que su cobertura, nunca llegará a todos. Dicha inclusión es una de las utopías de este mundo tan dividido. Máxime, si nos referimos al ámbito universitario, donde el mismo sistema es tan selectivo entre quienes ingresan en él, tanto es así, que solo el 15,73 % de la población asiste a la instancia superior, según el Informe Estado de la Educación.


           Por lo tanto, somos parte de una minoría privilegiada, que forma parte del quehacer universitario. De ello se desprende, que solo el     19,9 % de los costarricenses tenga algún nivel de educación superior. Ante dicho panorama, debemos aprovechar las condiciones, tiempo y recursos que, tanto el Estado, el Ministerio de Educación Pública, las Universidades estatales y la sociedad civil ponen a nuestra disposición, por lo que debemos administrarlos con transparencia y responsabilidad, pues dicha conducta encara una de nuestras más exigentes competencias morales, tanto como individuos e instituciones.
           Educar es un término que tiene un amplio registro semántico, por lo que apela a conceptos coligados, tales como alimentar, cuidar, nutrir, instruir, formar y criar.

 

Estamos ciertos, de entrada, que no todos estamos capacitados para el magisterio, porque aparte de vocación integral, ¡signa una serie de competencias para el eficaz ejercicio de la praxis educativa en la coyuntura del siglo XXI!


            En esta oportunidad, me propongo compartir algunas reflexiones, forjadas durante 34 años de ejercicio y compromiso docentes, tanto en la enseñanza media como superior.

 

1. Hacer es el mejor decir

 

            “Hacer es la mejor manera de decir”, esta máxima del pensador José Martí (1853-1895) ha sido mi norte de vida. Y ha sido así, ya que provengo de un hogar de raíces extremadamente humildes (de Ramona y José Francisco, ambos en el cielo), quienes me inculcaron que la vida es un ejercicio cotidiano de honradez, lucha y perseverancia.

La herencia moral que recibí de mis padres es invaluable. Anda conmigo, sin límite de caminos. Y de ahí se nutre, indudablemente, mi visión y práctica del quehacer cotidiano de vida y el ámbito educativo.

            Cada uno debe trazarse sus propósitos de vida, conductas y actitudes por seguir, porque de esa elección deviene el compromiso socio-personal ante la comunidad a la cual nos debemos.

 

 No podemos ir por la vida sin forjar nuestros proyectos, porque nosotros tenemos, tanto la capacidad como la responsabilidad de elegir las potencialidades que nos permitan alcanzar las metas vitales.

 

Las competencias interiores para enfrentar la vida implican, entonces, el desarrollo de múltiples saberes que conviene recordar: 1. saber, 2. saber hacer, 3. saber ser y 4. saber convivir.

2. La educación permite crecer interiormente

 

            Las comunidades sociales engrandecen cuando sus habitantes se superan. La educación es el instrumento por antonomasia para buscar la luz y cultivar la inteligencia. Los pueblos, entonces, son el cúmulo de las experiencias de cada uno de sus miembros. Nos hemos preguntado, acaso, cuál es el porcentaje de la población nacional que posee al menos un grado universitario.

 

           Las nuevas generaciones no deben desaprovechar que el país cuenta con cinco universidades públicas, 56 universidades privadas y seis universidades internacionales, así como centros para universitarios, desde donde pueden contribuir al mejoramiento de su condición personal, como un eje que posibilite un cambio real y positivo, a favor de nuestra patria des de cualquier punto del país donde nos corresponda ejercer el noble y sagrado ejercicio de la docencia humanizada.

           Por ello, requerimos de una educación no desapegada de los embates sociopolíticos; por lo mismo, crítica; no ajena de las profundas transformaciones que sufre la sociedad, tanto costarricense como planetaria.

 

 Esta era de mundialización nos ha de comprometer con mayores ideales, con más renovados principios para aportar nuestros mejores esfuerzos, en aras de proponer una sociedad más justa, con rostro humano, que no dé paso a los degradantes procesos de impersonalización.



           En la actual coyuntura de la sociedad del conocimiento, a la educación superior se le exige una serie de competencias. Carlos Tünnermann aduce: “Podríamos decir que es el desafío de forjar una educación superior capaz de innovar, de transformarse, de participar creativamente y competir en el conocimiento internacional. Para ello, es preciso que comencemos por priorizar nuestras inversiones en educación y reconocer el papel estratégico que tiene la educación superior en la formación del personal de alto nivel, de la inteligencia científica de nuestros países y en la generación, transmisión y difusión del conocimiento”.


            Es decir, en esta explosión globalizadora del conocimiento, hay cabida, tanto para la complejidad como para su celeridad en la obsolescencia, porque el conocimiento cambia, ahora, demasiado rápido. El saber se ha multiplicado vertiginosamente, pero al mismo tiempo se fragmentariza.

 

Francisco López Segrera expresa que: “Además, encontramos que hemos acumulado el conocimiento que jamás imaginamos alcanzar; pero ese conocimiento no ayuda a detener la crisis mundial; porque observamos que, a mayor desarrollo del conocimiento hay mayor deterioro del mundo, del hombre y de las relaciones” entre los seres humanos.

