SU VINCULACIÓN NECESARIA EN EL GUANACASTE ETERNO
LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández
minalusa-dra56@hotmail.com
El ser humano, desde tiempos
inmemoriales, ha utilizado la educación como una manera de mejorar sus
condiciones contextuales. En esa medida, cada faceta de dichas acciones llevaba
consigo, la imperiosa necesidad de buscar muevas expectativas en su entorno vital,
muy diferente, desde luego, de las que nos preocupan, hoy, inmersos como
estamos, en complejos espacios globalizadores.
La educación siempre ha sido una
herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual. Debemos estar
conscientes, además, del privilegio por acceder a ella, si sabemos que su
cobertura, nunca llegará a todos. Dicha inclusión es una de las utopías de este
mundo tan dividido. Máxime, si nos referimos al ámbito universitario, donde el
mismo sistema es tan selectivo entre quienes ingresan en él, tanto es así, que
solo el 15,73 % de la población asiste a la instancia superior, según el Informe
Estado de la Educación.
Por lo tanto, somos parte de
una minoría privilegiada, que forma parte del quehacer universitario. De ello
se desprende, que solo el 19,9 % de
los costarricenses tenga algún nivel de educación superior. Ante dicho
panorama, debemos aprovechar las condiciones, tiempo y recursos que, tanto el
Estado, el Ministerio de Educación Pública, las Universidades estatales y la
sociedad civil ponen a nuestra disposición, por lo que debemos administrarlos
con transparencia y responsabilidad, pues dicha conducta encara una de nuestras
más exigentes competencias morales, tanto como individuos e instituciones.
Educar es un término que tiene
un amplio registro semántico, por lo que apela a conceptos coligados, tales
como alimentar, cuidar, nutrir, instruir, formar y criar.
Estamos ciertos, de entrada, que
no todos estamos capacitados para el magisterio, porque aparte de vocación
integral, ¡signa una serie de competencias para el eficaz ejercicio de la
praxis educativa en la coyuntura del siglo XXI!
En esta oportunidad, me
propongo compartir algunas reflexiones, forjadas durante 34 años de ejercicio y
compromiso docentes, tanto en la enseñanza media como superior.
1. Hacer es el mejor decir
“Hacer es la mejor manera de decir”, esta
máxima del pensador José Martí (1853-1895) ha sido mi norte de vida. Y ha sido
así, ya que provengo de un hogar de raíces extremadamente humildes (de Ramona y
José Francisco, ambos en el cielo), quienes me inculcaron que la vida es un
ejercicio cotidiano de honradez, lucha y perseverancia.
La
herencia moral que recibí de mis padres es invaluable. Anda conmigo, sin límite
de caminos. Y de ahí se nutre, indudablemente, mi visión y práctica del
quehacer cotidiano de vida y el ámbito educativo.
Cada uno debe trazarse sus
propósitos de vida, conductas y actitudes por seguir, porque de esa elección
deviene el compromiso socio-personal ante la comunidad a la cual nos debemos.
No podemos ir por la vida sin forjar nuestros
proyectos, porque nosotros tenemos, tanto la capacidad como la responsabilidad
de elegir las potencialidades que nos permitan alcanzar las metas vitales.
Las
competencias interiores para enfrentar la vida implican, entonces, el
desarrollo de múltiples saberes que conviene recordar: 1. saber, 2. saber
hacer, 3. saber ser y 4. saber convivir.
2. La educación permite crecer interiormente
Las
comunidades sociales engrandecen cuando sus habitantes se superan. La educación
es el instrumento por antonomasia para buscar la luz y cultivar la
inteligencia. Los pueblos, entonces, son el cúmulo de las experiencias de cada
uno de sus miembros. Nos hemos preguntado, acaso, cuál es el porcentaje de la
población nacional que posee al menos un grado universitario.
Las
nuevas generaciones no deben desaprovechar que el país cuenta con cinco
universidades públicas, 56 universidades privadas y seis universidades
internacionales, así como centros para universitarios, desde
donde pueden contribuir al mejoramiento de su condición personal, como un eje
que posibilite un cambio real y positivo, a favor de nuestra patria des de
cualquier punto del país donde nos corresponda ejercer el noble y sagrado
ejercicio de la docencia humanizada.
Por ello, requerimos de una
educación no desapegada de los embates sociopolíticos; por lo mismo, crítica;
no ajena de las profundas transformaciones que sufre la sociedad, tanto
costarricense como planetaria.
Esta era de mundialización nos ha de
comprometer con mayores ideales, con más renovados principios para aportar
nuestros mejores esfuerzos, en aras de proponer una sociedad más justa, con
rostro humano, que no dé paso a los degradantes procesos de impersonalización.
En la actual coyuntura de la
sociedad del conocimiento, a la educación superior se le exige una serie de
competencias. Carlos Tünnermann aduce: “Podríamos decir que es el desafío de
forjar una educación superior capaz de innovar, de transformarse, de participar
creativamente y competir en el conocimiento internacional. Para ello, es
preciso que comencemos por priorizar nuestras inversiones en educación y
reconocer el papel estratégico que tiene la educación superior en la formación del
personal de alto nivel, de la inteligencia científica de nuestros países y en
la generación, transmisión y difusión del conocimiento”.
Es decir, en esta explosión
globalizadora del conocimiento, hay cabida, tanto para la complejidad como para
su celeridad en la obsolescencia, porque el conocimiento cambia, ahora,
demasiado rápido. El saber se ha multiplicado vertiginosamente, pero al mismo
tiempo se fragmentariza.