 

            La educación es una instancia de crecimiento interior hacia destinos superiores, por lo tanto, se debe fortalecer, todos los días, con plenas decisiones. Soy de la idea de que cada silla vacía en las aulas costarricenses es un golpe bajo contra nuestro sistema democrático, porque los destina a estrechas perspectivas de vida, tanto individual como socialmente, es decir, a situaciones que pueden devenir en coyunturas desfavorables y, quizá, degradatorias.

 

            Solo la educación permitirá el crecimiento individual para fortalecer el ámbito social. Por lo tanto, no debe ahorrarse en el quehacer educativo, por el contrario, tiene que procurarse las mejores condiciones infraestructurales y de apoyo a las comunidades estudiantiles. Recordemos una cifra preocupante, el 29 % de quienes estudian en las universidades públicas tienen la condición de pobreza, y solo el acendrado esfuerzo educativo y social logrará sacarlos de ese círculo de limitaciones.

 

3. El diálogo hogareño es educación

           Un problema medular que incide en el proceso de enseñanza-aprendizaje es la falta de diálogo. Hoy existe, lamentablemente, una comunicación monosilábica, en miles de hogares costarricenses y planetarios, cuyos efectos se manifiestan en la violencia, tanto en los espacios áulicos como en la sociedad civil.


            El hogar, no la casa, es una construcción cotidiana. En ellos, debemos procurar ser más dialógicos. La extrema velocidad del mundo nos está pasando cuotas de fraccionamiento en la convivencia socio-hogareña. Hay que revisar esa condición, porque desestructura los cimientos de ese círculo de armonía, afectiva y protectora, que históricamente ha distinguido al hogar como célula primaria de la sociedad.

 

            En este momento, hay diversas redes competitivas de socialización, pero coexisten en espacios multidimensionales, en las tecnologías inteligentes y, aunque resulte paradójico, las personas se están comunicando más con individuos desconocidos y lejanos, que con aquellos a quienes tienen al alcance del abrazo, es decir, los miembros del ámbito hogareño, a quienes, en muchas oportunidades, se invisibiliza.

 

La comunicación hogareña no se practica como se debe, porque estamos atrapados, en los contextos próximos, por la velocidad de la ciber-comunicación; por una envolvente y dinámica realidad en la que nunca estamos al día y, por ello, somos portadores de niveles estresantes y estadios impersonales, que atentan contra las relaciones confraternitarias.

 

Los sistemas educativos, en todos sus niveles, son hogares espirituales, donde debemos compartir, con dignidad y ética, para hacer valer uno de los más inalienables derechos del individuo: ser mejores, para promover una óptima calidad de vida, es decir, redimensionar el concepto de una mayor apertura humana, para el disfrute de las libertades individuales, dentro de un respetuoso espíritu societario.

 

4. La educación es una práctica social


            Las prácticas de urbanidad tienen que vivenciarse desde el hogar. Si en ese espacio no se cultivan dichos valores, el sistema educativo va perdiendo esas batallas. No es la imposición, sino el convencimiento, lo que hará la praxis. Muchas veces, ni siquiera en la familia nuclear se practican normas de cortesía, pues miles de hogares se han ido convirtiendo en hoteles de entrada y salida, nada más, sin los debidos procesos comunicativos que materialicen sus relaciones interpersonales.

            La educación, como práctica profesional, implica un ejercicio mayor de integridad e interrelaciones, conciencia de respeto por la dignidad de los otros; pensar y crear para crecer. La socialización del conocimiento cambia métodos, pero no debería transformar la particularidad de nuestra indiscutible condición humana.


           En ese sentido, estamos claros del trascendental aporte que significa la cultura informática, pero concordamos con Carlos Tünnermann cuando afirma: “es preciso evitar que una sobreestimación de las potencialidades que ofrecen dichas tecnologías produzca un detrimento en la apreciación del papel del docente. Estas tecnologías deben siempre ser vistas como instrumentos, como medios de apoyo al profesor y nunca como sustitutos. La relación personal y real docente-discípulo es fundamental y no puede jamás ser reemplazada por la relación virtual máquina-usuario”.


5. La educación implica tolerancia

 

            Los educadores debemos re-encantar la educación, sobre la base de un componente con responsabilidad social y cultural, en un compromiso de respeto a la dignidad de los otros, servicio a los demás, tolerancia, y una adecuada preparación académica, para el fortalecimiento integral de las diversas comunidades estudiantiles, sin exclusiones odiosas. Ese reto es una de las tareas ineludibles del verdadero educador. La Universidad Nacional cuenta, afortunadamente, con ese perfil entre sus académicos y su personal administrativo.

           No podemos enquistarnos solo en dar clases, sino que debemos ser guías y formadores comprometidos, en contextos de globalización y sus asediantes procesos impersonales; por ello, su compromiso debe construir una educación humanizada para todos, que tome en cuenta, tanto la diversidad social como cultural, y cuyo eje pretenda la formación de valores, como instrumento adecuado para alcanzar el desarrollo pleno, digno y holista de cada una de las personas.


            La tolerancia considera las opiniones y prácticas de los otros, aunque sean diferentes de las nuestras. La convivencia educativa se centra en la expresión del respeto y la comprensión por los demás. Mucho del clima emocional de violencia y agresión en el espacio áulico se debe a la intolerancia, el irrespeto, la intransigencia, la insensibilidad y los excesivos niveles de autoridad impositiva, de parte de quienes no acuden al diálogo y se comportan con arrogancia, en una noble profesión humanista, que requiere del componente y los espacios dialógicos para su disfrute y su plenitud.