Francisco López Segrera expresa
que: “Además, encontramos que hemos acumulado el conocimiento que jamás
imaginamos alcanzar; pero ese conocimiento no ayuda a detener la crisis
mundial; porque observamos que, a mayor desarrollo del conocimiento hay mayor
deterioro del mundo, del hombre y de las relaciones” entre los seres humanos.
La
educación es una instancia de crecimiento interior hacia destinos superiores,
por lo tanto, se debe fortalecer, todos los días, con plenas decisiones. Soy de
la idea de que cada silla vacía en las aulas costarricenses es un golpe bajo
contra nuestro sistema democrático, porque los destina a estrechas perspectivas
de vida, tanto individual como socialmente, es decir, a situaciones que pueden
devenir en coyunturas desfavorables y, quizá, degradatorias.
Solo la educación
permitirá el crecimiento individual para fortalecer el ámbito social. Por lo
tanto, no debe ahorrarse en el quehacer educativo, por el contrario, tiene que
procurarse las mejores condiciones infraestructurales y de apoyo a las
comunidades estudiantiles. Recordemos una cifra preocupante, el 29 % de quienes
estudian en las universidades públicas tienen la condición de pobreza, y solo
el acendrado esfuerzo educativo y social logrará sacarlos de ese círculo de
limitaciones.
3. El diálogo
hogareño es educación
Un problema medular que incide en el proceso
de enseñanza-aprendizaje es la falta de diálogo. Hoy existe, lamentablemente,
una comunicación monosilábica, en miles de hogares costarricenses y
planetarios, cuyos efectos se manifiestan en la violencia, tanto en los
espacios áulicos como en la sociedad civil.
El hogar, no la casa, es una
construcción cotidiana. En ellos, debemos procurar ser más dialógicos. La
extrema velocidad del mundo nos está pasando cuotas de fraccionamiento en la
convivencia socio-hogareña. Hay que revisar esa condición, porque desestructura
los cimientos de ese círculo de armonía, afectiva y protectora, que
históricamente ha distinguido al hogar como célula primaria de la sociedad.
En
este momento, hay diversas redes competitivas de socialización, pero coexisten
en espacios multidimensionales, en las tecnologías inteligentes y, aunque
resulte paradójico, las personas se están comunicando más con individuos
desconocidos y lejanos, que con aquellos a quienes tienen al alcance del
abrazo, es decir, los miembros del ámbito hogareño, a quienes, en muchas
oportunidades, se invisibiliza.
La comunicación hogareña no se
practica como se debe, porque estamos atrapados, en los contextos próximos, por
la velocidad de la ciber-comunicación; por una envolvente y dinámica realidad
en la que nunca estamos al día y, por ello, somos portadores de niveles
estresantes y estadios impersonales, que atentan contra las relaciones
confraternitarias.
Los sistemas educativos, en
todos sus niveles, son hogares espirituales, donde debemos compartir, con
dignidad y ética, para hacer valer uno de los más inalienables derechos del
individuo: ser mejores, para promover una óptima calidad de vida, es decir,
redimensionar el concepto de una mayor apertura humana, para el disfrute de las
libertades individuales, dentro de un respetuoso espíritu societario.
4. La educación es
una práctica social
Las prácticas de urbanidad
tienen que vivenciarse desde el hogar. Si en ese espacio no se cultivan dichos
valores, el sistema educativo va perdiendo esas batallas. No es la imposición,
sino el convencimiento, lo que hará la praxis. Muchas veces, ni siquiera en la
familia nuclear se practican normas de cortesía, pues miles de hogares se han
ido convirtiendo en hoteles de entrada y salida, nada más, sin los debidos
procesos comunicativos que materialicen sus relaciones interpersonales.
La educación, como práctica
profesional, implica un ejercicio mayor de integridad e interrelaciones,
conciencia de respeto por la dignidad de los otros; pensar y crear para crecer.
La socialización del conocimiento cambia métodos, pero no debería transformar
la particularidad de nuestra indiscutible condición humana.
En ese sentido, estamos claros
del trascendental aporte que significa la cultura informática, pero concordamos
con Carlos Tünnermann cuando afirma: “es preciso evitar que una sobreestimación
de las potencialidades que ofrecen dichas tecnologías produzca un detrimento en
la apreciación del papel del docente. Estas tecnologías deben siempre ser
vistas como instrumentos, como medios de apoyo al profesor y nunca como
sustitutos. La relación personal y real docente-discípulo es fundamental y no
puede jamás ser reemplazada por la relación virtual máquina-usuario”.
5. La educación implica tolerancia
Los
educadores debemos re-encantar la educación, sobre la base de un componente con
responsabilidad social y cultural, en un compromiso de respeto a la dignidad de
los otros, servicio a los demás, tolerancia, y una adecuada preparación
académica, para el fortalecimiento integral de las diversas comunidades
estudiantiles, sin exclusiones odiosas. Ese reto es una de las tareas
ineludibles del verdadero educador. La Universidad Nacional cuenta,
afortunadamente, con ese perfil entre sus académicos y su personal
administrativo.
No podemos enquistarnos solo en
dar clases, sino que debemos ser guías y formadores comprometidos, en contextos
de globalización y sus asediantes procesos impersonales; por ello, su
compromiso debe construir una educación humanizada para todos, que tome en cuenta,
tanto la diversidad social como cultural, y cuyo eje pretenda la formación de
valores, como instrumento adecuado para alcanzar el desarrollo pleno, digno y
holista de cada una de las personas.
La tolerancia considera las
opiniones y prácticas de los otros, aunque sean diferentes de las nuestras. La
convivencia educativa se centra en la expresión del respeto y la comprensión
por los demás. Mucho del clima emocional de violencia y agresión en el espacio áulico
se debe a la intolerancia, el irrespeto, la intransigencia, la insensibilidad y
los excesivos niveles de autoridad impositiva, de parte de quienes no acuden al
diálogo y se comportan con arrogancia, en una noble profesión humanista, que
requiere del componente y los espacios dialógicos para su disfrute y su plenitud.
6.Educar es una capacidad para servir a los demás
Los
estudiantes significan la razón de ser de nuestro trabajo, por ello, nunca
deberán verse como los enemigos por vencer. Todo lo contrario: la niñez y la juventud
se encuentran ávidos de diálogo, comprensión y tolerancia. Para el maestro,
educador, docente o académico, verdaderamente comprometido con el mejoramiento
integral de la sociedad, ese es uno de los esenciales desafíos piramidales en
el ejercicio de la docencia.
La
educación es una conjunción de voluntades y su respuesta social se encuentra
fuertemente enraizada con las clases menos favorecidas, porque su aporte es
innegable en la construcción de la vida nacional.
Educar es un ejercicio ético
La Costa Rica inmediata cambiará, en
el tanto nuestra actitud varíe. Si no existe un compromiso individual, menos
habrá uno social. La diferencia depende de todos y cada uno de nosotros. No hay
otros caminos, sino una nueva perspectiva actitudinal, tanto es así, que todos
tenemos la palabra desde la cual podemos mejorar el mundo próximo.
Los educadores estamos
llamados a construir patria, desde la vocación del alma y con el espíritu de
compromiso cotidiano por nuestra Costa Rica integral de siempre, que no debemos
ver como un ente abstracto, sino como una tangible realidad intrínseca, en una
especie de vigilia, que procura resultados, a fin de mejorar, cada día, los
índices de la condición humana de la mayoría de los congéneres a quienes nos
corresponda ayudar a forjar y crecer en su formación integral.
La educación signa una de las
más hermosas aperturas de los procesos democratizadores de la cultura, por
ello, las aulas deben permanecer abiertas, para seguir sembrando el saber, sin
marginaciones, pero con el norte académico y humano del compromiso con la
realidad social, como un código moral que se vivencie con estatura
incorruptible, a prueba de siempre con nuestro compromiso.
Respetable auditorio: nunca
vendamos nuestra conciencia. De las actitudes y de los valores aprendidos,
tanto en el hogar, en las aulas como en la vida, dependerá nuestra capacidad
ética: esa ciencia de la conducta, ese conjunto de deberes y derechos de
carácter moral, inmersos en contextos sociales.
Con
nuestro grado de concienciación sabremos diseminar un código moral que
privilegie la dignidad, para redimensionar el compromiso de una mayor apertura
en el goce de la libertad y como una respuesta cierta, para enfrentar los
constantes desafíos a los que debemos dar soluciones cada día de la tierra y de
la vida esencial.
Cada quien, con la
racionalidad de su albedrío, debe establecer principios éticos que guíen su
ejercicio vital y profesional, donde exista una propuesta de conciencia,
fundamentada en la honestidad, el servicio y el prestigio, tanto moral como
individual y social. La ética es un insustituible valor agregado en la vida
interior, que nos atañe a todos, porque es un compromiso honesto, para seguir adelante
y caminar por la vida con la frente en alto.
La educación es un legado
El legado paradigmático de
Mauro Fernández Acuña (1843-1905) seguirá vigente, en el tanto los educadores
no dejemos de forjar caminos éticos de mejoramiento holístico, en aras de
propiciar una sociedad más justa para beneficio de todos, sin odiosas
exclusiones de ninguna naturaleza, porque todos somos iguales ante la ley.
La función social de los
sistemas educativos consiste en preparar individuos con amplios conocimientos y
actividades creativas para fortalecer todos los estamentos de nuestra sociedad.
En
este momento, Costa Rica tiene cinco universidades estatales, hay 53
universidades privadas y 6 universidades internacionales, que dan cobertura a 123
715 universitarios, pero miles de ellos enfrentan las líneas sociales de
pobreza, con insuficientes ingresos hogareños per cápita. El costo de la
canasta básica se ha establecido en ¢60 450, a febrero del 2023, según el Instituto
Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Como puede desprenderse, desde
esos círculos de pobreza, miles de jóvenes costarricenses libran su mayor
esfuerzo y sacrificio, en aras de optar por una mejor calidad de vida y, para
ello, alzan la bandera de la educación como su enseña más segura. Aunque la
vida se comporte así, debemos saber que la pobreza no debe convertirse en un
obstáculo para la superación y poder alcanzar metas superiores de cambio y
mejoramiento en el destino del factor humanidad.
Solo en la medida en que nos
superemos como individuos, en que podamos convivir en una relación interactiva,
seremos mejores. Seamos honrados con nuestro espíritu de servicio, no solo con
los demás, sino con nosotros mismos, para procurar el respeto y las buenas
actitudes dentro de la difícil sociedad de la que formamos parte.
El individuo tiene que velar
por un equilibrio armónico, entre la razón y su espíritu, para que pueda
desenvolverse, con calidad y eficacia, en la compleja civilización de este
tercer milenio. La sociedad nos conmina, entonces, a ser actores y no
observadores en el dinámico proceso del cambio social de hoy.