 



6.Educar es una capacidad para servir a los demás

 

            Los estudiantes significan la razón de ser de nuestro trabajo, por ello, nunca deberán verse como los enemigos por vencer. Todo lo contrario: la niñez y la juventud se encuentran ávidos de diálogo, comprensión y tolerancia. Para el maestro, educador, docente o académico, verdaderamente comprometido con el mejoramiento integral de la sociedad, ese es uno de los esenciales desafíos piramidales en el ejercicio de la docencia.

 

           La educación es una conjunción de voluntades y su respuesta social se encuentra fuertemente enraizada con las clases menos favorecidas, porque su aporte es innegable en la construcción de la vida nacional.

 

Educar es un ejercicio ético

           La Costa Rica inmediata cambiará, en el tanto nuestra actitud varíe. Si no existe un compromiso individual, menos habrá uno social. La diferencia depende de todos y cada uno de nosotros. No hay otros caminos, sino una nueva perspectiva actitudinal, tanto es así, que todos tenemos la palabra desde la cual podemos mejorar el mundo próximo.

           Los educadores estamos llamados a construir patria, desde la vocación del alma y con el espíritu de compromiso cotidiano por nuestra Costa Rica integral de siempre, que no debemos ver como un ente abstracto, sino como una tangible realidad intrínseca, en una especie de vigilia, que procura resultados, a fin de mejorar, cada día, los índices de la condición humana de la mayoría de los congéneres a quienes nos corresponda ayudar a forjar y crecer en su formación integral.

          La educación signa una de las más hermosas aperturas de los procesos democratizadores de la cultura, por ello, las aulas deben permanecer abiertas, para seguir sembrando el saber, sin marginaciones, pero con el norte académico y humano del compromiso con la realidad social, como un código moral que se vivencie con estatura incorruptible, a prueba de siempre con nuestro compromiso.

          Respetable auditorio: nunca vendamos nuestra conciencia. De las actitudes y de los valores aprendidos, tanto en el hogar, en las aulas como en la vida, dependerá nuestra capacidad ética: esa ciencia de la conducta, ese conjunto de deberes y derechos de carácter moral, inmersos en contextos sociales.

Con nuestro grado de concienciación sabremos diseminar un código moral que privilegie la dignidad, para redimensionar el compromiso de una mayor apertura en el goce de la libertad y como una respuesta cierta, para enfrentar los constantes desafíos a los que debemos dar soluciones cada día de la tierra y de la vida  esencial.

           Cada quien, con la racionalidad de su albedrío, debe establecer principios éticos que guíen su ejercicio vital y profesional, donde exista una propuesta de conciencia, fundamentada en la honestidad, el servicio y el prestigio, tanto moral como individual y social. La ética es un insustituible valor agregado en la vida interior, que nos atañe a todos, porque es un compromiso honesto, para seguir adelante y caminar por la vida con la frente en alto.


La educación es un legado


            El legado paradigmático de Mauro Fernández Acuña (1843-1905) seguirá vigente, en el tanto los educadores no dejemos de forjar caminos éticos de mejoramiento holístico, en aras de propiciar una sociedad más justa para beneficio de todos, sin odiosas exclusiones de ninguna naturaleza, porque todos somos iguales ante la ley.

            La función social de los sistemas educativos consiste en preparar individuos con amplios conocimientos y actividades creativas para fortalecer todos los estamentos de nuestra sociedad.

En este momento, Costa Rica tiene cinco universidades estatales, hay 53 universidades privadas y 6 universidades internacionales, que dan cobertura a 123 715 universitarios, pero miles de ellos enfrentan las líneas sociales de pobreza, con insuficientes ingresos hogareños per cápita. El costo de la canasta básica se ha establecido en ¢60 450, a febrero del 2023, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

          Como puede desprenderse, desde esos círculos de pobreza, miles de jóvenes costarricenses libran su mayor esfuerzo y sacrificio, en aras de optar por una mejor calidad de vida y, para ello, alzan la bandera de la educación como su enseña más segura. Aunque la vida se comporte así, debemos saber que la pobreza no debe convertirse en un obstáculo para la superación y poder alcanzar metas superiores de cambio y mejoramiento en el destino del factor humanidad.

           Solo en la medida en que nos superemos como individuos, en que podamos convivir en una relación interactiva, seremos mejores. Seamos honrados con nuestro espíritu de servicio, no solo con los demás, sino con nosotros mismos, para procurar el respeto y las buenas actitudes dentro de la difícil sociedad de la que formamos parte.

            El individuo tiene que velar por un equilibrio armónico, entre la razón y su espíritu, para que pueda desenvolverse, con calidad y eficacia, en la compleja civilización de este tercer milenio. La sociedad nos conmina, entonces, a ser actores y no observadores en el dinámico proceso del cambio social de hoy.

 

El quincuagésimo aniversario de la necesaria Universidad Nacional

La UNESCO, 1998 expresa que “La educación superior debe reforzar sus funciones de servicio a la sociedad, y más concretamente sus actividades encaminadas a erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades, principalmente mediante un planteamiento interdisciplinario y transdisciplinario para analizar los problemas y las cuestiones planteados”.

 

La Asamblea Legislativa aprobó la creación de la Universidad Nacional, mediante la ley número 5182, del 12 de febrero de 1973. El 15 de febrero de ese mismo año, el presidente de la República José Figueres Ferrer y el ministro de educación Uladislao Gámez Solano sancionaron dicha ley, la cual se publicó en La Gaceta el 22 de febrero.

De ese modo, nuestra Universidad Nacional abrió sus puertas al saber nacional, el 14 de marzo de 1973, en un singular acto, en el parque central de Heredia, liderado por el Pbro. Benjamín Núñez Vargas, su primer rector.

Desde su primer discurso, el Pbro. Núñez Vargas, dejó establecido que:

No venimos a hacer academia por el mero afán de hacer academia, no venimos a construir esta Universidad por el prurito vanidosos de tener una Universidad más, que corone el historial de cultura de esta ciudad. Venimos a forjar una nueva Universidad porque el pueblo costarricense necesita de una academia más que interprete sus aspiraciones, investigue sus realidades y señale respuestas a sus problemas, en el campo de la ciencia y del humanismo, cooperando así con quienes, en los diferentes campos de la vida nacional, están llamados a crear un mundo mejor para todo hombre costarricense y para todos los hombres de nuestra patria”.

Han transcurrido 50 años de tan trascendental acontecimiento histórico para la Costa Rica pensante. Muchos nombres de ciudadanos visionarios, de hace 50 años, seguiremos honrándolos, con el trabajo educativo de alta calidad y el perfil humanístico de la Universidad Nacional, entre ellos: José Figueres Ferrer, Uladislao Gámez Solano, Daniel Oduber Quirós o Francisco Morales Hernández y un grandioso etcétera.

Tuve la dicha de estudiar en Nuestra Universidad Nacional durante seis años y trabajar como académico, por un lapso de 11. Siempre he estado orgulloso de mi Universidad. Soy sello UNA, indiscutiblemente.

El Pbro. Benjamín Núñez Vargas adujo en su libro “Hacia la universidad necesaria”: “La Universidad Necesaria es un ente vivo.  Está enclavada en la historia como respuesta a las necesidades del desarrollo de un pueblo, y se va haciendo con la historia de ese pueblo.  La Universidad Necesaria vive con y por el hombre costarricense en su larga e interminable jornada de infinita autorrealización” (Núñez, 2008, p.99).

Asimismo, el Estatuto Orgánico de la Universidad Nacional da cuenta de su misión histórica: “obliga a la investigación sistemática de la realidad costarricense, dentro de un marco de solidaridad y armonía entre el ser humano y la naturaleza y que también le compromete a fortalecer una cultura humanista y a contribuir en la creación de una sociedad más solidaria, próspera, justa y libre”.

Es decir, estamos ante un planteamiento absolutamente humanista, una educación con rostro solidario, jamás indiferente de los grandes problemas nacionales, que ameritan soluciones integrales en favor de las mayorías.

En esa línea, el Pbro. Núñez Vargas acierta en su cosmovisión, al proponer “la construcción de una nueva y más generosa “unidad cultural”, si se le da al concepto de cultura el sentido de la “Paideia” de los griegos o de la “Humanitas” de los romanos.  La “unidad cultural” se definiría como el conjunto o sistema de valores, ideas, conocimientos y prácticas dentro de la cual el hombre plenamente, como individuo y como miembro de la sociedad” (Núñez, 2008, p.39).

El preclaro pensamiento del Pbro. Núñez Vargas es certero, cuando insiste en una educación permanente: “la vida del verdadero universitario como tal no puede concluir cuando la universidad entrega un título, como si este fuera de por sí la posesión total del conocimiento y de su desarrollo futuro. El mundo de hoy y el progreso vertiginoso de la ciencia exigen que la preparación del profesional para el desempeño de sus funciones en la sociedad continúa toda la vida.  Más aún, aquel profesional que no se mantenga actualizado en su campo del saber dejará de ser un buen profesional, para convertirse antropológicamente en un fósil viviente” (Núñez, 2008, p. 90).

 

“La Universidad necesaria produciría una conciencia crítica y efectivamente constructiva, pues se dedicaría a la investigación sistemática de los problemas nacionales y se comprometería, desde el punto de vista científico a la búsqueda de una posible solución”.

El trabajo intenso y sostenido de la Universidad Nacional comprende 133 alternativas académicas, que integran planes de pregrado y grado (72); posgrados (61), 38 carreras acreditadas y una comunidad estudiantil de 20 854 estudiantes, de ellos, 10 638 se encuentran becados.

La Universidad Nacional ha democratizado la educación superior con su gran cobertura, en los ocho campus universitarios, distribuidos en las regiones Central, Huetar Atlántica, Huetar Norte, Brunca, Chorotega y Pacífico Central, a saber: campus Omar Dengo, Benjamín Núñez, Liberia, Nicoya, Coto, Pérez Zeledón, Sarapiquí y sede interuniversitaria de Alajuela.

Como puede desprenderse, el proceso de regionalización de la Universidad Nacional comenzó el mismo año de su fundación. La cobertura geográfica de la Universidad comprende el territorio nacional.