El quincuagésimo
aniversario de la necesaria Universidad Nacional
La UNESCO, 1998 expresa que “La
educación superior debe reforzar sus funciones de servicio a la sociedad, y más
concretamente sus actividades encaminadas a erradicar la pobreza, la
intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio
ambiente y las enfermedades, principalmente mediante un planteamiento
interdisciplinario y transdisciplinario para analizar los problemas y las
cuestiones planteados”.
La Asamblea Legislativa aprobó la creación de la
Universidad Nacional, mediante la ley número 5182, del 12 de febrero de 1973.
El 15 de febrero de ese mismo año, el presidente de la República José Figueres
Ferrer y el ministro de educación Uladislao Gámez Solano sancionaron dicha ley,
la cual se publicó en La Gaceta el 22 de febrero.
De ese modo, nuestra Universidad Nacional abrió sus
puertas al saber nacional, el 14 de marzo de 1973, en un singular acto, en el
parque central de Heredia, liderado por el Pbro. Benjamín Núñez Vargas, su
primer rector.
Desde su primer discurso, el Pbro. Núñez Vargas,
dejó establecido que:
“No venimos a hacer academia por el mero afán de
hacer academia, no venimos a construir esta Universidad por el prurito
vanidosos de tener una Universidad más, que corone el historial de cultura de
esta ciudad. Venimos a forjar una nueva Universidad porque el pueblo
costarricense necesita de una academia más que interprete sus aspiraciones,
investigue sus realidades y señale respuestas a sus problemas, en el campo de
la ciencia y del humanismo, cooperando así con quienes, en los diferentes
campos de la vida nacional, están llamados a crear un mundo mejor para todo
hombre costarricense y para todos los hombres de nuestra patria”.
Han
transcurrido 50 años de tan trascendental acontecimiento histórico para la
Costa Rica pensante. Muchos nombres de ciudadanos visionarios, de hace 50 años,
seguiremos honrándolos, con el trabajo educativo de alta calidad y el perfil
humanístico de la Universidad Nacional, entre ellos: José Figueres Ferrer,
Uladislao Gámez Solano, Daniel Oduber Quirós o Francisco Morales Hernández y un
grandioso etcétera.
Tuve
la dicha de estudiar en Nuestra Universidad Nacional durante seis años y
trabajar como académico, por un lapso de 11. Siempre he estado orgulloso de mi
Universidad. Soy sello UNA, indiscutiblemente.
El
Pbro. Benjamín Núñez Vargas adujo en su libro “Hacia la universidad necesaria”:
“La Universidad Necesaria es un ente vivo.
Está enclavada en la historia como respuesta a las necesidades del
desarrollo de un pueblo, y se va haciendo con la historia de ese pueblo. La Universidad Necesaria vive con y por el
hombre costarricense en su larga e interminable jornada de infinita
autorrealización” (Núñez, 2008, p.99).
Asimismo,
el Estatuto Orgánico de la Universidad Nacional da cuenta de su misión
histórica: “obliga a la investigación sistemática de la realidad
costarricense, dentro de un marco de solidaridad y armonía entre el ser humano
y la naturaleza y que también le compromete a fortalecer una cultura humanista
y a contribuir en la creación de una sociedad más solidaria, próspera, justa y libre”.
Es
decir, estamos ante un planteamiento absolutamente humanista, una educación con
rostro solidario, jamás indiferente de los grandes problemas nacionales, que
ameritan soluciones integrales en favor de las mayorías.
En
esa línea, el Pbro. Núñez Vargas acierta en su cosmovisión, al proponer “la
construcción de una nueva y más generosa “unidad cultural”, si se le da al
concepto de cultura el sentido de la “Paideia” de los griegos o de la
“Humanitas” de los romanos. La “unidad
cultural” se definiría como el conjunto o sistema de valores, ideas,
conocimientos y prácticas dentro de la cual el hombre plenamente, como individuo
y como miembro de la sociedad” (Núñez, 2008, p.39).
El
preclaro pensamiento del Pbro. Núñez Vargas es certero, cuando insiste en una
educación permanente: “la vida del verdadero universitario como tal no puede
concluir cuando la universidad entrega un título, como si este fuera de por sí
la posesión total del conocimiento y de su desarrollo futuro. El mundo de hoy y
el progreso vertiginoso de la ciencia exigen que la preparación del profesional
para el desempeño de sus funciones en la sociedad continúa toda la vida. Más aún, aquel profesional que no se mantenga
actualizado en su campo del saber dejará de ser un buen profesional, para
convertirse antropológicamente en un fósil viviente” (Núñez, 2008, p. 90).
“La
Universidad necesaria produciría una conciencia crítica y efectivamente
constructiva, pues se dedicaría a la investigación sistemática de los problemas
nacionales y se comprometería, desde el punto de vista científico a la búsqueda
de una posible solución”.
El
trabajo intenso y sostenido de la Universidad Nacional comprende 133
alternativas académicas, que integran planes de pregrado y grado (72);
posgrados (61), 38 carreras acreditadas y una comunidad estudiantil de 20 854
estudiantes, de ellos, 10 638 se encuentran becados.
La
Universidad Nacional ha democratizado la educación superior con su gran
cobertura, en los ocho campus universitarios, distribuidos en las regiones
Central, Huetar Atlántica, Huetar Norte, Brunca, Chorotega y Pacífico Central,
a saber: campus Omar Dengo, Benjamín Núñez, Liberia, Nicoya, Coto, Pérez
Zeledón, Sarapiquí y sede interuniversitaria de Alajuela.
Como
puede desprenderse, el proceso de regionalización de la Universidad Nacional
comenzó el mismo año de su fundación. La cobertura geográfica de la Universidad
comprende el territorio nacional.