Como señala el Dr. Francisco González Alvarado, Rector de la Universidad Nacional: ¡Upala, Los Chiles, Lepanto, territorios indígenas, comunidades costeras. Aún sin aulas en estos territorios, hemos creado, mediante alianzas, proyectos puntuales para fortalecer las capacidades de la ciudadanía que no cuenta con recursos para trasladarse a una sede regional o, en su concepción de mundo, no se veía alcanzando un título universitario. La UNA lo posibilitó” (Campus, N.350, marzo, 2023:3)

 

 Guanacaste y la Universidad Nacional


          Guanacaste proviene del azteca “Quauhnacaztli”, que significa “árbol de orejas”. En ese contexto, hoy, 10 140 kilómetros cuadrados y 410 055 habitantes, según el INEC, desglosados en 202 668 (el 49,3 %) mujeres y 207 987 (el 50,7 %) hombres. Guanacaste representa un total del 7,8 % de la población país.

Sus pobladores resguardan el conjunto de características, símbolos, costumbres, que conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los acontecimientos trascendentales. Así sobresalen la aportación de lo afroguanacasteco, el pasado indígena chorotega, el hecho extraordinario de la Anexión, la hacienda ganadera, la participación heroica del Batallón de Moracia, las minas de Abangares, o la Gesta del Partido Confraternidad Guanacasteca, liderado por Benemérito de la Patria desde el 2000, el Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995).


          Se destacan, también, los elementos vernaculares representativos, como el himno, el sabanero, el espeque, el árbol de guanacaste, el quijongo, la pampa soleada, es decir, el moderno concepto, acuñado por el escritor Marco Tulio Gardela, denominado la Guanacastequidad,
porque la vida de nuestros pueblos se forja en las manifestaciones cotidianas y en la transición de sus herencias más genuinas.

 

MISIÓN:

“La Sede Regional Chorotega es un Centro académico de educación superior que genera, comparte y difunde conocimiento de una forma humanista, crítica, creativa y comprometida con el desarrollo humano, todo mediante la docencia, la investigación, la extensión y otras formas de producción para el bienestar de las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad”.

 

VISIÓN:

“La Sede Regional Chorotega será un centro académico líder reconocido por su excelencia, programas académicos flexibles, humanistas y por su vocación para atender a las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad. Se proyectará a la sociedad mediante la investigación y la extensión en temas estratégicos de interés regional y global, con una docencia pertinente y de alta calidad; y una vinculación internacional prioritariamente en el ámbito latinoamericano”.

El académico José Rosales Obando señala en su libro “El reto de UNA regionalización”:

 “En la identidad de Guanacaste subyace la simbiosis de lo regional y lo universal en América. Aunque no es exclusivo de aquí, es innegable que tiene una etiqueta cultural que la distinguen entre las demás.

La cultura guanacasteca es el producto de la praxis constante que recrea y repele, simultáneamente, los retazos de otros acervos en aras de mantener su identidad.

(…) durante la conquista y colonización, el trasiego de soldados y de mercancías fue el primer síntoma de la desestructuración de la sociedad indígena y del fermento de una fuerte mestización étnica, cultural y económica que se mantiene hasta nuestros días.

La simbiosis de lo indígena, lo europeo, lo africano y, posteriormente, lo asiático conforman una nueva etnia y cultura regional y universal, simultáneamente” (Rosales Obando, 1996: pp. 50-51).

Queda claro, entonces, que la Universidad Nacional creyó desde 1973 en el proceso de regionalización en Guanacaste, al adscribir a la Escuela Normal de Guanacaste, fundada en 1949, y darle continuidad al proceso de desconcentración geográfica regional. Por eso también en Guanacaste festejamos los 50 años inclusivos de la Universidad Nacional, la Universidad necesaria.

El Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga, en su libro “Por los caminos de la regionalización: pensamiento y acción” (2023), señala lo siguiente:

 

La regionalización no solo se debe manifestar mediante la presencia física sino, lo más importante, con acciones que respondan a las necesidades de las regiones en las cuales está inmerso el centro regional. Este no existe per se.

 

El tema de la regionalización universitaria debe ir entrelazado con la educación superior como un Derecho Humano de todas las personas. Ese derecho es de impacto tanto individual, es decir, el derecho que cada uno individuo de acceder a la educación superior, como colectivo, ya que beneficia a la comunidad donde cada uno de esos graduandos se inserta. Se extiende más allá de las aulas y debe llegar a las comunidades por medio de la investigación y la extensión/acción social. En cada rincón de Costa Rica, donde haya grupos en condiciones de vulnerabilidad, ahí debe estar la universidad pública”.

 

Según la Unesco,1998, desde las universidades públicas se puede “instaurar nuevas modalidades de colaboración entre los establecimientos de educación superior y los distintos sectores de la sociedad para que la educación superior y los programas de investigación contribuyan eficazmente al desarrollo local, regional y nacional”.

 

En opinión del Dr. Baltodano Zúñiga: “Ese es el espíritu de la regionalización, responder a esas necesidades, con el apoyo de toda la universidad, y no ser un satélite de la Sede Central”.

 

La Universidad Nacional, cuya creación fue ratificada mediante la Ley 5182, el 15 de febrero de 1973, abrió sus puertas el 14 de marzo de 1973, hace 50 años. Es la suya, entonces, una propuesta de mejoramiento social, una herramienta de compromiso con el destino de este espacio geográfico, tan decisivo para nuestra Nación.