Como
señala el Dr. Francisco González Alvarado, Rector de la Universidad Nacional: ¡Upala,
Los Chiles, Lepanto, territorios indígenas, comunidades costeras. Aún sin aulas
en estos territorios, hemos creado, mediante alianzas, proyectos puntuales para
fortalecer las capacidades de la ciudadanía que no cuenta con recursos para
trasladarse a una sede regional o, en su concepción de mundo, no se veía
alcanzando un título universitario. La UNA lo posibilitó” (Campus, N.350, marzo,
2023:3)
Guanacaste y la
Universidad Nacional
Guanacaste proviene del azteca
“Quauhnacaztli”, que significa “árbol de orejas”. En ese contexto, hoy, 10 140
kilómetros cuadrados y 410 055 habitantes, según el INEC, desglosados en
202 668 (el 49,3 %) mujeres y 207 987 (el 50,7 %) hombres. Guanacaste
representa un total del 7,8 % de la población país.
Sus
pobladores resguardan el conjunto de características, símbolos, costumbres, que
conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los
acontecimientos trascendentales. Así sobresalen la aportación de lo
afroguanacasteco, el pasado indígena chorotega, el hecho extraordinario de la
Anexión, la hacienda ganadera, la participación heroica del Batallón de
Moracia, las minas de Abangares, o la Gesta del Partido Confraternidad
Guanacasteca, liderado por Benemérito de la Patria desde el 2000, el Dr.
Francisco Vargas Vargas (1909-1995).
Se destacan, también, los
elementos vernaculares representativos, como el himno, el sabanero, el espeque,
el árbol de guanacaste, el quijongo, la pampa soleada, es decir, el moderno
concepto, acuñado por el escritor Marco Tulio Gardela, denominado la
Guanacastequidad, porque la vida de nuestros pueblos se forja
en las manifestaciones cotidianas y en la transición de sus herencias más
genuinas.
MISIÓN:
“La Sede Regional Chorotega es
un Centro académico de educación superior que genera, comparte y difunde
conocimiento de una forma humanista, crítica, creativa y comprometida con el
desarrollo humano, todo mediante la docencia, la investigación, la extensión y
otras formas de producción para el bienestar de las poblaciones en condiciones
de vulnerabilidad”.
VISIÓN:
“La
Sede Regional Chorotega será un centro académico líder reconocido por su
excelencia, programas académicos flexibles, humanistas y por su vocación para
atender a las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad. Se proyectará a la
sociedad mediante la investigación y la extensión en temas estratégicos de
interés regional y global, con una docencia pertinente y de alta calidad; y una
vinculación internacional prioritariamente en el ámbito latinoamericano”.
El
académico José Rosales Obando señala en su libro “El reto de UNA
regionalización”:
“En la identidad de Guanacaste subyace la
simbiosis de lo regional y lo universal en América. Aunque no es exclusivo de
aquí, es innegable que tiene una etiqueta cultural que la distinguen entre las
demás.
La
cultura guanacasteca es el producto de la praxis constante que recrea y repele,
simultáneamente, los retazos de otros acervos en aras de mantener su identidad.
(…)
durante la conquista y colonización, el trasiego de soldados y de mercancías
fue el primer síntoma de la desestructuración de la sociedad indígena y del
fermento de una fuerte mestización étnica, cultural y económica que se mantiene
hasta nuestros días.
La
simbiosis de lo indígena, lo europeo, lo africano y, posteriormente, lo
asiático conforman una nueva etnia y cultura regional y universal,
simultáneamente” (Rosales Obando, 1996: pp. 50-51).
Queda
claro, entonces, que la Universidad Nacional creyó desde 1973 en el proceso de
regionalización en Guanacaste, al adscribir a la Escuela Normal de Guanacaste,
fundada en 1949, y darle continuidad al proceso de desconcentración geográfica
regional. Por eso también en Guanacaste festejamos los 50 años inclusivos de la
Universidad Nacional, la Universidad necesaria.
El Dr. Víctor Julio Baltodano Zúñiga,
en su libro “Por los caminos de la regionalización: pensamiento y acción”
(2023), señala lo siguiente:
“La regionalización no solo se debe
manifestar mediante la presencia física sino, lo más importante, con acciones
que respondan a las necesidades de las regiones en las cuales está inmerso el
centro regional. Este no existe per se.
El tema de la regionalización
universitaria debe ir entrelazado con la educación superior como un Derecho
Humano de todas las personas. Ese derecho es de impacto tanto individual, es
decir, el derecho que cada uno individuo de acceder a la educación superior,
como colectivo, ya que beneficia a la comunidad donde cada uno de esos
graduandos se inserta. Se extiende más allá de las aulas y debe llegar a las
comunidades por medio de la investigación y la extensión/acción social. En cada
rincón de Costa Rica, donde haya grupos en condiciones de vulnerabilidad, ahí
debe estar la universidad pública”.
Según la Unesco,1998, desde las
universidades públicas se puede “instaurar nuevas modalidades de
colaboración entre los establecimientos de educación superior y los distintos
sectores de la sociedad para que la educación superior y los programas de
investigación contribuyan eficazmente al desarrollo local, regional y
nacional”.
En opinión del Dr. Baltodano
Zúñiga: “Ese es el espíritu de la regionalización, responder a esas necesidades,
con el apoyo de toda la universidad, y no ser un satélite de la Sede Central”.
La Universidad Nacional, cuya creación fue
ratificada mediante la Ley 5182, el 15 de febrero de 1973, abrió sus puertas el
14 de marzo de 1973, hace 50 años. Es la suya, entonces, una propuesta de
mejoramiento social, una herramienta de compromiso con el destino de este
espacio geográfico, tan decisivo para nuestra Nación.