 

La Universidad Nacional, por lo tanto, ha llenado un vacío socioeducativo que reivindica las mejores tradiciones de la democracia, con el espíritu participativo de la sociedad civil, en la formación humanística del pensamiento crítico, el cual le confiere las bases de su fisonomía autónoma, si libertad de cátedra y la meta vehiculizadora de ayudar en la forja de una Costa Rica inclusiva e igualitaria desde toda su praxis axiológica, así como en cada estadio de su propia institucionalidad. .

         El catedrático Víctor Julio Baltodano aduce que: “
Lo que hoy es la Sede Regional Chorotega pasó de sección a sede, gracias a la mística de los funcionarios y estudiantes, y luego el apoyo de las autoridades superiores, que la levantaron hasta convertirla en un referente en la región Chorotega. Primero nace con rango de Sección Regional con carreras ligadas al área de Educación, que se hereda de la vocación de la Escuela Normal de Guanacaste, que funcionó hasta la creación de la UNA en 1973”.

 

Por ello, un antecedente de lujo de la Universidad Nacional en Guanacaste es la creación de la Escuela Normal Rural de Guanacaste, mediante la ley número 369 del 7 de febrero de l949.

 Al fundarse la Universidad Nacional, se dispuso que la Escuela Normal Rural de Guanacaste pasara a formar parte de ella como una Sección Regional Universitaria. 

          Con el decreto de creación de la Escuela Normal de Guanacaste se dio atención al desarrollo de la educación y la cultura, con derecho de primacía de aquellos sectores de la población nacional que permanecían semiatendidos por parte del Estado.

          La Escuela Normal de Guanacaste se esmeró en formar el personal docente para la educación primaria, proporcionándoles el mayor contingente posible de elementos culturales, técnicas, procedimientos y métodos para el mejor desempeño de los docentes, en relación con los problemas específicos del medio rural en diversos frentes: educativos, económico, social y político.

          Los educadores normalistas continúan en nuestra memoria histórica.  Los recordamos y valoramos, pues predicaron con el paradigma de la lucha, la perseverancia, la exigencia, la entrega y la mística, tanto en la vocación como en su convicción como MAESTROS, en el más genuino significado de tan relevante palabra. Todos somos deudores del aprendizaje de un Maestro, porque desde el recinto áulico dejaron huellas imborrables.

          Destaco, aquí, el libro “Resignificando la historia: La Escuela Normal de Guanacaste”, de los académicos, Dra. Ana Lorena Camacho, Premio Mauro Fernández; Orlando de la O Castañeda, exdecano y la M.Sc. Ivannia Montero Robles.

 

Sobre dicha obra, el M.Sc. Francisco González Alvarado, actual rector de nuestra Universidad Nacional escribió, que la contribución de esa obra radica en que: “tiene el mérito capital, entre otros, de insistir en la trascendencia de reconstruir su historia de la pedagogía guanacasteca, desde una posición integradora de saberes y conocimientos, historia institucional y prácticas educativas, tradición y transformación, pasado y presente. De ahí que se constituya en un documento de referencia obligatoria para cualquier otro esfuerzo por explicar las relaciones dinámicas entre educación, cultura y política de la pampa costarricense”. Sin lugar a duda, una contribución a comprender la historia de la educación regional desde el Guanacaste eterno que amamos.

 

Hace 25 años, el 25 de mayo de 1998, la Asamblea de Representantes de la Universidad Nacional, aprobó la transformación de la Sección Regional de Liberia en Sede Regional Chorotega, con base en su crecimiento académico y a las demandas regionales planteadas, el Consejo Universitario aprueba su transformación y declaratoria como Sede Regional Chorotega, con dos campus académicos, tanto en Liberia como en Nicoya.

Esos aprendizajes andan en nuestro corazón y anidan en el alma.  Una relectura histórica permite decir que han sido el puente espiritual y solidario que forjaron la ruta de muchas generaciones de guanacastecos de bien. Sé que alguna vez soñaron con las instalaciones del Campus Liberia, inaugurado el 6 de mayo del 2011.  Su contexto fue difícil, pero cimentó el temple de la lucha, el sobreponerse a las adversidades y establecer un compromiso telúrico, desde la docencia integral de los seres humanos a quienes se comprometieron a enseñar, y a formar para el bien de la sociedad costarricense.


               El primer apartado de su misión expresa: “La Universidad Nacional es una institución pública de educación superior que genera y socializa conocimientos de importancia científica y cultural estratégica para el desarrollo nacional e internacional, sin distingo de género, etnias, credos o condición social. Con su acción social integral, la Universidad contribuye a direccionar la sociedad hacia planos superiores de bienestar, equidad, sostenibilidad y libertad democrática, mediante nuevos paradigmas que permitan transformar y revalorar el desarrollo humano. Está comprometida con el desarrollo de toda la sociedad y en particular con la integración, la potenciación y la ampliación de oportunidades de los sectores sociales menos favorecidos o exclusivos de los beneficios del desarrollo”.

 
          La misión de la Sede Regional Chorotega puntualiza: ”Somos un centro académico de educación superior que forma profesionales de excelencia, desarrolla programas y proyectos académicos en docencia, investigación, extensión y producción, flexibles y pertinentes, con el propósito de efectuar aportes sustantivos al desarrollo local, nacional y mesoamericano hacia planos superiores de bienestar, equidad y sostenibilidad, en atención a los cambios sociales, económicos, ambientales, científicos y tecnológicos universales y, en particular, con la integración, la potenciación y la ampliación de oportunidades para los sectores sociales menos favorecidos de la Región Chorotega”.