La Universidad Nacional, por lo tanto, ha llenado
un vacío socioeducativo que reivindica las mejores tradiciones de la
democracia, con el espíritu participativo de la sociedad civil, en la formación
humanística del pensamiento crítico, el cual le confiere las bases de su
fisonomía autónoma, si libertad de cátedra y la meta vehiculizadora de ayudar
en la forja de una Costa Rica inclusiva e igualitaria desde toda su praxis
axiológica, así como en cada estadio de su propia institucionalidad. .
El catedrático Víctor Julio
Baltodano aduce que: “Lo que hoy es la Sede Regional Chorotega
pasó de sección a sede, gracias a la mística de los funcionarios y estudiantes,
y luego el apoyo de las autoridades superiores, que la levantaron hasta
convertirla en un referente en la región Chorotega. Primero nace con rango de
Sección Regional con carreras ligadas al área de Educación, que se hereda de la
vocación de la Escuela Normal de Guanacaste, que funcionó hasta la creación de
la UNA en 1973”.
Por
ello, un antecedente de lujo de la Universidad Nacional en Guanacaste es la
creación de la Escuela Normal Rural de Guanacaste, mediante la ley número 369
del 7 de febrero de l949.
Al fundarse la Universidad Nacional, se
dispuso que la Escuela Normal Rural de Guanacaste pasara a formar parte de ella
como una Sección Regional Universitaria.
Con el decreto de creación de la
Escuela Normal de Guanacaste se dio atención al desarrollo de la educación y la
cultura, con derecho de primacía de aquellos sectores de la población nacional
que permanecían semiatendidos por parte del Estado.
La Escuela Normal de Guanacaste se
esmeró en formar el personal docente para la educación primaria, proporcionándoles
el mayor contingente posible de elementos culturales, técnicas, procedimientos
y métodos para el mejor desempeño de los docentes, en relación con los
problemas específicos del medio rural en diversos frentes: educativos,
económico, social y político.
Los educadores normalistas continúan
en nuestra memoria histórica. Los
recordamos y valoramos, pues predicaron con el paradigma de la lucha, la
perseverancia, la exigencia, la entrega y la mística, tanto en la vocación como
en su convicción como MAESTROS, en el más genuino significado de tan relevante
palabra. Todos somos deudores del aprendizaje de un Maestro, porque desde el
recinto áulico dejaron huellas imborrables.
Destaco, aquí, el libro
“Resignificando la historia: La Escuela Normal de Guanacaste”, de los
académicos, Dra. Ana Lorena Camacho, Premio Mauro Fernández; Orlando de la O
Castañeda, exdecano y la M.Sc. Ivannia Montero Robles.
Sobre
dicha obra, el M.Sc. Francisco González Alvarado, actual rector de nuestra Universidad
Nacional escribió, que la contribución de esa obra radica en que: “tiene el
mérito capital, entre otros, de insistir en la trascendencia de reconstruir su
historia de la pedagogía guanacasteca, desde una posición integradora de
saberes y conocimientos, historia institucional y prácticas educativas,
tradición y transformación, pasado y presente. De ahí que se constituya en un
documento de referencia obligatoria para cualquier otro esfuerzo por explicar
las relaciones dinámicas entre educación, cultura y política de la pampa
costarricense”. Sin lugar a duda, una contribución a comprender la historia de
la educación regional desde el Guanacaste eterno que amamos.
Hace 25 años, el 25 de mayo de 1998, la Asamblea de Representantes de la
Universidad Nacional, aprobó la transformación de la Sección Regional de
Liberia en Sede Regional Chorotega, con base en su crecimiento académico y a
las demandas regionales planteadas, el Consejo Universitario aprueba su
transformación y declaratoria como Sede Regional Chorotega, con dos campus
académicos, tanto en Liberia como en Nicoya.
Esos
aprendizajes andan en nuestro corazón y anidan en el alma. Una relectura histórica permite decir que han
sido el puente espiritual y solidario que forjaron la ruta de muchas
generaciones de guanacastecos de bien. Sé que alguna vez soñaron con las
instalaciones del Campus Liberia, inaugurado el 6 de mayo del 2011. Su contexto fue difícil, pero cimentó el
temple de la lucha, el sobreponerse a las adversidades y establecer un
compromiso telúrico, desde la docencia integral de los seres humanos a quienes
se comprometieron a enseñar, y a formar para el bien de la sociedad
costarricense.
El primer apartado de su misión
expresa: “La Universidad Nacional es una institución pública de educación
superior que genera y socializa conocimientos de importancia científica y
cultural estratégica para el desarrollo nacional e internacional, sin distingo
de género, etnias, credos o condición social. Con su acción social integral, la
Universidad contribuye a direccionar la sociedad hacia planos superiores de
bienestar, equidad, sostenibilidad y libertad democrática, mediante nuevos
paradigmas que permitan transformar y revalorar el desarrollo humano. Está
comprometida con el desarrollo de toda la sociedad y en particular con la
integración, la potenciación y la ampliación de oportunidades de los sectores
sociales menos favorecidos o exclusivos de los beneficios del desarrollo”.