El destacado académico, Dr. Fernando Gutiérrez Coto refiere que: “La construcción participativa y continua de los caminos que conducen a la regionalización, deben materializarse de manera concreta en la dinámica cotidiana de la Sede Regional Chorotega. Esto desde luego, implica una transformación del conocimiento para construir retos, basados en la aprendencia, desaprendencia, y reaprendencia de procesos, donde las conceptualizaciones como integración, interrelación e interconexión sean una herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual”.


           Por ello, la Universidad Nacional recoge una legitimidad coherente, destinada a la solución de los acezantes problemas de las comunidades, en particular, de la guanacasteca. Por lo tanto, cada estudiante de la Universidad Nacional debe convertirse en una respuesta socio-productiva, porque como dijera, desde su ideal confraternitario, el humanista y Benemérito de la Patria, Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995): “Nosotros no somos más que el puente sobre el cual pasarán las futuras generaciones”.

           Destaco, aquí, la invaluable presencia en Guanacaste de los decanos de la Sede Regional Chorotega, porque cada gestión significó un relanzamiento en el proceso de dirección, renovación y mejoramiento institucionales. Han estimulado una visión integradora: “Todos juntos podemos redisoñar la Sede Regional Chorotega”.


            Por consiguiente, si somos egresados de la Universidad Nacional, no nos asustan los retos, porque los estábamos esperando. Cada egresado, con su empeño y gracias al grado de preparación académica, así como de concienciación humanística y social, sabrá enfrentar, desde su propia responsabilidad profesional, las coyunturas del siglo XXI.


           La Universidad se humaniza en cada uno de nosotros, porque todos somos una llave de lucha, un instrumento de superación, un pan de bienestar social. La Universidad Nacional ha estado comprometida, durante sus 50 años de existencia, con los estudiantes de menor ingreso e, igualmente, brinda una gran cobertura en las áreas estratégicas del conocimiento, acordes con los intereses y expectativas de las zonas más alejadas del Valle Central.


           Esa perspectiva, capitaliza un mayor servicio de proyección social. Sin duda, podemos afirmar que la Universidad Nacional ha democratizado la educación
superior, no como un discurso, sino como una práctica. En este momento, 20 854 alumnos de la Universidad Nacional, de ellos, 10 638 tienen beca esto es, más del 50 % de su matrícula disfruta de alguna categoría de ayuda.

        Por ello, el Presbítero Benjamín Núñez Vargas (1915-1994), su primer rector durante (1973-1977), la denominó “La Universidad Necesaria”, porque el estudiante es la razón de ser que vitaliza el espacio académico. Otros pensadores endiñan que el saber, el maestro y el discípulo son la trinidad de la vida institucional universitaria educativa.

           Sabemos que la Sede Regional Chorotega mejorará sus actuales fortalezas, para que se enfrente a la competencia y legitime su fructífera trayectoria, cimentada a lo largo de muchísimos años de progreso intelectual con rostro humano, porque estamos claros que en todas y cada una de las luchas estriba “la construcción reflexiva de la realidad dada, como un principio de la multiculturalidad que se percibe en el Guanacaste de hoy, dentro de la globalización”.

El Estado de la Educación, 2017, afirma que “La Chorotega, comparada con las (Huetar Atlántica y Brunca), muestra recientemente una oferta académica más diversificada e innovadora, con programas adaptados a las características socio-productivas y ambientales de la provincia de Guanacaste. Ambos resultados son producto de esfuerzos desplegados por las sedes regionales de las universidades públicas, así como por la universidad privada creada en 2013 en el cantón de Cañas”.

La Sede Regional Chorotega, cuenta con dos campus ubicados en Liberia y Nicoya. Resulta importante conocer algunas cifras de su trabajo académico y de proyección a las comunidades dentro de nuestra provincia.

La Sede Regional cuenta con dos institutos propios, a saber: el CEMEDE, fundado, el 10 de setiembre de 1992) y el HIDROCEX creado el 23 de julio del 212).

        Número de estudiantes matriculados al 18 de setiembre del 2023:

Liberia:               1052 estudiantes

Nicoya:               1089 estudiantes

Total:                   2141

Número de estudiantes graduados al 2022:

Titulaciones: 8267; graduados:5962

 

Número de profesores:186 

 

Carreras:

Administración

Comercio y Negocios Internacionales

Gestión Empresarial del Turismo Sostenible (carrera propia)

Ingeniería en Sistemas de Información

Diplomado en inglés

Enseñanza del Inglés

Pedagogía con énfasis en I y II Ciclo de la Enseñanza General Básica
Ingeniería Hidrológica (propia)

Ingeniería en Energías Sostenibles (propia)

Maestría en Turismo y Desarrollo Sostenible

Proyectos realizados al 2023

Proyectos: 36

Actividades académicas: 20

 

Servicios de apoyo para la comunidad estudiantil:

Dos bibliotecas bien cómodas y modernas:

Rose Mary Ruiz Bravo, del Campus Liberia

y Biblioteca Nayuribe, del Campus Nicoya.

 

Servicios de salud, odontología

Becas

Residencias

Grupos culturales y deportivos, integración a:

Ayudas especiales por desastres naturales

Orientación y Psicología

Apoyo a madres y padres (salas de lactancia, matrícula prioritaria, beneficio para el pago de cuido del o los infantes).

Atención psicopedagógica-

 

En el más reciente libro del Dr. Baltodano Zúñiga, hace ver que:

 La Educación superior ha aportado a la reducción de la pobreza de Guanacaste, y la Sede Regional Chorotega, es parte de ese esfuerzo, con la formación de profesionales de excelencia, la investigación y extensión de impacto. Tres criterios se han usado para mejorar la cobertura, la pertinencia y el impacto de la educación superior. El primero de ellos es esfuerzo por tener dos campus con igualdad de condiciones, que permita atender la Región Chorotega en su integralidad eliminando el concepto de Centro-Periferia. El Campus Liberia fue concebido para atender los cantones desde Carrillo hasta Upala y el Campus Nicoya para atender desde Santa Cruz hasta la península de Nicoya. Esto ha sido un acierto, ya que la UNA es la que mejor distribuye sus carreras, tal como lo anota el Informe del Estado de la Educación (2017, p.302):

En el libro “Por los caminos de la regionalización universitaria: pensamiento y acción”, el catedrático Víctor Julio Baltodano señala:

 

Ese compromiso de la universidad necesaria se ejemplifica de muchas maneras.  La Sede Regional Chorotega, mediante una política de admisión diferenciada, donde no hacen examen de admisión, ha dado la oportunidad de ingresar en las aulas universitarias a 10 estudiantes del pueblo indígena de Matambú, así como también de zonas vulnerables, socialmente hablando, como la Zona Norte-Norte, donde mediante el mismo mecanismo de la admisión diferenciada, en el 2019, tuvieron la oportunidad 72 estudiantes de Upala, Guatuso y Los Chiles de iniciar estudios superiores en sus zonas, en las carreras de Ingeniería en Sistemas de Información y  Gestión Empresarial del Turismo sostenible. De otra forma no hubieran podido estudiar. Hemos ido hacia ellos con el programa de carreras itinerantes apoyados por la Rectoría Adjunta, Sede Regional y otras unidades académicas. Esa es la UNA, la universidad necesaria, la universidad de oportunidades, la universidad que innova”.

 

La Sede Regional Chorotega le da oportunidad real de acceso a estudiantes de los colegios públicos, colegios nocturnos, indígenas, liceos rurales, CINDEAS, Educación abierta, Nuevas Oportunidades y Telesecundarias, donde la mayoría, por encima del 90 %, provienen de ellos. Por esa razón, es una Sede Regional líder, inclusiva, equitativa, pertinente y creadora de oportunidades.

El Campus Nicoya se inauguró el 23 de julio del 2004 y el Campus Liberia el 6 de mayo del 2011.  Asimismo, las residencias estudiantiles y las instalaciones deportivas del Campus Liberia se inauguraron el 15 de marzo de 2019.  Las residencias estudiantiles del Campus Nicoya abrieron el 5 de abril del 2022.

 

En ese contexto, más de 100 estudiantes se han visto favorecidos con el servicio de residencia, tanto en Liberia como en Nicoya, lo cual les ha facilitado su inclusión universitaria, por provenir de zonas alejadas al campus.

 

Distinguido auditorio: es importante ser protagonistas de la Historia institucional y no observadores de ella. Por eso, ustedes tienen, ahora, la posibilidad de ser sujetos protagónicos. Los conmino, entonces, a dejar huella trascendente en sus recintos, con sus estudios y su acción social, dinamizando la vida universitaria desde Guanacaste eterno que amamos. Estamos ciertos de que el saber, el maestro y el discípulo son la trinidad de la vida educativa.

La Universidad Nacional, por lo tanto, llena un vacío socioeducativo que reivindica las mejores tradiciones de la democracia, con el espíritu participativo de la sociedad civil, en la formación humanística y el pensamiento crítico y humanista que caracteriza la línea de acción de nuestra querida Universidad Nacional, desde el inicio hasta la fecha.

Como señala el Dr. Víctor Julio Baltodano: “se avanza hacia una regionalización pertinente, de impacto, con igualdad de oportunidades, posicionada y que responde, cada vez de manera más fuerte, a las necesidades de la región. Es necesario seguir marcando nuevos rumbos que permitan seguir recogiendo los frutos de la semilla sembrada en las tierras fértiles de Guanacaste.

 

El personal académico y administrativo de alto nivel, más el compromiso de la comunidad estudiantil, permitió salir adelante en este contexto de incertidumbre, de pandemia, de crisis fiscal, de ataque a la autonomía universitaria, y en términos generales, de ataque a la universidad pública”.
        Asimismo, gracias al Guanacaste Eterno que amamos, porque siempre ha sido presencia estelar y no fondo decorativo, en todos los frentes de las luchas de superación. Cierro esta disertación con un pensamiento del Maestro Joaquín García Monge (1881-1958): “Este mutuo conocimiento de cuanto somos (…) esta generosa aspiración a ir juntos a la cita con nuestro común destino nos hará invencibles. Estaremos unidos por la cultura, amasada con sangre y espíritu”.


LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA

 

Nota: esta presentación  se realizará el viernes 27 de octubre del 2023 en el Museo de Guanacaste, Liberia, Costa Rica, con motivo de la celebración de los 50 años de creación de la Universidad Nacional de Costa Rica.


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