La misión de la Sede Regional
Chorotega puntualiza: ”Somos un centro académico de educación superior que
forma profesionales de excelencia, desarrolla programas y proyectos académicos
en docencia, investigación, extensión y producción, flexibles y pertinentes,
con el propósito de efectuar aportes sustantivos al desarrollo local, nacional
y mesoamericano hacia planos superiores de bienestar, equidad y sostenibilidad,
en atención a los cambios sociales, económicos, ambientales, científicos y
tecnológicos universales y, en particular, con la integración, la potenciación
y la ampliación de oportunidades para los sectores sociales menos favorecidos
de la Región Chorotega”.
El destacado académico, Dr.
Fernando Gutiérrez Coto refiere que: “La construcción participativa y
continua de los caminos que conducen a la regionalización, deben materializarse
de manera concreta en la dinámica cotidiana de la Sede Regional Chorotega. Esto
desde luego, implica una transformación del conocimiento para construir retos,
basados en la aprendencia, desaprendencia, y reaprendencia de procesos, donde
las conceptualizaciones como integración, interrelación e interconexión sean
una herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual”.
Por ello, la Universidad
Nacional recoge una legitimidad coherente, destinada a la solución de los
acezantes problemas de las comunidades, en particular, de la guanacasteca. Por
lo tanto, cada estudiante de la Universidad Nacional debe convertirse en una respuesta
socio-productiva, porque como dijera, desde su ideal confraternitario, el
humanista y Benemérito de la Patria, Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995): “Nosotros
no somos más que el puente sobre el cual pasarán las futuras generaciones”.
Destaco, aquí, la invaluable presencia en
Guanacaste de los decanos de la Sede Regional Chorotega, porque cada gestión
significó un relanzamiento en el proceso de dirección, renovación y
mejoramiento institucionales. Han estimulado una visión integradora: “Todos
juntos podemos redisoñar la Sede Regional Chorotega”.
Por consiguiente, si somos
egresados de la Universidad Nacional, no nos asustan los retos, porque los
estábamos esperando. Cada egresado, con su empeño y gracias al grado de preparación
académica, así como de concienciación humanística y social, sabrá enfrentar,
desde su propia responsabilidad profesional, las coyunturas del siglo XXI.
La Universidad se humaniza en
cada uno de nosotros, porque todos somos una llave de lucha, un instrumento de
superación, un pan de bienestar social. La Universidad Nacional ha estado
comprometida, durante sus 50 años de existencia, con los estudiantes de menor
ingreso e, igualmente, brinda una gran cobertura en las áreas estratégicas del
conocimiento, acordes con los intereses y expectativas de las zonas más
alejadas del Valle Central.
Esa perspectiva, capitaliza un
mayor servicio de proyección social. Sin duda, podemos afirmar que la
Universidad Nacional ha democratizado la educación superior, no como un discurso, sino como una
práctica. En este momento, 20 854 alumnos
de la Universidad Nacional, de ellos, 10 638 tienen beca esto es, más del
50 % de su matrícula disfruta de alguna categoría de ayuda.
Por ello, el Presbítero Benjamín Núñez
Vargas (1915-1994), su primer rector durante (1973-1977), la denominó “La
Universidad Necesaria”, porque el estudiante es la razón de ser que
vitaliza el espacio académico. Otros pensadores endiñan que el saber, el
maestro y el discípulo son la trinidad de la vida institucional universitaria educativa.
Sabemos que la Sede Regional
Chorotega mejorará sus actuales fortalezas, para que se enfrente a la
competencia y legitime su fructífera trayectoria, cimentada a lo largo de
muchísimos años de progreso intelectual con rostro humano, porque estamos
claros que en todas y cada una de las luchas estriba “la construcción
reflexiva de la realidad dada, como un principio de la multiculturalidad que se
percibe en el Guanacaste de hoy, dentro de la globalización”.
El Estado de la Educación, 2017,
afirma que “La Chorotega, comparada con las (Huetar Atlántica y Brunca),
muestra recientemente una oferta académica más diversificada e innovadora, con
programas adaptados a las características socio-productivas y ambientales de la
provincia de Guanacaste. Ambos resultados son producto de esfuerzos desplegados
por las sedes regionales de las universidades públicas, así como por la
universidad privada creada en 2013 en el cantón de Cañas”.
La Sede Regional Chorotega, cuenta con dos campus
ubicados en Liberia y Nicoya. Resulta importante conocer algunas cifras de su
trabajo académico y de proyección a las comunidades dentro de nuestra
provincia.
La Sede Regional cuenta con dos institutos propios, a
saber: el CEMEDE, fundado, el 10 de setiembre de 1992) y el HIDROCEX creado el
23 de julio del 212).
Número de estudiantes matriculados al
18 de setiembre del 2023:
Liberia: 1052 estudiantes
Nicoya: 1089 estudiantes
Total: 2141
Número de
estudiantes graduados al 2022:
Titulaciones:
8267; graduados:5962
Número de
profesores:186
Carreras:
Administración
Comercio y
Negocios Internacionales
Gestión
Empresarial del Turismo Sostenible (carrera propia)
Ingeniería
en Sistemas de Información
Diplomado
en inglés
Enseñanza
del Inglés
Pedagogía con énfasis en I y II Ciclo de la Enseñanza
General Básica
Ingeniería Hidrológica (propia)
Ingeniería
en Energías Sostenibles (propia)
Maestría en
Turismo y Desarrollo Sostenible
Proyectos
realizados al 2023
Proyectos: 36
Actividades
académicas: 20
Servicios
de apoyo para la comunidad estudiantil:
Dos
bibliotecas bien cómodas y modernas:
Rose Mary
Ruiz Bravo, del Campus Liberia
y
Biblioteca Nayuribe, del Campus Nicoya.
Servicios
de salud, odontología
Becas
Residencias
Grupos
culturales y deportivos, integración a:
Ayudas
especiales por desastres naturales
Orientación
y Psicología
Apoyo a madres y padres (salas de lactancia, matrícula
prioritaria, beneficio para el pago de cuido del o los infantes).
Atención psicopedagógica-
En el más reciente libro del Dr. Baltodano
Zúñiga, hace ver que:
La Educación
superior ha aportado a la reducción de la pobreza de Guanacaste, y la Sede
Regional Chorotega, es parte de ese esfuerzo, con la formación de profesionales
de excelencia, la investigación y extensión de impacto. Tres criterios se han
usado para mejorar la cobertura, la pertinencia y el impacto de la educación
superior. El primero de ellos es esfuerzo por tener dos campus con igualdad de
condiciones, que permita atender la Región Chorotega en su integralidad
eliminando el concepto de Centro-Periferia. El Campus Liberia fue concebido
para atender los cantones desde Carrillo hasta Upala y el Campus Nicoya para
atender desde Santa Cruz hasta la península de Nicoya. Esto ha sido un acierto,
ya que la UNA es la que mejor distribuye sus carreras, tal como lo anota el
Informe del Estado de la Educación (2017, p.302):
En el libro “Por los caminos de la
regionalización universitaria: pensamiento y acción”, el catedrático Víctor
Julio Baltodano señala:
“Ese compromiso de la universidad
necesaria se ejemplifica de muchas maneras.
La Sede Regional Chorotega, mediante una política de admisión
diferenciada, donde no hacen examen de admisión, ha dado la oportunidad de ingresar
en las aulas universitarias a 10 estudiantes del pueblo indígena de Matambú,
así como también de zonas vulnerables, socialmente hablando, como la Zona
Norte-Norte, donde mediante el mismo mecanismo de la admisión diferenciada, en
el 2019, tuvieron la oportunidad 72 estudiantes de Upala, Guatuso y Los Chiles
de iniciar estudios superiores en sus zonas, en las carreras de Ingeniería en
Sistemas de Información y Gestión
Empresarial del Turismo sostenible. De otra forma no hubieran podido estudiar.
Hemos ido hacia ellos con el programa de carreras itinerantes apoyados por la
Rectoría Adjunta, Sede Regional y otras unidades académicas. Esa es la UNA, la
universidad necesaria, la universidad de oportunidades, la universidad que
innova”.
La Sede Regional Chorotega le da oportunidad real
de acceso a estudiantes de los colegios públicos, colegios nocturnos,
indígenas, liceos rurales, CINDEAS, Educación abierta, Nuevas Oportunidades y
Telesecundarias, donde la mayoría, por encima del 90 %, provienen de ellos. Por
esa razón, es una Sede Regional
líder, inclusiva, equitativa, pertinente y creadora de oportunidades.
El Campus Nicoya se inauguró el
23 de julio del 2004 y el Campus Liberia el 6 de mayo del 2011. Asimismo, las residencias estudiantiles y las
instalaciones deportivas del Campus Liberia se inauguraron el 15 de marzo de 2019. Las residencias estudiantiles del Campus
Nicoya abrieron el 5 de abril del 2022.
En ese contexto, más de 100 estudiantes se han visto
favorecidos con el servicio de residencia, tanto en Liberia como en Nicoya, lo
cual les ha facilitado su inclusión universitaria, por provenir de zonas
alejadas al campus.
Distinguido
auditorio: es importante ser protagonistas de la Historia institucional y no
observadores de ella. Por eso, ustedes tienen, ahora, la posibilidad de ser
sujetos protagónicos. Los conmino, entonces, a dejar huella trascendente en sus
recintos, con sus estudios y su acción social, dinamizando la vida
universitaria desde Guanacaste eterno que amamos. Estamos ciertos de que el
saber, el maestro y el discípulo son la trinidad de la vida educativa.
La
Universidad Nacional, por lo tanto, llena un vacío socioeducativo que
reivindica las mejores tradiciones de la democracia, con el espíritu
participativo de la sociedad civil, en la formación humanística y el
pensamiento crítico y humanista que caracteriza la línea de acción de nuestra
querida Universidad Nacional, desde el inicio hasta la fecha.
Como
señala el Dr. Víctor Julio Baltodano: “se avanza hacia una regionalización
pertinente, de impacto, con igualdad de oportunidades, posicionada y que
responde, cada vez de manera más fuerte, a las necesidades de la región. Es
necesario seguir marcando nuevos rumbos que permitan seguir recogiendo los
frutos de la semilla sembrada en las tierras fértiles de Guanacaste.
El personal académico y administrativo de alto nivel, más el compromiso
de la comunidad estudiantil, permitió salir adelante en este contexto de
incertidumbre, de pandemia, de crisis fiscal, de ataque a la autonomía
universitaria, y en términos generales, de ataque a la universidad pública”.
Asimismo, gracias al Guanacaste
Eterno que amamos, porque siempre ha sido presencia estelar y no fondo
decorativo, en todos los frentes de las luchas de superación. Cierro esta disertación
con un pensamiento del Maestro Joaquín García Monge (1881-1958): “Este mutuo
conocimiento de cuanto somos (…) esta generosa aspiración a ir juntos a la cita
con nuestro común destino nos hará invencibles. Estaremos unidos por la
cultura, amasada con sangre y espíritu”.
LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA
Nota: esta presentación se realizará el viernes 27 de octubre del
2023 en el Museo de Guanacaste, Liberia, Costa Rica, con motivo de la
celebración de los 50 años de creación de la Universidad Nacional de Costa
Rica.